La lucha de los comunistas contra el origen de las guerras: el imperialismo


Comité Central del Partido Comunista Obrero de Rusia

2014 marca el centenario de la 1ª Guerra Mundial. La situación política en el mundo moderno se ha ido deteriorando hasta tal punto que tenemos todos los motivos para considerar como posibilidad que su “incontrolable” desarrollo derive en la transformación de conflictos regionales en un conflicto a escala mundial. Es hora de que los comunistas discutan sobre la actitud hacia las guerras imperialistas, el creciente peligro de una nueva masacre a escala mundial y la estrategia y táctica de los comunistas.

Es bien conocida la frase de Lenin “el imperialismo está preñado de guerra”. La teoría del comunismo científico nos dice que, en el período de la crisis general del capitalismo, el capitalismo decadente y moribundo busca, en todos los países, una salida a través del incremento de la explotación del pueblo trabajador, en el ámbito de la política interna, mientras en el ámbito de la política internacional intenta superar las crisis mediante una redistribución de los mercados de materias primas y productos, así como de las esferas de influencia, lo que se consigue mediante el incremento de las tensiones en las regiones de importancia estratégica y desatando agresiones directas para resolver las contradicciones entre potencias imperialistas.

Desde la época de los análisis de Lenin, incluyendo el que se refiere a las acciones de la II Internacional en el momento del estallido de la 1ªGM, se ha visto cómo el movimiento de izquierda no sólo se rompió debido a este asunto, sino que lo hizo de forma completa e irrevocable, además. Los oportunistas traicionaron el internacionalismo proletario al adoptar posiciones social-patrióticas, al aprobar los presupuestos militares de sus gobiernos y al comenzar a instar a las masas de sus países a defender sus patrias burguesas. En realidad, la mayoría de los partidos de la II Internacional se pasaron al bando del imperialismo, independientemente del hecho de que estuviesen situados en lados opuestos del frente imperialista. De esta manera, la historia nos ha demostrado que el oportunismo podría representar mucho más que simplemente una inclinación derechista de una parte del movimiento comunista, que en ciertos períodos de tiempo podría dominar a la mayor parte del movimiento, si no al movimiento entero. Tal fue exactamente el caso en la época de la 1ªGM. Por entonces, antes de la guerra, los líderes teóricos marxistas reconocidos de los antiguos partidos social-demócratas europeos se habían adherido verbalmente a las ideas marxistas del internacionalismo proletario pero, tras el estallido de la guerra, votaron unánimemente a favor de garantizar los créditos militares de sus gobiernos, es decir, apoyaron la guerra. En esencia, toda la II Internacional tropezó con este asunto y finalmente adoptó visiones chovinistas. El único partido que fue una excepción y que unánimemente siguió fiel a las ideas del internacionalismo proletario fue el partido de los bolcheviques. El internacionalismo proletario tampoco fue traicionado por un grupo de social-demócratas búlgaros – los “tesnyaki” - y por un comunista del Reichstag alemán, Karl Liebknecht. Es decir, el alcance de la traición fue enorme, hecho ampliamente ilustrado por la traición de la dirección del PCUS bajo Kruschov y Gorbachov.

Los bolcheviques consiguieron utilizar la crisis agudizada por la 1ªGM para transformar la revolución democrático-burguesa de febrero en la socialista de octubre. En octubre de 1917, la clase obrera de Rusia, bajo la dirección de los bolcheviques, aprovechó la debilidad del sistema burgués causada, en lo concreto, por la crisis capitalista y la 1ªGM.

Tras la Revolución de Octubre, Lenin exigió que se llevara a cabo una decidida e irrevocable ruptura con el oportunismo de la II Internacional. Inició la creación de la III Internacional, es decir, de la Internacional Comunista. Bajo su liderazgo se elaboraron los principios teóricos y las medidas organizativas para el deslinde con el oportunismo, conocidos como las condiciones para la admisión a la Comintern. Prestemos especial atención a la delimitación organizativa. Esto significa que, incluso teniendo en cuenta la persistencia de la lucha teórica de Lenin y su paciente trabajo de explicación, él mismo creía que, una vez alcanzados ciertos límites, se debían adoptar decididas medidas organizativas para aislar a los traidores a la causa comunista de los verdaderos comunistas.

Nuevamente se confirmaba lo correcto de la idea de Lenin acerca de que “la lucha contra el imperialismo es una frase vacía y falsa si no va ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo” (Obras completas, v. 27, p. 424).

Desde entonces, existió en el movimiento obrero un polo organizado y claramente definido ideológicamente de comunistas bajo la forma de la Comintern. Al mismo tiempo, los social-demócratas se convertieron en cómplices del imperialismo al dedicarse laboriosamente a mejorarlo, mitigarlo y humanizarlo, tratando sus “dolores” y acudiendo a su rescate en momentos de crisis y agudización de la lucha de clases.

La III Internacional comunista realizó amplios estudios teóricos; en particular, se predijo y se definió el fenómeno del fascismo. La definición del fascismo presentada al XIII Pleno del Comité Ejecutivo de la Comintern, repetida por Georgy Dimitrov en el VII Congreso de la Comintern, fue genuinamente científica y una definición clásica marxista (la denominada “definición de Dimitrov”):

“El fascismo en el poder es la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero, una forma especial de dominación de clase de la burguesía... el fascismo no es un poder situado por encima de las clases, ni el poder de la pequeña burguesía o del lumpenproletariado sobre el capital financiero. El fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de cuentas terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los campesinos y de los intelectuales. El fascismo, en política exterior, es el chovinismo en su forma más brutal que cultiva un odio bestial contra los demás pueblos”. 

Los fascistas, actuando en plena concordancia con esa definición y siguiendo sus intereses de clase, crearon el Pacto Anti-Comintern para evitar una mayor extensión de la ideología comunista en el mundo. Primero, Alemania y Japón en 1936, después Italia en 1937, a los que luego se unieron algunos otros Estados en los que los gobiernos o bien compartían la ideología del fascismo italiano o alemán, o cuya actitud hacia la URSS y el comunismo en general era extremadamente negativa. Tales fueron los casos de Hungría, Manchukúo y España bajo el General Franco. El 25 de noviembre de 1941, el Pacto Anti-Comintern se amplió por otros 5 años más, al mismo tiempo que se unían al mismo Finlandia, Rumanía y Bulgaria, así como los regímenes títere de algunos territorios ocupados por Alemania: Croacia, Dinamarca y Eslovaquia, así como por Japón (el régimen de Wang Jingwei en la parte ocupada de China).

La Comintern comenzó su batalla contra el fascismo tan pronto como los fascistas iniciaron sus intentos de llegar al poder en España y Alemania. Se desarrolló la táctica de los frentes populares y, en general, tanto la URSS como la Comintern fueron los principales adversarios de Hitler y su Pacto Anti-Comintern durante la 2ª Guerra Mundial. Los comunistas realizaron una contribución decisiva a la derrota del fascismo y de su variedad alemana, el nazismo. Sólo el partido de los bolcheviques, el PCU (b), perdió más de 3 millones de sus mejores luchadores en la victoria sobre el fascismo, mientras el Komsomol perdió más de 5 millones de jóvenes héroes. En la mayoría de países ocupados, los comunistas encabezaron la resistencia antifascista y la guerra partisana contra los invasores nazis.

El asunto de la disolución de la III Internacional necesita una consideración especial, no obstante está claro que el principal resultado de sus actividades fue la derrota del fascismo y la creación del Sistema Socialista mundial con el poderoso núcleo organizativo, compuesto por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los países miembros del Consejo de Ayuda Mutua Económica.

Durante 50 años, los países socialistas encabezados por la URSS fueron el polo político que se opuso al imperialismo en todo el mundo. El simple hecho de la existencia de este polo garantizaba, en primer lugar, la posibilidad de desarrollo y fortalecimiento de Estados socialistas bajo las más o menos pacíficas condiciones posteriores a 1945, especialmente en Europa; en segundo lugar, y lo que es más importante, el capitalismo tuvo que tener en cuenta la influencia del ejemplo de los espectaculares logros de los países socialistas en la esfera social y tuvo que realizar considerables concesiones al pueblo trabajador en los países capitalistas, ya que el pueblo trabajador luchaba por sus intereses económicos y políticos mientras mantenía la vista puesta en los logros del sistema socialista.

La derrota del Socialismo en la URSS y en Europa Oriental tuvo su mayor impacto en la situación internacional. En primer lugar, el capitalismo comenzó su ofensiva contra los derechos del pueblo trabajador, al no existir ya el ejemplo de países socialistas. En segundo lugar, el imperialismo mundial, y primeramente su fuerza de ataque respresentada por los imperialistas de los EEUU y la OTAN, comenzó a actuar de forma mucho más desenfrenada y agresiva, sin tener en cuenta las normas de derecho interancional y, menos aún, la opinión de la comunidad mundial. Como ejemplos de tales acciones podemos recordar Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia y, recientemente, Siria; también las amenazas a Corea del Norte e Irán.

Una nueva y profunda crisis económica mundial del capitalismo y su intensificación desde 2008, hizo que el imperialismo buscase la salida a través de una escalada en la agresión externa y una violenta solución a la cuestión de encontrar nuevos mercados e incrementar la influencia en regiones de importancia estratégica, mucho más cuando no quedaba ya un sistema socialista, una potencia que hasta entonces había detenido al imperialismo.

Nuestro partido basa su análisis en la definición del fascismo dada por la Comintern: “El fascismo en el poder es la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero, una forma especial de dominación de clase de la burguesía”.

Algunos teóricos y algunos partidos no están de acuerdo con la anterior definición y sugieren que no debería seguir utilizándose. Se trata de una descripción científica fundamental dada hace 70 años en el período de la formación del fascismo, cuando el fascismo se había opuesto, primeramente, a la URSS y a las democracias burguesas, con quienes los fascistas iban a empezar una guerra por los mercados y las fuentes de materias primas. Ni la esencia del imperialismo, ni la del capital financiero, han cambiado desde entonces, ni tampoco sus intenciones de pasar de la democracia burguesa a la abierta dictadura fascista, es decir, al fascismo, utilizando tal transición en sus intereses bajo circunstancias dadas.

Si analizamos la definición de la Comintern de forma creativa y dialéctica, como opuesta al enfoque escolástico, llegamos a la conclusión de que esta definición es correcta y se refiere no sólo a un tipo especial de fascismo en aquella época, sino al concepto de fascismo en general. Más aún si recordamos que, en los Encuentros Internacionales de Partidos Comunistas y Obreros, declaramos conjuntamente que la naturaleza del imperialismo y la esencia del capital financiero se mantienen iguales que en el siglo XX. Por ello las manifestaciones del fascismo pueden variar, mientras la esencia del fascismo se mantien, y, por tanto, su definición sigue siendo válida y permite realizar una valoración correcta de los acontecimientos políticos más modernos.

El fascismo significa un descarte de las formas democráticas de la dominación burguesa y una transición a una forma abierta de terror burgués. En el mundo moderno, la mayoría de Estados capitalistas utilizan distintas formas de democracia burguesa en su política interna, evitando así el uso de la dictadura en su forma abierta y terrorista. Las cosas parecen bastante diferentes en el escenario internacional, donde las políticas internas se manifiestan como internacionales. Tras la caída de la URSS, el imperialismo internacional encabezado por los Estados Unidos de América no sólo ha incrementado su agresividad, sino que también ha comenzado a rechazar abiertamente las normas del derecho internacional y a ignorar incluso la legalidad burguesa. Esto es exactamente el capital financiero que forma el núcleo de las fuerzas del imperialismo, mientras su impacto específico excede al de mediados de los años 50 del siglo XX. El fascismo es una de las posibles reacciones del imperialismo dirigido a rescatar el dominio capitalista de las amenazas de las revoluciones socialistas, especialmente en los períodos de crisis. Por eso un abierto anticomunismo y unas políticas coherentemente antiobreras son parte del fascismo, quien simultáneamente utiliza los instrumentos de amplia y activa demagogia social para engañar a las masas. Todas estas características están presentes de manera obvia en las actuales políticas del imperialismo, mientras algunos de los objetivos a menudo se alcanzan con la ayuda de los social-demócratas.

Debería hacerse la distinción entre el fascismo como sistema ideológico y el fascismo como práctica política del Estado.

Las manifestaciones ideológicas del fascismo son visibles en nuestros días en todos los países imperialistas tomados por separado, así como en sus políticas conjuntas. Bastaría con recordar los ejemplos de leyes anticomunistas adoptadas en una serie de Estados europeos (Letonia, Lituania, Estonia, Hungría, República Checa, Moldavia, etc.). También deberíamos recordar los intentos de la PACE [1] de organizar un juicio al comunismo cuando descaradamente trataron de equiparar el comunismo y el fascismo, considerando a ambos supuestamente formas de “totalitarismo”. En Rusia, el anticomunismo se manifiesta de la siguiente manera: mediante la distorsión de la historia, en la propaganda oficial antisoviética, en el cambio de nombres de las ciudades y las calles que tenían nombres de revolucionarios y héroes soviéticos, en la cancelación de las festividades establecidas en época soviética y en la reintroducción de la antigua bandera nacional procedente de la época de la Rusia zarista que era utilizada por las unidades militares colaboracionistas del general Vlasov durante la 2ªGM.

Como ya se ha mencionado, la principal característica del fascismo como política es el rechazo de las instituciones democráticas y el uso métodos abiertamente terroristas de política estatal. Al mismo tiempo, tanto los EEUU como los países de la OTAN conservan, de forma reducida, los elementos de democracia burguesa en su política interna, mientras en su política internacional pisotean todas las normas de la democracia. Para describir la situación podemos recordar esta frase de Lenin: “frente a nosotros está el imperialismo completamente desnudo, que ni siquiera necesita cubrirse mientras piensa que es espléndido”. En su política internacional, que constituye una parte integral de la dictadura burguesa, el imperialismo más que nunca recurre a medidas de abierta violencia y masacre. Varios acontecimientos de este tipo ya han sido mencionados: Yugoslavia, Irak, Libia, Siria. El capital transnacional financiero ha estado intentanto añadir a Ucrania a la lista.

Las artificialmente incrementadas tensiones en Oriente Próximo son especialmente amenazantes debido a las políticas fascistas llevadas a cabo allí por los principales Estados imperialistas. La forma más adecuada para describir la actual situación es utilizar la expresión, corroborada científicamente y establecida en el periodismo político ruso, de “facismo exportado”. El fascismo exportado es una política imperialista abiertamente terrorista de violencia y derramamiento de sangre tendente a asegurar los intereses del imperialismo mundial con el capital financiero en su núcleo, ignorando el derecho internacional. No debemos pasar por alto la existencia de esta moderna forma de fascismo.

Desgraciadamente, varios camaradas, tanto en Rusia como en otros países, incluyendo a representantes de ciertos partidos comunistas, no reconocen la validez de esta conclusión al tiempo que discuten sobre si es correcta la definición del fascismo sobre la que esta conclusión se basa. Tienen bastante razón cuando afirman que no todo acto violento del imperialismo significa fascismo y que los actos de agresión imperialista también existían en la época de la URSS. Es verdad que las fuerzas imperialistas realizaron intervenciones y comenzaron guerras incluso antes de la aparición del fascismo, así como después de su derrota en la 2ªGM. Se produjo la ocupación de Palestina y de ciertos territorios de Siria y Líbano, un 40% del territorio de Chipre fue ocupado, de acuerdo con una decisión de la ONU se desató la guerra imperialista en Corea, hubo una guerra imperialista en Vietnam, etc. Los imperialistas cometieron cientos de crímenes en África, América Latina y Europa. En Grecia hubo una intervención militar imperialista del Reino Unido y los EEUU que fue seguida de una sangrienta guerra civil. ¿Por qué no describimos esos actos de agresión como manifestaciones del fascismo, considerando que, para referirnos a los que han ocurrido tras la caída de la URSS y el sistema socialista, hemos adoptado la definición de “fascismo exportado”? ¿No demuestran todos estos hechos que hay un incremento de la agresividad del más reaccionario imperialismo, más que la existencia de un “fascismo exportado”?

Por resumir, vemos algunos de estos actos de agresión exactamente como fascismo (por ejemplo en Grecia), mientras no consideramos como tales otros, como si no correspondiesen a la definición del fascismo. Consideremos el tema con más detalle.

Primero recordemos que la más importante característica del fascismo en términos de política es la eliminación de las instituciones democráticas y el uso de métodos abiertamente terroristas de política estatal. Incluso en la época de la URSS existieron obvias manifestaciones de fascismo correspondientes a la definición. En Chile, por ejemplo, el poder estatal pertenecía a los fascistas, lo mismo se puede decir del régimen de los coroneles en Grecia.

El fascismo es una dictadura abiertamente terrorista de los más reaccionarios elementos del capital financiero, pero éste no tiene por qué ser siempre capital local, indígena, y no tiene por qué siempre establecerse durante largos períodos. En la mayoría de los casos, la dictadura de la burguesía será nuevamente ocultada bajo el disfraz de las formas democrático-burguesas.

En la historia moderna de Rusia, el fascismo se manifestó en octubre de 1993 mediante el bombardeo al Parlamento. Una vez llevada a cabo la operación que necesita el imperialismo, la dictadura del capital financiero es libre de volver a ponerse los ropajes de la democracia burguesa, pues tanto el fascismo como la democracia burguesa son formas de aplicación de la dictadura de la burguesía.

Si lo comparamos con la situación actual, en los tiempos de la URSS la democracia burguesa (la dictadura de la burguesía) tenía que respetar las normas de la democracia y del derecho internacional con más precisión y abstenerse de utilizar la política fascista con demasiada frecuencia.

También debemos considerar muy cuidadosamente la siguiente cuestión: ¿no es probable que realicemos una distinción entre Estados imperialistas “malos” (“fascistas”, “neo-fascistas”) y “buenos”? Esto se vincula con otro asunto: algunos de los camaradas consideran que los llamamientos a crear frentes “anti-fascistas” junto con todo “el pueblo progresista y honesto” independientemente de su clase no difiere mucho de los vulgares sentimientos anti-americanos expresados por una serie de oportunistas, empezando por los fans de Chávez y finalizando por los que apoyan a Putin en Rusia. ¿No supone tal posición una amenaza para el movimiento comunista y para la clase obrera al crear  confusión con los intentos de elaborar políticas de “mejora” del imperialismo, de disociar al imperialismo de las “fuerzas fascistas”? ¿No oímos los llamamientos para entrar en alianzas con  fuerzas que no tienen nada que ver con la causa del Socialismo? ¿No hay, en esencia, un riesgo real de apoyar a quienes defienden el fortalecimiento de los vínculos con los oportunistas, social-demócratas y partes de la burguesía, todo ello en nombre de la lucha contra el fascismo? ¿No se nos ofrece elegir un imperialismo mejor? ¿Significa eso que en caso de conflicto militar regional o general el movimiento comunista tendrá que apoyar a ciertos Estados imperialistas porque los otros sean considerados “fascistas”? Recordemos que Lenin inistió en muchas de sus obras en que “la clase obrera, si es consciente, no apoyará a ningún grupo de depredadores imperialistas” (ibid. pp. 335-336). Estas preguntas son claras y están justificadas, aunque no son fáciles de contestar. Requieren una respuesta de fondo.

Aquí van nuestras respuestas: sobre la base de los intereses de la clase obrera y para garantizar unas mejores condiciones para el desarrollo de la lucha de clases, el movimiento comunista debería oponerse a toda expresión fascista del imperialismo, y no tomar partido por ningún grupo imperialista, tal como hicieron los partidos pertenecientes a la Comintern y la URSS, que llevó a cabo una alianza temporal con los Estados de la coalición contra Hitler, coalición que tenía como objetivo la derrota del fascismo lo antes posible. Sería totalmente inaceptable ignorar o despreciar esta experiencia histórica. No apoyamos a ningún grupo, sólo estamos intentando decir que la oposición al fascismo ayuda a los intereses a largo plazo del proletariado. En el caso de que consigamos hacerlo, seríamos capaces de utilizar las fuerzas de algunos movimientos democrático-burgueses contra el fascismo. Por favor, ¡tengan en cuenta que aquí nos referimos al fascismo según la definición de la Comintern! Quienes están de acuerdo con esto son nuestros aliados. Tanto los movimientos anti-americanos como los anti-imperialistas no puede ser definidos como no clasistas bajo las condiciones en que el capital financiero norteamericano lleva a cabo operaciones tendentes a desmantelar regímenes democrático-burgueses en otros países mediante mecanismos de abierta dictadura terrorista, arrojando así a los pueblos de estos países de vuelta a estadíos mucho menos favorables para la revolución socialista en comparación con los que había antes de la intervención fascista.

Nosotros no separamos un “mal” imperialismo de uno “bueno”, sólo afirmamos que el fascismo es un producto del imperialismo, la forma de la reacción burguesa. Aun así, debemos entender con claridad que tal forma no es obligatoria para todo Estado imperialista. Durante la 2ªGM el imperialismo estaba en Alemania, EEUU y Gran Bretaña, y aun así no decimos que el imperialismo de la coalición contra Hitler fuera bueno, sólo decimos que fueron aliados de la URSS en la lucha contra el fascismo. Creemos que todavía es posible y necesario intentar meter una cuña en el imperialismo con el uso de la lucha anti-fascista tal como hizo la URSS, y que es bastante inaceptable ignorar esta exitosa experiencia del pasado.

Debemos instar a la democracia burguesa a oponerse al fascismo, dado que el fascismo también la aplasta Stalin solía decir que no queda nadie capaz de tomar la bandera de la democracia que fue arrojada al barro, salvo los comunistas.

No hay duda de que también debemos responder al injusto reproche que nos acusa de una consideración separada de la política interna e internacional de los Estados imperialistas. Tanto la política interna como internacional de un Estado imperialista va dirigida a poner en práctica la dictadura de la burguesía imperialista, y aquí está su unidad y continuidad. Por eso Lenin solía insistir en que “no hay mayor error que separar la política interna de la internacional. Durante la guerra, en cada momento se hace más obvia la enormidad de tal error. Al mismo tiempo, la burguesía se esfuerza por introducir y apoyar esta idea”(ibid., vol. 32, p. 335).

Con toda responsabilidad podemos contestar a nuestros camaradas que no estamos separando la política interna de la internacional. Es al contrario: insistimos en que el fascismo es un producto interno del imperialismo, y que la manifestación de la esencia reaccionaria del imperialismo en la política interna puede diferir de la del terreno internacional. Declaramos que los activos intentos del capital financiero norteamericano y europeo occidental para garantizar sus intereses por medios fascistas de terrorismo abierto se han hecho mucho más frecuentes. En el caso de que la política interna de los nacional-socialistas alemanes no hubiera sido terrorista, con toda la agresión dirigida hacia afuera, aun así habrían seguido siendo fascistas. Para continuar con el análisis hay que plantearse las siguientes preguntas lógicas:

a)¿Vamos a vincular el desencadenamiento de guerras imperialistas a una forma específica de dictadura burguesa, o esto se aplica a todas las formas de la misma?

b)¿Hacemos diferencias entre las guerras que rompen el derecho internacional y las que no lo hacen? ¿Es plausible diferenciar las guerras de esta manera?

c)¿Existe alguna contradicción en el texto cuando, por una parte, instamos a “mantener la ortodoxia” y, por otra, “invitamos a todo el pueblo progesista y honesto a unirse en frentes anti-fascistas”?

Aquí respondemos a estas preguntas sobre la base de la ciencia marxista:

a)Insistimos en que el imperialismo siempre está preñado de guerras, mientras el fascismo es únicamente una variante de la aplicación de la dictadura burguesa. Las democracias burguesas llevan a cabo guerras entre ellas mismas; también desatan guerras contra países más débiles y contra países socialistas. No obstante, tales países no necesariamente llevan a cabo políticas fascistas.

b)No diferenciamos entre las guerras que van contra el derecho y las que no. Extraemos nuestras conclusiones sobre la base de la definción de Lenin cuando dice que las guerras son producto de las contradicciones entre imperialistas, como lucha militar entre clases, naciones o Estados. Aun así, insistimos en que podría haber guerras que están justificadas para algunos pueblos y Estados, pero esto no tiene nada que ver con el derecho burgués.

c)La ortodoxia no excluye el análisis de las actitudes de las capas sociales y de los Estados hacia distintos asuntos, en nuestro caso sobre el fascismo; más que eso,  aquí nos referimos al fascismo que se corresponde con la definición científica, es decir, la de la Comintern. La táctica de los frentes populares de la Comintern fue básicamente correcta.

Hay todavía muchas preguntas, esto únicamente prueba el hecho de que este asunto es, sin duda, extremadamente de actualidad. Algunos de los camaradas señalan que el fascismo, no considerado en general, sino en su forma particular de nazismo, utiliza el racismo y el chovinismo en su ideología, mientras que esto no lo podemos ver en el caso de los EEUU y sus aliados. Estos camaradas expresan el temor a que la política de forjar alianzas con las democracias burguesas para ir contra el fascismo encubierto podría llevar a políticas de seguidismo de los acontecimientos en el trabajo práctico de los comunistas. Algunos de los camaradas ven una mayor amenaza fascista en los movimientos nacionalistas de Rusia (como el “Movimiento contra la Inmigración Ilegal”) o de Grecia (“Amanecer Dorado”) y algunos otros países, y llegan a la injustificada conclusión de que la introducción del concepto del “fascismo exportado” supuestamente sólo para complicar innecesariamente las cosas.

Contestamos a esto que ni la definición de la Cominter ni el concepto de “fascismo exportado” excluyen la posibilidad de manifestaciones del fascismo dentro de los países. El hecho de que el partido “Amanecer Dorado” esté patrocinado por el capital griego, así como sus propias actividades prácticas, evidencian el hecho de que aquí estamos tratando con la creación de las condiciones previas necesarias para el fascismo basado en el nacionalismo burgués en Grecia.

La masacre de trabajadores en Kazajistán en 2011 fue una manifestación de fascismo. El bombardeo contra el Soviet Supremo de Rusia en 1993 fue también una manifestación de fascismo. Hoy en día uno puede detectar las clásicas características del fascismo en las acciones del denominado “nuevo régimen” de Kiev y sus operaciones de castigo contra la población del Sudeste de Ucrania, régimen que ha sido dirigido por el capital financiero. Tras todas estas manfestaciones de la dictadura terrorista se esconden los intereses del gran capital financiero imperialista. Bajo estas condiciones es totalmente inaceptable cerrar los ojos deliberadamente a las manifestaciones del fascismo.

Estamos agradecidos por todos los argumentos presentados ante nosotros y ésta es nuestra respuesta: estamos preparados para discutir si la expresión “fascismo exportado” es pertinente o no, y no es siempre fácil traducir su significado en ruso, que presume la manifestación internacional de una característica interna. Nos gustaría insistir en que de ninguna manera pensamos que todo el mundo debería describir este hecho en los mismos y exactos términos; no obstante, insistimos en que este hecho debe reconocerse como real. En lo que se refiere a la esencia de este hecho, que nunca se había observado antes, nos gustaría clarificar y señalar nuevamente las siguientes características:

-estas políticas expresan en primer lugar los intereses de todo el capital financiero internacional, su objetivo es rescatar el sistema basado en la creciente dominación de las corporaciones transnacionales en los períodos de desplome cíclico;

-estas manifestaciones representan, sin duda, el producto interno del propio imperialismo, mientras se va haciendo cada vez más realidad a nivel internacional;

-aquí no vemos sólo actos de violencia ordinaria del imperialismo, sino actos del imperialismo controlado por el capital financiero más reaccionario que descarta todas las normas del derecho y la justicia internacionales;

-la ideología del racismo, típica de los fascistas del siglo anterior, se presenta aquí mediane la representación de todas las naciones, junto con sus correspondientes gobiernos, como subdesarrolladas, no democráticas, incluso marginadas;

-los torrentes de demagogia social prueban que todo se hace en beneficio de la democracia y respetando los derechos humanos en su interpretación burguesa occidental.

Las capas pequeñoburguesas, debido a su naturaleza dual que describen muchas veces Lenin y los bolcheviques, todavía constituyen la base de la masa del fascismo, tal como ocurrió en el siglo pasado. La naturaleza terrorista de la dictadura de los círculos más reaccionarios del capital financiero se intensifica aún más con el extremismo, característico del “temperamento” político de la pequeña burguesía, propensa a ataques de histeria en los períodos de crisis debido al miedo a perder su estatus. Estos miedos se manifiestan en todas las alianzas de estos pequeños propietarios, sean alianzas con la clase obrera o con la burguesía. El extremismo y el aventurerismo característico de esta clase también tienen su raíz en su naturaleza dual, esto es, en la inestabiliad de su estatus económico. Por una parte existe la posibilidad de que se unan a la clase de los explotadores, lo que explica su aventurerismo; por otra parte, hay una mucho mayor posibilidad de que fracasen y se unan a las filas del proletariado, privados de todo medio de producción. Exactamente esta intestabilidad hace nacer el aventurerismo y la predominancia de los extremos en el temperamento de esta clase. No es posible ignorar las actitudes de esta clase cuando se discuten los peligros del fascismo en el mundo moderno. Al ser parte del pueblo trabajador son probables y deseados aliados de los explotados, pero al mismo tiempo el capital también lucha por tenerlos a su lado, ya que poseen propiedad privada.

Todas estas características sumadas nos ofrecen una base fiable para describir las políticas internacionales del imperialismo encabezado por los EEUU como fascistas.

Desgraciadamente, los argumentos de algunos camaradas que expresan su desacuerdo son más bien pruebas de su incapacidad para adherirse a definiciones precisas. Por lo que parece, tales autores están de acuerdo con la definición de fascismo como abierta dictadura terrorista de los más reaccionarios círculos del capital financiero, es decir, reconocen que el fascismo es un tipo de política, no obstante, inmeditamente después de eso, comienzan a considerarlo erróneamente como un simple tipo de ideología. Aquí podemos ver cómo ignoran el hecho de que esto es exactamente una abierta, es decir, no disfrazada por ningún procedimiento democrático, dictadura terrorista que se opone no sólo a los movimientos obreros y comunistas, sino también a la democracia burguesa de la misma manera en que el fascismo alemán e italiano se opusieron a las democracias burguesas norteamericana y británica. Decimos que el fascismo que ha crecido en el seno de los EEUU y otros países imperialistas no se manifiesta abiertamente dentro de esos países, pero que sí está presente en sus políticas internacionales. Al mismo tiempo, nuestros oponentes opinan que si no hay manfiestaciones abiertas de fascismo dentro de los EEUU, tampoco las hay en sus políticas internacionales. Al mismo tiempo, les gusta describir como fascistas a los movimientos nacionalistas en Rusia y Grecia, cuando tales tales movimientos están siendo promovidos en el seno de la democracia burguesa. Recordemos que tales movimientos podrían observarse en los tiempos de la Rusia zarista y que sugieron en formas tan horribles como los progromos contra los judíos llevados a cabo por los miembros de las denominados “Centurias Negras”. No obstante, tales movimientos no pueden ser descritos como fascistas. Los oponentes rechazan ver que, por ejemplo, en Irak, el fascismo norteamericano destruyó un Estado reaccionario, pero aún democrático burgués, mientras prestaba poca atención a la destrucción del movimiento comunista local.

Las preocupaciones sobre que la cooperación para la lucha contra el fascismo pueda hacer a los comunistas ponerse detrás de los social-demócratas son aún más divertidas. En 1917, los bolcheviques lucharon contra el intento de un golpe contrarrevolucionario de general Kornílov, que era más reaccionario que el Gobierno Provisional, y esto no quiso decir que se pusieran tras el gobierno. Stalin entró en la alianza con los EEUU y Gran Bretaña contra los nazis alemanes, y nadie puede decir que esto hizo a la URSS ponerse detrás de Roosevelt y Curchill.

Nuevamente instamos a los partidos comunistas y obreros a escuchar la voz de la teoría, a estudiar la experiencia de la Comintern. Todas las fuerzas anti-fascistas que entienden el fascismo según la definición de la Comintern y que luchan actualmente contra la agresión en Siria, contra la continua ocupación de tierras palestinas y sirias por Israel, contra las operaciones de castigo de la junta de Kiev en el Sudeste de Ucrania, contra las amenazas a Irán y a la República Popular Democrática de Corea, todas estas fuerzas deberían estar unidas al llevar a cabo tareas comunes. Todas aquellas personas progresistas y honestas deben estar unidas y dirigidas a repeler el resurgimiento y avance internacional del fascismo. Los comunistas atribuyen a esta lucha una naturaleza de clase claramente expresada. Para dejar clara nuestra posición, podríamos cambiar un poco la famosa frase de Lenin relativa al oportunismo: la lucha con el fascismo es una frase vacía y falsa si no va indisolublemente ligada a la lucha contra el imperialismo.

Bajo las actuales condiciones de avance de la reacción y manifestaciones intensificadas de fascismo, los comunistas tienen que mantener la ortodoxia y continuar luchando contra el imperialismo en todos los frentes y en todos los países. Esta lucha, como Lenin dice,  “debe ir indisolublemente ligada a la lucha contra el oportunismo”. La situación actual del movimiento comunista mundial es de desacuerdo y vacilación, de sesgo derechista. Por eso es absolutamente esencial echar un vistazo a las obras de Lenin. Tal necesidad es aún más obvia cuando recordamos la comparecencia de partidos (como el PC de EEUU) que han tomado toda la teoría del comunismo y únicamente han dejado en pie un concepto de opción comunista y la tradición histórica. Otros partidos han abandonado los símbolos tradicionales comunistas como la hoz y el martillo (PC Francés) considerándolos supuestamente obsoletos. También hay partidos que proclaman que el límite para las revoluciones se ha alcanzado (PCFR, Rusia). Algunos partidos consideran que defender los derechos de las minorías sexuales es su más importante tarea (Partido de la Refundación Comunista de Italia, PC Francés y algunos otros partidos de la Izquierda Europea). Todos ellos evitan silencionsamente reconocer que existe una necesidad de establecer la dictadura del proletariado, mientras defienden la pertinencia de mejorar el sistema burgués mediante la participación en distintos gobiernos de centro-izquierda de “confianza popular”. Son defensores del socialismo de mercado. Esto es, los desórdenes ideológicos y organizativos son muy obvios. El mejor ejemplo de distorsión del marxismo puede encontrarse en Francia, donde el una vez glorioso Partido Comunista está orgulloso de haber ayudado al socialista F. Hollande a ganar las últimas elecciones presidenciales. Este presidente “de izquierda”, posteriormente ha legalizado los matrimonios homosexuales e insistido en el inmediato castigo a Siria. La clase obrera no necesita tal seudo-marxismo. Hemos criticado al Partido Comunista Francés porque, en lugar de la lucha contra el imperialismo en interés de la clase obrera, ha empezado a luchar por los derechos de los LGTB, llevando así a la clase obrera fuera de la lucha de clases por la vía de la defensa de falsos valores. El PCF ha caído tan bajo como para apoyar a los imperialistas, mientras limita sus actividades al apoyo a las minorías sexuales; no podemos considerar esto sino como un ejemplo de degradación que desacredita al movimiento comunista.

No tenemos todavía una Internacional Comunista. Los encuentros anuales iniciados en 1998 por el Partido Comunista de Grecia representan la forma más conocida de cooperación entre partidos comunistas y obreros. Este año nos reuniremos por 16ª vez. En estos foros participan partidos muy diferentes que constituyen las dos principales tendencias en el desarrollo del movimiento. La primera tendencia pretende ampliar la lista de participantes mediante la invitación a todas las fuerzas de izquierda, es decir, a las organizaciones que se autodenominan populares y de izquierda. La segunda tendencia aboga por la introducción de estrictos límites para la participación de únicamente partidos comunistas. Para aplicar esto se ha sugerido el desarrollo de ciertos criterios estrictos de admisión. Para ayudar a la tarea es recomendable recordar los criterios de admisión a la Comintern elaborados por Lenin. Está claro que no podemos simplemente adoptar los criterios de 1919 y aplicarlos hoy inalterados. No podemos hacerlo sin tener la experiencia de Lenin en el desarrollo de una moderna estrategia y táctica. Para entender lo actual de sus conclusiones hoy bastaría con mencionar algunos de esos requerimientos:

-la retirada de puestos de alguna importancia en el movimiento obrero (organización partidaria, consejo editorial, sindicato, grupo parlamentario, cooperativas, ayuntamientos, etc.) de todos los reformistas y todos los adherentes al “centro”;

-la responsabilidad de denunciar no sólo el abierto social-patriotismo, sino también la falsedad e hipocresía del social-pacifismo;

-la necesidad de una total y decidida ruptura con el reformismo y las políticas del “centro”, promoviendo esta ruptura en los más amplios círculos de militantes;

-la obligatoriedad de llevar a cabo una tenaz lucha contra la “Internacional” de Amsterdam de sindicatos amarillos... la obligación de apoyar por todos los medios la aparición de una asociación internacional de sindicatos rojos cercanos a la Comintern;

-la obligación de revisar la composición de los grupos parlamentarios para retirar a los elementos no fiables, etc.

Y ahora la principal condición: el reconocimiento en la práctica de la Dictadura del Proletariado.

Estas condiciones deben ser estudiadas por todo comunista, y toda organización puede discutir su aplicación bajo las actuales condiciones, incluyendo las actitudes hacia las “honestas elecciones parlamentarias”, la lucha por los gobiernos de centro-izquierda de confianza popular, la prioridad de la consideración de la denominada cuestión nacional, etc. Una cosa está clara: el principio básico del marxismo sigue siendo el mismo. Sólo podemos tratar con los partidos que reconocen la Dictadura del Proletariado, cuando tales partidos no sólo hablan de boquilla (Lenin), sino cuando con normalidad hacen propaganda de la necesidad de la dictadura del proletariado, cuando ayudan al proletariado a organizarse ahora en clase para sí. La lucha contra el oportunismo y el reconocimiento por los comunistas ortodoxos de únicamente aquellos partidos que reconozcan la inevitabilidad de la dictadura del proletarido, no excluye automáticamente a los partidos que expresan visiones pequeñoburguesas de la lista de posibles candidatos para las alianzas anti-fascistas. La lucha conjunta contra la amenaza del fascismo ofrece oportunidades para la creación de asociaciones obreras bajo la forma de frentes populares anti-fascistas y ayuda a establecer formas de gobierno correspondientes, como las de la Democracia Popular.

A menudo se nos reprocha que prestamos demasiada atención a la crítica del oportunismo, tanto en general como un fenómeno a nivel mundial. En particular esto se dice de nuestras críticas al PCFR, y se nos avisa de que usemo nuestra energía más en denunciar al imperialismo en general y a Putin y su régimen. No obstante, consideramos que la actual situación es extraordinaria y tenemos que admitir que somos adversarios ideológicos de algunos de los partidos que se llaman comunistas, basando esta afirmación en las anteriormente citadas directrices de Lenin así como en otras de sus indicaciones: “hay momentos en que hay que hacer una pregunta directa y llamar a las cosas por su nombre, de otra manera existe el riesgo de infligir un daño irreparable tanto al partido como a la revolución”(vol. 35, p.343). La consideración de estos temas se vuelve bastante importante.

Apreciamos altamente la importancia de los Encuentros Internacionales de Partidos Comunistas y Obreros (la lista de Solidnet) y vamos a seguir apoyando este movimiento. Este foro da la oportunidad de conocer las posiciones de otros partidos y expresar las propias. No obstante, no tenemos duda de que es momento de empezar a hablar con franqueza y abiertamente, llamar a las cosas por su nombre en lo que se refiere al oportunismo de todas formas y colores. Debemos fortalecer la unidad de los partidos que se adhieren al marxismo ortodoxo. La publicación de la “Revista Comunista Internacional” puede contribuir a esta causa de lucha ideológica, teniendo en cuenta que los comunistas de nuestra alianza de 11 partidos deben hablar francamente al resto con el lenguaje del comunismo científico en el estilo de Lenin.

¡Deseamos todos los éxitos en esta lucha!

Comentarios de los representantes de “Komunistikí Epiceórisi” (KKE) en el Consejo Editorial de la RCI sobre el artículo “La lucha de los comunistas contra el origen de guerras – El imperialismo”, presentado por el PCOR.

Inicialmente, en el artículo del PCOR se destaca la relación entre el capitalismo y la guerra, sin embargo, muy pronto el artículo se enfoca en la opinión expresada por el PCOR respecto el “fascismo exportado”. Se caracterizan como fascistas algunas de las potencias imperialistas más poderosas (EE.UU., UE). A continuación, el artículo trata de responder a las graves contradicciones que han surgido respecto este análisis. Sin embargo, en nuestra opinión, hay algunos problemas graves en este análisis con los que no podemos estar de acuerdo.

En primer lugar, consideramos que distinguir los estados del sistema imperialista internacional en estados a favor o contra el fascismo y a favor o contra la guerra oscurece las causas que generan y fortalecen la corriente fascista que se encuentran en el propio capitalismo monopolista y dentro de cada país. Así que, no podemos compartir el punto de vista que distingue las potencias imperialistas en “malas” (“fascistas”, “neofascistas”) y en “buenas”, ni tampoco con los llamamientos para la formación de “frentes antifascistas” en dirección aclasista, es decir en alianzas sin criterios de clase social, con todas las “personas progresistas y honestas”. Este punto de vista lleva al desarme del movimiento comunista y de la clase obrera, al abandono de su misión histórica y a la formación de una línea de “limpieza” del imperialismo de las “fuerzas fascistas”. Mientras en varios puntos se hace referencia a la lucha contra el oportunismo y la necesidad de reconocer la dictadura del proletariado, el movimiento comunista está llamado a unir fuerzas con otras fuerzas (incluso burguesas) que no tienen nada que ver con la causa del socialismo. En realidad, en el nombre de la lucha contra el fascismo se allana el camino para la cooperación con el oportunismo, con la socialdemocracia, con sectores de la burguesía. Se allana el camino de elegir a imperialista. Es decir, que en un conflicto regional o general el movimiento comunista se verá a apoyar ciertas potencias imperialistas, en el nombre de que las demás potencias son “fascistas”.

En el artículo se utiliza el término “imperialismo mundial”. Sin embargo, cuando este término se utiliza sin hacer referencia al desarrollo desigual, al antagonismo entre los diversos centros y alianzas imperialistas, se acerca a la teoría del ultra-imperialismo. Según nuestra evaluación, podemos hablar de sistema imperialista mundial, donde cada país participa según la fuerza de su burguesía. En este sistema imperialista hay fuertes rivalidades, así como cooperaciones, entre las clases burguesas. Por otra parte, el término “imperialismo mundial” no sólo oculta esta realidad compleja sino además crea confusión. Porque si “el imperialismo mundial ignora todas las leyes y las normas del derecho internacional”, como dice el artículo, esto significa que otros países capitalistas (p.ej. los países del grupo BRICS) cumplen las “normas del derecho internacional” y de hecho no se integran en el “imperialismo mundial”, y por lo tanto no pertenecen en el “núcleo del capital financiero”. En nuestra opinión, esta posición separa la economía y de la política, ya que hoy día en todos los países capitalistas prevalece el capital financiero, que es la fusión del capital industrial con el capital bancario. Prevalecen los monopolios que es una característica básica del capitalismo monopolista, es decir del imperialismo.

Además, en el artículo existen varias contradicciones. Así por ejemplo, algunas potencias imperialistas se denuncian como “fascistas” y como “fuente” del llamado “fascismo exportado” porque violan y no respetan el derecho internacional. El articulo evalúa que “el fascismo exportado es una política terrorista imperialista abierta de violencia y de derramamiento de sangre para que se garanticen los intereses del imperialismo mundial, que ignora todas las demás leyes y normas del derecho internacional y que tiene en su núcleo el capital financiero”. Al mismo tiempo, en otro punto del artículo se estima que “podría haber guerras que están justificadas para algunos pueblos y estados, pero esto no tiene nada que ver con el derecho burgués”. Sin embargo, el derecho internacional es también parte del derecho burgués. Mientras existía la URSS y los demás países socialistas su elaboración fue el resultado de la correlación de fuerzas entre el capitalismo y del socialismo, que sin embargo seguía siendo negativo y se cometían crímenes imperialistas. Después del derrocamiento del socialismo, el derecho internacional está determinado exclusivamente como resultado de la correlación de fuerzas entre los estados capitalistas, se hace más reaccionario y se utiliza por las potencias imperialistas  a su antojo, en el marco de sus rivalidades y a expensas de los pueblos.

Además, en el artículo existen puntos de vista confusos y contradicciones respecto la separación entre la política interna y exterior de los estados burgueses, así como respecto las causas que dan lugar al fenómeno del fascismo.

Aunque en el artículo se hace un esfuerzo para justificar la definición del fascismo que dio la Internacional Comunista en 1935, consideramos que los enfoques anteriores que mencionamos anteriormente, no derivan de esta definición. Además, queremos recordar que la Internacional Comunista antes de dar esta definición del fascismo, en su Programa (1928) había dado otra definición, en que destacaba entre otras cosas que “este proceso de ofensiva de la reacción burgués-imperialista adopta, en condiciones históricas determinadas, la forma del fascismo”, mientras que las características del fascismo se analizan detalladamente en la Resolución sobre la situación internacional en el 6º Congreso de la Internacional Comunista (1928). Sin embargo, en el artículo no se toma en consideración dicha posición y sino la definición que fue formulada en otras condiciones históricas, cuando las potencias imperialistas planeaban la eliminación del único estado socialista en el mundo, mientras que por su parte la URSS trataba de crear una ruptura en las potencias imperialistas y beneficiarse de sus contradicciones. Por lo tanto, esta definición se desprende de las condiciones históricas en que surgió y se hace un esfuerzo a utilizarse de manera anticientífica y mecanicista en las condiciones actuales. No podemos estar de acuerdo con este enfoque.

Por último, consideramos que la crisis del movimiento comunista, que es una crisis ideológica, política y organizativa, en condiciones en que el oportunismo es fuerte, no se confronta con caracterizaciones. Se requiere una confrontación ideológica y política fundamentada y esto nos obliga a desarrollar una estrategia revolucionaria, posiciones, argumentos de nuestros partidos, elaborar más nuestro análisis. Porque, al contrario, la lucha contra el oportunismo será un lema vacío, no será eficaz.


[1] Asamblea Permanente del Consejo de Europa (N. del T.)

Comentarios de los representantes de “Kommounistiki Epitheorisi” (KKE) en el Consejo Editorial de la RCI sobre el artículo “La lucha de los comunistas contra el origen de guerras – El imperialismo”, presentado por el PCOR.


Kommounistiki Epitheorisi

Inicialmente, en el artículo del PCOR se destaca la relación entre el capitalismo y la guerra, sin embargo, muy pronto el artículo se enfoca en la opinión expresada por el PCOR respecto el “fascismo exportado”. Se caracterizan como fascistas algunas de las potencias imperialistas más poderosas (EE.UU., UE). A continuación, el artículo trata de responder a las graves contradicciones que han surgido respecto este análisis. Sin embargo, en nuestra opinión, hay algunos problemas graves en este análisis con los que no podemos estar de acuerdo.

En primer lugar, consideramos que distinguir los estados del sistema imperialista internacional en estados a favor o contra el fascismo y a favor o contra la guerra oscurece las causas que generan y fortalecen la corriente fascista que se encuentran en el propio capitalismo monopolista y dentro de cada país. Así que, no podemos compartir el punto de vista que distingue las potencias imperialistas en “malas” (“fascistas”, “neofascistas”) y en “buenas”, ni tampoco con los llamamientos para la formación de “frentes antifascistas” en dirección aclasista, es decir en alianzas sin criterios de clase social, con todas las “personas progresistas y honestas”. Este punto de vista lleva al desarme del movimiento comunista y de la clase obrera, al abandono de su misión histórica y a la formación de una línea de “limpieza” del imperialismo de las “fuerzas fascistas”. Mientras en varios puntos se hace referencia a la lucha contra el oportunismo y la necesidad de reconocer la dictadura del proletariado, el movimiento comunista está llamado a unir fuerzas con otras fuerzas (incluso burguesas) que no tienen nada que ver con la causa del socialismo. En realidad, en el nombre de la lucha contra el fascismo se allana el camino para la cooperación con el oportunismo, con la socialdemocracia, con sectores de la burguesía. Se allana el camino de elegir a imperialista. Es decir, que en un conflicto regional o general el movimiento comunista se verá a apoyar ciertas potencias imperialistas, en el nombre de que las demás potencias son “fascistas”.

En el artículo se utiliza el término “imperialismo mundial”. Sin embargo, cuando este término se utiliza sin hacer referencia al desarrollo desigual, al antagonismo entre los diversos centros y alianzas imperialistas, se acerca a la teoría del ultra-imperialismo. Según nuestra evaluación, podemos hablar de sistema imperialista mundial, donde cada país participa según la fuerza de su burguesía. En este sistema imperialista hay fuertes rivalidades, así como cooperaciones, entre las clases burguesas. Por otra parte, el término “imperialismo mundial” no sólo oculta esta realidad compleja sino además crea confusión. Porque si “el imperialismo mundial ignora todas las leyes y las normas del derecho internacional”, como dice el artículo, esto significa que otros países capitalistas (p.ej. los países del grupo BRICS) cumplen las “normas del derecho internacional” y de hecho no se integran en el “imperialismo mundial”, y por lo tanto no pertenecen en el “núcleo del capital financiero”. En nuestra opinión, esta posición separa la economía y de la política, ya que hoy día en todos los países capitalistas prevalece el capital financiero, que es la fusión del capital industrial con el capital bancario. Prevalecen los monopolios que es una característica básica del capitalismo monopolista, es decir del imperialismo.

Además, en el artículo existen varias contradicciones. Así por ejemplo, algunas potencias imperialistas se denuncian como “fascistas” y como “fuente” del llamado “fascismo exportado” porque violan y no respetan el derecho internacional. El articulo evalúa que “el fascismo exportado es una política terrorista imperialista abierta de violencia y de derramamiento de sangre para que se garanticen los intereses del imperialismo mundial, que ignora todas las demás leyes y normas del derecho internacional y que tiene en su núcleo el capital financiero”. Al mismo tiempo, en otro punto del artículo se estima que “podría haber guerras que están justificadas para algunos pueblos y estados, pero esto no tiene nada que ver con el derecho burgués”. Sin embargo, el derecho internacional es también parte del derecho burgués. Mientras existía la URSS y los demás países socialistas su elaboración fue el resultado de la correlación de fuerzas entre el capitalismo y del socialismo, que sin embargo seguía siendo negativo y se cometían crímenes imperialistas. Después del derrocamiento del socialismo, el derecho internacional está determinado exclusivamente como resultado de la correlación de fuerzas entre los estados capitalistas, se hace más reaccionario y se utiliza por las potencias imperialistas a su antojo, en el marco de sus rivalidades y a expensas de los pueblos.

Además, en el artículo existen puntos de vista confusos y contradicciones respecto la separación entre la política interna y exterior de los estados burgueses, así como respecto las causas que dan lugar al fenómeno del fascismo.

Aunque en el artículo se hace un esfuerzo para justificar la definición del fascismo que dio la Internacional Comunista en 1935, consideramos que los enfoques anteriores que mencionamos anteriormente, no derivan de esta definición. Además, queremos recordar que la Internacional Comunista antes de dar esta definición del fascismo, en su Programa (1928) había dado otra definición, en que destacaba entre otras cosas que “este proceso de ofensiva de la reacción burgués-imperialista adopta, en condiciones históricas determinadas, la forma del fascismo”, mientras que las características del fascismo se analizan detalladamente en la Resolución sobre la situación internacional en el 6º Congreso de la Internacional Comunista (1928). Sin embargo, en el artículo no se toma en consideración dicha posición y sino la definición que fue formulada en otras condiciones históricas, cuando las potencias imperialistas planeaban la eliminación del único estado socialista en el mundo, mientras que por su parte la URSS trataba de crear una ruptura en las potencias imperialistas y beneficiarse de sus contradicciones. Por lo tanto, esta definición se desprende de las condiciones históricas en que surgió y se hace un esfuerzo a utilizarse de manera anticientífica y mecanicista en las condiciones actuales. No podemos estar de acuerdo con este enfoque.

Por último, consideramos que la crisis del movimiento comunista, que es una crisis ideológica, política y organizativa, en condiciones en que el oportunismo es fuerte, no se confronta con caracterizaciones. Se requiere una confrontación ideológica y política fundamentada y esto nos obliga a desarrollar una estrategia revolucionaria, posiciones, argumentos de nuestros partidos, elaborar más nuestro análisis. Porque, al contrario, la lucha contra el oportunismo será un lema vacío, no será eficaz.