Luxemburgo y la Revolución de octubre


Ali Ruckert, presidente del Partido Comunista de Luxemburgo (KPL)

La existencia del socialismo real forzó al capital en Luxemburgo a realizar concesiones

Cuando la Gran Revolución Socialista de Octubre sacudió el mundo en 1917, Luxemburgo se mantuvo en calma por un cierto tiempo, porque el país estaba ilegalmente ocupado por el Imperio alemán desde 1914. Una huelga de 10.000 trabajadores siderúrgicos contra el hambre y la miseria, que comenzó el 31de Mayo de 1917, fue saldada con medios militares por las fuerzas de ocupación. La infantería y los húsares alemanes invadieron la fundición, los líderes de los trabajadores en huelga ("Rädelsführer") fueron detenidos, muchos trabajadores fueron castigados o aún despedidos, y la prensa del sindicato fue prohibida por tres meses.

Pero el descontento se acrecentaba entre el pueblo, y el "Volksstimme" (Voz del pueblo), el periódico del "Sindicato de Mineros y trabajadores siderúrgicos” (Berg –und Hüttenarbeiter-Verband) se fundó en 1916, impreso ya a principios de 1918 cada vez más y más artículos eran firmados por "un Bolchevique", criticando la situación política, económica y social en Luxemburgo. Los artículos también llamaban a seguir el ejemplo de los revolucionarios rusos y a "organizar y unir a los trabajadores y a los campesinos contra el gran capital que oprime a los pueblos".

El estallido de la Revolución en Alemania en noviembre de 1918 fue la señal para el comienzo de un movimiento revolucionario en Luxemburgo, que duró dos meses, hasta que las nuevas fuerzas de ocupación francesas lo pararon por medios militares. Pero el resultado más importante de ese movimiento fue la introducción de la jornada laboral de ocho horas, que fue proclamado por el gobierno el 14 de Diciembre de 1918, porque tenía miedo de que las demandas del "Consejo de trabajadores y campesinos" sobre la nacionalización de los ferrocarriles, bancos, siderúrgicas y minas prendieran entre el pueblo. La jornada laboral de ocho horas ya había sido introducida desde antes por los sindicatos en minas, siderúrgicas y los talleres del ferrocarril – en contra de la resistencia de los propietarios. Otro resultado importante del movimiento revolucionario de 1918 fue la introducción del derecho al sufragio universal, válido para hombres y mujeres de 21 años o más.

Pero todas estas concesiones no podrían prevenir el crecimiento del número de militantes del Partido Socialista de Luxemburgo que simpatizaba con la Revolución en Rusia y que también buscaba cambios radicales en la estructura de propiedad en Luxemburgo. En el verano de 1919 se fundó un "Comité de propaganda para el ingreso a la Tercera Internacional", que con motivo del segundo aniversario de la Revolución de Octubre distribuyó folletos que llamaban a mítines de protesta contra la intervención militar de los países capitalistas contra la Rusia Soviética. El llamado estaba firmado por "Un grupo de trabajadores y socialistas de Luxemburgo".

En aquel momento la defensa de Rusia Soviética era todavía una causa común de todos los socialistas. Pero ya en 1921 el proceso de separación había comenzado, cuando la derrota del movimiento revolucionario en Europa Occidental fue evidente, el capitalismo se había consolidado y llegó a ser cada vez más claro que la Rusia Soviética por un tiempo sería el único país en construir el socialismo.

Los socialistas con orientación marxista fundaron el 2 de enero de 1921 el Partido comunista de Luxemburgo (KPL), después de que la mayoría de delegados al Congreso del Partido Socialista votó en contra de unirse a la Tercera Internacional. Insistieron en su demanda de abolir al capitalismo y la construcción de una República de Concejos en su propio país, y estaban convencidos de que la defensa del primer país que había comenzado la construcción del socialismo debía ser el primer deber de todo revolucionario. Por otro lado, los restantes socialistas abandonaron su programa anticapitalista, se subordinaron a sí mismos al capitalismo y además se unieron a cuanta campaña antisoviética.

Con el objetivo de crear un contrapeso – Aunque fuera uno modesto – a la distorsión anticomunista que era propagada diariamente por la prensa burguesa y social- demócrata, el KPL decidió en octubre de 1932 crear la asociación de "Amigos luxemburgueses de la Unión Soviética" (la Sowjet-Unión der Luxemburger Freunde). Su principal tarea fue la de atraer trabajadores y a intelectuales, que no fueron miembros del KPL, a la causa de la Unión Soviética, para combatir los prejuicios antisoviéticos y así también reducir los prejuicios contra el KPL. La asociación informaba sobre los desarrollos políticos, económicos, sociales, culturales y científicos y acerca de la vida en la Unión Soviética y explicaba el efecto positivo que tenía la construcción del socialismo para las condiciones laborales y sociales de los trabajadores.

Los comunistas permanentemente criticaban la sociedad capitalista existente con sus desarrollos sociales preñados de crisis, llevando al abatimiento de sueldos y al despido de miles de trabajadores. Al mismo tiempo el KPL hizo todos los esfuerzos de publicar en su periódico semanal información sobre la construcción del socialismo en la Unión Soviética, sobre el rápido desarrollo de la economía en la U.R.S.S., que estaba estrechamente conectado con las mejoras en la situación social, consagrado en la legislación socialista. Todo esto fue presentado por el KPL como una alternativa a la situación existente en Luxemburgo.

No hay duda de que el desarrollo exitoso de la Unión Soviética, y en particular los logros sociales del pueblo soviético tuvieron una gran influencia en la actitud de partes de la clase obrera de Luxemburgo. Está también fuera de duda que la clase dominante capitalista fue forzada a tomar esto en cuenta y a sentirse movida a hacer varias concesiones sociales, ya que los capitalistas querían mantener a los trabajadores "fuera de problemas", para evitar que los trabajadores entendieran a los logros sociales en la Unión Soviética como ejemplos deseables y que los comunistas llegaran a ser más fuertes.

Pero esto es válido tanto en lo bueno como en lo malo. Aunque el PCUS había llegado a la conclusión que las clases de los explotadores habían desaparecido y el trotskismo como corriente política ya no tenía ninguna importancia ni ideológica ni políticamente, hubo bajo Stalin entre 1934 y 1938 masivas represiones cuyas víctimas fueron comunistas y ciudadanos de la Unión Soviética. La propaganda burguesa y socialdemócrata exageraba mucho estas represiones, pero el mero hecho de que existieron hizo daño a los ideales de la Revolución de Octubre y al movimiento comunista en su conjunto durante décadas; tuvo un efecto muy negativo sobre la imagen de la Unión Soviética en la clase obrera de Luxemburgo y para el trabajo del KPL.

La Unión Soviética ganó un fuerte reconocimiento en el pueblo de Luxemburgo y en particular en su clase obrera debido a su contribución decisiva a la lucha contra la Alemania fascista y a la liberación de los pueblos de Europa del fascismo. Cuando el Ejército soviético derrotó a las tropas fascistas alemanas en Stalingrado, gran parte de la población de Luxemburgo extrajo nueva esperanza de esta victoria, y el movimiento organizado de resistencia, que había sido debilitado debido al terror fascista, pudo reforzar sus actividades. Muchas personas de Luxemburgo tenían una postura hostil contra los ocupantes alemanes, y cuando las fuerzas alemanas de ocupación organizaron un referéndum en la pregunta sobre una anexión de Luxemburgo al “Reich” Alemán, la inmensa mayoría del pueblo votó con un No.

Que el KPL, después de la victoria sobre el Fascismo y la liberación del país, creció considerablemente en influencia, se debió tanto al gran prestigio que la Unión Soviética tenía hasta en círculos burgueses, así como al papel de los comunistas en la resistencia. Como único partido político, el KPL se negó después de la ocupación del país a disolver el partido, había pasado a la clandestinidad y había pagado la lucha contra los ocupantes fascistas con la sangre de muchos camaradas.

En un momento en que muchos cuadros comunistas del período previo a la guerra y de la resistencia aún no habían regresado de las cárceles nazis y los campos de concentración, se multiplicó por diez el número de miembros del partido en pocas semanas, en 1940 hubo unos 400 afiliados. El partido tuvo grandes dificultades para adaptarse organizativamente a esta nueva situación; no tenía los cuadros ni los medios financieros, y tampoco la suficiente libertad de movimiento para propagar un cambio democrático radical en el país ocupado por el Ejército de Estados Unidos.

En las primeras elecciones parlamentarias del 21 de octubre 1945 ganó el KPL cinco de los 51 diputados y tuvo un ministro en el Gobierno de Unión Nacional: Charles Marx fue ministro de salud, bienestar y deporte, pero la influencia del partido seguía siendo limitada a parte de los obreros de la siderurgia y minería.

En los años posteriores a la victoria sobre el fascismo la contradicción entre capitalismo y socialismo empezó a destacar otra vez.

Con el objetivo de reducir la influencia del Partido comunista y para evitar que partes más grandes de la clase obrera de Luxemburgo siguieran las consignas por la nacionalización de los medios de la producción y por reformas anticapitalistas, la clase dominante hizo varias concesiones en el campo de la situación social: el seguro social en el campo de la asistencia médica y pensiones fue mejorado considerablemente, la revalorización regular de sueldos al desarrollo de los precios fue consagrado en la legislación y los suplementos familiares de ingresos llegaron a ser armonizados. Al mismo tiempo los líderes de los sindicatos social-demócratas de los tiempos previos a la Segunda Guerra Mundial, que habían sido famosos por sus posiciones anticomunistas, fueron reactivados y favorecidos para prevenir la construcción de un sindicato unido bajo influencia comunista fuerte. Los medios aún financieros para este fin de sindicatos de los EUA habían sido generados, y se canalizaron a través de la CIA.

Con la ayuda del Plan Marshall de los EUA, que fue adoptado por el Parlamento luxemburgués por diputados de todos los partidos a excepción de los comunistas, y en el curso de la Guerra Fría, que fue provocada por los EUA, llegó a ser posible limitar la influencia de la Unión Soviética otra vez. Al mismo tiempo, el Partido comunista de Luxemburgo, que se mantuvo firme y sin reservas en la defensa del socialismo y la URSS, fue debilitado y su influencia entre la clase obrera llegó a ser reducida.

Esta tendencia fue cambiada otra vez, cuando la URSS – después de superar la destrucción de la guerra – empezó un desarrollo a saltos gigantescos de cada vez más logros nuevos presentados en el campo de la economía y las ciencias. En el período entre 1958 y 1970, el tiempo de prosperidad económica, el KPL pudo ampliar su influencia en particular entre los trabajadores siderúrgicos y aumentó su presencia en el parlamento nacional. Todo el tiempo los comunistas de Luxemburgo continuaron propagando los logros sociales en los campos del sistema de la educación, asistencia médica, el cuidado diurno para niños, en la legislación laboral de la Unión Soviética y en los otros países socialistas, en particular en la República Democrática Alemana.

Fue por una buena razón que el KPL siempre expresó su solidaridad con los países socialistas. Pero al mismo tiempo el partido falló en tratar con contradicciones objetivamente existentes entre los objetivos declarados y la realidad en los diferentes países socialistas y para expresar la crítica con respecto al desarrollo insuficiente de las fuerzas productivas así como con respecto al déficit existente en el control democrático por la clase obrera de las empresas y el estado socialistas. La razón para esta conducta fue principalmente la aprensión que abrir la crítica serviría al enemigo de clase y dañaría nuestra causa común. Pero esta posición tuvo en última instancia un impacto negativo en las discusiones dentro del partido y en la política de información de la prensa comunista, así el periódico muy a menudo publicaba artículos que mostraban imágenes idealizadas, que no guardaban concordancia con la verdadera situación del país de la Revolución de Octubre y en los otros países socialistas, que habían comenzado una vía socialista de desarrollo bajo condiciones políticas y económicas muy complicadas.

Además la ofensiva ideológica del capital así como las concesiones sociales, que el capital se vio forzado a realizar durante el período de conflicto internacional de los diferentes sistemas sociales, contribuyó a que la fuerza de atracción del socialismo fuera reducida dentro de la clase obrera en Luxemburgo. Los logros sociales, ganados a base de duras luchas por los trabajadores de Luxemburgo, fueron subsumidos para hacer una comparación mecánica con el desarrollo del nivel de vida de la clase obrera en los países socialistas. Adicionalmente los socialdemócratas lograron presentar esos logros en Luxemburgo como si fueran solo el resultado de las actividades del partido socialdemócrata.

Debido a grandes cambios sociológicos en la población, pero también debido a debilidades en el trabajo organizativo, político e ideológico del KPL, y por otro lado debido a la disminución de la atracción material e ideológica del socialismo el Partido Comunista de Luxemburgo perdió influencia política y fue forzado a posiciones defensivas. Uno de los muchos ejemplos fue la campaña de larga duración con relación a los llamados "disidentes" en la Unión Soviética que fue utilizada exitosamente por los ideólogos del capital contra los comunistas. Desafortunadamente la mayor parte de los trabajadores siguieron esta campaña – en vez de cuestionar la explotación capitalista y la limitación de la democracia burguesa en su propio país.

Además de esto, los comunistas de Luxemburgo no tuvieron éxito para repeler los ataques contra los países socialistas a causa de las supuestas violaciones a los derechos humanos y para denunciar en lugar de eso la permanente infracción de los derechos humanos en los países capitalistas. Bajo la influencia del Partido Luxemburgués Socialista de los Trabajadores (LSAP) y de los sindicatos también la tesis de "la cooperación social" entre los trabajadores y empresarios tuvo un efecto muy perjudicial dentro de la clase obrera.

Es, por supuesto, imposible cuantificar todos los efectos de la existencia del socialismo real para los éxitos y las derrotas de la clase obrera en Europa Occidental y en Luxemburgo de la misma manera que carecería de toda base científica tratar de usar teorías de conspiración revisionista cuando queremos explicar las razones en extremo complejas que habían llevado a la derrota del socialismo real en el la Unión Soviética y a la victoria de la contrarrevolución. Lo que nosotros necesitamos es una investigación profunda y a fondo con el objetivo de revelar las razones de por qué la Unión Soviética y los otros países socialistas – y en particular los partidos comunistas de estos países – en el 70’s y 80’s no han estado en posición de transferir la teoría del comunismo científico a la práctica. Debemos averiguar por qué no fue posible realizar lo que se conocía sobre la revolución científico-técnica en la producción socialista, por qué las fuerzas productivas no han sido desarrolladas a un nivel apreciablemente más alto que en los países capitalistas y por qué el socialismo no fue hecho suficientemente atractivo, para que la clase obrera dentro y fuera de los países socialistas lo defendieran en última instancia.

Pero los desarrollos posteriores a la desaparición del sistema socialista mundial muestran claramente que justo la existencia de un sistema que competía tuvo el efecto de que el capitalismo se vio forzado a respetar y tomar nota de las demandas de la clase obrera y hacer compromisos políticos y sociales, por lo menos temporales. Esto fue necesario porque la clase capitalista dominante quiso evitar que crecientes partes de la clase obrera preguntaran sobre la situación existente de explotación y se esforzaran por cambios revolucionarios.

La dramática derrota del socialismo fue al mismo tiempo una derrota para la clase obrera en Luxemburgo, porque a partir de ese momento ya no había un sistema que compitiera que tan solo con su existencia imponía presión al capitalismo. Así el capital comenzó a cancelar paso a paso todos los compromisos de los 40 años previos, para poner bajo cuestionamiento todos los adelantos sociales que habían sido logrados a consecuencia de la lucha de la clase obrera. Cada vez más cambios legislativos llegaron a ser introducidos por el estado burgués, que fue decretado o decidido por la Unión Europea, el gobierno de Luxemburgo o la mayoría burguesa en el parlamento nacional, leyes que tuvieron la tarea de alejar el anterior logro social y cambiar la situación a favor de las fuerzas dominantes.

La semana laboral de 40 horas existe sólo teóricamente, el pago de tiempo extraordinario de trabajo fue reducido drásticamente, hay una reducción sistemática de contratos de trabajo indefinido, el empleo a medio tiempo y subcontratado – bajo condiciones precarias – fueron introducidos por ley. La adaptación automática de sueldos y salarios al nivel de inflación, que había sido uno de los logros más importantes de la clase obrera de Luxemburgo después de la Segunda Guerra Mundial, llegó a ser gravemente manipulado y limitado. En un número creciente de empresas los salarios para principiantes han sido reducidos. Los requisitos legales para personas incapacitadas han sido degradados. La autofinanciación de pacientes para tratamientos médicos y para medicinas ha sido aumentada extensamente, mientras que el estado capitalista reduce su financiación para el gasto de asistencia médica.

Al mismo tiempo, como podemos ver también en otros países de la UE, los servicios públicos en el área de energía, correos y transporte han llegado a ser liberalizados y empresas públicas han sido parcialmente privatizadas. Esto tiene un impacto negativo grave en las condiciones de trabajo, los lugares de trabajo y también para la calidad de los servicios.

La crisis financiera y económica capitalista crisis agrava la tendencia de redistribución de abajo a arriba que empezó dos décadas antes. Los trabajadores, que son desde el principio de esta crisis cada vez más afectados por el desempleo y el trabajo de horario reducido, llegan a ser una vez más víctimas de las crisis capitalistas. En Luxemburgo, el conservador Partido Social-Cristiano del Pueblo (CSV) y el social-demócrata Partido Socialista luxemburgués de los trabajadores (LSAP), que han formado una coalición de gobierno desde hace seis años, aumentan los impuestos y cortan el gasto social para mantener la deuda de estado dentro de límites. Pero el déficit es un resultado de las redistribuciones anteriores a favor del gran capital, financiero e industrial, cuando el estado tomó las deudas de los bancos. Y al mismo tiempo en el gasto militar en Luxemburgo que es más alto que en los peores tiempos de la Guerra Fría.

La resistencia contra los recortes sociales se desarrolló muy lentamente durante los últimos años. Los sindicatos en Luxemburgo, que están bajo fuerte influencia, social- demócrata y anticomunista y se consideraron a sí mismo en 1990 que estaban en el lado de los ganadores del conflicto de sistemas, si creen en la teoría de "la cooperación social" y mantienen en la tesis del "Modelo de Luxemburgo". Ellos todavía no se dan cuenta de que después de la desaparición del conflicto de sistemas, el movimiento organizado de la clase obrera fue debilitado gravemente, que las posibilidades financieras del estado han sido reducidas y así la base para el anterior éxito del "Modelo de Luxemburgo" está en gran medida destruida.

Por otro lado, la ofensiva del capital y del estado burgués contra los logros sociales de los trabajadores forzará los sindicatos a volver a considerar su línea política de actividades y confrontar más claramente que hasta ahora al capital. De otro modo arriesgarían que todos los logros en la ley laboral y en los servicios sociales serían abolidos a consecuencia de la lucha de clase desde arriba, practicada por el capital y por los cómplices políticos del capital en el gobierno. La situación llega a ser aún más complicada, desde que los sindicatos consideran los logros sociales un resultado de su propio poder y no consideran los factores internacionales como la existencia de los países socialistas.

Será la tarea de los comunistas en este contexto el tener presente los intereses generales de la clase obrera y aclarar que es urgentemente necesario defender de una manera común y unificada los intereses de los trabajadores. Además tenemos que propagar con paciencia revolucionaria la percepción de que la sociedad capitalista, en que la ganancia es la última referencia, es el verdadero problema.

Si queremos resolver los problemas de hoy en día de tal manera que al mismo tiempo sea encontrada una solución de los problemas de la clase obrera y de todos los trabajadores, no será suficiente demandar una "redistribución más justa del plus valor agregado, como es practica de la socialdemocracia o por partidos de "nueva izquierda“. En este caso nosotros tenemos que levantar la cuestión acerca del sistema, y la lucha por un cambio radical en la correlación de propiedad de los medios más importantes de la producción así como por la nacionalización de empresas y bancos grandes.

Esta lección del "Manifiesto del Partido comunista", escrito en 1848 y puesto en la práctica por primera vez por la Gran Revolución Socialista de Octubre en 1917, es válida también hoy. Es confirmada por el análisis detallado de la situación social en Luxemburgo.