El nacionalismo burgués y el internacionalismo del proletariado son dos pancartas enemistadas … que corresponden a los dos grandes clases de todo el mundo capitalista y que expresan dos políticas y dos … en la cuestión nacional.
V. Lenin
El nacionalismo burgués y el internacionalismo del proletariado son dos pancartas enemistadas … que corresponden a los dos grandes clases de todo el mundo capitalista y que expresan dos políticas y dos … en la cuestión nacional.
V. Lenin
La quiebra de los cuatro grandes imperios (Austro – Húngaro, Alemán, Ruso y el Otomán) en el curso de la Primera Guerra Mundial llevó a los cambios en el mapa de Europa y a la creación de nuevas potencias nacionales. A pesar de que en todos estos imperios se desarrollaban procesos revolucionarios, de que en algunas regiones, como Hungría y Baviera tuvieron lugar unas potentes manifestaciones, sólo en el territorio de Imperio ruso la revolución socialista venció y fue creada una nueva formación estatal basada no en los principios étnicos o imperiales, sino político – sociales. En la parte occidental del imperio desintegrado la situación política tomaba rumbo a la creación del sistema estatal burgués nacional como contrapeso a la revolución social de las clases.
Las razones y consecuencias de ese desarrollo de los acontecimientos son importantes tanto para comprender los procesos históricos de aquellos tiempos como para la actividad actual de los partidos de izquierda en Europa, especialmente en Europa del Este y en los países de la ex Unión Soviética. El factor étnico interpretó un papel importante en la desintegración de la URSS y del sistema socialista mundial así como en la formación de la situación política en los próximos decenios, y, en nuestra opinión, conservará su peso en el futuro mas próximo.
Es la Primera Guerra Mundial que otorgó al factor nacional (étnico) su importancia y en muchos casos una capacidad decisiva en los procesos políticos. Las guerras europeas precedentes eran básicamente de ocupación y redistribución de los territorios, recursos y mercados, y en el plan propagandístico se diseñaban como guerras religiosas, utilizando como pretexto la defensa y la protección de los correligionarios. Hay que tener en cuenta que los imperios multinacionales que desataron la guerra en el 1914 representaban cuatro confesiones religiosas dominantes en sus élites políticas y en las dinastías reinantes: la protestante en Alemania, católica en Austro – Hungría, islam en el Imperio otomán y ortodoxia en Rusia.
Por supuesto, los factores étnicos se habían utilizado en la oposición imperial también antes, pero eso siempre sucedía con mucha precaución por razones de su mutua vulnerabilidad. Por ejemplo, la tasa de la población polaca era elevada en el territorio de tres imperios: Alemán, Austro – Húngaro y Ruso. Cualquier intento de usar el factor nacional polaco en la política exterior llevaría a los cambios inmediatos en la política de relaciones internas con esa población. Podríamos explicarlo con un ejemplo: si un gobierno demanda unas libertades y derechos étnicos para un grupo súbdito de un imperio rival, tiene que adjudicar los mismos derechos a sus propios súbditos, y, además, debe estar preparado a que sus propios habitantes de otros grupos étnicos vayan a revindicar los mismos derechos. En una cierta etapa, la guerra se convirtió para sus participantes principales en una guerra a la destrucción total, llevó al agotamiento de todos los recursos y aniquiló esas limitaciones. El nacionalismo étnico se convirtió en un recurso y arma políticos. Al principio en la oposición de las fieras del imperialismo, y en la lucha contra el creciente movimiento revolucionario después.
¿Por qué la revolución socialista del proletariado sólo tuvo éxito en uno de los estados, que no era el más desarrollado en el plan económico, cuyos números relativos del proletariado eran más bajos que en otros países europeos? Las razones son popularmente conocidas. En Rusia se formó un partido revolucionario de nuevo tipo, la teoría marxista fue desarrollado de la manera creativa. Al mismo tiempo, en varias regiones del Imperio antiguo la lucha revolucionaria fue ahogada, y en ellas se fundaron nuevos estados: Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia. Aquellos territorios, que en futuro se convertirían en unos estados burgueses, eran los mas progresivos en el plan económico – social: Helsinki, Riga y Varsovia constituían grandes centros industriales con un gran numero de población proletaria y amplio movimiento obrero.
Examinaremos detenidamente el ejemplo de los acontecimientos históricos en uno de esos nuevos estados, en Letonia.
El peligro de una gran guerra que se aproximaba a Europa no representaba ningún misterio para los socialistas rusos y occidentales. A partir de 1907 muchas destacadas personalidades del Internacional Socialista predicaban la posibilidad de una guerra. A pesar de que todos ellos declaraban su fidelidad a la idea de Marx y Engels de que “los comunistas no tienen patria”, anotada en el “Manifiesto del partido socialista”, su actitud respeto a la guerra se diferenciaba mucho. La Guerra Mundial se convirtió en un línea divisoria entre aquellos que afirmaban ser marxistas y otros que actuaban como marxistas.
En agosto de 1893 el congreso del Internacional Socialista propuso organizar una huelga general en los países, dónde los obreros podían influir en la guerra, y rechazar el servicio militar en otros, como respuesta a los gobiernos si esos declaran una guerra. El representante de social – demócratas rusos G. Plekhanov se mostró rotundamente en contra de esa propuesta. Aquí están sus argumentos: “los logros del socialismo no son iguales en países diferentes. En Alemania ya existe un partido social – demócrata potente, organizado y con buena disciplina, mientras que en Rusia el movimiento socialista está en la fase rudimentaria. Suponemos que en el caso de la guerra con este país nuestros amigos alemanes consiguieran organizar una sublevación militar, ¿qué es lo que pasaría? El ejercito ruso habría ocupado la Europa Central con mucha rapidez y en vez del triunfo del socialismo tendríamos el triunfo de los cosacos.” La posición de este teorético del marxismo es muy típica. Mas tarde, cuando la guerra ya había comenzado, en su “Carta a los social – demócratas rusos” Plekhanov escribió: “Alemania desató una guerra, pero no en nombre de la libertad, sino intentando cumplir su programa imperialista. En lo que se refiere a nuestro país, ocupado por Alemania, se convertirá en su vasallo económico. Alemania impondrá a Rusia unas condiciones que en el futuro complicarán extremadamente su desarrollo económico. Teniendo en cuenta que este desarrollo económico constituye una premisa importante del desarrollo político y social, Rusia perderá completa- o casi completamente la oportunidad de terminar con el zarismo…”
(David Shub, “Las personalidades políticas en Rusia” http://www.palm.ru/hist/politicheskie_dejateli_rossii_1850_yh_1920_yh_gg/p6.php)
Como podemos observar, en el 1893 Plekhanov utiliza a los cosacos rusos para meterles miedo a sus compañeros de la Internacional, pero en 1914 ya lo hace con el militarismo alemán (donde habrá desaparecido mientras tanto la progresista clase obrera alemana y su “partido social – demócrata potente, organizado y con buena disciplina” ?) , aunque el militarismo alemán en su calidad del poder reaccionario existía ya a finales del siglo XIX, así como los cosacos rusos al principio de siglo XX. Su idea la explicaba con la importancia de la posición de los participantes: quién atacaba y quien se defendía. Según esa lógica, si dos fieras capitalistas están a punto de lanzarse una sobre la otra luchando por sus colonias y mercados, los marxistas deben reprobar al que atacó primero y ayudar al otro que no fue tan rápido. Esas afirmaciones contrastan con las ideas de V. Lenin que se refería a la guerra desde una posición clara y rotunda:
“La guerra europea y mundial tiene todas las características de una guerra burguesa, imperialista, dinástica. La lucha por los mercados y el saqueo de otros países, la aspiración a poner fin a la lucha del proletariado y democracia dentro de los países, de engañar, separar y matar a los proletarios de todos los países, azuzar a unos esclavos contra los de otra nación con lo que se aprovecharía la burguesía - este es el único contenido real de esta guerra. (V. Lenin “Los objetivos de la social – democracia revolucionaria en la guerra europea” Obras completas, t.26, p.1).
Cien años después la situación en el mundo parece haber cambiado radicalmente: como resultado de unas cuantas revoluciones se crearon varios estados socialistas, que posteriormente fueron destruidos por los esfuerzos unidos del imperialismo universal. Así mismo fueron creadas las armas de la destrucción masiva que son capaces de aniquilar la humanidad como tal. Sin embargo, lo que no ha cambiado es la esencia del capitalismo, por lo que no es menos y, probablemente, aun mas actual la valoración de ese régimen social y de los intereses objetivos de su clase gobernante, dada por V. Lenin:
“El capitalismo había desarrollado las fuerzas productivas hasta tal punto, que la humanidad se verá obligada a pasar al socialismo o durante años e incluso décadas enteras aguantar la lucha armada de las grandes potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo por medio de las colonias, monopolios, privilegios y opresión nacional.” (V. Lenin “Socialismo y guerra”. Obras completas, t.26, p.314)
Como hoy se sabe, el pretendiente numero uno al papel de la “gran potencia” son los Estados Unidos, cuya clase gobernante no oculta prácticamente sus pretensiones al dominio universal cuando desata una nueva aventura militar.
Los pretendientes a gobernar el mundo no deberían olvidar que una guerra desatada puede volverse contra sus iniciadores y darles un resultado con el que ellos no habían contado.
Después del derrocamiento de la autocracia zarista, en Letonia, igual que en toda Rusia, se constituyo la dualidad de poderes. El gobierno provisional se apoyaba en la cumbre militar y unas cuantas organizaciones sociales, creadas por la burguesía local. A ese gobierno se le oponían los Consejos (Soviets) de diputados obreros, consejos regionales y consejos de los campesinos sin tierra (jornaleros agrícolas). El espíritu revolucionario no sólo estaba creciendo en la ciudad y en el campo, sino también en el ejercito. Como una característica particular podemos apuntar a que la línea del frente pasaba por el territorio letón, una parte significativa en el oeste del país, la capital de Riga incluida, quedaba bajo la ocupación del las tropas alemanas. Otro factor significativo de los acontecimientos revolucionarios era la participación de varias unidades militares nacionales en las tropas rusas. Las primeras unidades de infantería se formaron en 1914 por los voluntarios, habitantes de Letonia (las provincias de Livonia, Curlandia y Vitebsk, según la división administrativa de aquella época). Esas eran unidades nacionales, donde la mayoría de los soldados hablaban letón y muchas veces no sabían bien el ruso, por lo cual hubo que separarlas como unidades especiales. Sólo en 1915 aquellas unidades se capacitaron para el combate, recibieron el uniforme, se armaron adecuadamente y fue establecida su estructura. Por esa razón se suele mencionar el 1915 como el año de nacimiento de los “Tiradores Letones”
El crecimiento del numero de las unidades de ese tipo en 1915 se debe a que los alemanes se estaban acercando a Curlandia (la parte occidental de Letonia). Cuando el posible ataque a Riga se hizo visible, las unidades letonas publicaron un llamamiento a formar batallones letones. Ese llamamiento fue ampliamente apoyado por todas las capas de la población. El gobierno permitió usar el letón para los documentos, introducir sus propias insignias y banderas.
Se formaron unos batallones que entraron inmediatamente en el combate. Cada batallón llevaba nombre de uno de los territorios o ciudades letonas: Riga, Bauska, Kurzeme, Vidzeme, etc. Con el tiempo esos batallones se habían desplegado en regimientos.
En verano de 1916 mas de 11 mil personas prestaban servicio militar en las unidades letonas. La primera base fue completada por los voluntarios, pero más tarde las unidades fueron reforzadas por los letones que se transfería de otras unidades del ejercito ruso y por los jóvenes movilizados. Entre ellos 10.300 personas eran letones, el resto representaban habitantes de Curlandia y Livonia de otro origen étnico: estonios, polacos, alemanes, rusos , lituanos.
El mismo año, el crecimiento cuantitativo y cualitativo llevo a la fundación de la División de Tiradores Letones que formo parte del 120 Ejercito. Su primera operación de combate que se llevo a cabo en la región de Mitava (Jelgava) en el diciembre de 1916 - enero de 1917 fue conocida como “Las batallas de Navidad”.
El heroísmo y la destreza militar del corpus letón eran reconocidos tanto por los altos cargos del ejercito ruso, como por los enemigos. Indudablemente, para las finales del año 1916 las unidades letonas eran las más competentes entre la infantería rusa.
A principios de 1917 la División ya contaba con 35 mil soldados, entre ellos 1.000 oficiales aproximadamente. Las unidades de combate disponían de 25 mil personas, y de unas 10 mil, las de reserva. En el transcurso de los acontecimientos revolucionarios en el 1917, los Tiradores Letones tomaron la parte de los bolcheviques.
Hay tres factores generales que explican esa posición.
Primero, todo el ejercito ruso estaba bajo la influencia de los bolcheviques y los letones se encontraban entre la mayoría cansada por los años de la guerra, sangre y carnicería sin sentido.
Segundo, el partido bolchevique llegó a ser la única fuerza política que postuló clara- y definitivamente el derecho de las naciones a la autodeterminación. Todos los demás en el periodo de la revolución y la guerra civil prometían volver a los limites y orden del Imperio ruso o posponían el asunto para después, lo que parecía indicar una falta de voluntad de conceder la libertad a los pueblos. Mientras que los bolcheviques prometieron dársela a todos los que la desearan.
V. Lenin describía la valoración del crecimiento de autodeterminación entre los pueblos de Rusia zarista: “El proletariado debe reclamar la separación política de las colonias y de las naciones que su propia nación oprime. En el caso contrario su internacionalismo queda vacío y de palabrería, no son posibles confianza ni solidaridad de clases de las naciones oprimidas y opresoras. Así queda sin desenmascarar la hipocresía de los defensores de autodeterminación reformistas y sucesores de Kautsky que callan sobre las naciones oprimidas por su propia nación y sobre las naciones obligadas a permanecer dentro de su propio estado. Por otro lado, los socialistas de las naciones oprimidas deben defender y salvaguardar la unidad completa e indiscutible de los trabajadores de la nación oprimida con los trabajadores de la nación opresora, incluida la unidad organizadora. (V. Lenin. “La revolución socialista y los derechos de las naciones a la autodeterminación”. Obras completas, t. 27, p. 257)
Tercero, las ideas de la social – democracia, la revolucionaria, difundida por los bolcheviques, entre ellas, siempre eran muy populares en Letonia debido a su alto nivel del desarrollo económico – social y su influencia en el ejercito era muy representativa.
Después de la Revolución de Febrero esos procesos se aceleraron, y para el verano de 1917 la mayoría en los Consejos de diputados militares de los regimientos de infantería la constituyen los bolcheviques. Al mismo tiempo se desintegraba la frente, todo el mundo estaba exhausto por las penurias de la guerra y nadie deseaba continuarla. El 2 de septiembre las tropas alemanas ocuparon Riga.
Simultáneamente los bolcheviques preparan una rebelión en Petrogrado. Para que tenga éxito necesitan el apoyo de las tropas aptas para combate, con un alto nivel de preparación, disciplina y destreza militar. Esas son casi exclusivamente las unidades letonas, además, en su mayoría están en el lado de los bolcheviques. Durante los acontecimientos de octubre de 1917 eran los tiradores letones, bajo la dirección del Comité Central de Partido obrero social - demócrata ruso, los que ocuparon las terminales ferroviarias alrededor de Petrogrado con lo que impidieron al Gobierno Temporal reunir las tropas fieles. Los tiradores letones ocupan también importantes posiciones en la capital de Rusia, bloquean los puentes, centrales de teléfono y telégrafo, estaciones, carreteras importantes. Y sólo después de haber cumplido todo eso, sonó el famoso disparo de la Aurora y el Palacio de Invierno, la sede simbólica del gobierno fue asaltado.
El 22 de noviembre, el cien por cien del 60 regimiento de Tukums de la división letona se aloja en Petrogrado en calidad de una nueva unidad militar del nuevo gobierno bolchevique. Su objetivo es mantener el orden y aniquilar todos los focos de resistencia antirrevolucionaria.
A partir de finales de 1917 se organiza la compañía unida de los tiradores letones que llega a ser la unidad básica de la defensa del gobierno y de V. Lenin personalmente. Sus combatientes se ocupan de servicio de seguridad durante el traslado del gobierno desde el Petrogrado a Moscú. Allí, a base de los tiradores letones fue creado el 90 Regimiento de Tiradores Letones, cuyo objetivo era garantizar la seguridad del Kremlin y de los miembros del gobierno soviético.
La revolución de noviembre forzó a Alemania a abandonar la guerra. El 11 de noviembre, se vio obligada a firmar la paz con los países de Antanata. Eso le permitió a Rusia anular el esclavizante Tratado de Brest - Litovsk. Inmediatamente después los enemigos de antaño, Alemania y Antanta unen sus esfuerzos en la lucha contra la revolución. Alemania deja sus tropas en los territorios ocupados del ex Imperio ruso con la condición de no admitir el movimiento revolucionario.
En la parte libre de Letonia, el Consejo de diputados obreros, soldados y campesinos, creado el 8 y 9 de noviembre de 1917 en la reunión en la ciudad de Valka, declara que en esa parte de Letonia todo el poder pertenece a los Soviets. El 18 de noviembre, en Riga, ocupada por los alemanes, tienen lugar simultáneamente la conferencia clandestina del Partido Social - Demócrata de Letonia, que plantea como objetivo principal una sublevación militar, y el encuentro de así llamado Consejo Popular, totalmente legal, bajo la protección de las armas alemanas, dónde se reunen los miembros de ocho partidos nacionalista – burgueses. Esa reunión proclama la independencia de Letonia y forma el gobierno temporal. A la cabeza del gobierno no elegido por nadie se pone Karlis Ulmanis – líder del partido nacionalista conservador “La unión de campesinos”.
Mientras tanto, las unidades de los Rojos Tiradores Letones se acercan a Riga, liberando el territorio de los ocupantes alemanes. El 4 de noviembre de 1918 bajo la resolución del Comité Central del Partido Social – Demócrata de Letonia fue formado el Gobierno Soviético de Letonia, encabezado por Peteris Stucka. El 17 de diciembre el gobierno temporal soviético publicó el manifiesto, proclamando el traspaso de todo el poder en Letonia a las manos del Consejo de Diputados obreros, soldados y campesinos. El gobierno burgués letón y el poder opresor fueron proclamados derrumbados y sus decretos fuera de la ley. Entre primeros actos legislativos se encontraban la anulación de la propiedad privada a la tierra y se proclamó el día laboral de 8 horas.
El gobierno soviético de Letonia se dirigió al gobierno de la Federación Rusa pidiendo reconocer la independencia de la Republica. En respuesta a esa petición el Consejo de Comisarios Populares publico el 22 de diciembre el decreto sobre “Reconocimiento de la independencia de la Republica Soviética de Letonia” firmado por Lenin.
Los historiadores burgueses mienten cuando toman por punto de referencia para la independencia letona la instauración del gobierno de marionetas de Ulmanis. Según la cronología, el primer estado letón en historia universal era la Republica Socialista Soviética de Letonia.
Sin embargo, el poder soviético en Letonia fue derribado. El imperialismo internacional desplegó una lucha en contra en los países Bálticos. Diferentes misiones económicas y políticas de Antanta abastecían con armas, alimentos y dinero las tropas antisoviéticas en Letonía. En primavera de 1919 en la región de Liepaya estaba instalado el ejercito de Von Der Goltz que triplicaba el ejercito de Letonia Soviética en Kurzeme. Desde el sur a Riga se acercaban los Polacos Blancos que habían derribado anteriormente el poder soviético en Lituania y de paso habían ocupado una parte del territorio lituano. Desde el norte las guardias blancas eran ayudadas por las tropas estonias. Los Tiradores letones retrocedían entre batallas a Riga. El poder soviético en Letonia sufría derrota bajo la presión del enemigo que le multiplicaba en las fuerzas. El ejercito ruso, compañero en lucha, estaba rodeado de frentes abiertas y no pudo prestar apoyo militar importante. El 22 de mayo de 1919 Riga se derrumbo, en enero de 1920 también la parte oriental del país (Latgale), donde el poder soviético se mantuvo más que en otras partes.
Sin duda, el factor definitivo de la derrota de la revolución en Letonia en 1919 – 1920 fue la asistencia de Antanta a la burguesía local así como la intervención directa de las tropas agresoras alemanas y las fuerzas contra-revolucionarias de los países vecinos. Sin embargo, la experiencia de las guerras revolucionarias y de liberación nacional demuestra que la fuerza militar no siempre constituye el factor decisivo, especialmente si se trata de un conflicto con ingrediente ideológico. La fuerza política que mas influencia ejerce sobre la conciencia popular y goza de su apoyo puede ganar en las circunstancias militares totalmente desfavorecidas. En el periodo mencionado el triunfo de la contra-revolución, además de su potencia cuantitativa, se debía a algunos otros factores de importancia. Uno consistía en que la burguesía consiguió atraer una parte de la población, mayoritariamente campesina, utilizando tanto los errores de la administración soviética, sobre todo, en el sector agrícola como los rasgos específicos de la mentalidad nacional.
A los principios del siglo XX la estructura étnica de la población era la siguiente:
Figura 1: Grupos étnicos en Letonia según el registro de los años 1897 y 1920 (en miles de personas)
Año |
Número general |
Entre ellos |
|||||||||
Del registro |
de poblacion |
Leto-nes |
Ru-sos |
Bielo-rusos |
Ucra-nos |
Alema-nes |
Judios |
Polacos |
Lituanos |
Estonios |
Otros |
1897 |
1.929,4 |
1.318,1 |
232,2 |
120,0 |
142,3 |
65,1 |
26,0 |
18,0 |
7,0 |
||
1920 |
1.596,1 |
1.159,4 |
91,5 |
66,2 |
79,4 |
58,1 |
25,3 |
8,7 |
55,1 |
8,7 |
51,1 |
Fuente: http:/www.russkije.lv/ru/pub/read/russkie-v-latvii-sbornik/rus-v-latvii-1-fedotov.html
Además de la población letona, ubicada sobre todo en el campo, existían unos cuantos grupos étnicos influyentes: alemanes, rusos, judíos y también polacos y bielorrusos en Latgale. La posición social de esos grupos era diferente. Históricamente los alemanes pertenecían a la aristocracia feudal y acomodada burguesía privilegiada que se convirtió con el tiempo en la clase burguesa y administración local (en la parte occidental de Letonia la contabilidad y los documentos locales se redactaban en alemán durante muchos años). La estructura social de la población rusa era más diversificada. Además de los representantes de la administración civil y militar zarista, hubo burguesía industrial y negociantes, proletariado en grandes capitales y campesinos en las regiones orientales, los que antes de la revolución formaban parte de la provincia de Vitebsk (en el Imperio ruso la organización administrativa y territorial no tomaba en consideración la estructura étnica de la población).
La población letona durante siglos no disponía de su propia aristocracia y consistía en pescadores y campesinos, los últimos estaban en una situación de opresión extrema a que dependían completamente, casi en régimen esclavizante, de los terratenientes alemanes (en Latgale polacos y rusos). Desde el cambio de las tierras Bálticas a la jurisdicción rusa la situación de los campesinos no cambió mucho – la aristocracia alemana mostraba su lealtad al Zar ruso y disfrutaba del paternalismo de la administración rusa. En la situación, cuando la opresión social se llevaba a cabo por un terrateniente extranjero, la administración, por un funcionario extranjero, las protestas sociales de la clase campesina, étnicamente homogénea, no podía tener un vector nacional suficientemente determinado. Ante todo, era contra – alemán, y también contra – ruso.
La situación en las ciudades, donde a partir de la segunda mitad del siglo XIX se desarrollaba la gran industria capitalista, transporte ferroviario y por mar, era totalmente diferente.
Aquí la clase de capitalistas - explotadores se componía por los representantes de diferentes nacionalidades, los negociantes y campesinos letones, que se hicieron ricos después de la abolición de la esclavitud, incluidos, el proletariado también estaba representado por todas las etnias que habitaban en la región. Esa es la razón por la que los obreros de Riga constituían una fuerza bien preparada y organizada y participaron activamente en todos los acontecimientos revolucionarios de los años 1905 y 1917. La burguesía letona era débil todavía, lo que la obligaba a maniobrar constantemente, buscar diferentes aliados y patrones para asegurar su posición económica y política, así como para crear su sistema estatal.
Al mismo tiempo, en la segunda mitad del siglo XIX se formó un grupo social de los intelectuales nacionales, entre ellos el poeta Janis Rainis y el jefe del primer gobierno de Letonia Soviética Peteris Stucka.
Otra diferencia significativa de la situación letona de la del resto del Imperio ruso, que se estaba desintegrando, era otro tipo de la propiedad agraria, basado en mas temprano y mas profundo desarrollo del capitalismo en agricultura. En las provincias Bálticas la esclavitud fue abolida ya en 1816 – 1819 (mientras que en Rusia sólo en 1862) y para la época de la revolución la diversificación de clases en la población agrícola ya había terminado. El auge económico de los finales del siglo XIX – principios del XX dio un impulso para el desarrollo de relaciones del mercado en el campo, que a su vez llevaron a la estratificación del campesinado y a la formación de las capas sociales de terratenientes y negociantes ricos y medianos y pobres arruinados que se convirtieron en proletariado agrícola o urbano.
Esa estratificación definió por un lado el apoyo activo de la revolución por los pobres y dio a luz el fenómeno revolucionario como los Rojos Tiradores Letones, por el otro, favoreció a la aparición de una capa bastante importante de pequeños y medianos propietarios en el comercio y agricultura. Ese estrato apoyaba la revolución en su etapa burguesa – democrática (derrocamiento de la monarquía, anulación de las limitaciones nacionales y clasistas, etc.), pero no estaba preparado para las reformas socialistas, más aun, las acciones del poder soviético, como la anulación de la propiedad privada y limitación de negocio eran recibidos por sus representantes con enemistad. En febrero de 1919 fue publicado el Decreto sobre la tierra, según el cual toda la tierra se declaraba nacionalizada si compensación alguna a sus ex – propietarios. La tierra que paso a ser la propiedad del estado se dividía, a su vez, en dos categorías: explotaciones soviéticas y arrendadas. En total, han sido creados 239 explotaciones soviéticas, normalmente a base de las granjas de grandes terratenientes, en las que trabajaban, mayoritariamente, peones y pequeños arrendatarios. Para entrar en una explotación de ese tipo, ellos debían venderle todo su ganado.
Los organizadores de la nacionalización (el autor del proyecto – comisario de agricultura Fricis Rozins) suponían que una consolidación de ese tipo no solo favorecería una colectivización de la producción agrícola, sino también aumentar la productividad y volumen de la producción agraria, ya que el problema de la alimentación en las condiciones del desbarajuste de la guerra era muy grave. Desde el punto de vista económico esas decisiones eran muy racionales, ya que las grandes explotaciones disponían de la base productiva muy amplia para aquellos tiempos – equipamiento para trabajar la tierra, instalaciones para el ganado de trabajo y de reproducción y equipamiento para la transformación básica de los productos agrícolas. Sin embargo, psicológicamente las masas de los trabajadores agrícolas no estaban preparados para ese tipo de transformaciones.
A pesar de que el decreto sobre la venta del ganado particular pronto se vio anulado, la nacionalización de las tierras agrícolas junto con los intentos de organizar el trabajo colectivo era recibido en el campo bastante negativamente, incluso los campesinos mas pobres entendían la idea de la justicia social como la repartición de las tierras y su entrega directa a los propietarios de la tierra. La variante de arrendamiento para un año, que también se examinaba, no satisfizo a los campesinos, que querían que fuera indeterminado (como era en la Rusia Soviética). Esas ideas tenían un apoyo masivo y era necesario tenerlas en cuenta para llevar a cabo las reformas socialistas. Ignorarlos ya había llevado a la caída drástica del apoyo al poder soviético, especialmente entre la población agraria. Posteriormente, en sus VII y VIII congresos, el partido Comunista letón, al analizar la política agraria del poder soviético en el 1919, reconoció el error de no traspasar los terrenos nacionalizados de los grandes terratenientes a los campesinos.
Durante el mismo periodo, en febrero de 1919, empezó la nacionalización de grandes empresas privadas y los bancos. El decreto de 8 de marzo establecía que la propiedad privada valorada en más de 10.000 rublos estaba sujeta a la nacionalización. De esa manera se formó el sector de la economía del estado. Un papel importante en la organización de la administración se adjudicaba a los sindicatos: cada empresa se administraba por una junta de 3 – 5 personas elegida por el sindicato correspondiente y aprobada por el comisariato (ministerio) de industria. En esas empresas los miembros del sindicato elegían también unas comisiones que seguían de cerca el proceso de producción y controlaban el trabajo de la dirección. Esas comisiones eran totalmente independientes de la administración de la empresa. En las empresas privadas existían también las comisiones del mismo tipo cuya función era garantizar el cumplimiento de las directivas del poder soviético y defender los derechos de los trabajadores. En aquel entonces los sindicatos reunían prácticamente a todos los trabajadores y cumplieron el objetivo de reconstruir la industria y normalización de la vida de la población de la republica, solo en Riga fue restablecido el funcionamiento de una centena de empresas.
Cabe mencionar que el proletariado urbano estaba debilitado por la evacuación de Letonia de grandes empresas militares que se habían trasladado por la cercanía del frente alemán. Con ellas, abandonaron Letonia muchos de los operarios cualificados que formaban la base del proletariado urbano, organizado, con amplios conocimientos teóricos y templados en la lucha revolucionaria. En las trincheras de la guerra a partir del 1914 perecían también los representantes de la clase pobre. Ese debilitamiento de la estructura obrera llevaba al crecimiento de las tendencias pequeño burguesas, lo que a su vez influía en el éxito de las reformas socialistas.
Las lecciones de la derrota de la revolución de 1917 – 1920 en Letonia consisten en la necesidad extrema de examinar el estado de animo de las masas populares. En la situación, cuando la psicología popular por razones objetivas no esta preparada para las reformas sociales revolucionarias, no se debe forzarlas. Eso lleva al debilitamiento del apoyo popular y siempre se utiliza por la burguesía en sus propios intereses.
En su conjunto, ese periodo corto, pero muy llamativo, de la República Socialista Soviética de Letonia resultó una experiencia enriquecedora para la formación de una sociedad socialista, la que fue aprovechada después para la reconstrucción del poder soviético en el país en el año1940.
Lenin V. Obras completas, 5a ediciòn, Moscú, Politizdat 1969
Niedre O. “Volviendo al 18 de noviembre de 1918”, colección “Letonia en la frontera de las épocas. III”, Riga, Avots, 1988
Dribin L. “LaRepublica Socialista Sovietica de Letonia”, colección “Letonia en la frontera de las épocas. II”, Riga, Avots, 1988