Las contradicciones interimperialistas y la guerra


Carmelo Suarez -Partido Comunista de los Pueblos de España

1914-2014: 100 años de guerra imperialista

Este 2014 se cumple el centésimo aniversario de la primera gran conflagración mundial entre las potencias imperialistas.

La primera gran crisis del sistema capitalista, llamada la “Depresión Larga”, sacudió el mundo a partir de 1873 y colocó a las potencias imperialistas ante una difícil situación. El desarrollo de las fuerzas productivas, de la mano de la Revolución Industrial, había alcanzado unos niveles incomparables a cuanto había ocurrido anteriormente. Era la primera crisis de sobreproducción más importante del capitalismo.

La Depresión marca el punto final de la etapa librecambista, y anuncia el capitalismo del porvenir, el imperialismo. La respuesta de las potencias imperialistas se escenificó en la Conferencia de Berlín (1884-1885). Si hasta ese momento, el imperialismo europeo apenas se había asentado en África, a partir de entonces se lanzarán a la conquista despiadada del continente: en pocos años sólo Liberia (protectorado de EEUU) y Etiopía (tras una guerra de liberación) quedarán al margen del reparto colonial.

El fin del monopolio imperialista británico y el nacimiento de una multipolaridad imperialista no sólo no garantizaron la paz, sino que aseguró la colisión de intereses entre unas potencias y otras.

En ese momento, cuando la socialdemocracia histórica debió haber jugado un papel de vanguardia del movimiento obrero, consumó, por el contrario, su traición, pasándose al campo de la burguesía. Con la firma, por parte de la socialdemocracia alemana y francesa, de los presupuestos de guerra (4 de agosto de 1914) no sólo se estaba escenificando la bancarrota de la II Internacional al apoyar a su burguesía imperialista; también se estaba demostrando que el movimiento obrero sólo puede consolidarse luchando resueltamente contra el oportunismo.

Un siglo después, la actual crisis es mucho más profunda que la de 1873 e incluso que la de 1929.  Hoy, como entonces, el desarrollo del capitalismo en su fase imperialista coloca a las burguesías centrales en una posición de todo o nada: el ciclo de acumulación capitalista se detiene y las burguesías tienen dos opciones: o ver cómo su poder como clase dominante declina o lanzarse a una guerra imperialista como salida desesperada. En el imperialismo ya no hay paces, hay un estado general de guerra permanente.

Un hecho histórico previo ha sido determinante en la situación actual, el triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética y en los países socialistas de Europa Central y Oriental, restableciendo la dictadura capitalista en la mayor parte de lo que fuera el campo socialista.

La URSS, junto al resto de países socialistas y no alineados, levantó un verdadero dique de contención de los planes más agresivos de las potencias imperialistas, que se vieron obligadas a plantear un frente común contra el socialismo, disminuyendo con ello-transitoriamente- el peligro de una confrontación armada entre capitalistas.

Hoy, tras más de veinte años sin la existencia de ese dique de contención que fue el campo socialista, somos testigos de cómo las contradicciones interimperialistas se intensifican a gran velocidad, creando una situación que la clase obrera y sus organizaciones de vanguardia, los Partidos Comunistas y Obreros, debemos analizar y estudiar con profundidad si queremos articular una posición revolucionaria coherente con el momento histórico que vivimos, en el que la posibilidad de nuevas guerras imperialistas es cada día más real.

1) Las contradicciones interimperialistas se intensifican.

Con el desarrollo histórico, las contradicciones interimperialistas se agudizan. Esta agudización deviene de la disputa por las materias primas -especialmente las escasas y las más necesarias para el actual modelo productivo-, por el control de los mercados necesarios para la realización de la plusvalía y por el tutelaje de áreas geopolíticas que juegan un papel más importante en el poder mundial (ej. Eurasia).

A la hora de estudiar las contradicciones interimperialistas que hoy se expresan es necesario que, además de referirnos a las potencias imperialistas “tradicionales”, como los Estados Unidos, la Unión Europea o Japón, incluyamos a ese grupo de países que responden al acrónimo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), cuyo creciente papel en los campos económico y militar no puede ser obviado en análisis que camuflen su posición en la pirámide imperialista.

I. El papel de Estados Unidos.

Prácticamente la mitad de los 500 monopolios más grandes del mundo son de origen estadounidense. Aún así la economía de EE. UU. retrocede, pasando del 24% al 18,9% de participación en el PIB mundial entre 2001 y 2012, según el FMI.

Al mismo tiempo su, aún incuestionable, superioridad militar, le coloca como el único país capaz de intervenir militarmente en cualquier parte del mundo. Ese poder militar desproporcionado se convierte en su comodín contra la crisis capitalista, a usar en el momento conveniente para sus intereses.

La Administración Obama se apoya en la doctrina del Smart Power, (combinación de drones, NSA-CIA, y diplomacia), que no es más que la estrategia actual para la consolidación de la hegemonía norteamericana en el sistema imperialista mundial, en unas condiciones de disputa creciente de ésta por otras potencias. EE. UU. siempre ha recurrido a la guerra cuando ve peligrar sus intereses en cualquier país, usando para ello cualquier pretexto.

El segundo mandato de Obama ha venido caracterizado por un esquema muy concreto en política internacional, en el que, al mismo tiempo que crece en importancia e interés la zona Asia-Pacífico, destacan como escenarios principales -que el imperialismo norteamericano no consigue controlar- Afganistán (con sus vinculaciones con Pakistán), Israel-Palestina y el norte de África. Al mismo tiempo, las relaciones con China y Rusia son entendidas por los EE.UU. en un esquema que combina cooperación y conflicto[1], mientras que América Latina, Europa y África, tomadas en general, vienen a ser consideradas como “patios traseros” en los que la posibilidad de conflictos no tiene el mismo potencial dañino que en las otras regiones del planeta.

Oriente Medio sigue siendo el pivote estratégico mundial, donde hoy se centran la mayoría de “puntos calientes”: Israel-Palestina, Irán, Siria, Egipto, etc.

La principal amenaza a la posición hegemónica de EE UU viene de la previsión de la conversión de China en primera potencia económica mundial, en un plazo breve de tiempo. A ello se añade la estrategia de alianzas que China desarrolla en su zona geopolítica, que incluye a países tan determinantes como India y Rusia.

II.El papel de la Unión Europea.

El PCPE define a la Unión Europea como una alianza imperialista interestatal, que es -a día de hoy- una de las potencias fundamentales. Así lo expresa la tesis que aprobamos en nuestro 9º Congreso, relativa a que “El papel de la UE, en un caso similar al de Japón, se halla fuertemente mediatizado por su vinculación al imperialismo norteamericano, pero la pugna interimperialista se manifiesta cíclicamente y desvela el interés de la oligarquía de la UE por desplazar a los EEUU en la cadena imperialista mundial”[2].

El carácter interestatal de la UE es un factor generador de tensiones internas, muy sensibles en situación de crisis. En unos casos es Alemania la que trata de imponer procesos de centralización a los que se oponen otros países de la UE, porque menoscaban sus intereses nacionales; y en otros casos son los demás países quienes quieren avanzar en el proceso de centralización, y se encuentran con la negativa del gobierno alemán que no quiere “cargar” con las carencias económicas de los países imperialistas más débiles. Los forcejeos en relación a la unión bancaria -los eurobonos-, son un ejemplo de estas tendencias en conflicto. Aunque el estado-nación tiende a perder ciertos elementos de soberanía, sigue siendo el marco principal de la acumulación capitalista y, por tanto, el marco principal del desarrollo de la lucha de clases.

La UE se enfrentará siempre a la dificultad que supone la diversa base social -económica, histórica, cultural, social, etc.- que integra su proyecto; y ello constituye una barrera hasta hoy infranqueable para el avance de su objetivo integrador supraestatal. Los viejos procesos de construcción de los estados-nación en Europa (ss. XVIII-XIX) pasaron por procesos de homogeneización de una amplia base social, de carácter integrador, que el proyecto imperialista de la UE no ha sido capaz de generar.

El imperialismo de la UE, de forma parcial, comparte intereses con el imperialismo estadounidense, que se pueden materializar próximamente con la firma de un Tratado de Libre Comercio UE-EEUU.

La Estrategia Global Europea (EGS por sus siglas en inglés), define la línea política fundamental del imperialismo europeo. Cuando para 2050 se estima que ningún país europeo estará entre las 10 primeras economías del mundo, la EGS define un área geopolítica bajo la denominación de “vecindario estratégico” (strategic neigbourhood).

Este vecindario estratégico estaría constituido no sólo por los países próximos geográficamente (Este de Europa y antigua URSS, países mediterráneos) sino también otros en “áreas más amplias que están funcionalmente vinculados a los intereses europeos, como el Sahel, el Cuerno de África, Oriente Medio, Asia Central, el Ártico y las líneas costeras adyacentes”[3].

Esta orientación explica la creciente presencia militar de la UE y sus miembros en  operaciones como la operación Atalanta en aguas somalíes, la intervención militar en Malí, la Estrategia para la Seguridad y el Desarrollo del Sahel o el particular interés de Francia por derrocar a Gadafi.

En el marco de estas relaciones de “vecindad estratégica” el creciente papel de Turquía  en Oriente Medio y el Mediterráneo oriental supone, para la Unión Europea, un elemento añadido de preocupación. Desde 1923, Turquía ha venido siendo un aliado habitual de la UE y de EE.UU en la zona, así lo confirman su pronta incorporación al Consejo de Europa (1949), a la OTAN (1952) o a la OCDE (1963), pero además, como potencia imperialista -a su nivel-, Turquía ejerce una influencia importante en el Próximo y Medio Oriente. Reflejo de esta situación es el oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan, llamado a convertirse en una de las vías principales de suministros de petróleo a Europa, razón por la cual desde la UE se observa con preocupación tanto la posible pujanza turca como su cada vez más estrecha vinculación con EEUU.

Esto nos introduce de lleno en un capítulo esencial para la estrategia imperialista europea: la cuestión energética. La UE está obligada a abastecerse desde el exterior, debido a la insuficiencia de recursos energéticos en su suelo, lo que afecta la seguridad de los estados miembros y sus planes agresivos en el escenario internacional. Más aún partiendo del hecho de que EEUU sí avanza hacia la independencia energética[4]. Para la UE la soberanía energética puede venir de la mano de las reservas de gas existentes en Eurasia, las mayores reservas de gas probadas[5], lo que obliga una y otra vez a reformular la relación con Rusia.

Los países del sur europeo carecen de conexiones adecuadas con el resto de la UE y dependen del Norte de África y Oriente Medio, zonas de gran inestabilidad, frente a lo cual la estrategia de la UE pasa por la llamada “diversificación de fuentes de suministro”, que pretende que cada país miembro cuente al menos con dos fuentes diferentes de suministro, proyectándose diferentes infraestructuras para ello.

Esta posición, defendida por la Comisión Europea, persigue mejorar las conexiones internas de la UE y reducir la dependencia respecto del suministro ruso. El “Tercer Paquete de Energía” de la UE va en ese sentido y se dirige contra los intereses rusos, a pesar de que la Comisión tuvo que cambiar sus planes iniciales debido a la presión francesa y sobre todo alemana, países que no estaban dispuestos a que sus monopolios estatales perdieran la propiedad de sus redes de gas y electricidad.

Para mantener una posición de fuerza, en defensa de sus intereses, la UE desarrolla varios proyectos de modernización de sus capacidades militares, y obliga a todos sus miembros a un constante incremento de los presupuestos de armamento. Si bien en el terreno militar no se han dado pasos hacia la creación de ejércitos unificados de la UE, sí que avanzan distintas formas de coordinación en todo lo relativo a espionaje, cuerpos policiales y tácticas de terrorismo de estado, Frontex, Europol, OSCE, etc.

III. Japón.

El papel de Japón en la pirámide imperialista viene determinado por su evolución desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La brutal agresión del imperialismo norteamericano con el lanzamiento de las bombas de Hirosima y Nagasaki, las limitaciones impuestas a su capacidad militar y el reparto de las zonas de influencia -bajo dominio americano en el caso de Japón-, determinaron las estrategias de acumulación del capitalismo japonés en la segunda mitad del siglo XX.

Con un territorio limitado y con escasez de recursos energéticos, el imperialismo japonés optó por una estrategia de desarrollo sustentado en una especialización en recursos de alta capacidad científica y tecnológica -electrónica, maquinaria, automoción, etc.- y en lograr la independencia energética recurriendo a la producción nuclear.

Liberado -contra su misma voluntad- de un importante presupuesto militar, el capitalismo japonés -en alianza con el imperialismo estadounidense- recuperó en poco tiempo su capacidad de acumulación capitalista en fase imperialista, haciendo de su inicial desventaja en el cierre de la 2GM una posición de apoyo para su creciente desarrollo como potencia imperialista, situándose como una de los tres grandes polos en el escenario de la posguerra.

No obstante los éxitos del primer período, esta estrategia terminó sumiendo -producto de su misma lógica interna- al capitalismo japonés en un largo ciclo de estancamiento económico que, sin perder influencia en la escena mundial, truncó sus aspiraciones de crecimiento ilimitado.

Importantes cambios en su zona geopolítica en las últimas décadas han tenido un fuerte impacto en su capacidad como potencia imperialista mundial.

Por un lado el importantísimo desarrollo económico Chino -competidor histórico por la hegemonía en la zona-, y por otro lado el desarrollo creciente del capitalismo hindú, junto a otros polos imperialistas de menor dimensión, han acrecentado las tensiones en la zona y disminuido el papel aventajado de Japón.

El reciente catastrófico accidente de Fukushima ha puesto en cuestión su modelo de suministro energético, colocándolo en una situación de incertidumbre de cara al futuro, de la que es muy difícil escapar pues las posibilidades de reconversión del modelo energético son complejas y de un altísimo coste económico, que Japón no está en condiciones de asumir.

Las alianzas militares que se concretan en la zona, con un peso determinante de China que produce ya armamento de última generación, han obligado recientemente a Japón a aumentar su gasto militar, y a asumir la necesidad de una capacidad competitiva en el terreno de la guerra. Ello supone nuevas dependencias que no estaban previstas en el modelo económico nipón.

El crecimiento de las potencias imperialistas más jóvenes irá relegando a Japón a lugares más atrasados en el terreno de la competencia mundial interimperialista. Su alianza con EE UU es una salida envenenada a esta situación, pues al tiempo que puede ser su tabla de salvación solo le puede conducir a la reedición de nuevos escenarios de guerra, impulsados por las necesidades propias del imperialismo estadounidense.

IV. Los BRICS.

El heterogéneo grupo de potencias que se incluyen bajo esta denominación representan desarrollos dinámicos de las nuevas expresiones que toman las contradicciones interimperialistas, que obligan a las potencias más tradicionales a desarrollar nuevas estrategias.

a) La posición de Rusia.

La actuación exterior rusa hasta 2018 se encuentra reflejada en el documento “Concepto de Política Exterior de la Federación Rusa” o “Concepto 2013”, en el que se señalan los objetivos siguientes:

“Garantizar la seguridad del país, protegiendo su soberanía e integridad territorial, asegurando su puesto de privilegio en la comunidad internacional como uno de los polos influyentes y competitivos del mundo actual”.

La Federación Rusa acuña la concepción de un nuevo orden mundial basado en múltiples polos de poder, motivado por la progresiva pérdida del peso relativo de EEUU y de la Unión Europea. Rusia se ve a sí misma como uno de esos polos de poder, en lo que denomina “sistema poli-céntrico”.

Frente al conjunto de la UE, la estrategia rusa pasa por el fortalecimiento de las relaciones bilaterales con Francia y Alemania. La incorporación en 2004 de diez nuevos países a la UE, la mayoría del antiguo campo socialista y actualmente enfrentados a Moscú, ha dificultado sobremanera las relaciones con la UE, hasta el punto de que el “Acuerdo de Asociación y Cooperación”, caducado en 2007, no ha podido ser renovado hasta la fecha. Todo ello, como vimos en el epígrafe anterior, en el marco de la competencia entre Rusia y la UE en referencia al abastecimiento energético.

Destaca el hecho de que los rusos entiendan, en su “Concepto 2013”, como un serio riesgo “la recuperación incompleta de la economía europea tras la crisis de la zona euro”, lo que implicaría riesgos de futuro como la creciente competencia por recursos estratégicos, imposición de jerarquía de valores conduciendo a la xenofobia, la intolerancia y una mayor tensión en las relaciones internacionales.

Por otra parte, continúa considerando una amenaza el apoyo estadounidense a las denominadas “Revoluciones de Colores” y el despliegue del escudo antimisiles de la OTAN. La CEI continúa siendo el espacio prioritario de actuación rusa, oponiéndose a la expansión de la OTAN, si bien parten del hecho de que el eje geopolítico se está trasladando al Pacífico, por lo que Rusia coordina acciones en Asia Central con China en el marco de una cooperación activa en todos los campos. Al mismo tiempo Rusia mantiene una referencia especial en India, principal cliente de los monopolios rusos. Así podemos considerar con un creciente grado de estabilidad una “troika Rusia – China – India”.

La Federación Rusa sigue siendo una muy importante potencia militar nuclear mundial, con un alto poder disuasivo frente a otros imperialismos, pero también con un fuerte poder ofensivo en un interesado escenario de guerra.

b) La posición de Brasil.

Con 200 millones de habitantes, su PIB alcanzó en 2012 los 2.252.628 millones de dólares[6], y es la segunda economía del continente americano. Posee gran riqueza agrícola, minera, manufacturera, reservas de gas y petróleo, y puede presumir de una floreciente industria aeronáutica y automovilística. La Bolsa de Comercio de Sao Paulo es una de las más importantes del mundo. Todo ello hace de Brasil una potencia emergente con un creciente peso mundial.

Su modelo económico se centra en la exportación de materias primas agrícolas (maíz, soja, café, cacao, azúcar…), energéticas, forestales y minerales (petróleo, gas, madera, oro…). Esta actividad económica, a pesar de generar una gran riqueza, está todavía hipotecada por su pasado histórico como potencia dependiente, lo que hace que el valor añadido que retorna a Brasil sea aún bajo, situando en primer lugar para este país el reto del impulso del desarrollo tecnológico, para revertir esta situación.

Desde 2009 a 2012 su PIB pasó de 1.595.000 millones de dólares a 2.252.628 y las previsiones hablan que acabará el año 2013 con 2.456.000 millones de dólares[7]. Por otro lado, el creciente desarrollo de las fuerzas productivas, con la implantación de nuevas fábricas de todo tipo o la extensión de la explotación de la selva amazónica, supone un enorme atractivo para los monopolios extranjeros, que han incrementado sus inversiones en el país, pasando de más de 50.700 millones de dólares en 2008, a más de 76.000 millones en 2012. Al mismo tiempo, la pujanza de la burguesía brasileña (con el inestimable apoyo estatal) le permitió exportar capitales en 2011 por valor de más de 110.000 millones de dólares[8] y convertirse en la principal adquirente de activos accionariales en otras empresas de la zona, siendo fuerza principal del importante proceso de concentración y centralización de capitales a escala regional[9].

Esta posición dominante se potencia, además, con su participación en organizaciones de coordinación regional como el ALBA, MERCOSUR, CELAC, o el Banco del Sur que está en proceso de creación.

La progresiva coordinación de los proyectos integradores de América Latina colocaría a la burguesía brasileña en una posición de clara hegemonía en el continente, sólo superada por Estados Unidos, y haría del bloque regional ALBA-MERCOSUR-CELAC un potente agente internacional.

c) La posición de India.

India, tanto por su peso demográfico como por su desarrollo económico, juega un papel destacado a nivel regional y relevante a escala internacional. India ve crecer su PIB desde los 3.377 mil millones de dólares en 2008 a más de 4.458 en 2011 y con unas previsiones cercanas a los 5.000 para el 2013[10].

En términos de exportación de capitales, la oligarquía india ha perdido posiciones con respecto a su más directo competidor: China. India, tras una etapa de alza (2007-2009) en la exportación de capitales, inicia una etapa de retroceso, situándose en 2010 en la cifra de 14 mil millones de US$.

d) La posición de Sudáfrica.

Según datos del FMI para 2012 y previsiones de 2013, Sudáfrica es la gran dominadora del continente africano. Sus datos a lo largo del ciclo 2008-2013 lo confirman, con un crecimiento de su PIB, que pasa de 273 mil millones de US$ en 2008 a 384 mil millones en 2012;  seguido por Nigeria (268 mil mill. $) y Egipto (256 mil mill. $)[11].

Después de un periodo de caída en la recepción de capitales, que tuvo su suelo en 2010, Sudáfrica vuelve a resultar atractiva para las oligarquías capitalistas internacionales, llegando la Inversión Extranjera Directa en el país a alcanzar la cifra de más de 5.800 millones de dólares en 2011.

e) La posición de China.

El PIB chino conoce desde 2008 un crecimiento continuo, pasando de 4.500 millones de dólares a 8.200 en 2012 y unas previsiones de 9.000 en 2013.

Las aspiraciones de China, en el terreno económico, político y diplomático, cuentan con la frontal oposición de EE.UU. En efecto, China, a través de la compra de empresas, la explotación de recursos naturales[12], la construcción de infraestructuras y la concesión de préstamos a diferentes países prosigue su avance. Tras el último Congreso del Partido Comunista Chino, la economía del gigante asiático se orienta a dar mayor importancia al fortalecimiento de su mercado interno, con lo que se lograría reducir su dependencia exterior.

Igual que decíamos con respecto a Rusia, para China la Organización de Cooperación de Shanghai es una oportunidad de contrarrestar la influencia de EEUU tanto en el Asia Central, como en el Pacífico. En cierta medida constituye un contrapoder al cerco militar que los EE. UU. van articulando en torno a China.

China es hoy un país dependiente de las importaciones energéticas, en especial petróleo, pieza fundamental en la estrategia de crecimiento sostenido del PIB del gigante asiático. Pero el país también es dependiente de productos de alto valor tecnológico.

Esta dependencia energética y tecnológica traza la línea de actuación estratégica en política exterior del país, orientada hacia una presencia cada vez mayor de las empresas chinas en el exterior, en especial en África, que diversifique sus fuentes de obtención de petróleo, en particular, y de materias primas en general.

Un flujo constante, y relativamente seguro, de petróleo y materias primas procedentes de áreas no fuertemente controladas por los otros polos imperialistas redundaría en un doble beneficio para China: por un lado, reducir la dependencia, directa o indirecta, de sus principales competidores a escala mundial; en segundo lugar, la vertebración de un mercado nacional que permitiría la acumulación interna de capital como paso fundamental para garantizar un salto económico y tecnológico de China, y estar en condiciones de consolidar una posición hegemónica en la escena internacional.

Esta línea de actuación preocupa seriamente al resto de potencias imperialistas, que temen que una mayor independencia china lleve aparejado un incremento de la agresividad en política exterior.

Estados Unidos consolida alianzas contra China con países como Japón[13], Corea del Sur o Filipinas, con quienes mantiene acuerdos en el terreno militar. Actualmente la Armada de los EEUU destina el 50% de sus recursos al Pacífico, y el otro 50% se reparte entre Europa y Oriente Medio.

f) Algunas conclusiones sobre los BRICS.

Si atendemos a los datos macroeconómicos, los BRICS juegan un papel cada vez mayor en la escena internacional. Para 2012 el PIB conjunto de los BRICS (14.854,11 mil millones de US$) se situaba muy cerca del de EEUU (15.684,75 mil millones de US$) y de la UE (16.584 mil millones de dólares)[14].

En cuanto a las importaciones y exportaciones de bienes y servicios, los BRICS superan ampliamente tanto a EEUU como a la UE-27, tal como se desprende de los datos de la ONU[15].

Este importante desarrollo económico -que se sustenta en la actualización del modelo histórico de acumulación capitalista impulsado por las burguesías correspondientes bajo la bandera de la soberanía nacional-, introduce en el capitalismo mundial nuevas disputas y tensiones en clave imperialista.

En esta situación se produce un equilibrio forzado, en el que cada potencia trata de preservar su posición, al tiempo que realiza demostraciones de fuerza para dificultar las maniobras contrarias que pueden debilitar las posiciones propias. El factor de la disuasión militar -y en último extremo de la guerra-, es un componente natural de esta disputa por el control de la economía mundial en el capitalismo.

En el próximo futuro, y producto de esta realidad, se configurarán nuevos marcos de alianzas y diferentes nuevos escenarios de conflictos. La existencia de arsenales militares capaces de destruir varias veces el planeta -y que no cesan de crecer-, sostiene hipótesis de guerra permanente en las áreas más disputadas, y constituye una amenaza constante para la paz mundial de forma general.

Sólo la existencia anterior de la URSS, y del bloque socialista, pudo permitir negociaciones serias de desarme, en las que el imperialismo tuvo que aceptar la reducción de su maquinaria de guerra. Hoy no es posible concretar acuerdos como los SALT I y SALT II, que se lograron en el siglo pasado gracias a la lucha por la paz de las fuerzas socialistas-comunistas.

2) La posición de España en la cadena imperialista.

El desarrollo del capitalismo español en los últimos años ha estado caracterizado por la incontestable realidad de sus débiles características estructurales. La pretensión de Axznar de formar parte del G8 no pasó de ser una ingenua ilusión. Así las cosas, el gobierno Aznar se caracterizó por la total subordinación a las estrategias militares estadounidenses.

En esa situación, de creciente belicismo del gobierno español, es donde la socialdemocracia española, con el objetivo de capitalizar las masivas movilizaciones que en nuestro país se dieron contra la guerra imperialista, lanzó su propuesta de retirada de las tropas mercenarias españolas de Irak en caso de llegar al gobierno.

La ajustada victoria electoral de la socialdemocracia el 14 de marzo de 2004 supuso un giro en las posiciones internacionales del capitalismo español.

Zapatero cumplió su promesa de retirada inmediata de las tropas de Irak y se inició una orientación más europeísta en la política económica del gobierno, que al mismo tiempo buscaba rentabilizar las posiciones imperialistas de los monopolios españoles en América Latina, cambiando la anterior orientación más directa hacia el imperialismo estadounidense.

Posteriormente, el gobierno Zapatero se convirtió en el gobierno español que más tropas ha tenido participando en invasiones en más países extranjeros. La socialdemocracia de esos años se incorporó a todas las misiones militares que desde los centros imperialistas se plantearon, sin expresar ningún tipo de desacuerdo.

El estallido de la crisis en el verano de 2007 inició una etapa de retroceso de los engañosos avances de la formación capitalista española, que llegó a 2013 en una situación de creciente debilidad e incapacidad total para poner en marcha la más mínima estrategia de recuperación de la tasa de ganancia.

Los sucesivos fracasos económicos del gobierno le llevan a una situación de crecientes dificultades para el sostenimiento de los gastos militares ordinarios, que entra en clara colisión con su necesidad de incorporarse a las políticas de guerra imperialistas, para tratar de obtener una participación en el expolio y saqueo internacional promovido desde la OTAN y la UE.

Así, el capitalismo español se encuentra con las siguientes condiciones:

- Una crisis económica que afecta a todas sus estructuras de forma grave, sin horizonte de recuperación creíble.

- La necesidad de hacer de las políticas de guerra un elemento determinante de su proceso de acumulación parasitaria.

- La incapacidad de mantener los recursos militares necesarios para una participación competitiva en la guerra imperialista.

Por ello, en estos años, los distintos gobiernos desarrollan una estrategia centrada en la participación (aunque sea pequeña) en cualquier intervención militar del imperialismo, y en la valorización de sus posiciones en la geopolítica militar.

Desde que el gobierno Zapatero retiró de Irak las tropas mercenarias españolas, no ha habido una sola ocasión en que un gobierno español (Zapatero y Rajoy) se haya negado a la participación en acciones militares imperialistas en otros países.

Desde el punto de vista de la geopolítica militar el gobierno español ofrece sus localizaciones más ventajosas a la guerra imperialista para tratar de compensar sus debilidades militares. Ejemplo de ello son la instalación permanente de efectivos militares estadounidenses en la base de Rota, dentro de la estrategia del escudo antimisiles de Obama, o la presencia de diversas instalaciones militares extranjeras en las Islas Canarias.

3) El oportunismo y la guerra.

La llamada teoría de la multipolaridad refleja las posiciones oportunistas de nuestros días respecto al imperialismo y a las relaciones internacionales propias de la actual fase capitalista.

A lo largo de las distintas formaciones socioeconómicas que han existido históricamente, las pugnas entre las clases dominantes de los distintos países configuraron bloques de alianzas temporales en todos aquellos momentos en que no pudieron por sí solas ejercer el control internacional. Cuando esa situación cambia porque una de esas clases dominantes nacionales adquiría una posición de poder en el mundo, inmediatamente sus homólogas de los otros países trataron de articular alianzas para menoscabar el poder de la primera.

La multipolaridad responde simplemente a las ali[18]anzas y bloques, siempre temporales, que levantan las distintas burguesías en sus pugnas internas por adquirir una posición dominante en la cadena o pirámide imperialista.

La burguesía y las fuerzas oportunistas quieren imponer a la clase obrera la elección de un bando u otro. Una vez más, se trata de hacer pasar por intereses colectivos los intereses de clase capitalistas. Defender la multipolaridad como algo positivo es desconocer el carácter de clase del Estado, desconocer el papel que juegan las clases sociales en el mismo y en la escena internacional y pasarse, con armas y bagajes, al campo de la burguesía.

La teoría del la multipolaridad sustituye en nuestros días a la teoría del ultraimperialismo de Kautsky. Nuestra posición al respecto continúa siendo la misma que en tiempos de Lenin, que, en su inmortal obra El Imperialismo, fase superior del capitalismo dijo:

<Los capitalistas no se reparten el mundo llevados de una particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir ese camino para obtener beneficios; y se lo reparten “según el capital”, “según la fuerza”: otro procedimiento de reparto es imposible en el sistema de producción mercantil y del capitalismo>.[16]

<Por eso, las alianzas “interimperialistas” o “ultraimperialistas”, en el mundo real capitalista, y no en la vulgar fantasía pequeñoburguesa de los curas ingleses o del “marxista” alemán Kautsky –sea cual fuere su forma: una coalición imperialista contra otra coalición imperialista, o una alianza general de todas las potencias imperialistas-, sólo pueden ser, inevitablemente, “treguas” entre guerras. Las alianzas pacíficas preparan las guerras y, a su vez, surgen de las guerras, condicionándose mutuamente>.[17]

Si ayer Kautsky pretendía que una unión de todos los polos imperialistas en uno solo era un camino a la paz, hoy los defensores de la multipolaridad pretenden que la existencia de distintos polos imperialistas es un camino a la paz. La realidad es que ambos se equivocan: el imperialismo, como fase superior del capitalismo, exige el recurso a la guerra como estrategia de acumulación capitalista, y ninguna forma que adquiera la competencia interimperialista es garantía de paz.

Ejemplo de las posiciones oportunistas es el caso del Partido Comunista de España y de Izquierda Unida, fuerzas que forman parte del núcleo duro del polo oportunista europeo que representa en PIE. José Luis Centella, Secretario General del PCE, en su libro titulado Construir el Socialismo en el Siglo XXI, abraza sin más la teoría de la multipolaridad:

<Es por ello que esta apuesta por la defensa de la Paz está ligada a la propuesta de construir una democracia social y política participativa y de unas relaciones internacionales basadas en la multipolaridad, la igualdad en el trato entre estados y la solidaridad entre los pueblos>[18]

!Nada del fin del capitalismo!

Lamentablemente, las posiciones expresadas por el señor Centella no son exclusivas de los oportunistas españoles, y están siendo promocionadas por otros partidos y organizaciones, con la inestimable cooperación de los medios de propaganda burguesa, directamente vinculados a los grupos monopolistas.

Frente a estas posiciones oportunistas, las organizaciones revolucionarias hemos de desarrollar conjuntamente una táctica propia y coordinada.

4) La táctica revolucionaria de los Partidos Comunistas.

Ante este panorama, los Partidos Comunistas y Obreros debemos marcar en lo más alto de nuestra agenda el asunto de la lucha contra la guerra imperialista, hemos de intensificar nuestra lucha contra los preparativos de guerra, el armamentismo y la militarización de la economía.

Cobra especial importancia en este momento desarrollar los trabajos del Consejo Mundial por la Paz y otras organizaciones como son la FDIM, FMJD o la FSM, en la perspectiva de avanzar en una mayor coordinación de clase y antiimperialista que permita articular un potente frente mundial antiimperialista, en cuyo programa esté de forma central la lucha contra la guerra.

Al mismo tiempo, es más necesario que nunca redoblar esfuerzos en la lucha por la clarificación de las posiciones en el seno del MCI, desarrollando un combate sin cuartel contra las posiciones oportunistas representadas por quienes defienden teorías como la de la multipolaridad.

Los Partidos Comunistas y Obreros debemos estar preparados para intervenir políticamente en el caso de nuevas guerras imperialistas: exigiendo el retorno de militares en misiones imperialistas, obstaculizando el desarrollo de los planes militares en territorio propio (bases militares, traslados de soldados, vuelos CIA, etc.), y luchando por la retirada del país propio de los bloques y alianzas imperialistas como la UE y la OTAN como elemento directamente asociado a la lucha por el socialismo–comunismo.

Por último, los Partidos Comunistas y Obreros debemos estar preparados para el caso de que nuestros respectivos países entren en confrontación directa en una guerra imperialista. En tal caso, nuestro objetivo no debe ser otro que luchar por convertir la  guerra imperialista en guerra civil revolucionaria. En este sentido, las enseñanzas que nos ofrece la experiencia revolucionaria rusa de 1917 son valiosísimas, así como todo el debate mantenido entre Lenin y los oportunistas en la II Internacional.

Es más que probable que seamos testigos de cómo las fuerzas oportunistas vuelven a firmar los créditos de guerra, dejándose arrastrar por su propia burguesía y perdiendo de vista las posiciones internacionalistas. La táctica de los Partidos Comunistas y Obreros habrá de pasar, entonces, por una línea clara de debilitamiento de la burguesía propia mientras se apunta a la toma del poder político por la clase obrera, llegando incluso a proceder a la firma separada de la paz si fuera necesario para el fortalecimiento de la revolución.

Son grandes y difíciles los retos que se plantean ante el Movimiento Comunista Internacional, pero sin duda sabremos abordarlos si no perdemos la perspectiva internacionalista y el objetivo estratégico de la construcción socialista-comunista.


[1] No hay que olvidar que China es el principal tenedor de Bonos del Tesoro de los EE. UU.

[2] Tesis 1 del 9º Congreso del PCPE, “El PCPE ante el escenario de crisis capitalista mundial”. Pág. 21.

[3] Informe “Hacia una estrategia global europea. Asegurando la influencia europea en un mundo cambiante”. VV.AA. P. 10. Traducción de las citas del PCPE.

[4] Gracias, fundamentalmente, a la utilización de técnicas como la fractura hidráulica y la perforación horizontal, que permite acceder a importantes yacimientos de petróleo y gas natural.

[5] Las estadísticas de BRITISH PETROLEUM sobre gas natural a finales de 2011 situaban las reservas existentes en Europa y Eurasia en 78.700 bcm., lo que representa un 37,8 % del total mundial, con una duración prevista con los actuales volúmenes de producción de más de 75 años. De esas reservas tan sólo 1.800 bcm. (el 0,9 % del total mundial) se encuentran en la UE, mientras que la CEI dispone de 74.700 bcm., el 35,8 del total mundial.

[6] http://www.oficinascomerciales.es/icex/cma/contentTypes/common/records/mostrarDocumento/?doc=4257951

[7] http://www.imf.org/external/pubs/ft/weo/2013/01/weodata/index.aspx

[8] https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/

[9] http://www.cepal.org/publicaciones/xml/5/49845/LaInversionExtranjeraDirectaDocIinf2012.pdf

[10] http://www.oficinascomerciales.es/icex/cma/contentTypes/common/records/mostrarDocumento/?doc=4637520

[11] http://www.imf.org/external/pubs/ft/weo/2013/01/weodata/index.aspx

[12] China ha adquirido en Afganistán la reserva de cobre más grande del mundo, situada en Mes Aynak, y ahora construye una carretera y una línea de ferrocarril para facilitar la extracción.

[13] La decisión del imperialismo japonés, en estos días, de proceder a incrementar de forma significativa sus recursos militares está en relación directa con esta cuestión.

[14] http://www.imf.org/external/pubs/ft/weo/2013/01/weodata/index.aspx

[15] http://data.un.org/Data.aspx?d=ComTradef=_l1Code%3a1

[16] V.I. Lenin, Obras Completas, Tomo 27, página 391.

[17] V.I. Lenin, Obras Completas, Tomo 27, página 439.

[18] Centella Jose Luis: Construir el Socialismo en el Siglo XXI. Alternativa a la dictadura del capital.