Quedad, que así lo quieren los árboles, los llanos,
las mínimas partículas de la luz que reanima
un solo sentimiento que el mar sacude: ¡Hermanos!
Madrid con vuestro nombre se agranda e ilumina.
Rafael Alberti. A las Brigadas Internacionales.
En el centenario de la Internacional Comunista
Trascurrido un siglo desde la fundación de la Internacional y ochenta años desde que los últimos voluntarios de la libertad abandonaran nuestro país, protegiendo el repliegue de cientos de miles de refugiados hacia la frontera francesa, las Brigadas Internacionales aparecen ante nosotros como uno de los más brillantes ejemplos de internacionalismo proletario que haya alumbrado la Historia.
Muchos brigadistas ya estaban en España, habían llegado para participar en la Olimpiada Popular, convocada en Barcelona por la Internacional Deportiva Roja y por la Internacional Deportiva Obrero Socialista, y empuñaron las armas desde un inicio para hacer frente al golpe de Estado fascista. Otros, fueron llegando poco a poco. La mayoría llegó a España a partir del 14 de octubre de 1936, tras el reclutamiento realizado por los partidos comunistas cumpliendo con el acuerdo adoptado por el Secretariado del Comité Ejecutivo de la Internacional los días 18 y 19 de septiembre de ese mismo año, para formar las Brigadas Internacionales.
Muchas son las dificultades para cuantificar con exactitud el número de brigadistas que participaron en la guerra nacional revolucionaria, sus nacionalidades o el número de caídos en la lucha contra el fascismo en España. En muchos de los países de procedencia de los brigadistas se habían impuesto las fuerzas fascistas, en otros casos, de la mano de la política de No Intervención, lo gobiernos burgueses adoptaron medidas para evitar el reclutamiento de voluntarios. Se impusieron condiciones de clandestinidad: nombres de guerra, falsificación documental, etc.
Lo que no ofrece ninguna duda es el importante papel desempeñado por las Brigadas Internacionales en nuestra guerra nacional revolucionaria. Una lucha que, poco después, continuaría en los campos de batalla de la II Guerra Mundial. Fueron días en que el internacionalismo proletario tomo cuerpo en decenas de miles de camaradas de 52 países que, armados con las enseñanzas del marxismo-leninismo y bajo dirección de la Internacional Comunista, se convirtieron en soldados de una misma clase obrera mundial.
En el presente trabajo no abordaremos la experiencia de las Brigadas Internacionales desde una perspectiva exclusivamente histórica. Estamos convencidos de que lo esencial para el Movimiento Comunista Internacional contemporáneo es extraer conclusiones de naturaleza político-ideológica, al mismo tiempo que reivindicamos nuestra heroica historia, frente a toda manipulación, y el determinante papel de la Internacional Comunista en un momento tan crucial de la lucha de clases como la guerra española, que con razón ha sido caracterizada como la primera batalla de la guerra de los pueblos contra el nazi-fascismo.
El Partido Comunista de los Trabajadores de España ha emprendido el estudio de la historia del movimiento comunista en nuestro país y, en ese estudio, juega un papel determinante la actividad de la Internacional Comunista en España, de la que fueron fruto las Brigadas Internacionales.
Con estas modestas líneas, el Comité Central del PCTE rinde un sentido homenaje a los hombres y mujeres de las Brigadas Internacionales y a todos aquellos que contribuyeron de una u otra forma al reclutamiento, a garantizar las rutas de acceso, al aparato clandestino de falsificaciones, al envío de alimentos, ropas, armamento y municiones… Los voluntarios de la libertad continúan nutriendo nuestras filas, continúan acompañándonos en cada lucha por los intereses de la clase obrera, convocándonos a seguir adelante. A todos ellos, honor y gloria. No permitiremos que su nombre se borre de la Historia.
Ejemplo vivo de internacionalismo proletario
Comenzamos nuestro análisis partiendo de la premisa de que sobre del papel desempeñado por la Internacional Comunista y por la Unión Soviética durante la guerra nacional revolucionaria en España, y por extensión, sobre las propias Brigadas Internacionales, se realizó un intenso ejercicio de falsificación y propaganda que perdura hasta nuestros días en la historiografía burguesa.
A la propaganda franquista y nazi-fascista, dirigida a exagerar tanto el número de brigadistas como su papel en las principales batallas de la guerra, y a ocultar el apoyo recibido por el bando franquista desde antes del golpe de Estado del 18 de julio de 1936 hasta el final de la guerra, pronto se sumaron distintas manifestaciones de anticomunismo: desde la propaganda socialdemócrata, que trataba de disimular el nefasto papel de sus organizaciones internacionales, implicadas en la criminal política de No Intervención, hasta la propaganda trotskista que había desatado su furia contra la Internacional Comunista y la Unión Soviética.
Ni la falsificación histórica de unos, ni el diversionismo de otros, fue capaz de empañar una serie de hechos objetivos de los que parte nuestro análisis:
- La experiencia de las Brigadas Internacionales fue posible gracias a la acción de la Internacional Comunista, que desde antes del estallido de la guerra desplegó una intensa y multifacética actividad dirigida a evitar la victoria fascista en España. El papel de la Internacional fue insustituible y a ella se debe la organización y el envío de las Brigadas Internacionales a España.
- La Unión Soviética fue el único país que apoyó decisivamente a la República Española en un ejercicio de internacionalismo proletario, sin parangón en la Historia, que partía de una concepción expresada con toda claridad por J. V. Stalin: “Liberar a España de la opresión de la reacción fascista no es un asunto privado de los españoles, sino la causa de toda la humanidad avanzada y progresiva”.
Lo anterior no impide analizar autocríticamente los errores cometidos por la Internacional y también por el propio Partido Comunista de España. Tampoco impide evaluar objetivamente la política exterior de la URSS en un momento histórico tan complejo. Pero lo cierto es que el envío de las Brigadas Internacionales vino precedido de un análisis previo por parte del Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) que, en su sesión de 28 de agosto de 1936, valoró trasladar a la Internacional la conveniencia de enviar a España un cuerpo internacional integrado por voluntarios. Con ese precedente, el Secretariado del Comité Ejecutivo de la Internacional acuerda en sus sesiones de 18 y 19 de septiembre de 1936 la formación de las Brigadas Internacionales.
Comienzan por tanto los trabajos de reclutamiento y organización de las Brigadas, en los que las secciones de la Internacional en cada país juegan un papel determinante. Se trata de un trabajo especialmente complejo que pone a prueba a cada partido comunista, pues se realiza en muchos casos en condiciones de clandestinidad o bajo la amenaza de los distintos gobiernos burgueses que, con la participación de la socialdemocracia, abrazan la política de No Intervención impulsada por Gran Bretaña y por Francia. Ese intenso trabajo, llevado a cabo con prontitud por las secciones de la Internacional, no se reduce al reclutamiento. Es necesario todo un trabajo de recaudación de fondos, preparación de las rutas de viaje, organización de aparatos de paso de fronteras, preparación de documentación falsa, etc.
Tras ese inmenso trabajo, el grueso fundamental de las Brigadas Internacionales llega a nuestro país a partir del 14 de octubre de 1936. En ese momento, ya es una evidencia que España era víctima de una intervención armada extrajera de grandes dimensiones y que la guerra desatada por el fascismo había cobrado una clara dimensión internacional. Como señaló en su día, Enrique Líster: “La presencia de los "Voluntarios de la Libertad" en los campos de batalla de España decía a los combatientes españoles que no estaban solos en el desigual combate; decía a todo nuestro pueblo que las "Brigadas Internacionales" constituían un ejemplo vivo de unidad combativa de la clase obrera con las demás fuerzas democráticas y patrióticas del mundo frente al enemigo común de todas ellas: el fascismo”[1].
Del análisis de las fuentes existentes, y muy especialmente de las contribuciones elaboradas por distintos partidos comunistas para el libro que el PCTE prepara sobre las Brigadas Internacionales y que verá la luz en los próximos meses, se extraen dos conclusiones fundamentales:
- El núcleo fundamental de las Brigadas Internacionales estuvo compuesto por obreros de distintos países, acompañados por campesinos, empleados e intelectuales.
- Entre ellos, la gran mayoría eran militantes o simpatizantes comunistas, acompañados por socialistas, anarquistas y antifascistas sin filiación política.
Así, en los campos de batalla de nuestra tierra quedaba patente el papel insustituible de la Internacional y de sus secciones, que sabiendo superar increíbles dificultades, pusieron los hechos a la altura de las palabras, legándonos uno de los más maravillosos ejemplos de práctica internacionalista proletarias conocida hasta nuestros días.
Si bien los primeros grupos de voluntarios, llegados a Barcelona para participar en la Olimpiada Popular, lucharon desde los primeros días contra la sublevación fascista en Barcelona y en los frentes de Aragón, Irún y Madrid, encuadrados en las Milicias Populares, será el 22 de octubre de 1936 cuando el Gobierno de la República acuerde oficialmente la formación de las Brigadas Internacionales, con base en Albacete, y su integración formal en el Ejército Popular, dando comienzo a la organización de las distintas brigadas y a su instrucción militar.
Las Brigadas Internacionales tuvieron su bautismo de fuego en los duros días de la de la defensa de Madrid. El 8 de noviembre entraba en combate la 11ª Brigada, en los duros enfrentamientos de la Casa de Campo, y durante los días siguientes los haría la 12ª Brigada en el sector del Cerro de los Ángeles. Su aparición y entrada en combate en el Madrid de la resistencia, supuso un determinante revulsivo moral para todos los luchadores populares. En Guerra y Revolución en España 1936-39, se describe ese momento de la manera siguiente:
“En los momentos más dramáticos de la lucha, las calles de Madrid fueron testigos del paso de una columna apretada, disciplinada, bien equipada y armada, en la que se alineaban hombres de todas las edades y nacionalidades. No hablaban español. Saludaban con el ya histórico “No pasarán”. Vibraba en el aire el eco de conocidas canciones revolucionarias: La Internacional, La Joven Guardia, La Marsellesa.”[2]
Desde entonces y hasta su retirada en octubre de 1938, no hubo batalla importante en la que no estuvieran presentes las Brigadas Internacionales. Siguiendo lo escrito por Enrique Líster[3], su composición y el orden de organización y entrada en combate de las siete Brigadas Internacionales, fue el siguiente:
- XI Brigada: compuesta de los batallones "Edgar André", "Comuna de París" y "Drombroski". Se formó a finales de octubre de 1936 y entró en fuego por primera vez el 8 de noviembre de ese año.
- XII Brigada: compuesta de los batallones "Garibaldi", uno franco-belga y "Thaelmann" y de un batería del 77. Se formó durante los primeros días de noviembre de 1936 y entró en fuego el 13 de ese mismo mes.[4]
- XIII Brigada: compuesta de los batallones "Chapaiev", "Mickiewicz" y "Henri Guellemin". Se formó durante los meses de diciembre de 1936 y enero de 1937 y entró en fuego después de esta última fecha.
- XIV Brigada: compuesta de los batallones "Henry Barbuse", uno franco-inglés, "Domingo Germinal" y el "Número 9", integrado por españoles. Se formó en el mismo periodo que el anterior.
- XV Brigada: compuesta por los batallones "Lincoln", "Dimitrov", otro franco-belga, una inglés y un batallón de españoles. Se formó en el mismo periodo que los dos anteriores.
- 129 Brigada: compuesta de los batallones "Dimitrov", "Massaryk" y "Djakiquiek". Se formó a finales de 1937.
- 150 Brigada: compuesta por tres batallones. Se formó entre junio y julio de 1937.
- Hubo además un batallón internacional en la 86 Brigada española.
La solidaridad desatada en todos los rincones del mundo por la Internacional y, sobre todo, la llegada de las Brigadas Internacionales y de la ayuda soviética, supusieron una importantísima ayuda para el crecimiento, desarrollo y autoridad que progresivamente fue alcanzando el Partido Comunista de España.
Algunas lecciones para la Historia
La guerra nacional revolucionaria española tuvo una tremenda relevancia en el desarrollo de los acontecimientos posteriores. Se comprobó que, tal y como analizaba la Internacional Comunista, en capitalismo mundial caminaba hacia una nueva guerra interimperialista generalizada, hacia un nuevo reparto del mundo entre las grandes potencias capitalistas.
En esas condiciones, la inmensa tarea realizada por la Internacional en la organización de sus secciones nacionales (partidos comunistas) y en su bolchevización jugó una especial relevancia en España. El PCE, nacido a lo largo de un complejo proceso que se desarrolla entre los años 1920 y 1921 con el apoyo de la Internacional Comunista y de los cuadros enviados a España, fue capaz de corregir sus desviaciones y de adquirir una creciente influencia en el seno de la clase obrera y del pueblo, hasta convertirse, ya iniciada la guerra, en el principal partido político de la República.
El nazi-fascismo desencadenó en España la primera batalla de la II Guerra Mundial. Junto a los franquistas combatieron unos 300.000 extranjeros, contando con el apoyo directo de Alemania, Italia y Portugal y con el apoyo indirecto de las principales potencias capitalistas que, bajo el pretexto de la No Intervención, bloqueaban al legítimo gobierno de la República y prestaban un apoyo multifacético a los sublevados franquistas. La Alemania nazi y la Italia fascista convirtieron el suelo español en un campo de pruebas en el que perfeccionar su armamento y ensayar las prácticas militares que emplearían a escala masiva durante la II Guerra Mundial.
Pero, al mismo tiempo, en el campo obrero y popular iría también forjándose su antagonista. Bajo organización y dirección de la Internacional, los partidos comunistas adquirieron una amplia experiencia en la lucha contra el nazi-fascismo. En el seno de las Brigadas Internacionales y del Ejército Popular, decenas de miles de hombres entraron en combate y adquirieron una preciosa experiencia política y militar, pagando por ello un altísimo precio. En los frente de batalla españoles se forjó un núcleo combatiente con amplia experiencia militar que, a la postre, alcanzaría una crucial importancia en las nuevas luchas que se avecinaban.
El pueblo español no solo enfrentó la intervención directa de los países nazi-fascistas. Todas las potencias imperialistas de la época intervinieron, en una u otra medida con la España republicana. Estados Unidos asumió una posición de falsa neutralidad. Mientras decía abstenerse de toda interferencia, negaba a la República todo abastecimiento y suministraba petróleo y otros pertrechos a los golpistas, incluyendo bombas utilizadas por la aviación franquista. A su vez, sostuvo activamente la política de No Intervención sostenida con toda hipocresía por Gran Bretaña y Francia. En el país vecino, el Gobierno del socialista Blum, sostenido por el Frente Popular, capituló ante el imperialismo británico. El monstruoso Tratado de No Intervención, situaba en un mismo plano al gobierno legítimo de la República y a los golpistas fascistas. Mientras unos recibían un apoyo internacional masivo, sin el que jamás hubiera podido triunfar el fascismo, las democracias burguesas bloqueaban a la República. Como se señala en Guerra y Revolución en España, “cuando dos bandoleros asaltan a un transeúnte, uno de ellos le golpea de frente para derribarle (ese fue el papel de Alemania e Italia). Otro le agarra por la espalda los brazos para que no pueda defenderse (ése fue el papel de Francia, Inglaterra y EE.UU.). Pero ambos bandoleros intervienen en el delito.”
El Gobierno de la República acordó el repliegue de las Brigadas Internacionales en octubre de 1938, lo que supuso un durísimo golpe para la moral de combate del conjunto del Ejército Popular. La clase obrera y lo mejor del pueblo, había defendido palmo a palmo nuestro suelo y luchado codo con codo junto a sus hermanos internacionales en una lucha a muerte contra el fascismo.
El 21 de septiembre de 1938, el Gobierno de la República manifestó ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones su decisión de proceder a la retirada de todos los combatientes extranjeros alistados después del golpe de estado del 18 de julio. Con ello, erróneamente, se pretendía poner en evidencia la intervención extranjera de las potencias fascistas ante la comunidad internacional. En realidad, las potencias reaccionarias continuaron interviniendo en España, con más fuerza si cabe, hasta el final de la contienda, y, al mismo tiempo, las fuerzas franquistas contaban la colaboración cada día más abierta y el reconocimiento cada vez más explícito por parte de las democracias burguesas.
El 16 de octubre llegó a España la Comisión Internacional formada por la Sociedad de Naciones con el propósito de verificar la retirada de los frentes de las Brigadas Internacionales, su agrupamiento en la retirada y el inicio de su salida de España. Conforme al informe presentado por la Comisión Internacional ante la Asamblea de Ginebra, publicado en el diario La Vanguardia el 18 de enero de 1939, el censo de brigadistas internacionales en aquel momento era el siguiente: en la zona de Cataluña había 9.843 y en la zona Centro-Sur 2.830, en total, a primeros de 1939 quedaban en España un total de 12.673 brigadistas de los 35.000 hombres y mujeres que aproximadamente llegaron a España desde el inicio de la guerra.
El 2 de noviembre de 1938, comenzaban a salir de España por la frontera francesa con un destino incierto, ante las condiciones de clandestinidad o las penas de prisión y otras sanciones que les esperaban en muchos de sus países de origen. Y de nuevo el aparato de la Internacional se tiene que poner en marcha para tratar de garantizar la seguridad de quienes habían regado con su sangre las tierras de España. Baste de ejemplo la petición cursada por André Marty -jefe de las Brigadas Internacionales-, quien en nombre la I.C. se dirige al Comité Central del Partido Comunista de México, el 6 de enero de 1939, con la petición de que se organizasen las condiciones para acoger a 1.600 combatientes alemanes, polacos, italianos, austriacos, checos, yugoslavos o de otros países en los que el avance del fascismo hacía imposible su vuelta. Alta es la deuda de nuestro pueblo con la clase obrera de México y con su Partido Comunista, que no sólo fue capaz a través de una heroica lucha de forzar al Gobierno mexicano a adoptar una posición de apoyo a la República Española y a enviar alguna ayuda, sino que se prestó a enviar a sus propios brigadistas, derrochó solidaridad acogiendo primero a los combatientes internacionales y prestó después todo tipo de ayuda al exilio republicano. Justo es reconocer el esfuerzo heroico de todos los partidos comunistas que, respondiendo al llamamiento de la Internacional, se lanzaron a la lucha en solidaridad con nuestro pueblo, aun viviendo terribles condiciones de represión en sus respectivos países, en los que luchaban en plena clandestinidad.
El repliegue de las Brigadas Internacionales no consiguió los propósitos perseguidos por el Gobierno de la República, encabezado en aquellos momentos por el socialista Juan Negrín, como era previsible a la vista de la experiencia cosechada en el plano internacional a lo largo de más de dos años de lucha. Por el contrario, en los últimos coletazos de la Batalla del Ebro, la retirada de las Brigadas supuso un golpe mortal a la moral de combate de las tropas del Ejército Popular y del pueblo obrero, que de alguna manera intuía que, con esa decisión, se acercaba el final de la guerra y el triunfo fascista.
Si bien el grueso de las fuerzas internacionalistas fue repatriado en las fechas señaladas, no todos lograron alcanzar las zonas de agrupamiento y cruzar la frontera española antes de la última ofensiva fascista. Muchos permanecieron prisioneros en los campos de concentración y en las prisiones franquistas. Otros, ante la división de la zona republicana, fueron asesinados o hechos prisioneros. Muchos, protegieron el repliegue de las ya mermadas tropas del Ejército Popular y defendieron a los cientos de miles de refugiados que cruzaron los Pirineos tras la caída de Cataluña. De estos últimos, la mayor parte compartió la misma suerte que los combatientes españoles y de quienes marcharon al exilio por la frontera francesa, terminando en los campos de concentración de Gurs, Argelès-sur-Mer, Saint-Cyprien y Barcarès, Septfonds, Rivesaltes o Vernet d´ Ariège.
El nazi-fascismo venció en suelo español, pero la heroica lucha de las Brigadas Internacionales no fue en vano. La experiencia adquirida pronto cobraría importancia en los campos de la batalla de la II Guerra Mundial:
- La España Republicana, con el apoyo principal de la Unión Soviética y la acción de la Internacional Comunista, con casi tres años de resistencia, impidió que la España fascista se sumase decisivamente al eje nazi-fascista en la II Guerra Mundial (tras el fin de la guerra regular se inició la lucha de las guerrillas) y permitió a la Unión Soviética prepararse para la guerra imperialista que se avecinaba, en la que el pueblo soviético y el Ejército Rojo fueron el factor decisivo en la Gran Victoria Antifascista de los Pueblos.
- En la guerra nacional revolucionaria española se forjaron un gran número de luchadores en el manejo de las armas, familiarizados con las técnicas de guerra que el eje nazi-fascista pondría en práctica durante la II Guerra Mundial. Esos brigadistas, junto a los combatientes españoles exiliados, lucharían en primera línea en todos los frentes de la guerra antifascista, desempeñando un papel decisivo en todos los países en que actuó la resistencia. Muchos de ellos, lucharon también desde el interior de los campos de concentración nazis. Otros, jugarían un importante papel en la organización de los ejércitos populares en aquellos países en los que la clase obrera se hizo con el poder tras el final de la guerra.
Las conclusiones expuestas revisten una trascendental importancia a la hora de enfrentar las calumnias vertidas sobre el papel de la Internacional, de las Brigadas y de la URSS en la guerra nacional revolucionaria española.
Bajo una sola bandera
Como hemos señalado, la experiencia de las Brigadas Internacionales fue uno de los más hermosos y ricos ejemplos de internacionalismo proletario. El apoyo recibido por la clase obrera y el pueblo español, fruto principalmente de la acción de la Internacional Comunista y de la Unión Soviética, se convirtió en una fuerza importante en los campos de batalla de la II Guerra Mundial y también en el fortalecimiento de la lucha antifascista en aquellos países donde la confrontación no adquirió un carácter internacional. A su vez, el exilio español, del que formaban parte miles de militantes comunistas, contribuyó al desarrollo de los partidos comunistas en los países de acogida. Se comprobó en la práctica el principio marxista de que la revolución es nacional en su forma, pero no en su contenido. Se luchó con la conciencia de pertenecer a una misma clase obrera internacional.
La Internacional Comunista, a cuya experiencia rendimos homenaje en su centenario, jugó un papel determinante en la lucha antifascista que se aprecia con toda claridad en el caso español:
- La Internacional fue decisiva en la creación, desarrollo y bolchevización del Partido Comunista de España, fuerza principal en la lucha antifascista. Cuadros de la Internacional trabajaron sobre el terreno, actuaron como organizadores y dirigentes, ayudaron a analizar correctamente la situación y a superar los errores cometidos. Muchos de los cuadros comunistas que jugaron un papel destacado en la lucha, tanto política como militar, fueron formados en la Escuela de la Internacional, en Moscú. La Internacional se convirtió, por tanto, en un centro organizador de primera magnitud.
- La Internacional fue un centro dirigente insustituible en la acción de sus secciones internacionales. La mayor parte de los partidos comunistas se formaron, crecieron y maduraron gracias a la existencia de un centro dirigente capaz de prever los principales desarrollos de la lucha de clases a escala internacional y en cada país, preparando y movilizando fuerzas de la clase obrera, deslindando posiciones, abriendo el camino hacia la derrota del nazi-fascismo y la consolidación del poder obrero en la Unión Soviética y el resto de los países socialistas.
El legado de la Internacional Comunista adquiere una inmensa importancia en nuestros días, en los que crecen las contradicciones interimperialistas y cada vez se hace más presente el riesgo de una guerra generalizada. Para el PCTE adquiere una importancia decisiva el estudio de la experiencia de la Internacional, el análisis colectivo de sus distintos congresos, de sus debates internos, de las tesis que fueron comprobadas en la práctica y de las que no lo fueron.
Ese esfuerzo teórico resulta decisivo en la superación de la crisis que continúa atravesando el Movimiento Comunista Internacional. Es urgente que, a través de un debate científico, seamos capaces de extraer conclusiones de nuestra historia que, junto a las enseñanzas de la práctica actual, nos permitan ir definiendo, sin prisa, pero sin pausa, la estrategia unificada que la clase obrera internacional necesita.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
[1] Enrique Líster. Nuestra Guerra. Memorias de un luchador. Ediciones Silente, 2007. Páginas 319-320.
[2] Guerra y Revolución en España 1936-39. Tomo II, Página 168. Obra elaborada por una Comisión del CC de PCE presidida por Dolores Ibárruri.
[3] Enrique Líster. Nuestra Guerra. Memorias de un luchador. Ediciones Silente, 2007. Página 314.
[4] Otras fuentes apuntan que la entrada en combate de la XII Brigada se produjo el 9 de noviembre de 1936.