La guerra imperialista y la paz imperialista: el impacto de la 1ª Guerra Mundial y el Tratado de Trianon en nuestro tiempo


Partido Obrero Húngaro

El próximo centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial (IGM) se está convirtiendo gradualmente en un asunto importante en las luchas ideológicas y políticas húngaras. Los dos sectores de la clase capitalista húngara – el cristiano-conservador y el social-liberal – intentan utilizarlo para su propio beneficio.

Las fuerzas cristiano-conservadoras, encabezadas por el actual gobierno, quieren demostrar la grandeza de la Hungría histórica, quieren crear un puente histórico-intelectual entre la monarquía Austro-Húngara, la época de Horthy y el actual sistema cristiano-conservador.

Por el contrario, las fuerzas social-liberales quieren utilizar el centenario para demostrar que no fue toda Hungría, en términos generales, la culpable de la pérdida de la guerra mundial y del Tratado de Trianon, sino la élite política de entonces. De ahí se concluiría que, de los actuales problemas de Hungría, sólo es responsable la actual élite cristiano-conservadora, concretamente la coalición gobernante del partido Fidesz y del Partido Popular Cristiano-Demócrata (KDNP, en sus siglas en húngaro).

Los actos del centenario están repletos de interferencias ideológicas y políticas referidas a nuestro tiempo. No es una coincidencia, en primavera de 2014 se celebran las elecciones parlamentarias y hay mucho en juego: ¿seguirán las fuerzas conservadoras en el poder, fuerzas que rompieron drásticamente con las anteriores políticas liberales? ¿O volverán las fuerzas social-liberales tras una pausa de cuatro años?

Las fuerzas capitalistas utilizan la celebración del centenario para enturbiar y difamar ante las nuevas generaciones la importancia histórica del movimiento comunista formado tras la IGM, de la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917 y de la República Soviética Húngara de 1919, así como para debilitar a las actuales fuerzas anticapitalistas.

El Partido Obrero Húngaro no puede abandonar la lucha en torno al centenario de la IGM. En la nueva situación actual tenemos que proteger con nuevos argumentos y nuevos métodos nuestros análisis marxista-leninistas sobre el origen de la guerra y la conexión entre el imperialismo y la guerra. Tenemos que mostrar que el imperialismo también hoy causa guerras y que las razones de ello pueden encontrarse en la crisis del actual sistema capitalista. Tenemos que mostrar que las guerras imperialistas van seguidas de las paces imperialistas. No fue diferente hace cien años y es lo mismo hoy.

Hungría y la 1ª Guerra Mundial. Hechos.

En el centenario de la IGM los medios hablan fundamentalmente de las grandes potencias y países como Hungría no llegan a estar en el centro de atención, así que veamos algunos hechos. ¿Cómo entró Hungría en la guerra y cuáles fueron las consecuencias?

 

El 23 de julio de 1914 se celebró una reunión del gobierno del Reino de Hungría, dirigida por su primer ministro, el conde István Tisza. El gobierno tomó nota del hecho de que, tras el asesinato en Sarajevo, el embajador austro-húngaro, barón Wladimir Giesl, había dado un ultimátum al gobierno real serbio, al que debía responder antes de las 18 horas del 25 de julio. El ultimátum hacía responsable al gobierno serbio y a sus autoridades del asesinato de Sarajevo. También recordaba las obligaciones anteriores del Reino de Serbia y acusaba al gobierno serbio de tolerar y alimentar al Movimiento de la Gran Serbia. Exigía que el gobierno publicara en su diario oficial un anuncio - con un contenido concreto en un momento concreto – que condenase al Movimiento de la Gran Serbia. También debía comunicarse al ejército bajo la forma de una orden real.

Toda la propaganda contra la Monarquía debía desaparecer de la educación, la administración pública y el ejército. Las organizaciones nacionalistas e irredentistas, como la Narodna Odbrana, debían ser disueltas. Pero los puntos 5º y 6º  del ultimátum eran los que más herían la dignidad del país soberano. La Monarquía exigía que delegados del gobierno austro-húngaro participasen en la represión contra el movimiento subversivo que luchaba contra la integridad territorial de la Monarquía y que fuera investigado en territorio serbio. ¡No es extraño que estas exigencias suenen familiares y hoy nuevamente sean utilizadas por algunas grandes potencias!

El primer ministro serbio, Nikola P.  Pašić, se dirigió al pueblo serbio: “El gobierno serbio, consciente de que cumple vuestros deseos y exigencias de salvar la paz mundial y de que esas aspiraciones no son sólo de Serbia sino también, estamos seguros, de toda Europa, ha hecho todo lo posible para cumplir las demandas del gobierno Imperial y Real, pero hay cierta línea a partir de la que ningún estado soberano puede hacer más concesiones”[1]. Un anuncio similar podría publicarse hoy y, en muchos casos, es publicado.

El 28 de julio se publicó un manifiesto firmado por Francisco José I, que anunciaba la declaración de guerra a Serbia: “Las intrigas de un oponente malévolo me obligan, en defensa del honor de mi Monarquía, por la protección de su dignidad y su posición como potencia, por la seguridad de sus posesiones, a tomar la espada tras largos años de paz. Con una olvidadiza ingratitud, el Reino de Serbia que, desde los inicios de su independencia como Estado hasta muy recientemente, había apoyado y asistido a mis ancestros, ha marchado durante años por la vía de abierta hostilidad hacia Austria-Hungría”[2]. No insistiremos en los paralelismos pero esta arrogancia de la gran potencia aún existe.

¿Que aportó la IGM a Hungría? Durante los cinco años de guerra lucharon, en el ejército conjunto[3], cuatro millones de soldados húngaros, de los cuales 600.000 murieron. El número de heridos y prisioneros de guerra alcanzó los 1,5 millones. El 18% de la población fue obligado a prestar servicio en el hinterland y, además, la industria de armamento empleó a 800.000 personas. El coste de la guerra para Hungría fue de 7,82 mil millones de dólares de la época. La suma es treinta veces el ingreso estatal de un año medio antes de la guerra.

Tras perder la guerra, Hungría se encontró en una crisis económica, política y social que barrió a la Monarquía. La fundación del Consejo Nacional Húngaro se anunció oficialmente el 25 de octubre de 1918 y su presidente fue el conde Mihály Károlyi.

La clase dirigente húngara no pudo gestionar la guerra y ello generó crisis y desempleo masivo. La situación se agravó por el hecho de que la parte meridional del país fue ocupada por los ejércitos francés y rumano, y la parte septentrional por las tropas checas, mientras la Entente realizaba cada vez mayores exigencias. En esta situación se demostró la impotencia de la clase dirigente húngara. La aristocracia entregó el poder a las fuerzas liberal-burguesas encabezadas por Károlyi. Pocos meses después, se entregó el poder a los social-demócratas. Éstos tampoco pudieron gestionar la situación, por lo que llevaron a los comunistas al poder y se proclamó la República Soviética Húngara.

El poder obrero y campesino húngaro existió durante 133 días. En agosto de 1919 las fuerzas contrarrevolucionarias de la clase terrateniente húngara lo derrocaron con la ayuda de la Entente.

Para Hungría, la I GM se cerró con el Tratado de Trianon del 4 de junio de 1920, que formó parte del sistema de Tratados de Paz de París. La guerra imperialista fue seguida por la paz imperialista. Las potencias de la Entente debilitaron a Alemania y acabaron con su tradicional aliado, el Imperio Austro-Húngaro.

Como resultado del tratado de paz, el Reino de Hungría perdió más de dos tercios de su territorio (que se redujo de 282.000 km² a 93.000 km²). 3,3 millones de húngaros se quedaron fuera de las fronteras del nuevo Estado húngaro, de modo que los húngaros se convirtieron en minoría en su patria. En lo relativo a la economía, el 61,4% del territorio del antiguo Reino de Hungría, el 88% de sus bosques, el 62, 2% del sistema de ferrocarriles, el 64,5% de las carreteras, el 83,1% del arrabio, el 55,7% de las fábricas y el 67% de las instituciones bancarias y de crédito pasaron a ser propiedad de países vecinos.

¿Qué espera la clase capitalista húngara del centenario?

El sector cristiano-conservadora de la clase capitalista húngara otorga gran importancia al centenario y así se expresa en la política cultural del gobierno Fidesz-KDNP, encabezado por Viktor Orbán, en el poder desde 2010. ¿De qué trata esto? “En lugar de hacerlo desde una perspectiva europeo-occidental, deberíamos contemplar los acontecimientos desde una perspectiva europeo-oriental”[4]- Mária Schmidt, directora del Museo de la Casa del Terror, una de las “historiadoras cortesanas” de la actual élite política, da en el blanco. “El objetivo es crear una saludable identidad nacional y una saludable memoria nacional”[5]- añade Judit Hammerstein, Vicesecretaria de Estado para Asuntos Culturales.

¿Qué es lo que quiere el gobierno cristiano-conservador? En primer lugar, liberar a la opinión pública de “los restos intelectuales del pasado comunista”. Por ejemplo, ¡olvidémonos de la tesis de que la Primera Guerra Mundial fue una gran lucha de potencias imperialistas y de que los caídos en las batallas fueron las víctimas de una guerra asesina!. Además, ¡es absolutamente indispensable olvidar para siempre que la revolución rusa de 1917 abrió una nueva era en la Historia! En lo tocante a la República Soviética Húngara, actuemos como si nunca hubiera existido.

Al mismo tiempo, el gobierno cristiano-conservador pretende acabar con los enfoques liberal y social-demócrata sobre la IGM y los tratados de posguerra. El gobierno sigue diciendo que Hungría no está en el Este, sino en Europa Central, pero en lo que respecta a la visión global, Hungría es prácticamente Europa Occidental. El gobierno rechaza la visión liberal de que Hungría debería aprender de Occidente. Por el otro lado, tratan de demostrar que Hungría siempre se ha convertido en esclava de Occidente cuando el país ha abandonado su propia vía nacional.

Según la ideología oficial cristiano-conservadora, la IGM fue una guerra patriótica en defensa de la nación. “Quiero decir que la guerra fue en interés de Hungría porque, una vez que comenzó, presentó la posibilidad de defender los intereses húngaros utilizando al ejército. Se debe recordar que los líderes políticos de las tres naciones vecinas (checos, rumanos y serbios), así como los círculos intelectuales que los apoyaban, ya hablaban abiertamente hacía décadas sobre la necesidad de repartir el territorio del Reino de Hungría entre los países vecinos. Sobre esta base podemos declarar que, para Hungría, la IGM fue una guerra de autodefensa en la que Hungría se vio obligada a participar”[6] - dice el historiador Ernő Raffay. Entre 1990 y 1994, Ernő Raffay fue Secretario de Estado para la Defensa en el gobierno de Antall[7], conocido por haber ayudado a los croatas en su secesión de Yugoslavia mediante el suministro secreto de armas a principios de los años noventa.

Las fuerzas cristiano-conservadoras conceptualizan la guerra como una causa nacional común. Siguen haciendo énfasis en que 3,6 millones de hombres fueron llamados a filas al comienzo de la IGM y que 660.000 murieron o desaparecieron. También incluyen a la comunidad judía húngara en la “gran unidad nacional”. Entre los 932.000 judíos ciudadanos, “200.000 israelitas se unieron al ejército, muchos ocuparon puestos de responsabilidad y su número fue alto también entre los generales” - enfatiza Csaba Hende, actual Ministro de Defensa[8]. El Ministerio de Defensa publica nuevamente el “Álbum dorado de los veteranos de guerra judíos húngaros: en memoria de la Guerra Mundial de 1914-1918”. El largo trabajo de más de 500 páginas se publicó por primera vez en 1941 para contrarrestar el creciente sentimiento antisemita.

Las fuerzas cristiano-conservadoras interconectan el asunto de la IGM con el Tratado de Paz que Hungría firmó en Trianon en 1920; es más, enfatizan que la injusticia sufrida por la nación húngara ejerce su influencia hasta el día de hoy.

El gobierno cristiano-conservador quiere que las celebraciones del centenario jueguen un papel importante en la re-evaluación cristiano-conservadora de la Historia húngara. La actual percepción cristiano-conservadora considera a la Monarquía Austro-Húngara (1867-1918) un dechado de virtudes con efectos duraderos hasta nuestra época y presenta ese período como la edad dorada de la prosperidad. La percepción oficial de la Historia contempla la época entre 1920 y 1945 identificándola con la personalidad del entonces gobernante Miklós Horthy, como continuación de la era imperial y real. Según la actual visión oficial, la era Horthy fue un período exitoso de consolidación de la burguesía, de desarrollo burgués. El gobierno Orbán se considera sucesor de la era Horthy.

Las fuerzas liberales culpan de la IGM a la élite política húngara de entonces. La mezcla entre el pasado y el presente es obvia. Según András Gerő, historiador de las fuerzas liberales burguesas, la guerra es un “acontecimiento del destino que la gente únicamente sufre”. Desde el punto de vista liberal, la guerra no es una tragedia común para toda la nación, como dicen los conservadores, sino sólo “de la élite húngara liberal-conservadora-nacionalista de la época”[9]. Según ellos, con el cambio de siglo la élite política húngara perdió su flexibilidad, no llevó a cabo la reforma agraria, no afianzó sus relaciones con las minorías nacionales, no cambió la estructura de la Monarquía y, así, Hungría fue arrastrada a la guerra y la perdió.

Por otro lado, los liberales – igual que los conservadores – quieren hacer un lavado de cara a la clase dirigente húngara de entonces, enfatizando que Hungría se vio forzada a ir a la guerra. Dicen que los húngaros no tenían demandas territoriales, que no querían una guerra, que no querían conquistar naciones vecinas. Incluso el propio István Tisza[10] se opuso a la guerra, pero Hungría – como parte de la Monarquía – no podía quedarse fuera de la guerra. Según ellos, desde el punto de vista húngaro se trató de una verdadera trampa[11].

La celebración del centenario da un gran espacio para las manifestaciones nacionalistas. Muchos historiadores dicen que “Hungría pertenece únicamente a los húngaros”. En lo tocante a los países vecinos, han comenzado a utilizar de nuevo la expresión utilizada hasta 1920: “las Tierras de la Sagrada Corona Húngara”. Según la percepción oficial, los soldados húngaros fueron héroes en la guerra. Para 2018, centenario del final de la IGM, deberá estar lista una base de datos de sacrificios militares húngaros y los monumentos a la IGM habrán sido reconstruidos en cada ciudad. En muchos lugares se construirán “Memoriales a los Héroes” para conmemorar a las víctimas de las dos guerras mundiales y también los acontecimientos de 1956.

Las celebraciones del centenario no están exentas de anticomunismo. Dicen que Hungría asumió una gran misión histórica: tras 1919, Hungría se convirtió en el baluarte de vanguardia de la lucha contra el bolchevismo. Muchos intentan explicar que las ideas comunistas son ajenas al carácter húngaro pero que el “efecto traumático” de la IGM resultó en la aparición de la ideología comunista y, junto con ella, de la ideología fascista.

Una elemento destacable de los actos del centenario es la aparición de elementos anti-rusos. El joven historiador liberal Péter Csunderlik explica la dominante y, a menudo negativa, visión del mundo de los políticos húngaros sobre los rusos y las naciones eslavas. Esta imagen negativa es “mayormente resultado de la interpretación histórica de las naciones eslavas” - dice Csunderlik, quien afirma nada menos que las naciones eslavas “se elevaron a naciones culturales  por medio del desprestigio y demonización de los húngaros”[12].

La guerra hace 100 años y la guerra en nuestros días

La IGM y la participación húngara en la misma no fue bajo ningún concepto un accidente o el resultado de una compulsión histórica. Tampoco se pueden explicar así las guerras actuales y la participación húngara en las mismas.

Hace 100 años Hungría participó en la IGM por tres razones básicas:

  • La IGM fue desencadenada por los conflictos entre países imperialistas. La lucha económica y política por el dominio del área europea llevó a la guerra. Hungría, aunque en posición subordinada, era parte del sistema capitalista mundial. Hungría, dada su situación y sus obligaciones para con sus aliados, no podía quedarse fuera de la guerra.
  • La expansión del capital húngaro sólo era posible hacia los Balcanes, que estaban en la esfera de intereses de otras fuerzas capitalistas, de otras grandes potencias. La guerra era en interés de la clase dirigente húngara – en diferente grado para los diferentes grupos – y por eso Hungría participó en la IGM.
  • La guerra, independientemente de todos los riesgos que conllevaba, suponía la posibilidad para la clase dirigente de canalizar la tensión interna de la sociedad húngara.

¿Cómo se puede describir a la clase húngara de entonces? Tras pocos cientos de años Hungría consiguió la independencia parcial en 1867. La aristocracia terrateniente húngara no era lo suficientemente fuerte como para conquistar la plena independencia de Austria. Por eso se cerró el Compromiso Austro-Húngaro en 1867 entre las aristocracias húngara y austriaca. En la nueva Monarquía Austro-Húngara el ministerio de la guerra y el de política exterior eran compartidos, así como la persona del monarca  - Francisco José I, Emperador de Austria y Rey de Hungría

El principal punto del Compromiso era la integración del mercado y del sistema financiero para preservar el sistema capitalista semi-feudal contra las masas campesinas y obreras y mantener el dominio austro-húngaro sobre checos, rumanos, croatas y otras naciones.

Así, Hungría se integró en el capitalismo europeo a finales del siglo XIX. Los círculos capitalistas de los dos países saludaron este hecho puesto que el mercado integrado, la estabilidad interna y el peso internacional de la Monarquía les favorecían.

Las características especiales de la clase dirigente húngara a comienzos del siglo XX surgieron de esta situación.

  • El poder económico de la aristocracia húngara y la clase capitalista iban a la zaga de sus rivales europeos. Esto dio a la política húngara un carácter provinciano, semi-feudal, “neo-barroco”.
  • Frente a la presión del capital alemán, francés e inglés, el capital húngaro podía expandirse hacia territorios cercanos a la Monarquía, especialmente los Balcanes. Dada la estructura de relaciones internacionales, el capital austro-húngaro podía satisfacer sus intereses únicamente mediante la guerra. Este hecho determinó la posición subordinada de la clase dirigente húngara y su constante dependencia del capital extranjero y de las potencias extranjeras.
  • En los territorios de Europa Oriental y en los Balcanes la clase dirigente húngara chocaba con los intereses rusos. Este hecho hizo que la política de la clase dirigente húngara fuera anti-rusa.
  • La clase dirigente húngara podía satisfacer sus intereses únicamente mediante la represión de los intereses de otras naciones y minorías nacionales y esto dio una naturaleza fuertemente nacionalista a la política húngara.
  • El Compromiso fue posible también porque la clase dirigente húngara quería una garantía externa de que mantendría el control sobre las masas trabajadoras, de que preservaría el sistema capitalista semi-feudal. Esto dio a la política de la clase dirigente húngara un carácter reaccionario.

Durante los últimos 25 años Hungría ha participado en varias guerras. Como nuevo miembro de la OTAN, Hungría cedió su territorio y su espacio aéreo para la agresión de la OTAN contra Yugoslavia en 1999. Participó y participa en las guerras de Iraq y Afganistán.

Las actuales guerras imperialistas son consecuencia de los conflictos internos del sistema capitalista y de la lucha por la re-división del mundo, y también son un medio para canalizar las tensiones sociales causadas por la crisis del sistema capitalista.

Desde el comienzo de los años 2000 una profunda crisis ha golpeado a los poderes dirigentes del mundo capitalista. Esta crisis no es una crisis cíclica, repetida, del capitalismo. Esta crisis deriva de la sustancia interna del capitalismo y por eso los capitalistas no pueden gestionarla. Los países capitalistas dirigentes quieren que los países más débiles paguen por su crisis. Esto, por una parte, incrementa los conflictos internos de los países capitalistas y, por otra parte, causas profundos conflictos sociales en los países menos desarrollados.

Los Estados Unidos, basándose en la globalización y en los avances de las tecnologías de la información, tratan sin piedad de subyugar al mundo entero. Tratan de eliminar completamente al movimiento comunista, subordinar a Rusia y China en sus vasallos y, mediante la guerra de civilizaciones, imponer la civilización judeo-cristiana en todo el mundo. Bajo la máscara de la guerra contra el terrorismo, los EEUU atacan a todo el que – aunque sea un poco – se aparte del comportamiento que EEUU espera. EEUU quiere compensar su relativo debilitamiento económico con agresividad.

La participación de Hungría en las guerras contemporáneas puede explicarse en gran medida por las cualidades particulares del capitalismo húngaro y la clase capitalista húngara de después de 1990.

¿Qué caracteriza al capitalismo húngaro actual?

  • La clase capitalista húngara es mucho más débil que sus contrapartes europeas. El capitalismo húngaro se formó mediante la venta de la mayoría de la riqueza nacional a empresas extranjeras. La clase capitalista húngara y la política húngara dependen mucho de países extranjeros.
  • Entre los diez millones de húngaros sólo un millón puede ser considerado rico: los que se benefician del capitalismo. Nueve millones son pobres o su situación ha empeorado de alguna forma con la llegada del capitalismo. Esta tensión social es constante y la profundización de la crisis capitalista europea puede radicalizarla. La clase capitalista húngara es consciente de ello. Saben que hace 24 años había socialismo en Hungría y que la gente aún lo recuerda. Por eso la clase capitalista húngara es groseramente anticomunista y reaccionaria.
  • Incluso hoy, el capital húngaro sólo se puede expandir principalmente hacia Europa Oriental y los Balcanes. Además, las minorías húngaras viven en esta región. Este hecho hace que la política húngara y, especialmente, su parte conservadora, sea anti-rusa.
  • La clase capitalista húngara no ha dejado de expandir su influencia sobre los húngaros que viven en países vecinos y de recuperar su posición de potencia intermedia en la región de Europa Oriental.

¿Qué caracteriza la política de la clase capitalista húngara?

La clase dirigente húngara se manifiesta en dos grupos políticos. Las fuerzas cristiano-conservadoras mantienen una política nacionalista y son cercanas a Alemania. El grupo social-liberal expresa los intereses de la burguesía liberal húngara, de los círculos judíos y se caracteriza por un pensamiento liberal y social-demócrata, situándose más cerca de Israel y los EEUU.

Ambos grupos están interesados en mantener el capitalismo y su expansión hacia otros países europeos. La política de ambos grupos sólo difiere en el tono y en los métodos.

La clase capitalista húngara considera la alianza húngaro-estadounidense, la OTAN y la UE como la principal garantía externa del capitalismo húngaro, de modo que los gobiernos capitalistas aplican completamente la política de la OTAN y la UE. Las obligaciones auto-impuestas hacia EEUU y la OTAN no tienen nada que ver con los intereses nacionales o la defensa de Hungría, sino que sirven a los objetivos agresivos, de gran potencia de EEUU y de las principales potencias imperialistas. La participación de Hungría en el bombardeo de la vecina Yugoslavia, incluyendo territorios habitados por húngaros, ejemplifica la amplia vulneración de los intereses nacionales húngaros.

La clase capitalista húngara no está en posición de jugar un papel militar independiente. Los EEUU y la OTAN esperan que participe en las acciones conjuntas de los países imperialistas. Pero no se trata solamente de que la clase capitalista húngara no tenga otras opciones debido a sus obligaciones con la OTAN y la UE. La clase dirigente húngara encuentra beneficioso pescar en aguas revueltas, emprender guerras con pequeños riesgos. Según esto, Hungría particicipó en la agresión de la OTAN contra Yugoslavia, la guerra contra Iraq y Afganistán, la maniobra contra Libia y ahora es parte de las acciones contra Siria. Hungría alberga la base de la Capacidad Estratégica de Transporte Aéreo de la OTAN (SAC) y muchas instituciones estadounidenses y de la OTAN.

La clase capitalista húngara considera necesario promover la “transición democrática” en Ucrania, Bielorrusia, Serbia y otros países. Los gobiernos húngaros ayudan a este objetivo con apoyo político, económico y de inteligencia. Ésta es una política peligrosa puesto que, debido a su posición geográfica, Hungría sería inevitablemente parte de cualquier conflicto armado terrestre en la región de Europa Oriental.

La clase capitalista húngara es consciente del hecho de que no puede lograr sus objetivos económicos en la UE, de modo que está buscando otras vías de expansión para el capital húngaro. Hoy son principalmente los Balcanes y, más precisamente, Coracia, Montenegro y Macedonia, así como Georgia, Kazakstán y Azerbaiyán.

La política de la clase capitalista húngara es anti-rusa por naturaleza, aunque se acentúe más o menos dependiendo de quién esté en el gobierno. Todavía se considera a Rusia como un factor que puede hacer peligrar el sistema capitalista de Hungría en un sentido estratégico. La política de la clase capitalista húngara en muchos territorios (los Balcanes, Bielorrusia, Oriente Medio) confronta objetivamente con los intereses rusos. Los gobiernos húngaros tratan de reducir la dependencia energética de Rusia para fortalecer el margen de maniobra de la política húngara.

La clase capitalista húngara no ha abandonado los planes para expandir su influencia hacia los húngaros que viven en países vecinos. Las fuerzas social-liberales quieren hacerlo principalmente mediante métodos económicos, los conservadores mediante la concesión de la doble ciudadanía y la integración de los húngaros que viven en el extranjero en la “Madre Patria”. Esta política es fuente de constantes tensiones en la zona.

La clase capitalista húngara piensa que la política exterior es una manera de distraer la atención de la sociedad de los problemas internos. Y existen multitud de problemas internos, desde el desempleo masivo hasta la pobreza o el problema de los gitanos.

Antes que todo lo demás, podemos concluir que el cambio capitalista de sistema en 1989-1990 y la participación húngara en la integración política y militar de los países capitalistas no ha hecho disminuir, sino todo lo contrario, el riesgo de guerra. Las peculiaridades de la formación del capitalismo húngaro y las características de la actual clase capitalista húngara hacen que este peligro sea aún mayor.

Guerra imperialista – paz imperialista

El Tratado de Trianon que cerró la IGM tuvo, como hemos visto, importantes consecuencias para Hungría. Ese Tratado cerró la guerra en beneficio de los intereses de los países capitalistas dirigentes en el momento.

El principal objetivo de la política exterior oficial húngara entre las dos guerras mundiales fue recuperar los territorios perdidos. Hungría era incapaz de recuperar estos territorios con su propia fuerza y esto hizo que la clase dirigente húngara se interesase por la cooperación con la Alemania fascista y, por esa vía, por la guerra. Hungría fue derrotada en la II Guerra Mundial. El Tratado de Paz con Hungría de 1947 volvió a confirmar las fronteras de Trianon. “Mientras Hungría, habiendo sido aliada de la Alemania hitleriana y habiendo participado en su bando en la guerra contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Reino Unido, los Estados Unidos de América y otras Naciones Unidas, carga con su parte de responsabilidad por esta guerra”[13].

Las Conferencias de París fueron acuerdos de paz imperialista independientemente del hecho de que un país socialista, la Unión Soviética, participara en ellos. Los tratados regularon el estatus de Europa Oriental según los intereses de las potencias gobernantes de entonces.

Durante la época socialista (1948-1989) la política oficial no se preocupó ni del Tratado de Trianon ni de los de París. El Derecho Internacional de entonces consideraba las fronteras creadas tras la IIGM como inalterables. Además, los países socialistas pensaban que los conflictos nacionales se habían resuelto porque todos los países tenían un sistema socialista. Más de 40 años no fueron suficientes para resolver el problema de las minorías nacionales.

La clase capitalista húngara asume básicamente que los denominados intereses nacionales húngaros quedaron insatisfechos durante los cambios en Europa Oriental en los años 90. Las fronteras señaladas en el Tratado de Trianon (1920) aún están vigentes y Hungría no ha podido recuperar de los países vecinos los territorios habitados por húngaros.

Al mismo tiempo, la burguesía alemana hizo avanzar sus intereses nacionales al absorber la República Federal Alemana a la República Democrática Alemana. La Croacia capitalista hizo avanzar sus intereses nacionales, separándose de Serbia y creando un Estado croata étnicamente unificado. Los albaneses lograron hacer avanzar sus intereses nacionales a costa de Serbia y se ha creado un Kosovo cuasi-independiente. Existen multitud de otros ejemplos.

Es un hecho que durante los pasados 25 años no ha habido guerras mundiales seguidas de tratados de paz globales. Pero también es un hecho que las guerras yugoslavas tuvieron lugar entre 1991 y 2001, incluyendo la guerra aérea de la OTAN contra Yugoslavia. Hungría participó en esta guerra.

Éstas fueron guerras imperialistas que sirvieron a los intereses de los principales países capitalistas. Su objetivo era acabar con Yugoslavia – el Estado yugoslavo se interponía en la expansión oriental de la OTAN – y hacer retroceder la influencia de Rusia.

Esta guerra imperialista también fue seguida de una paz imperialista. El Acuerdo de Dayton en 1995 convirtió a Bosnia y Herzegovina en país vasallo de la UE. La proclamación de la independencia de Kosovo en 2008 creó un Estado satélite controlado por la UE y la OTAN.

La clase capitalista húngara no intentó cambiar las consecuencias del Tratado de Trianon durante esas guerras y tratados de paz que dieron como resultado cambios importantes en la región. Aunque tal idea existía, las potencias dirigentes de la OTAN no convocaron una conferencia internacional para resolver los problemas internacionales de la región. Los principales Estados capitalistas pensaron que era suficiente con admitir a Hungría y a otros países de la región en la OTAN y en la UE para que todos los problemas derivados de la existencia de minorías nacionales se resolvieran. Como sabemos, tales problemas no han sido solucionados.

La naturaleza de la actividad de la ONU cambió significativamente tras 1990. Mientras existieron los países socialistas, la ONU, al mismo tiempo que alineaba y coordinaba los intereses de las potencias dirigentes, dio alguna posibilidad a los países progresistas y movimientos de liberación popular para luchar eficazmente contra las potencias capitalistas dirigentes como los EEUU. Hoy la ONU, aunque aún preserva la función de coordinar los intereses de las principales potencias, se ha convertido en el instrumento de las principales potencias capitalistas.

Los comunistas contra la guerra

“La guerra es la continuación de la política por otros medios. Todas las guerras son inseparables de los sistemas políticos que las engendran”[14] - escribió V.I. Lenin en su obra Guerra y Revolución. Las guerras capitalistas nacen del sistema capitalista y conducen a tratados de paz capitalistas.

La existencia de Estados socialistas obligaba a los países capitalistas a resolver sus conflictos. Los conflictos internos del mundo capitalista no desaparecieron, pero se crearon mecanismos efectivos de moderación de los problemas. Por otra parte, la fuerza de los países socialistas, la existencia de un equilibrio de fuerzas, no permitió al mundo capitalista explotar impunemente a otros países cuyo sistema o cuya política difería de los de los países capitalistas.

Gran parte de la Historia de Hungría en el siglo XX (de 1900 a marzo de 1919, de agosto de 1919 a 1948 y desde 1990 hasta hoy) se desarrolló bajo el capitalismo. Hungría tuvo dos veces un sistema socialista, desde marzo hasta agosto de 1919 y desde 1948 a 1990. Durante los períodos capitalistas, Hungría participó en dos guerras mundiales y también en las grandes guerras de nuestros días, la agresión contra Yugoslavia y las guerras de Iraq y Afganistán.

Los períodos socialistas fueron diferentes. La República Soviética Húngara luchó una guerra de defensa de la patria contra Rumanía, Checoslovaquia y la Entente en 1919. Ésta fue la única vez en el siglo XX en que Hungría logró recuperar sus territorios sin ayuda externa. La única maniobra militar extranjera en la que participaron los soldados húngaros tras 1948 fue en 1968 durante los acontecimientos de Checoslovaquia. El socialismo trajo la paz a Hungría, mientras que el sistema capitalista la lleva de una guerra a otra.

¿Qué significa la guerra para los comunistas? Los comunistas se oponen a la guerra porque el pueblo trabajador es el que sufre sus consecuencias. “Las masas de obreros cargan con todo el peso de la guerra. Las clases poseedoras extraen beneficio de las calamidades nacionales”[15] - escribió V.I. Lenin en su obra “Los obreros británicos y alemanes se manifiestan por la paz”. 

Las experiencias históricas del movimiento obrero húngaro demuestran la tesis de Lenin: las guerras deben y pueden volverse en contra de la clase capitalista. Los obreros húngaros, en 1919 y en 1945, mostraron que la creación del socialismo es la única vía de salida de las crisis causadas por las guerras mundiales. Por eso hubo quien luchó contra la revolución húngara.

Por eso el imperialismo hace todo lo posible para canalizar la tensión, no por medio de guerras mundiales que llevan a levantamientos sociales, sino por medio de una serie de pequeñas guerras, ocultando como nunca antes al pueblo la verdadera naturaleza de estas guerras. Nuestra tarea es proteger nuestro análisis marxista de los ataques de las modernas ideologías burguesas y explicar al pueblo las verdaderas causas de las guerras. ¡Seguiremos defendiendo con valentía que la Primera Guerra Mundial fue fruto del sistema capitalista! Al igual que las guerras de nuestros días. El sistema capitalista no se ha hecho más pacífico por el hecho de que ya no haya guerras mundiales. En realidad vamos de una guerra a otra. Además, si el sistema capitalista no puede superar su crisis, no sería descartable incluso una guerra europea.

Los comunistas no podemos igualar al agresor con la víctima. No podemos decir que ambos lados estaban equivocados y que ambos lados necesitaban hacer concesiones. En verano de 1941 los comunistas húngaros condenaron firmemente a la Alemania fascista y se colocaron inequívocamente del lado de la Unión Soviética aunque tuviesen un análisis distinto de Stalin y de la política interna del sistema soviético.

Durante toda la guerra de Yugoslavia el Partido Obrero Húngaro condenó las acciones militares de los EEUU, la UE y la OTAN y se colocó inequívocamente del lado de Yugoslavia, del gobierno yugoslavo y del presidente Slobodan Milosevic. Durante la guerra el Partido Obrero Húngaro fue la única fuerza política de Hungría que mantuvo los contactos con Yugoslavia al más alto nivel. No estábamos completamente de acuerdo con la política interna de Milosevic, pero Yugoslavia era la víctima y la resistencia era organizada por Milosevic.

El Partido Obrero Húngaro condenó y condena los planes de guerra norteamericanos contra Siria. Apoyamos a la nación siria, a Siria y al presidente Bashar al-Assad porque sabemos que encarna a la Siria independiente y anti-imperialista y los EEUU hacen todo lo posible para acabar con ella.

Los partidos políticos del movimiento obrero, como sabemos, no pudieron evitar la guerra de 1914. La social-democracia se dejó llevar por una ola de nacionalismo. El movimiento comunista no pudo evitar la guerra de Yugoslavia en 1999 tampoco. ¿Por qué razón? Porque muchos se dejaron y se dejan llevar por una ola de nacionalismo y abandonan su enfoque de clase obrera en beneficio de la demagogia liberal-democrática. ¡Deberíamos aprender de la Historia!


[1] http://adatbank.transindex.ro/regio/kutatoioldalak/index.php?a=htm&k=14&p=1002.

[2] Ibid.

[3] El K.u.k. (kaiserlich und königlich o Ejército Imperial y Real)

[4] http://www.schmidtmaria.hu/kozelet/xx_szazad_intezet/hirek/uj_nezopontbol_kell_vizsg.html

[5] http://www.nekb.gov.hu/node/287

[6] http://tortenelemportal.hu/2013/07/raffay-uj-vilagrend-szuletese/

[7] József Antall, Primer Ministro de Hungría entre 1990 y 1993 (Nota del Traductor)

[8] http://www.nekb.gov.hu/node/287

[9] http://mandiner.hu/cikk/20130613_vilaghaboru_trianon_mennyi_mindent_vesztettunk

[10] István Tisza – Primer Ministro del Reino de Hungría en 1913-1917.

[11] http://www.atv.hu/videok/video-

[12] http://mandiner.hu/cikk/20130613_vilaghaboru_trianon_mennyi_mindent_vesztettunk

[13] http://antifa-hungary.blogspot.hu/2011/10/paris-peace-treaty-1947.html

[14] V.I. Lenin. Obras Escogidas. Editorial Progreso, 1964, Moscú. Vol. 24, págs. 398 a 421

[15] V.I. Lenin. Obras Escogidas. Editorial Progreso, 1964, Moscú. Vol. 15, págs. 210 a 212

Observaciones de los representantes de “Komunistikí Epiceórisi” (KKE) en el Comité de Redacción de la RCI sobre el artículo “La guerra imperialista, la paz imperialista: La Primera Guerra Mundial y el Tratado de Paz en Trianón bajo la luz de la actualidad” que presentó el Partido Obrero de Hungría


Kommounistiki Epitheorisi

En este artículo se presentan por un lado las consecuencias desastrozas que han tenido para el país y el pueblo de Hungría las aspiraciones de la burguesía a fortalecer su posición en los asuntos mundiales, con la participación en la Primera Guerra Mundial, a través de Austria-Hungría. Por otro lado se presentan las aspiraciones actuales de las principales fuerzas políticas burguesas de Hungría, con ocasión del aniversario de la Primera Guerra Mundial, con el objetivo de engañar a los trabajadores y de justificar históricamente las opciones de la burguesía, a pesar de las consecuencias catastróficas.

Estamos de acuerdo con las apreciaciones principales del artículo, sin embargo quisiéramos llamar la atención sobre algunos aspectos concretos.

En el artículo se dice que los Estados Unidos “aspiran a imponer en todo el mundo a través de la guerra de las culturas el predominio de la cultura judía-cristiana. Con el pretexto de la guerra contra el terrorismo se expresan contra todos aquellos cuya actitud difiere, incluso en menor grado, de lo que quieren los Estados Unidos”.

A nuestro juicio los Estados Unidos de verdad, pero no solo (aquí les siguien también otras fuerzas, como la UE y otras) que aprovechan la argumentación sobre “la restauración de la democracia”, “la lucha contra el terrosimo” para promover sus intereses geopolíticos. Sin embargo, el movimiento comunista no puede adoptar la percepción de la llamada “guerra de las culturas” y la percepción de que se aspira el predominio de la cultura judía-cristiana” frente a otras culturas, ya que el conflicto de las culturas es una invención que se hizo muy de moda desde que se publicó el libro de Samuel Hantington. En el libro de este profesor de la Universidad de Harvard (EUA), “en el conflicto de las culturas y la reorganización del orden mundial” se incluyen opiniones extremadamente reaccionarias. Una apreciación parecida de las cosas oculta las contradicciones verdaderas que rigen la realidad imperialista actual, tanto la contradicción principal entre el capital y el trabajo como también las razones de las contradicciones interimperialistas que claramente no están dentro de la aspiración a imponer algunos valores culturales, sino en el servicio de la rentabilidad de los monopolios, en la lucha por las partes de los mercados, los caminos de transporte, las fuentes de energía, etc.

Además, no podemos estar de acuerdo con la apreciación del artículo que dice que “nosotros los comunistas no podemos meter el signo de la igualdad entre el agresor y la víctima de la agresión”. Y eso porque la guerra imperialista tiene que ver con los dos lados, ya que el agresor y el defendido libran una guerra imperialista injusta. Por ejemplo, si Grecia será agredida militarmente y se involucra en una guerra, la burguesía de Grecia será responsable del ataque imperialista, ya que esa guerra será la continuación de la participación política en el reparto de los mercados, las fuentes de energía, etc. la participación activa de las alianzas e intervenciones politico-militares de la OTAN y la UE que seguía en “período de paz”. Por lo tanto, el hecho de que si una guerra es justa o injusta no tiene que ver con el hecho de que si es defensiva o agresiva (en el sentido estricto de los términos), sino con el hecho de qué política es la continuación: “Como si la esencia estaría en quién agredió primero y no cuáles son las razones de la guerra, las metas que pone la guerra y las clases que la libran” [1]

Finalmente, en el artículo se subraya que “apoyamos al pueblo sirio, a Siria y apoyamos al presidente Bashar Asad, ya que sabemos que personificó la Siria independiente, antiimperialista y por eso los Estados Unidos hacen todo lo que pueden por derribarlo”. Nuestra apreciación es que las razones de la guerra en Siria son más complejas. No nos vamos a referirnos a ellas, ya que se presentan detalladamente en nuestro artículo que se publica en este ejemplar. Además, consideramos que el movimiento comunista tiene que tener su propia estrategia independiente y no identificarse con la estrategia de los regímenes burgueses, y en ese sentido consideramos que los comunistas no se pueden identificar con Asad.


[1] V.I. Lenin, ¨Carta abierta a Boris Suvarin¨, Obras Completas, vol. 30, publicadas por Sinchroni Epochi, pág. 265.