Según Lenin, el bolchevismo, como una corriente del pensamiento politico y como un Partido politico, existe desde 1903. Toda la historia del Partido leninista es la historia de lucha contra las corrientes ideológicas hostiles a los intereses fundamentales de la clase obrera: el populismo y economismo, el oportunismo en el sentido amplio de este término, el revocacionismo y liquidacionismo, la desviación izquierdista, el trotskismo y otras múltiples manifestaciones de la influencia ideológica burguesa sobre el movimiento obrero.
En el libro “La enfermedad infantile del izquierdismo” a la pregunta: «EN LUCHA CONTRA QUE ENEMIGOS EN EL SENO DEL MOVIMIENTO OBRERO HA PODIDO CRECER, FORTALECERSE Y TEMPLARSE EL BOLCHEVISMO?» Lenin contestó: «En primer lugar, y sobre todo, en lucha contra el oportunismo, que en 1914 se transformó definitivamente el socialchovinismo y se pasó para siempre al campo de la burguesía contra el proletariado. Este era, naturalmente, el enemigo principal del bolchevismo en el seno del movimiento obrero y sigue siéndolo también a escala mundial». (Obras Completas, t. 41, p. 14)
Este juicio de Lenin sobre el oportunismo como el enemigo principal del movimiento obrero no sólo ha mantenido su vigencia sino se ha hecho aún máa vital hoy día, porque la burguesía contemporánea se ha convertido el oportunismo del mero conformismo en su arma manipulada, renegadismo abierto y revisionism teórico. La obligación de la lucha sin cuartel contra el oportunismo se han formulada en las palabras de Lenin: «la lucha contra el imperialismo es una frase vacía y falsa si no va ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo» (Obras Completas, t. 27, p. 446).
Los oportunistas, tanto los pasados como los actuales, suelen de proponer abstenerse de la crítica bajo el pretexto de la unidad de las filas del Partido. De este modo, se defendían a Gorbachev, llamando a dirigir la arma de la críticacontre Eltsin. Hoy, defienden a Ziugánov y KPRF, diciendo que haya que dirigir las armas contra Putin etc. Dicen: tenemos todos la misma bandera roja, todos somos comunistas y por el socialismo. Lenin expresó de modo contundente ya en 1914 en su artículo “La unidad”: «¡La unidad es una gran cosa y una gran consigna! Pero la causa obrera necesita la unidad de los marxistas, y no la unidad de los marxistas con los enemigos y falseadores del marxismo». (Obras Completas, t.25, p.82).
Respecto a los falsificadores del marxismo, Lenin era no sólo riguroso sino severo y duro hasta el desprecio moral: «O la dictadura (es decir, el poder férreo) de los terratenientes y de los capitalistas, o la dictadura de la clase obrera.
No hay término médio. Con el término médio sueñan en vano los señoritos, los intellectualillos, los sujetos que han estudiado mal en malos libros. En ninguna parte del mundo hay término médio ni puede haberlo. O la dictadura de la burguesía (disfrazada con pomposas frases de los eseristas y mencheviques sobre el gobierno del pueblo, la Asamblea Constituyente, las libertades, etc.), o la dictadura del proletariado. El que no lo haya aprendido en la historia de todo el siglo XIX es un idiota incurable» (Obras Completas, t.39, pp. 166-167). Y añadió: «Sólo los canallas o los bobos pueden creer que el proletariado debe primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución con votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo poder». (Obras Completas, t. 39, p. 228).
Lenin no se detuvo ante denuncias abiertas tanto sobre las personas políticas como los Partidos personificados en ellas:«La mayor desventura y el peligro para Europa es que no tiene un partido revolucionario. Tiene partidos de traidores del tipo de los Scheidemann, Renaudel, Henderson, Webb y Cía., y almas de lacayo como Kautsky. Pero no tiene un partido revolucionario». (Obras Completas, t.37, p. 112).
Al lado con esto, nuestras formulaciones puras y duras sobre algunos oposicionistas parlamentarios resultan sorprendentemente blanditas y superdiplomáticas.