El sistema socialista fue derrocado en Hungría en 1989-1990 y el país se metió de lleno en el camino del capitalismo. Esto cambió sustancialmente la posición de las mujeres en la sociedad.
El número de mujeres trabajadoras se redujo considerablemente. En el socialismo, la amplia mayoría de las mujeres trabajaban. Tras la contrarrevolución capitalista el desempleo de las mujeres creció significativamente, y solo se ha reducido en los últimos años.
La brecha salarial entre mujeres y hombres aumentó. En el socialismo, también había alguna diferencia entre los salarios de hombres y mujeres, pero el sistema socialista hizo de todo para garantizar que todos conseguían igual salario por igual trabajo. En la Hungría capitalista, incluso ahora, 27 años después del cambio de sistema, los hombres reciben salarios entre un 18% y un 20% más altos que las mujeres por el mismo trabajo.
La sociedad de la mujer se ha segregado significativamente. En el socialismo, la brecha entre grupos sociales no era insalvable. El sistema capitalista creó profundas diferencias sociales. También hay ahora entre las mujeres un pequeño grupo de personas ricas, o incluso súper ricas, y en el otro lado las millones que son pobres o afrontan diariamente problemas económicos.
La vulnerabilidad de las mujeres aumentó. En el socialismo, numerosas medidas e instituciones estatales protegían a las mujeres. Las madres embarazadas, por ejemplo, no podían ser despedidas y tras dar a luz tenían que volver a sus centros de trabajo. Es cierto que formalmente las leyes protegen a la mujer en condiciones capitalistas, pero las leyes del mercado predominan.
Se ha vuelto más difícil tener hijos y establecer una familia. El dilema entre carrera profesional e hijos también existía en el socialismo, pero bajo las condiciones capitalistas se ha acentuado extremadamente. Las mujeres se casan más tarde, tienen hijos más tarde o no los tienen. En el socialismo, el Estado ayudaba al establecimiento de familias mediante la construcción masiva de apartamentos sociales. Hoy es muy difícil conseguir un piso propio para los jóvenes.
Las mujeres tuvieron que soportar casi todas las consecuencias de seguir el camino capitalista. Las décadas de socialismo se caracterizaron por la estabilidad y el desarrollo gradual asegurado. Las familias tenían un trabajo asegurado, unos ingresos asegurados y un futuro predecible. Después de 1990, dejaron de existir 1,5 millones de centros de trabajo, cientos de miles de familias se encontraron en una situación difícil debida al desempleo. Muchas familias perdieron su hogar. La mayoría de estas cargas fueron soportadas por las mujeres; tenían que mantener a sus familias juntas.
El papel de la mujer en las decisiones políticas disminuyó. El socialismo incluía a mujeres en el gobierno a un nivel sin igual. Siempre había mujeres en la dirección del partido gobernante. La participación masiva de las mujeres en la toma de decisiones políticas desapareció durante los últimos 27 años.
La organización social de las mujeres y su capacidad de defender sus intereses disminuyó. En el socialismo, los intereses de las mujeres eran protegidos por el Estado socialista. También había una organización de mujeres unificada en todo el país con competencias reales y prestigio. El sistema capitalista destruyó el movimiento unificado de las mujeres. Existen grupos mayores o pequeños, locales o temáticos, que no son capaces de luchar por los intereses de la mujer.
El capitalismo manipula significativamente la conciencia y el pensamiento de la mujer. Las fuerzas del capitalismo hacen de todo para encubrir las consecuencias negativas del capitalismo y desviar la atención de la lucha de clases y concentrarla en otros asuntos. Es por eso que cuestiones como el género, la violencia doméstica y los comportamientos sexuales no tradicionales dominan el discurso público.