Los acuerdos imperialistas acentúan los costos de la crisis en los países dependientes


Marco Vinicio Dávila Juarez es Director de El Comunista órgano del Comité Central del Partido de los Comunistas

En el capitalismo las crisis son inevitables

La crisis actual del modo de producción capitalista demuestra la actualidad del marxismo-leninismo y de las tareas revolucionarias en la lucha de clases del proletariado y su organización de vanguardia, los partidos comunistas. Al mismo tiempo su carácter general coloca la necesidad, a resolver con urgencia, de la elaboración de una estrategia común de los partidos comunistas y obreros para desarrollar una fuerte y decidida intervención en un periodo agitado, como el que se abre en perspectiva histórica.

Marx, Engels y Lenin demuestran a lo largo de su obra que el capitalismo al igual que los anteriores modos de producción no es eterno y que en su seno surgen contradicciones, que agravan la vida de las masas y colocan en el orden del día la necesidad de derrocarlo a través de la Revolución. Es imposible el desarrollo estable del capitalismo, cuyas características consustanciales son las crisis cíclicas de sobreproducción y sobreacumulación, tal y como lo describe tempranamente Federico Engels en el Anti-Düring.

Es necesario anotar también que vivimos la fase imperialista del capitalismo y que la crisis es internacional, que no escapa ningún país. Como sabemos, y lo comprueba la crisis en curso, los monopolios colocan sobre la clase obrera los costos mientras ellos aseguran sus ganancias.

Bajo el imperialismo la desigualdad se acentúa, La política de saqueo que caracteriza al imperialismo adopta las formas más variadas: superexplotación de la fuerza de trabajo, intercambio desigual, uso irracional de ciertos recursos. La dominación ejercida por los países más poderosos afirma al capital monopolista y reporta enormes ganancias económicas y muchas otras grandes ventajas a las potencias imperialistas. La consolidación de los monopolios intensifica las contradicciones inherentes del sistema: al mismo tiempo que provoca rápidos procesos de crecimiento, profundamente anárquico y desigual, engendra una tendencia al estancamiento y la descomposición.

Al concentrarse la producción y sobre todo el capital en una minoría de consorcios gigantescos dominados por la oligarquía financiera, y también grandes cantidades de dinero en los centros financieros de los países dominantes se generan las condiciones para la descomposición y el parasitismo. El parasitismo que caracteriza a la oligarquía financiera exhibe las contradicciones de un régimen de explotación incapaz que se expresa en el militarismo y en la guerra y crisis cada vez de mayor intensidad.

En el Informe de la Dirección Colectiva al VIII Pleno del Comité Central del Partido de los Comunistas se expresa lo siguiente sobre la presente crisis:

“La Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER) anuncio que oficialmente los EEUU entraban en recesión el 1 de Diciembre del 2008. Inicialmente fue presentada tan sólo como crisis inmobiliaria, como crisis de los créditos subprime desde marzo del 2007; hicieron lo posible por contener la información de una crisis económica profunda del sistema capitalista con centro en el imperialismo norteamericano.

Aceleradamente, una tras otra, quiebran las inmobiliarias, los bancos, la industria, los servicios. A cada monopolio le va llegando la hora; a los EE UU le siguieron Inglaterra, Japón, la Unión Europea y los países capitalistas dependientes.

En un primer momento se quiso presentar esta crisis como restringida al sector financiero de los EE UU, tan sólo como la quiebra de la New Century Financial Corporation,, del banco Ver Stearns, del IKB (banco de industria alemán), del Merrill Lynch, del Citi Group, del Morgan Stanley, del Goldman Sachs, del Lehman Brothers, del Hypo Real Estate, del Bank of America. Y en una medida esto es verdad, pero no tan sólo, pues se trata de una primera manifestación de una crisis no sólo norteamericana sino mundial; no sólo del sector financiero sino del conjunto del sistema; no sólo del neoliberalismo, sino del capitalismo, del imperialismo.

Podemos decir que la bancarrota financiera global es la primera manifestación de la crisis general del capitalismo. Estalló la burbuja financiera y no podía ser de otra manera.

… Esta crisis mundial lo es del conjunto del modo de producción capitalista, muy superior a la de 1929, ya que los márgenes de la estabilización capitalista no son los de entonces y porque se conjuga con una crisis energética, productiva, ambiental, alimentaria y política; es además una crisis con repercusiones para la primacía de los EEUU, alcanzada en el marco de la contrarrevolución en la URSS y el campo socialista. Además al igual que se derrumban los indicadores de la bolsa de valores se derrumban los mitos en que se basó el fundamentalismo monetarista del neoliberalismo para anunciar la muerte del marxismo, del comunismo.”[1]

Vigencia plena de la teoría marxista-leninista sobre el imperialismo como fase superior del capitalismo.

La contrarrevolución de los años 90 no sólo se limitó a los retrocesos temporales en la construcción socialista para la clase obrera y los pueblos de la URSS, RDA, Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Bulgaria, Rumania, Hungría, Mongolia también de Albania y para los procesos en curso en Afganistán, Etiopia y Yemen. Significó también la imposición de regresiones a las conquistas del movimiento obrero en todo el mundo a través de la reestructuración capitalista conocida como neoliberalismo. Pero también significó la guerra de Irak y los esfuerzos para asegurar América Latina como zona de influencia exclusiva del imperialismo norteamericano. Es ese curso contrarrevolucionario del “fin de la historia” el que coadyuva a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, entre los EEUU, Canadá y México.

Cuando las fuerzas populares y revolucionarias empezaron a reorganizarse, vinieron en auxilio del imperialismo una serie posiciones ideológicas del oportunismo y del reformismo. Duros ataques a la centralidad de la clase obrera, hablando del fin del trabajo y de la irrupción de sujetos emergentes; también se lanzo la idea del no-poder y el “innovador” desdén por la cuestión del Estado y la conquista del poder; otra de las campañas fue sobre el partido político de la clase obrera, relanzando el “culto a la espontaneidad” y al movimientismo, pretendiendo escindir lo político de lo social y de las luchas económicas; pero uno de los planteamientos más peligrosos fue el debate alrededor del imperialismo levantado por Negri y Hardt. Aún y cuando hace falta sistematizar más el debate en este periodo que ya abarca una década, si se percibe que coordinada o no, se trato de una embestida contra aspectos fundamentales del marxismo-leninismo, trayendo al presente argumentos antaño derrotados, no sólo del anarquismo, sino de Bernstein y Kautsky. Esto por supuesto incidió negativamente en el desarrollo de la lucha de clases que en el último periodo subió de intensidad, al masificarse el cuestionamiento a la dominación capitalista y la guerra. Mas sin embargo las fuerzas oportunistas contemporáneas se han ceñido a esas coordenadas, por citar un ejemplo, el Partido de la Izquierda Europea, partido colaboracionista del capital y todos aquellos que han decidido someterse e integrarse a proyectos imperialistas como la Unión Europea y también muchas de las organizaciones de la izquierda desdibujada y excomunista que actúan en Latinoamérica, como es el caso del Partido de la Revolución Democrática en México que acepta el TLCAN, planteando sólo modificaciones muy ligeras que en nada alteran su carácter imperialista.

Como sabemos en la gran obra teórica El Imperialismo, fase superior del capitalismo Lenin resume los rasgos fundamentales que caracterizaron la transformación del capitalismo de la libre concurrencia en capitalismo monopolista de la siguiente manera:

“ 1) La concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo  entre las potencia capitalistas más importantes.”[2]

En su lugar, los oportunistas y reformistas, recurren a las viejas ideas de Carlos Kautsky del ultraimperialismo sembrando la confusión sobre una “tendencia natural” a la integración y un desarrollo pacífico del capitalismo, pretendiendo justificar las guerras de expoliación, despojo, conquista, con las mismas justificaciones que en la Edad Media utilizaron Los Cruzados: como guerras entre occidente y la civilización contra los bárbaros, como guerras de buenos contra malos.

Aquí ahora no pretendemos sino sentar el precedente que la actual crisis también desploma, a esas baratijas ideológicas que concurrieron al mercado para vender una izquierda no violenta, moderna, inteligente, dialoguista y colaboradora que podía ocupar una silla en la junta de administración de los intereses de los capitalistas: el Estado.

La teoría marxista-leninista del Imperialismo es importante para explicar porque los acuerdos comerciales internacionales y proyectos interestatales presentados como tabla de salvación se están convirtiendo en el ancla que lleva al fondo a pueblos y países que se encuentran en posición subordinada en la cadena imperialista. 

Los proyectos de expansión y dominación imperialista en América Latina: la experiencia mexicana.

En 1994 inicio el TLCAN; 15 años después el balance es contundente: el TLCAN y la iniciativa para extenderlo a todo el Continente en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) confirman la existencia de la política imperialista, a pesar de los disfraces que adopta su discurso.

Este acuerdo se pretende generalizar a toda América. A pesar del gran descalabro que sufrió la iniciativa norteamericana de un acuerdo total, lo cierto es que a través de acuerdos bilaterales y regionales insiste en su proyecto, acompañándola de acuerdos militares y represivos.

Es importante señalar que la primera derrota del ALCA se debió a la gran resistencia popular, social, política y armada. Cabe señalar el papel central de la Revolución Cubana que logró agrupar, con su convocatoria a los Encuentros Hemisféricos de Lucha contra el ALCA, en un solo frente a movimientos obreros, campesinos, fuerzas sociales, y a los intelectuales y artistas articulando jornadas continentales y planes de acción que prestaron un gran servicio; otro rol lo jugo el proceso bolivariano de Venezuela; fue decisivo en esa batalla el papel de la resistencia colombiana al Plan Colombia y al Plan Patriota, fundamentalmente de las FARC-EP. La creciente oposición de la clase obrera mexicana y de los campesinos e indígenas al TLCAN contribuyó a concientizar a los pueblos sobre el riesgo de aceptar el ALCA. [3]

Con el eufemismo del libre comercio [4] los Estados Unidos pretenden en América Latina asegurar su hegemonismo frente a la Unión Europea en la región. Como TLCAN, CAFTA, Plan Puebla-Panamá, ASPAN, acuerdos bilaterales, es la misma estrategia. Acompañados de planes represivos militares como el Plan Colombia o la Iniciativa Mérida, así como de la instalación de bases militares norteamericanas por doquier [5] y la reactivación de la IV Flota.

Contando en primer lugar con la inercia de la llamada desideologización el imperialismo se maquillo y en nombre de la “libertad”, la “democracia”, el “libre comercio”, la “interdependencia”, “nuevo orden mundial” intento sofocar cualquier resistencia a su política de dominación en América Latina. Fueron las condiciones de la contrarrevolución internacional las que impusieron el TLCAN, calificado por investigadores y académicos como la compra-venta de México [6], el cual sólo encuentra una analogía con el Tratado de Guadalupe-Hidalgo terrible mutilación del territorio nacional de México después de la injusta guerra de 1847-1848 y que legalizó el despojo de 2 263 866 km2; Aunque 15 años después el TLCAN arruinó el campo mexicano, la soberanía alimentaria y la planta productiva nacional introduciendo el dominio de los monopolios norteamericanos en la tierra y los recursos naturales, sobre todo en los energéticos. El gas ya está en manos de las empresas extranjeras. Los monopolios ya han irrumpido en áreas que anteriormente estaban reservadas exclusivamente al Estado por mandato de la Revolución democrático-burguesa de 1910, es el caso de la electricidad y el petróleo.

Entre los efectos están la intensificación del despojo y la explotación. El desempleo en el campo y la ciudad, la emigración permanente.

El grado de subordinación del capitalismo mexicano con relación al norteamericano es total. Es el comprador principal y casi único del petróleo producido, el destino casi exclusivo de nuestras exportaciones, y es también la fuente de nuestra segunda aportación económica que son las remesas de los trabajadores mexicanos migrantes, que desde noviembre del 2008 han caído en un 3 %.

Desde que Felipe Calderón tomó posesión de la presidencia de la república la situación económica del país ha ido empeorando en perjuicio de los trabajadores principalmente, el autodenominado “presidente del empleo” no ha realizado una sola acción que de manera efectiva impacte en el nivel de vida de los trabajadores.

Ahora que sabemos que el crecimiento para este 2009 [7] será prácticamente nulo debido a la recesión que atraviesa el país, apenas 0.5% según diferentes estimaciones, el gobierno federal se ha dedicado a implementar varios planes anticrisis, todos dirigidos a fortalecer la economía familiar, el poder adquisitivo de los trabajadores y fomentar el empleo, aunque de manera curiosa todas las acciones de dichos planes están dirigidas a transferir grandes cantidades de recursos económicos a las empresas privadas.

Las medidas del gobierno federal no están encaminadas a resolver los problemas de los trabajadores, las presiones económicas continúan acentuándose. La inflación durante el año pasado fue de 6.53%, el doble de lo estimado, y la estimada por el gobierno para este a año es de 6.28%, la devaluación del peso frente al dólar es de más del 38 % desde enero de 2007 a febrero de 2009, el PIB hasta julio del 2008 fue de 1.2%.

Las manifestaciones de la inconformidad laboral se expresan de diferentes formas, una de ellas son los emplazamientos a huelga. Estos emplazamientos tuvieron un aumento 46.33% al pasar de 7,390 en 2006 a 10,814 que hubo el año pasado, durante el mes de enero de este año ya van 1,162 emplazamientos. La gran mayoría de estos emplazamientos son por aumento de salario, pero prácticamente ninguno logra romper el tope salarial impuesto, que para este año según palabras del secretario del trabajo Javier Lozano Alarcón no será superior al 6%.

Todo esto lo que muestra es el aumento del descontento de los trabajadores a la crítica situación laboral. Es verdad que en promedio sólo entre 25 y 40 emplazamientos llegan a la huelga pero en algunos casos el impacto tanto social como económico abarca grandes regiones o ramas de la producción, como el caso de la minería, en donde las huelgas de Taxco, Guerrero; Sombrerete, Zacatecas, Met Mex Peñoles en Coahuila  y Cananea, Sonora han tenido resonancia nacional e internacional.

En el caso del campo la situación es todavía peor, según datos de la Universidad Obrera de México, en los últimos doce años se perdieron dos millones de empleos rurales, con un  85.5% de pobreza, de la cual un 55.3% está en la pobreza extrema. La migración rural es de 45% de las familias ejidales con por lo menos un miembro en los EE UU, y 80% con un miembro al menos fuera de su comunidad.

El TLCAN al acentuar la dependencia de México esta inmediatamente provocando efectos devastadores. Para estabilizar el tipo de cambio como resultado de la especulación han costado al país más de  20 mil millones de dólares de la reserva del Banco de México; la clase trabajadora sufre el alza especulativa de alimentos [8]; el exceso de deudas causó que 10, 250 empresas se declararan en quiebra; los trabajadores mexicanos han perdido 53,000 millones de pesos de sus ahorros para el retiro debido a que fueron invertidos en instrumentos financieros internacionales, lo que significa el despojo del 10% de sus ahorros. La caída del empleo en EEUU en el sector de la construcción hará que 3 millones de migrantes mexicanos regresen al país.

La economía mexicana pasó del estancamiento crónico a la franca recesión, y muestra ya los efectos de la crisis externa en la planta productiva, el sector financiero, las finanzas públicas, y en el mercado laboral. Cayó la actividad industrial en 11.1% en enero de 2009. Las exportaciones totales bajaron 30.5%, las petroleras 55.3% y las manufacturas 25.9%, entre enero y febrero; Los ingresos presupuestarios del gobierno federal disminuyeron 9.9%, debido a los menores montos derivados de la actividad petrolera y a la menor recaudación fiscal, entre enero de 2008 y enero de 2009; Se redujo 44.4% la producción automotriz, al pasar de 340 mil 36 unidades a 189 mil 80 unidades en el primer bimestre de 2009;  en el sector maquilador  se observó un caída de 31.5%, al pasar 6 mil 299 millones de dólares a 4 mil 313 millones de dólares entre 2007 y 2008.

No obstante que los trabajadores llevan casi tres décadas de sufrir el despojo sistemático de su fondo de vida: Se mantiene el tope salarial con el propósito de seguir abaratando los costos de las empresas, no obstante la escalada especulativa de los alimentos, lo cual mantiene en rezago permanente los salarios respecto a la inflación. A la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, se suma la pérdida de los empleos: en 2009, no sólo no se crearán plazas para satisfacer la demanda de los jóvenes que se suman al mercado laboral, además se cancelarán los puestos de trabajo ya existentes: si consideramos que según cálculos del Banco de México, la Población Económicamente Activa (PEA), aumentará en un millón 300 mil personas, y si tomamos los cálculos de la Secretaría de Hacienda y Crédito público (SHCP), que refieren que se perderán hasta 300 mil empleos, entonces tenemos que habrá un déficit de empleo de por lo menos un millón 600 mil personas. No obstante, consideramos que la pérdida de plazas y el déficit de puestos de trabajo será mucho mayor, si tomamos en cuenta la tendencia a la disminución de los trabajos formales desde 2008 a la fecha: según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), perdieron su empleo 538 mil 68 trabajadores, lo que significó una baja de 107.6 mil plazas por mes en promedio, entre octubre de 2008 y febrero de 2009. Sólo en la industria maquiladora de exportación (que es de las más afectadas por la recesión estadounidense y la devaluación del tipo de cambio), se perdieron 64 mil 404 empleos, entre octubre de 2008 y febrero de 2009; respecto a la industria del vestido, se perdieron 40 mil empleos y cerraron 350 negocios en 2008;  por otra parte, la industria minera perdió 2 mil empleos directos y 20 mil indirectos, mientras que 2 mil 500 se encuentran en paro técnico; asimismo, el sector azucarero calcula que se perdieron al menos 10 mil empleos en 2008, debido a que se liberó la importación de azúcar por las disposiciones del Tratado del Libre Comercio de América del Norte;  la precarización del trabajo se profundiza aún más en épocas de crisis: los paros técnicos son un mecanismo que los empresarios vienen utilizando para adecuarse a las necesidades del mercado, por ejemplo, para disminuir la producción cuando caen las ventas; es decir, no tienen como objetivo conservar el empleo. En los hechos, los empresarios, además de aplicar los paros técnicos, reducen salarios y prestaciones y terminan por despedir a los trabajadores: en la empresa General Motors, por ejemplo, después de una serie de paros técnicos despidieron alrededor de 600 trabajadores; Además de la permanente erosión salarial, los paros técnicos, la reducción de los salarios y el desempleo, los trabajadores más pobres del país continúan siendo los pagadores de impuestos cautivos: entre enero y septiembre de 2008, las personas que ganaban hasta diez salarios mínimos contribuyeron más al gobierno federal, que aquellas que perciben más de cien veces el salario mínimo. Finalmente los trabajadores terminaron por endeudarse ante el deterioro salarial, el desempleo, el oneroso pago de impuestos y la precarización general de sus condiciones de trabajo y de vida, dentro de las que se encuentran problemas de salud y accidentes.

Nuevos ropajes de las viejas recetas

Los acuerdos imperialistas condenan no solo a los trabajadores de México sino a los trabajadores del mundo. Que la contradicción principal de la época es la existente entre capital y trabajo. El hecho de que México sea un país dependiente no anula el hecho de que haya monopolios de origen nacional que estén exportando capitales, como es el caso de los monopolios de CEMEX, TELMEX y Televisa, Grupo Elektra, Televisión Azteca, por citar algunos, y que estos hayan sido beneficiarios del TLCAN.

De hecho estos grupos monopólicos en sintonía con los norteamericanos están planteando -en abierta repulsa a los dogmas que pregonaron en los 90 cuando fueron beneficiarios de la privatización del sector estatal de la economía- que se requiere de la intervención estatal; así lo analizó el Comité Central del Partido de los Comunistas:

“… es importante ir al fondo de la cuestión desde nuestra posición clasista y nuestra ideología marxista-leninista y desenmascarar cualquier intento de salida capitalista, aunque recurran al rostro humano, a salidas para presentarnos un capitalismo con rostro humano.

Como comunistas nos queda claro que la crisis actual es la manifestación de contradicciones insalvables en el modo de producción, y que por todas sus características es una crisis de sobreproducción y de sobreacumulación que abarca al conjunto del sistema capitalista en el mundo. No hacemos concesión al planteamiento de que es posible una reforma neokeynesiana. Nos corresponde en este periodo abierto tener como norte la revolución socialista, trabajar en ese único sentido, abriendo perspectivas verdaderas a la clase obrera y a los pueblos.

En el caos se buscan chivos expiatorios, y en el banquillo de los acusados sientan al neoliberalismo sus propios creadores; por una necesidad tienen que pisotear los argumentos que hace dos décadas presentaban como el fin de las ideologías, como el non plus-ultra de la libertad y la democracia. La rueda de la historia cobra venganza inexorablemente, pues dos décadas en el reloj de la Historia de la humanidad son apenas un segundo y el triunfante discurso neoliberal es apenas hoy un discurso maloliente e insepulto; nuevamente el Estado engorda, se pone obeso, en desesperada maniobra para impedir la bancarrota total. Al Estado rinden nuevamente culto los grandes medios de comunicación y renace el discurso proteccionista. Las privatizaciones dejan su lugar a las estatizaciones. Pero ello genera ilusiones muy peligrosas, alimentadas por la socialdemocracia, que consideran progresistas medidas como las adoptadas por Bush y ahora Obama, apostando a una reforma capitalista que arroje un nuevo Estado del Bienestar.” [9]

Dos Siglos de lucha por la independencia: el socialismo es la perspectiva

En el X Encuentro Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros efectuado en Sao Paulo algunos de los partidos presentes aprobaron la declaración Sobre el bicentenario de la independencia en América Latina y el Caribe [10] que indican la lucha contra el colonialismo principalmente español. En ella se pone de relieve la tarea planteada por la Conferencia de los Partidos Comunistas y Obreros de América Latina que se efectuó en La Habana en 1975 de la búsqueda de la segunda y definitiva independencia.

Los procesos liberadores del Siglo XX, desde la Revolución Mexicana de 1910 y la Revolución Cubana de 1959 colocan a los procesos actuales en la dialéctica de antiimperialismo y revolución socialista. De otra manera a pesar de rasgos liberadores termina por recomponerse la dominación de las clases explotadoras. La Revolución Mexicana es un ejemplo de ello puesto que coloca la siguiente interrogante: ¿ de qué sirve que el Estado tenga el control del 70 de la economía si este Estado es burgués?

La Gran Revolución Socialista de Octubre tuvo el merito de romper el hielo, de indicar el camino. Inauguro la época de la transición del capitalismo al comunismo. Hoy es imposible desvincular las tareas de emancipación económica de los países dependientes sin colocar la cuestión de la conquista del poder político por la clase obrera y la construcción de la sociedad socialista, lo que tiene como premisa a los partidos comunistas y al marxismo-leninismo, ideología de la clase de vanguardia en la presente época.


[1] La Crisis del capitalismo y las tareas de los comunistas en México. Edición mimeografiada del Comité Central del Partido de los Comunistas; Marzo del 2009

[2] Lenin, Vladimir Ilich; Obras Escogidas en 12 Tomos; Editorial Progreso; Moscú; Pág. 459

[3] Tampoco se puede olvidar el importante papel de la rebelión indígena y campesina mexicana contra el TLCAN, justamente el día que entraba en vigor el 1 de Enero de 1994. Organizada en Chiapas en el sureste mexicano por el EZLN el levantamiento armado expreso con crudeza que el acuerdo imperialista es una condena de muerte para los pueblos indios.

[4] Bien sabemos que el capitalismo ya no se encuentra en la fase de la libre concurrencia, la cual históricamente ha quedado en el pasado.

[5] Recientemente una nueva base militar en Colombia, la de Palenquero, que por supuesto está orientada a continuar la guerra sangrienta contra ese hermano pueblo hermano y sus fuerzas revolucionarias, pero que alcanza la región andina, el Caribe y Centroamérica. Por cierto, entre otras cosas, confirma que el Presidente norteamericano continúa el rumbo que sus predecesores. También Obama ratifico todos los recursos prometidos por Bush a la Iniciativa Mérida, desacreditando a la izquierda oportunista de México que habla de una nueva era y que saludó entusiasmada la elección del demócrata norteamericano.

[6] Entre otros el académico John Saxe-Fernández en un estudio del mismo nombre, donde documenta que el TLCAN significa para México la anexión, que completaría la expansión iniciada con la violenta guerra de 1847 contra México, previa anexión enmascarada de Texas y las adquisiciones de otros territorios como la Louisiana. En su libro La compra-venta de México dice: “ Para Estados Unidos La Lousiana Purchase y el Tratado de Guadalupe de 1848 fueron cruciales en su ascenso como potencia continental, hemisférica e internacional por las dimensiones geográficas y los recursos minerales y posteriormente de hidrocarburos que la naturaleza generosamente había depositado en ellos.”

[7] Es curioso que el Gobierno y la burguesía hayan montado una campaña de propaganda alertando que la crisis norteamericana no nos afectaría, y que cualquier efecto negativo en la economía seria resultado de grupos de provocadores especializados en sabotear. Despues dijeron que era solo “un catarrito” y ahora reconocen que hay un gran “hoyo”.

[8] Mientras que el salario mínimo general recibió un aumento salarial de sólo 12.6%, los precios de los comestibles, en tanto, llegaron a incrementarse hasta 339.4%, como en el caso del ejote, el pollo 243.4%, el aceite 107.7%, el arroz, 139%; la sal, 77.2%, el pan blanco, 53%; la tortilla, 42.8%; la harina de trigo, 54.4%; el frijol, 35.5% y el huevo 49.8%;

[9] La Crisis del capitalismo y las tareas de los comunistas en México. Edición mimeografiada del Comité Central del Partido de los Comunistas; Marzo del 2009

[10] 10° Encontro Internacional de Partidos Comunistas e Operários; Editado por el PCdoB; Pág. 48