La OTAN como un regulador del Imperialismo


Ali Somel, miembro del CC del Partido Comunista de Turquía

Durante el último cuarto de siglo, la discusión principal acerca de la OTAN fue su misión después de la disolución de la Unión Soviética. ¿Por qué continúa existiendo? El argumento de que la razón de ser de la OTAN fuera el Pacto de Varsovia ignora el principal y permanente aspecto del Imperialismo: La mutua militarización de los países capitalistas y su tendencia en común de unirse en contra de la amenaza proletaria.

Lenin escribió en 1916:

“Los capitalistas dividen el mundo, no como resultado de alguna malicia en particular, sino porque el grado de concentración que ha sido alcanzado los obliga a adoptar este método para la obtención de ganancias. Y ellos lo dividen en “relación proporcional al capital”, “en relación proporcional a la fuerza”, porque no puede existir otro método de división bajo la producción mercantil y bajo el capitalismo. Pero la fuerza varía con el grado de desarrollo económico y político. Con el fin de entender qué ocurre, es necesario saber que cuestiones son resueltas por los cambios en la correlación de fuerzas… Sustituir con la cuestión de la forma de lucha y acuerdos (hoy paz, mañana guerra, al siguiente día otra vez guerra) la cuestión de la esencia de la lucha y acuerdos entre asociaciones capitalistas es hundirse en el rol de un sofista.”

Si nosotros no nos queremos hundir en el rol de un sofista, la pregunta que concierne a la OTAN debería ser reformulada de la siguiente manera: ¿Cómo re-identificó su misión la OTAN?

1.- Desarrollo de la OTAN como una organización imperialista y contra-revolucionaria.

Contrarrevolución en la época de revoluciones.

El desarrollo desigual del capitalismo integra cada unidad social dentro de la jerarquía imperialista al mismo tiempo que profundiza la rivalidad entre ellas. Incluso, aunque las fortalezas y debilidades de los países pueden diferir, el país dominante ha de presentar un modelo viable para el sostenimiento del orden imperialista-capitalista. Éste además sirve una función contrarrevolucionaria, (sic.: i.e.), efectivamente prevenir y derrotar las amenazas revolucionarias. La naturaleza de estas amenazas hasta antes de la Revolución de Octubre no obligaba a la burguesía europea a buscar una alianza internacional para coordinar sus fuerzas contrarrevolucionarias militar e ideológicamente.

Tras la Primera Guerra Mundial, los ejércitos aliados que ya estaban organizados para la división y recolonización del mundo fueron enviados para la pelear en contra de los Bolcheviques en la Guerra Civil Rusa. Después de la derrota del Ejército Blanco y de la crisis de 1929 del Capitalismo occidental, el fascismo emergió como un movimiento internacional contrarrevolucionario. Esto fue un intento indirecto de los imperialistas occidentales de organizar la contrarrevolución para derrocar el poder socialista. Pero la legendaria resistencia del pueblo Soviético transformó este plan en un fiasco.

Para finales de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética había demostrado no solo que un país agrícola podía industrializarse, tomando un gran salto con la planeación socialista, sino además de estar en condiciones de enfrentar una agresiva guerra imperialista. Fue una gran advertencia para el mundo capitalista. Se necesitaba un mecanismo para superar la fuerza militar así como la influencia ideológica del comunismo. Éste mecanismo iba a ser proporcionado por los Estados Unidos y otros poderosos países capitalistas en Europa, la OTAN y la CEE (Comunidad Económica Europea)/UE (Unión Europea).

 

La necesidad de centralizar las fuerzas contrarrevolucionarias

Ya que el Imperialismo no era un factor externo a los países dependientes en términos de integración capitalista, la tendencia a colaborar con los centros imperialistas era inherente. La perpetuación del sistema explotador necesitaba la realización de los intereses “entretejidos” de la burguesía doméstica y del capital imperialista tanto a través de medios formales como informales.

La política colonialista siempre trabajó con colaboradores y este método fue transformado en una política imperialista de un modo más sofisticado: Las fuerzas de la clase dominante local serían pertrechadas con una ideología propia para que parecieran actuar de una forma autónoma, mientras que eran realmente entrenadas, organizadas y financiadas por potencias imperialistas. Mientras que entre las poblaciones rurales las identidades religiosas y étnicas eran usadas para este propósito, en las comunidades urbanas fue generalmente un nacionalismo elitista. El carácter complementario del fascismo y el liberalismo sirvió como una espada de doble filo en el uso político de estas ideologías.

El Ejército Rojo había barrido a los Nazis, liberando a las naciones de Europa del Este de la ocupación fascista. Pero los capitalistas de Europa temían que los comunistas pudieran ganar fuerza en sus países y con ese pretexto agitaron los miedos de la Invasión Soviética. La OTAN se estableció en realidad en 1949 en contra de los comunistas, quienes habían ganado fuerza durante y después de la guerra.  Por supuesto que esto no sólo era una “precaución” en contra de una posible revolución, sino un intento directo de suprimir o manipular movimientos sociales progresistas a través de la guerra tanto en el terreno militar como ideológico. Para prevenir cualquier desviación de la estrategia imperialista, se esperaba que todos los miembros cumplieran estrictamente con las directivas de la OTAN.

 

El papel de la OTAN en la reorganización del Imperialismo

Antes de que la Unión Soviética probara su bomba atómica en 1949, la estrategia del imperialismo estadounidense fue la de confrontar a la URSS con armas nucleares en vez de armas convencionales. La OTAN fue establecida bajo esta doctrina militar. Sin embargo, después de que la supremacía inicial de los Estados Unidos, poseyendo armas nucleares, fuera reemplazada por un balance de fuerzas en 1949, las confrontaciones indirectas y regionales tomaron relevancia, regionalizando y politizando el conflicto. La OTAN modificó su misión de acuerdo a las condiciones de la Guerra Fría.

Los Estados Unidos encabezaban la reconstrucción de Europa y la reorganización de las fuerzas anticomunistas que habían sido derrotadas anteriormente por el Ejército Rojo. El Plan Marshall y el establecimiento de la OTAN fueron complementarios. El centro de la autoridad del Imperialismo fue consolidado en el Atlántico. Mientras Gran Bretaña voluntariamente compartía su poder con los EEUU, la hegemonía de los antiguos países Colonialistas europeos fue reemplazada por el Imperialismo estadounidense.

La región del Mediterráneo fue unas de las áreas más “vulnerables” en términos de simpatía hacia los partidos comunistas. En el Mar Egeo, la autoridad imperialista sobre Turquía y Grecia fue explícitamente entregada por Gran Bretaña a Estados Unidos en 1947, dejando a la OTAN el papel decisivo en la confrontación contra la influencia Soviética. Chipre atestiguo la transición de ser una colonia Británica a ser un “portaaviones” regional de la OTAN y la subsecuente organización de grupos fascistas paramilitares por la OTAN. El papel de Turquía, además de sus actos provocativos para dar a las fuerzas imperialistas el pretexto para intervenir en Chipre, fue también crítico en términos del acceso de la OTAN al Oriente Medio. El gobierno turco durante la década de 1950 trató de persuadir a los países No Alineados de unirse a la OTAN.

Sin embargo, la rivalidad entre potencias regionales capitalistas para crear un espacio de maniobra dentro de la jerarquía imperialista y la restricción de las actividades imperialistas impuestas por el campo socialista forzaron al imperialismo estadounidense a dejar de lado a la OTAN en ciertos casos. Debido a la política de neutralidad del Movimiento de los No Alineados, durante la Crisis del Canal de Suez y en la posición ante Yugoslavia después de la desintegración de la Unión Soviética, los Estados Unidos tuvieron que crear alternativas regionales a la OTAN mediante la descentralización de fuerzas contrarrevolucionarias. La creación de zonas de amortiguamiento en áreas controversiales debilitaron los lazos dentro de la OTAN. Francia se retiró del ejército de la OTAN en 1966 y Alemania Occidental desarrolló la llamada Ost-Politik (Política del Este) la cual estaba fuera del enfoque de la política de la OTAN.

 

El papel de la OTAN en la modernización del capital

La OTAN inició proyectos de ingeniería y entrenamiento para el desarrollo capitalista para contrarrestar el ejemplo del desarrollo revolucionario socialista. La premisa central fue la de adaptar técnica e institucionalmente a los ejércitos nacionales a las normas de la OTAN. Esto significaba dependencia de la defensa nacional a la infraestructura militar estadounidense. Los acuerdos bilaterales garantizaron esta dependencia unilateral. Al mismo tiempo, los programas de entrenamiento de la OTAN proporcionaron una ideología anticomunista a la burocracia militar. En cierto sentido, la perspectiva de modernización fue reconstruida por la OTAN.

Un ejemplo sustancial fue la transformación de las Fuerzas Armadas Turcas que dio forma a la percepción de modernización en términos de justificar la estratificación social. Los privilegios económicos del personal de la OTAN fueron heredados a los militares turcos, alienando a los oficiales de su pueblo. La formación institucional del ejército, debido al papel del ejército durante la guerra de independencia y del establecimiento de la República Turca, había estado abierto a la consciencia política de la liberación nacional. La OTAN ayudo en mantener la búsqueda de la liberación nacional lejos de una actitud política “tercermundista” orientándola hacia una lealtad para con el “Mundo Libre”. En verdad, el golpe militar que derrocó a un dictador respaldado por los EEUU en 1960 primero que nada declaró su lealtad a la OTAN.

La OTAN también extendió sus medios de legitimación apoyando actividades científicas, fuera de las áreas militares. Desarrolló el Programa de Ciencia para la Paz y Seguridad y financió su investigación.  Las iniciativas científicas de la OTAN la ayudaron aparentar ser una organización para la civilización y enmascarar sus actividades contrarrevolucionarias abiertas y encubiertas.

 

La OTAN como catalizador de la contrarrevolución encabezada por los EEUU

En Europa, los países fundadores de la OTAN estaban más que dispuestos a provocar tensión entre los dos bloques basados en su identidad Atlántica. Esto permitió a los EEUU dominar el bloque anticomunista no sólo en términos militares sino también ideológicos. El imperialismo estadounidense se identificó con la “Libertad” en oposición a la revolución socialista. La OTAN y sus aliados llegaron a nombrarse “el Mundo Libre”, en garantía de ser “libres del socialismo” y “libres de revolución”.

En términos militares, ‘organizaciones de respaldo’ fueron establecidas como la Operación Gladio en Italia. La OTAN centralizó las fuerzas anticomunistas abiertas y encubiertas. Una variedad de grupos encubiertos, también grupos no gubernamentales, fueron organizados. Desde la Iglesia hasta la Mafia, todos se unieron en la movilización para prevenir el desarrollo de la organización comunista. Grupos contrarrevolucionarios fueron entrenados por agentes de la CIA para perpetrar ataques terroristas.

La OTAN fue tanto un recurso como un producto de la contrarrevolución. Los países que se unían a la OTAN eran puestos a prueba en su sumisión a las iniciativas contrarrevolucionarias del imperialismo estadounidense. Por ejemplo, Turquía fue aceptada en la OTAN tan sólo después de enviar tropas a Corea del Norte durante la Guerra de Corea en 1950. Después, siguiendo la disolución de la Unión Soviética, los países del Este de Europa que integraron completamente su política exterior con la estrategia estadounidense durante la restauración imperialista, se convertirían en piezas de la subsecuente expansión de la OTAN.

La OTAN como catalizador de la contrarrevolución encabezada por los EEUU

Contrarrevolución en la época de revoluciones.

El desarrollo desigual del capitalismo integra cada unidad social dentro de la jerarquía imperialista al mismo tiempo que profundiza la rivalidad entre ellas. Incluso, aunque las fortalezas y debilidades de los países pueden diferir, el país dominante ha de presentar un modelo viable para el sostenimiento del orden imperialista-capitalista. Éste además sirve una función contrarrevolucionaria, (sic.: i.e.), efectivamente prevenir y derrotar las amenazas revolucionarias. La naturaleza de estas amenazas hasta antes de la Revolución de Octubre no obligaba a la burguesía europea a buscar una alianza internacional para coordinar sus fuerzas contrarrevolucionarias militar e ideológicamente.

Tras la Primera Guerra Mundial, los ejércitos aliados que ya estaban organizados para la división y recolonización del mundo fueron enviados para la pelear en contra de los Bolcheviques en la Guerra Civil Rusa. Después de la derrota del Ejército Blanco y de la crisis de 1929 del Capitalismo occidental, el fascismo emergió como un movimiento internacional contrarrevolucionario. Esto fue un intento indirecto de los imperialistas occidentales de organizar la contrarrevolución para derrocar el poder socialista. Pero la legendaria resistencia del pueblo Soviético transformó este plan en un fiasco.

Para finales de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética había demostrado no solo que un país agrícola podía industrializarse, tomando un gran salto con la planeación socialista, sino además de estar en condiciones de enfrentar una agresiva guerra imperialista. Fue una gran advertencia para el mundo capitalista. Se necesitaba un mecanismo para superar la fuerza militar así como la influencia ideológica del comunismo. Éste mecanismo iba a ser proporcionado por los Estados Unidos y otros poderosos países capitalistas en Europa, la OTAN y la CEE (Comunidad Económica Europea)/UE (Unión Europea).

La necesidad de centralizar las fuerzas contrarrevolucionarias

Ya que el Imperialismo no era un factor externo a los países dependientes en términos de integración capitalista, la tendencia a colaborar con los centros imperialistas era inherente. La perpetuación del sistema explotador necesitaba la realización de los intereses “entretejidos” de la burguesía doméstica y del capital imperialista tanto a través de medios formales como informales.

La política colonialista siempre trabajó con colaboradores y este método fue transformado en una política imperialista de un modo más sofisticado: Las fuerzas de la clase dominante local serían pertrechadas con una ideología propia para que parecieran actuar de una forma autónoma, mientras que eran realmente entrenadas, organizadas y financiadas por potencias imperialistas. Mientras que entre las poblaciones rurales las identidades religiosas y étnicas eran usadas para este propósito, en las comunidades urbanas fue generalmente un nacionalismo elitista. El carácter complementario del fascismo y el liberalismo sirvió como una espada de doble filo en el uso político de estas ideologías.

El Ejército Rojo había barrido a los Nazis, liberando a las naciones de Europa del Este de la ocupación fascista. Pero los capitalistas de Europa temían que los comunistas pudieran ganar fuerza en sus países y con ese pretexto agitaron los miedos de la Invasión Soviética. La OTAN se estableció en realidad en 1949 en contra de los comunistas, quienes habían ganado fuerza durante y después de la guerra.  Por supuesto que esto no sólo era una “precaución” en contra de una posible revolución, sino un intento directo de suprimir o manipular movimientos sociales progresistas a través de la guerra tanto en el terreno militar como ideológico. Para prevenir cualquier desviación de la estrategia imperialista, se esperaba que todos los miembros cumplieran estrictamente con las directivas de la OTAN.

El papel de la OTAN en la reorganización del Imperialismo

Antes de que la Unión Soviética probara su bomba atómica en 1949, la estrategia del imperialismo estadounidense fue la de confrontar a la URSS con armas nucleares en vez de armas convencionales. La OTAN fue establecida bajo esta doctrina militar. Sin embargo, después de que la supremacía inicial de los Estados Unidos, poseyendo armas nucleares, fuera reemplazada por un balance de fuerzas en 1949, las confrontaciones indirectas y regionales tomaron relevancia, regionalizando y politizando el conflicto. La OTAN modificó su misión de acuerdo a las condiciones de la Guerra Fría.

Los Estados Unidos encabezaban la reconstrucción de Europa y la reorganización de las fuerzas anticomunistas que habían sido derrotadas anteriormente por el Ejército Rojo. El Plan Marshall y el establecimiento de la OTAN fueron complementarios. El centro de la autoridad del Imperialismo fue consolidado en el Atlántico. Mientras Gran Bretaña voluntariamente compartía su poder con los EEUU, la hegemonía de los antiguos países Colonialistas europeos fue reemplazada por el Imperialismo estadounidense.

La región del Mediterráneo fue unas de las áreas más “vulnerables” en términos de simpatía hacia los partidos comunistas. En el Mar Egeo, la autoridad imperialista sobre Turquía y Grecia fue explícitamente entregada por Gran Bretaña a Estados Unidos en 1947, dejando a la OTAN el papel decisivo en la confrontación contra la influencia Soviética. Chipre atestiguo la transición de ser una colonia Británica a ser un “portaaviones” regional de la OTAN y la subsecuente organización de grupos fascistas paramilitares por la OTAN. El papel de Turquía, además de sus actos provocativos para dar a las fuerzas imperialistas el pretexto para intervenir en Chipre, fue también crítico en términos del acceso de la OTAN al Oriente Medio. El gobierno turco durante la década de 1950 trató de persuadir a los países No Alineados de unirse a la OTAN.

Sin embargo, la rivalidad entre potencias regionales capitalistas para crear un espacio de maniobra dentro de la jerarquía imperialista y la restricción de las actividades imperialistas impuestas por el campo socialista forzaron al imperialismo estadounidense a dejar de lado a la OTAN en ciertos casos. Debido a la política de neutralidad del Movimiento de los No Alineados, durante la Crisis del Canal de Suez y en la posición ante Yugoslavia después de la desintegración de la Unión Soviética, los Estados Unidos tuvieron que crear alternativas regionales a la OTAN mediante la descentralización de fuerzas contrarrevolucionarias. La creación de zonas de amortiguamiento en áreas controversiales debilitaron los lazos dentro de la OTAN. Francia se retiró del ejército de la OTAN en 1966 y Alemania Occidental desarrolló la llamada Ost-Politik (Política del Este) la cual estaba fuera del enfoque de la política de la OTAN.

El papel de la OTAN en la modernización del capital

La OTAN inició proyectos de ingeniería y entrenamiento para el desarrollo capitalista para contrarrestar el ejemplo del desarrollo revolucionario socialista. La premisa central fue la de adaptar técnica e institucionalmente a los ejércitos nacionales a las normas de la OTAN. Esto significaba dependencia de la defensa nacional a la infraestructura militar estadounidense. Los acuerdos bilaterales garantizaron esta dependencia unilateral. Al mismo tiempo, los programas de entrenamiento de la OTAN proporcionaron una ideología anticomunista a la burocracia militar. En cierto sentido, la perspectiva de modernización fue reconstruida por la OTAN.

Un ejemplo sustancial fue la transformación de las Fuerzas Armadas Turcas que dio forma a la percepción de modernización en términos de justificar la estratificación social. Los privilegios económicos del personal de la OTAN fueron heredados a los militares turcos, alienando a los oficiales de su pueblo. La formación institucional del ejército, debido al papel del ejército durante la guerra de independencia y del establecimiento de la República Turca, había estado abierto a la consciencia política de la liberación nacional. La OTAN ayudo en mantener la búsqueda de la liberación nacional lejos de una actitud política “tercermundista” orientándola hacia una lealtad para con el “Mundo Libre”. En verdad, el golpe militar que derrocó a un dictador respaldado por los EEUU en 1960 primero que nada declaró su lealtad a la OTAN.

La OTAN también extendió sus medios de legitimación apoyando actividades científicas, fuera de las áreas militares. Desarrolló el Programa de Ciencia para la Paz y Seguridad y financió su investigación.  Las iniciativas científicas de la OTAN la ayudaron aparentar ser una organización para la civilización y enmascarar sus actividades contrarrevolucionarias abiertas y encubiertas.

En Europa, los países fundadores de la OTAN estaban más que dispuestos a provocar tensión entre los dos bloques basados en su identidad Atlántica. Esto permitió a los EEUU dominar el bloque anticomunista no sólo en términos militares sino también ideológicos. El imperialismo estadounidense se identificó con la “Libertad” en oposición a la revolución socialista. La OTAN y sus aliados llegaron a nombrarse “el Mundo Libre”, en garantía de ser “libres del socialismo” y “libres de revolución”.

En términos militares, ‘organizaciones de respaldo’ fueron establecidas como la Operación Gladio en Italia. La OTAN centralizó las fuerzas anticomunistas abiertas y encubiertas. Una variedad de grupos encubiertos, también grupos no gubernamentales, fueron organizados. Desde la Iglesia hasta la Mafia, todos se unieron en la movilización para prevenir el desarrollo de la organización comunista. Grupos contrarrevolucionarios fueron entrenados por agentes de la CIA para perpetrar ataques terroristas.

La OTAN fue tanto un recurso como un producto de la contrarrevolución. Los países que se unían a la OTAN eran puestos a prueba en su sumisión a las iniciativas contrarrevolucionarias del imperialismo estadounidense. Por ejemplo, Turquía fue aceptada en la OTAN tan sólo después de enviar tropas a Corea del Norte durante la Guerra de Corea en 1950. Después, siguiendo la disolución de la Unión Soviética, los países del Este de Europa que integraron completamente su política exterior con la estrategia estadounidense durante la restauración imperialista, se convertirían en piezas de la subsecuente expansión de la OTAN.

2.-Bajando la guardia en contra de la OTAN

La actitud hacia la OTAN como una prueba de Marxismo-Leninismo   

La línea política que se opuso a la OTAN fue ampliamente determinada por el movimiento pacifista en Europa. Era un dilema político para el comunismo el limitar su lucha a la lucha en contra de las misiones militares la OTAN y defender la paz como un objetivo en sí mismo. La falta de un claro carácter antiimperialista del movimiento pacifista hizo de la Unión Soviética un blanco para las críticas anti militaristas, ya que justamente tuvo que portar armas en contra del cerco militar imperialista. Ésta era una derrota ideológica para el prestigioso Ejército Rojo de la 2ª Guerra Mundial.

A medida que el Movimiento comunista europeo se alienaba del Leninismo, una actitud liberal surgía tendiendo hacia una integración supra-nacional de Europa. El Eurocomunismo aceptó la Comunidad Económica Europea como un agente del ‘desarrollo económico’, mientras mostraba tolerancia a la expansión de la OTAN como un agente complementario de la ‘integración económica en términos de seguridad’. De entre los partidos líderes del Eurocomunismo, el Partido Comunista de Italia abandonó el eslogan ‘Italia fuera de la OTAN, OTAN fuera de Italia’ en 1974.

Por otro lado, los movimientos revolucionarios que divergieron de la tradición dela Comintern perdieron su posición anti imperialista y la OTAN fue uno de los principales asuntos. Después de la confrontación Sino-Soviética, ciertos movimientos maoístas aceptaron a la OTAN como un aliado cuando asumieron al Ejército Rojo como su enemigo principal. El masivo movimiento Maoísta turco, Aydinlik, cooperó con las fuerzas fascistas respaldadas por la OTAN que se organizaron en contra de socialistas y revolucionarios durante la década de 1970.

En ambos casos, la debilidad ideológica de diferentes secciones comunistas resultó en la infiltración de políticas imperialistas, materializadas en la actitud hacia la OTAN.

Retirando las conquistas históricas de la lucha de clases europea

La Izquierda europea jugó un papel crucial en términos de armonización entre el liberalismo y el socialismo distanciándose ella misma de la política revolucionaria de la clase obrera. Diferentes versiones de la nueva izquierda, la tercera vía y el “movimientismo” social, emergieron y se identificaron con la interpretación atlántica de la “libertad”. La oposición a políticas neoliberales fue formulada dentro de los marcos políticos de la democracia burguesa, produciendo foros sociales y proyectos alternativos sociales, en vez de cuestionar la base del sistema. Conforme los partidos social demócratas pro-OTAN tradicionales perdieron credibilidad, movimientos oportunistas de izquierda emergieron, como SYRIZA en Grecia, substituyendo la lucha de clases por la política de negociación con las organizaciones capitalistas e imperialistas.

Inicialmente las tendencias contrarrevolucionarias en Europa, ideológicamente respaldados por los EU, se habían obstinado en la construcción de la Unión Europea. Especialmente la ampliación de la UE fue un proceso doble en los países del Este de Europa tanto de su transición hacia el capitalismo y su articulación con los Estados europeos bajo la hegemonía estadunidense con el disfraz de la democracia. La OTAN fue una de las principales herramientas en estos procesos.

La restauración del capitalismo en los países anteriormente socialistas necesitó un proceso institucional. Empezando con la unificación de Alemania, la adhesión a la OTAN fue usada para preparar la adhesión de los Estados anteriormente socialistas a la UE. El crecimiento de la OTAN simbolizaba el restablecimiento de la hegemonía imperialista a lo largo de Europa bajo el liderato de los EEUU. Consecuentemente la construcción de la Unión Europea se movió sobre una vía supra-nacional-tecnocrática-monetaria en vez de una vía nacional-política-constitucional que pudiera dar cabida a una oposición social que defendiera los derechos soberanos, derechos colectivos e intereses de bienestar social adquiridos por la lucha de clases Europea.

Entonces la OTAN sirvió como un catalizador en el proceso de restauración que intentó remover el obstáculo de la tradicional política progresista europea y desterrar los últimos remanentes de socialismo en Europa del Este, principalmente la todavía no totalmente integrada Rusia.

La OTAN enfocando el talón de Aquiles del socialismo en la contrarrevolución 

El Imperialismo tuvo que reconstituirse en países y regiones donde había tenido que retroceder durante décadas. Los más vulnerables eran aquellos países donde el marco socialista era débil en términos de desarrollo de las fuerzas productivas y en términos de consolidación ideológica del Marxismo-Leninismo entre sus cuadros comunistas. El Imperialismo estadounidense además tuvo que escoger entre los puntos más estratégicos para infiltrar o invadir a fin de penetrar dentro de la vasta geografía de la influencia soviética.

La unificación económica de Europa había sido identificada con la social democracia en oposición al comunismo. El impacto del socialismo había prevenido la total hegemonía del imperialismo estadounidense sobre Europa. Después de que las operaciones contrarrevolucionarias iniciaran, la OTAN se sintió libre de sentar las bases para la restauración del imperialismo a través de medios institucionales empezando por el Este de Europa.

Yugoslavia, aliada a miembros de la OTAN como Turquía y Grecia en el Pacto de los Balcanes, a pesar de su posición No Alineada, fue la primera en ser invadida por la OTAN. La contrarrevolución en Afganistán vino después de la última confrontación del imperialismo en la que inundó al país con fuerzas reaccionarias de fundamentalistas islamistas.

3.- La reorientación de la OTAN durante la restauración del imperialismo y sus alternativas

El papel de la OTAN en el avance de la restauración del imperialismo  

Durante la década de 1980, la influencia soviética sobre el tercer mundo se debilitó. Ya que la OTAN había sido construida a partir de fuerzas reaccionarias organizadas en contra de los asaltos comunistas, la retirada de las demandas revolucionarias del comunismo obligó a la reorganización de las fuerzas contrarrevolucionarias. Algunas extensiones ‘encubiertas’ de la OTAN fueron rectificadas y el papel ideológico de la OTAN se reforzó. Las organizaciones ilegales fueron condenadas y la OTAN se lavó las manos de estas organizaciones, para pavimentar el camino para una nueva orientación.

La disolución de la URSS y del Pacto de Varsovia obligó a la revisión de las misiones de la OTAN. El discurso de la amenaza de la invasión Soviética había llegado a fin. El Imperialismo tenía que ser restaurado en una importante parte de Europa y Asia y los antiguos países socialistas tenían que ser reestructurados con un nuevo discurso. La sangrienta guerra en Yugoslavia en la década 1990 fue ocupada como un experimento por la OTAN para encontrar esos medios necesarios. La definición de una amenaza fue extendida a toda clase de inestabilidades causadas por crisis políticas y económicas. El concepto estratégico de la OTAN incluyó a países no miembros en intervenciones militares bajo el nombre de Asociación para la Paz.

En este nuevo ambiente, la OTAN reorganizó a sus fuerzas armadas para intervenciones militares rápidas y efectivas. El incremento en armamentos fue complementado por unas fuerzas armadas más pequeñas y flexibles en lugar de más grandes y lentas. El uso de bases militares y misiles en el fortalecimiento de la dominación regional continuó mientras que la capacidad de manejar ejércitos más pequeños se intensificó. 

La reorientación de la OTAN en organizar a la reacción y la contrarrevolución

La OTAN jugó un papel multifacético en la restauración. Mientras impulsaba a grupos reaccionarios para crear inestabilidad y preparar el pretexto para una intervención militar en el ‘tercer mundo’, también organizaba campañas ideológicas en el mundo occidental para apoyar sus intervenciones. Desde el bombardeo de Belgrado en 1999 hasta las recientes intervenciones militares en Libia y Ucrania, la OTAN se profesionalizó en provocar caos y en librar guerras subsidiarias. Comparada con la estrategia en contra de las luchas revolucionarias durante la época soviética, la estructura actual de fuerzas mercenarias como extensiones de la OTAN cambió: El patrocinio directo a organizaciones  contra-guerrilleras y contrarrevolucionarias, fue reemplazados por la manipulación indirecta de organizaciones reaccionarias étnicas o sectarias que también buscan poder político como ISIS.

La nueva estrategia se basó en la creación de amenazas reaccionarias ante la ausencia de amenazas revolucionarias. Las intervenciones militares del último cuarto de siglo fueron todas presentadas como una responsabilidad de Occidente en prevenir atrocidades y mantener la paz en regiones desestabilizadas. Sin embargo, la dinámica misma de la desestabilización fue ella mismas creada por la restauración capitalista derivada de la profunda inequidad económica, la proliferaron de la ideología reaccionaria y por rivalidades militares galvanizadas por el control de recursos. Por lo tanto, esta estrategia simultáneamente aniquilo a los movimientos progresistas, marginalizó los remanentes de países del ‘tercer mundo’ que no se adaptaron a la restauración del imperialismo y encadeno al resto de la sociedad al proceso de restauración que es en sí mismo una fase continuada de la contrarrevolución.

Pero esto no fue una simple manipulación de fuerzas de ‘caos constructivo’ sino también una maniobra política para lograr la dominación de fuerzas de ‘estabilidad’. La OTAN permitió el fortalecimiento de fuerzas reaccionarias que ganaron el apoyo de la oposición popular hacia el militarismo estadounidense. Esto automáticamente forzó a fuerzas con orientación occidental (modernista, laica, etc.) pero que buscaban la independencia a que se sometieran a la iniciativa de los EEUU-OTAN. Por ejemplo, las fuerzas seculares Kurdas en Siria que inicialmente se habían distanciado de la oposición Siria que colaboró con los Estados Unidos, y que pidió la intervención de la OTAN durante la resistencia en Kobani.

Multilateralismo europeo en oposición a los EEUU-OTAN

Durante la crisis de Yugoslavia a finales de la década de 1990, la intervención militar encabezada por la OTAN fue usada por la UE para reunir apoyo para una ‘alternativa europea’ la cual fue una búsqueda de autonomía de su política imperialista. En el nombre de la comunidad internacional, la ‘agresión estadounidense’ fue condenada. La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa vino a la palestra como una dirección institucional para la legitimización de una política intervencionista europea.

La cuestión de establecer un Ejército Europeo fue presentada en este contexto. Durante la invasión de Iraq en 2003, Alemania, Francia, Bélgica y Luxemburgo rechazaron subordinarse a la política estadunidense y discutieron la iniciativa de un Ejército Europeo como una alternativa a la OTAN. Pero esto nunca fue una posición en favor de la autodeterminación de las naciones. Por el contrario, esto represento un intento para conservar la autonomía de las potencias europeas en el continente y su influencia en el mundo como un centro imperialista rival. La misma actitud intervencionista fue justificada con el discurso imperialista de proteger los derechos humanos.

La actitud que se debía tomar hacia Rusia también dividió a los países de la OTAN. Los Estados que colaboraron con los Estados Unidos dentro de la Unión Europea apoyaban todas las medidas intervencionistas de la OTAN. Por otro lado, Alemania abogó por una negociación con Rusia en contraste a la actitud hostil de los antiguos países socialistas. En contra de Gran Bretaña, Polonia y los Países Bálticos que han sido vistos como vasallos de la política de los Estados Unidos, las potencias centrales de la Unión Europea criticaron la política unilateral de la OTAN. La crítica del unilateralismo fue expresada a través de pedir un consenso basado en la Naciones Unidas para legitimar la acción colectiva militar de las potencias imperialistas en el nombre del resguardo de la paz.

Multilateralismo ruso en oposición a los EEUU-OTAN 

 

El año 2000 atestiguó la expansión de la OTAN hacia el Este. El engrandecimiento de la OTAN no solamente abarcó a los antiguos países del Pacto de Varsovia, sino también a las antiguas Repúblicas Soviéticas en el Cáucaso. La extensión regional fue un intento para abarcar la esfera de influencia Rusa e inevitablemente originó una reacción regional. Esto provocó negativamente a esos países que, si bien no resistían a las políticas imperialistas estadunidenses, no se sometían por completo a ellas.

Por primera vez, después de los ataques del 9/11, la OTAN invocó su Artículo-5, llamando a una reacción colectiva. Esto colocó fuerzas de la OTAN en el continente asiático. También fue un paso para habilitar otros medios de intervención en los regímenes políticos de los Estados dentro de su alcance. De hecho, las ‘Revoluciones de colores’ ocurrieron después del establecimiento de la OTAN en esta geografía que rebasó la zona Atlántica, representando una amenaza para el Medio Oriente, Asia Central y Asia-Pacífico. Los principales países de estas regiones se sintieron amenazados y en respuesta consolidaron y ampliaron el alcance de la cooperación entre ellas con el fin de preservar su autonomía continental, principalmente a través de la Organización para la Cooperación de Shanghái.

Consecuentemente, las relaciones con Rusia se convirtieron en un reto para los países de la OTAN. Los Estados agente del Imperialismo estadounidense que sirvieron en el cerco militar y político contra los estados no controlados en la tira del Este originaron una antítesis de la identidad Atlántica algo así como una identidad Euroasiática. Sin embargo, aunque las iniciativas rusas en la Primavera Árabe, en Siria y en la última crisis ucraniana estrecharon el campo de maniobra de acción de la OTAN, el llamado a los países más débiles hacia una identidad Euroasiática tampoco correspondía con una actitud antiimperialista ni tampoco con una actitud en pro de su soberanía.

Junto con China, Irán e India, Rusia pareció emerger como líder de un bloque alternativo en contra de la OTAN, quizás un nuevo centro de poder, junto con la utilización de su pasado Soviético en contra del imperialismo estadunidense. Pero la posición real de Rusia fue expuesta cuando requirió a la OTAN para un diálogo. La mayor potencia Eurasiática fue tratando de imponerse como un socio regional en el balance de fuerzas imperialistas. De hecho, en la Conferencia de Moscú sobre la Seguridad Internacional sostenida en Abril, donde el engrandecimiento de la OTAN fue denunciado, el Ministro ruso de relaciones exteriores Lavrov citó a Roosevelt, subrayando la línea política de Rusia, planteo como base para una Asociación Internacional para la Paz:

“…Tendremos que tomar la responsabilidad para una colaboración mundial, o tendremos que compartir la responsabilidad de otro conflicto mundial… esto es solamente posible enfrentando los desafíos comunes y preservando la paz mediante esfuerzos colectivos, conjuntos, basados en el respeto por los legítimos intereses de todos los socios…”

5.- La lucha popular en contra de la OTAN y sus retrocesos

La restauración del imperialismo alcanzó una nueva etapa a principios del milenio. La provocación del 9/11 desencadenó la cruzada en contra del llamado ‘fundamentalismo’ Islámico. La prensa masiva criticó el previo apoyo a los Talibanes por los Estados Unidos ignorando como los Talibanes fueron promovidos en contra de las fuerzas comunistas en Afganistán. Cuando la principal misión contrarrevolucionaria de la OTAN se abstrae del nivel político de la lucha de clases, esto retarda la dirección correcta de la lucha. Sin un acercamiento materialista histórico, los movimientos reaccionarios son puestos en el mismo lugar que los movimientos de liberación nacional del siglo XX.

“Esto no es negar los defectos de los talibanes, algunos de ellos obviamente serios. Sin embargo, deben de estar haciendo algo correcto que atrae a las masas a su causa, movimiento, y lucha. Ese algo correcto incluye, entre otras cosas, la lucha de clases -en nombre de los campesinos y de otros pobres- en contra de los grandes terratenientes y otros ricos, la lucha en contra de las invasiones de la civilización occidental y su cultura y la preservación de una identidad islámica nacional y religiosa, y una guerra en contra de la invasión militar y ocupación de la OTAN liderada por los EEUU y otras fuerzas extranjeras.” [1]

Los movimientos reaccionarios que han sido organizados durante y después del comunismo son vistos como una fuerza indígena aliada del mundo subdesarrollado. El antagonismo es definido culturalmente y la lucha de clases se le adjunta a esto artificialmente. Esta metodología concibe a la posición Talibán como ‘fallida’ aunque su carácter histórico e ideológico es explícitamente contrarrevolucionario.

De acuerdo con el acercamiento occidental, los movimientos radicales tienen que ser controlados y los moderados tienen que ser comunicados con el mundo desarrollado. La actitud colaborativa hacia los yihadistas del ELS (Ejército Libre Sirio) en contra de ISIS es una desviación del antiimperialismo así como la benevolencia hacia los Talibanes. Reducir la lucha a la oposición a una amenaza dominante, la cual depende del punto de vista de diferentes posiciones etno-céntricas o religiosas, impide ver las trampas del reaccionarismo.

La OTAN re-articula su razón de ser sobre de estas bases. La lucha popular vira del cuestionamiento a la OTAN misma hacia la legitimación de aquellas intervenciones de la OTAN requeridas por las Naciones Unidas o por el consentimiento de los países de una región dada. La consciencia social que puede ser fácilmente manipulada toma el lugar de la consciencia de clase. Simultáneamente, la estructura y la naturaleza de la lucha organizada cambian a formas horizontales y basadas en la identidad en las cuales la popularidad de la lucha disminuye su consistencia política. Las ONG’s imperfectamente responden al resurgimiento de una búsqueda de lucha organizada mientras llenan la brecha creada por la ausencia de una lucha politizada de la clase obrera.

El movimiento popular anti OTAN carga la misma miopía que los recientes movimientos anti-globalización. La demanda de una reforma internacional desvía la atención de la lucha desde los centros de la política nacional. Estos centros determinados en cada país por su propia clase capitalista en realidad legitiman las políticas imperialistas bajo varios disfraces políticos e ideológicos. El discurso de contribuir para operaciones del resguardo de la paz se convirtió en un medio para justificar el apoyo a la política imperialista. El Liberalismo es la fuente de este dilema.

“Por lo tanto, el “nuevo” papel “humanitario” de la OTAN como “defensor” de los Derechos Humanos y la asombrosa, para la comunidad internacional, burla del Consejo de Seguridad y la violación de la Carta de las Naciones Unidas, trajo a primer plano una contradicción fundamental del Liberalismo. Por un lado, el derecho popular y de una nación soberana a la autodeterminación, y por el otro lado, la universalidad de los derechos humanos independientemente de las fronteras nacionales. Esta contradicción lleva a temas que conciernen a la Ley/Ética., el derecho de las minorías, el cambio de las fronteras, el derecho a la intervención por razones humanitarias al interior del estado, el papel de la OTAN y de la Unión Europea en crisis similares, etc. Además, esto trae a discusión la cuestión del mantenimiento del Estado-Nación en su forma existente.” [2]

El lema de la Responsabilidad para Proteger correspondiente al segundo principio del liberalismo, que es usado por la OTAN para justificar sus intervenciones internacionales. Aunque tal posición liberal es reforzada con ideologías locales reaccionarias. Generalmente, las ideologías reaccionarias (nacionalismo étnico, sectarismo religioso) son fomentadas a un nivel subnacional –dividiendo y degenerando a la clase trabajadora de cada país- a un nivel supranacional –borrando los centros de poder nacional de la clase dominante- son fomentadas la restauración capitalista y las ideologías liberales (globalismo, cosmopolitanismo). Ambas tratan de socavar la lucha revolucionaria de clases por el poder político a una escala nacional. La penetración y concentración del capital internacional ayuda al imperialismo a adoptar un discurso universalista, mientras la desintegración de sociedades subordinadas de acuerdo a identidades en lugar de clases es reforzada con un discurso pluralista, ambas socavando los derechos de autodeterminación y los derechos colectivos. Así solamente una perspectiva de clase puede superar el dilema del liberalismo: Ya que la restauración retira las conquistas históricas de la lucha de la clase obrera, el único camino para reclamar tanto la soberanía nacional como el humanitarismo es en unir a la clase trabajadora y establecer un poder político socialista en cada país.

Políticamente, la contrarrevolución (anti comunismo y hostilidad hacia las políticas de la clase obrera) es reproducida en la interacción de ideologías reaccionarias y liberales. Esto puede llevarse a cabo tanto por la imposición de fuerza como por la moderación. En cualquier caso, todas las intervenciones internacionales hacia estados soberanos son ilegítimas si ellas son unilateralmente guiadas por los EEUU-OTAN tanto si son multilateralmente aceptadas por las Naciones Unidas o uniones regionales. Sin embargo, la OTAN juega al policía bueno y el policía malo al mismo tiempo: Sus intervenciones en el nombre de la paz y los derechos humanos paradojamente propician el mutuo armamentismo y minan los derechos de los ciudadanos y las comunidades. Esto inválida al dilema liberal.

Otro enfoque reduce el eje de confrontación al de las naciones en contra del imperialismo. El sujeto de resistencia es identificado con el régimen nacional que las potencias imperialistas buscan derrocar. Este es un problema estratégico para los movimientos comunistas. El dominio del nacionalismo por sobre el patriotismo –donde el último reconoce la solidaridad entre pueblos de diferentes origines étnicos, culturales y religiosos- puede crear un obstáculo para el surgimiento de un internacionalismo de la clase obrera.

En África, por ejemplo, el papel creciente de China es retado por la OTAN, un representante histórico de los intereses de Occidente sobre del continente. Esto justifica a los centros de poder político africanos la conceptualización de la recolonización. En el libro OTAN Global y el fracaso catastrófico en Libia (2013), Horace Campbell argumenta que la Unión Africana debe ser fortalecida para estar en capacidades de responder a las necesidades políticas, diplomáticas y militares para resistir misiones externas militares como la de OTAN en Libia. [3] Igualmente, en el 70 Aniversario de la victoria del Ejército Rojo sobre la Alemania Nazi, el cerco a Rusia por la OTAN y sus países colaboradores, o más bien los cambios de régimen, uno por uno, en países vecinos de Rusia, necesariamente trae memorias de la tragedia de hace no más de un siglo. [4]

Sin embargo, ambos son los remanentes del siglo XX. En África, desde la gran lucha dada en contra del régimen del apartheid, el movimiento comunista ha cedido su poder político a los regímenes que violentamente reprimen al pueblo y a la clase obrera. Tampoco la Rusia de hoy es la misma Rusia de 1940. Es verdad que el cerco, asedio y bloqueo son medios para forzar un cambio de régimen de un país aislado. Pero cuando la reacción surge desde el punto de vista de centrarnos en un régimen, aunque la resistencia del régimen se justifica, una solución dentro del sistema imperialista-capitalista se impone en vano.

El prominente enfoque regionalista contra la OTAN es el Eurasianismo. Alexander Dugin, el teórico líder de este enfoque argumenta que la “globalización es un proceso objetivo e irreversible”. De acuerdo con él una ‘diversidad de la civilización’ tiene que ser creada en contra del proyecto Atlanticista. Esto suena como una retórica post-comunista en la ‘inevitabilidad de la globalización’ y el ‘choque de civilizaciones’. De ahí que, el Euroasianismo se asiente dentro de la conceptualización de la era post- Soviética.

Desde una perspectiva similar, el escritor de Globalización de la OTAN (2012), Mahdi Darius Nazemroaya subraya la unidad Eurasiática como una “alternativa al Atlanticismo de la OTAN”. Sin embargo, las rivalidades imperialistas y la profundización del conflicto de clase junto con la crisis económica no encuentran alternativa alguna dentro de la unidad Euroasiática. En contraste, puede verse que los países Euroasiáticos están tratando de obtener un poder negociación en contra de la OTAN, ser reconocidos en vez de ser empujados fuera en la guerra por la hegemonía. En este punto, justo como el enfoque reformista a la globalización, podemos encontrar de nuevo al enfoque reformista como una nueva forma de ‘tercermundismo’, floreciendo en la resistencia a la OTAN.

“China y Rusia, como las potencias líderes de la OCS, no pueden asumir el tipo de responsabilidad que el estado de Estados Unidos asumió después de la 2ª Guerra Mundial. El Plan Marshall… fue la base material para el surgimiento y consolidación de la alianza de la OTAN. Por contraste, la OCS no podría ir más allá de simplemente proveer canales de comunicación diplomática, ésta no tiene la capacidad para fomentar la interdependencia económica y política de sus países miembros. En segundo lugar, la OCS se mantiene como un mecanismo extremadamente vertical, y carece de las capacidades culturales organizativas para crear una nueva identidad Euroasiática… [y] la OCS carece de mecanismos para crear una intelectualidad propia a través del establecimiento de lazos regionales entre universidades, escuelas de defensa y grupos de reflexión.” [5]

6.- Discusión conclusiva

En este texto hemos tratado de subrayar la misión de la OTAN en aproximadamente tres dimensiones: La organización de fuerzas contrarrevolucionarias, la reestructuración de la jerarquía imperialista y la restauración del capitalismo e imperialismo. La evolución histórica de la OTAN está determinada por estas dimensiones. El sistema imperialista ha necesitado regulación desde comienzos del siglo XX cuando se sumió en una crisis y ante las amenazas revolucionarias. Eventualmente ha creado las herramientas para responder a esta necesidad. Mientras la crisis fue resuelta a través de la 1ª Guerra Mundial, aparecieron oportunidades revolucionarias en Europa y sus vecinos del Este. Las oportunidades se realizaron a gran escala con la 2ª Guerra Mundial y el establecimiento de la OTAN en esta geografía fue importante en desafiar las victorias de las revoluciones socialistas. Como resultado de esto, la OTAN tomó el papel de principal regulador en la organización internacional de la contrarrevolución, abarcando desde medios militares hasta ideológicos.

El problema emergió conforme la lucha ideológica de los comunistas se replegaba en Europa dejando atrás el revisionismo y el reformismo. Como la OTAN se reforzó ideológicamente, el reformismo fue arrastrado dentro de la línea contrarrevolucionaria en términos de orientarse hacia una alianza con la OTAN. Virtualmente se repitió la traición de los partidos de la 2ª Internacional. La restauración capitalista e imperialista fue dirigida por los EEUU-OTAN e implícitamente apoyada por ciertas tendencias izquierdistas las cuales se habían sometido a la ideología liberal generando oportunismo. Las capacidades militares crecientes de la OTAN al expandir su misión regulativa a regiones con régimen soviético o con influencia soviética propiciaron resistencias. Pero la habilidad de la OTAN para manipular a sus oponentes ayudó a su expansión.

Muchos centros de lucha que tomaron la debilidad política y el estado desorganizado de la clase obrera como algo inherente, apoyaron a los grupos reaccionarios o regímenes en conflicto con la OTAN. Este enfoque corriente obstruyo el desarrollo de una línea de resistencia sobre terreno revolucionario. Ya que la OTAN toma su fuerza de su contexto contrarrevolucionario, la posición política que puede verdaderamente confrontar a la OTAN necesita de claridad ideológica. Para finalizar este texto, trataremos de discutir las principales estrategias contra la OTAN a fin de clarificar una aproximación viable hacia la lucha.

-¿Puede un movimiento pacifista ser exitoso en restringir a la OTAN?

Entre más débil sea la línea de demarcación entre la lucha pacifista y el anti imperialismo, más fuerte serán los argumentos de paz por parte del imperialismo. Los partidos europeos de izquierda que alguna vez se abstenían de separarse de la OTAN y aceptaban solamente desmantelar las bases estadounidenses también se volvieron tolerantes a esas mismas bases solo porque ellas sirvieron como un poder en contra ‘de las atrocidades que estaban tomando lugar en el mundo incivilizado’. La demanda de paz al margen de la lucha en contra de las causas de la guerra dentro del sistema capitalista ha demostrado ser un aborto. El pacifismo y el belicismo son complementarios: La presente crisis profunda del sistema imperialista-capitalista no permite de manera alguna lograr la paz exclusivamente, incluso una Pax-Americana. Limitar la lucha por la paz en contra solo de una sección de la burguesía caracterizándola como la sección ‘más militarista’ lleva al supuesto de que las demás secciones de la clase dominante son íntimamente pacíficas. La cuestión de cómo los intereses de todas las secciones de la clase capitalista residen en el mejoramiento de alguna organización destructiva similar a la OTAN no puede ser explicada de esta manera. La lucha por la paz tiene que mantenerse en contra de las agresiones de la OTAN así como contra sus contrapartes y sus medios de dominación.

-¿Puede un enfoque del tercer mundo crear una alternativa a la OTAN?

En el siglo XX, el balance de fuerzas mantenido por la Unión Soviética y los países socialistas en contra de un imperialismo sin límites, habilitó a algunos países y regiones bajo el ‘paraguas’ del Movimiento de los No Alineados (MNA) actuar con relativa independiente de los dictados del imperialismo. Después de la disolución de la Unión Soviética y el fin de la influencia política del socialismo sobre los movimientos de liberación nacional en países post coloniales, tales movimientos se plegaron a objetivos imperialistas. Pero la restauración del imperialismo no se satisfacía con simples concesiones y una total subyugación fue exigida. Nuevas dinámicas políticas surgieron que socavaron las independencias nacionales hacia la adhesión a una potencia mayor o a una separación en términos étnico/religiosos. Estos fueron manipulados por organizaciones imperialistas en regiones dejadas a la deriva después de que la guía del socialismo terminara. En este contexto, la integración Euroasiática no representa los intereses de la clase obrera o de los pueblos en la región en la ausencia de una alternativa socialista.

-¿La lucha en contra de la OTAN tiene que depender de la resistencia del régimen?

“Cambio de régimen” y “resistencia del régimen” habían sido los cuernos del dilema respecto a la OTAN. Por un lado, el concepto de cambio ha sido usado para la disolución de regímenes obsoletos que son un obstáculo a la restauración imperialista. Por otro lado, la resistencia en contra de la restauración imperialista ha sido limitada a la defensa política de esos mismos regímenes, algunos de ellos protegidos por potencias regionales, regímenes que tratan de negociar con las más poderosas potencias imperialistas y mejorar su posición en el sistema imperialista. Los comunistas tienen que organizar una línea política consistentemente anti imperialista, simultáneamente orientarla hacia las fuerzas reaccionarias y militares como la OTAN tanto como contra sus contrapartes, así como la aparente paz amigable al imperialismo pero bajo amenaza de esas mismas fuerzas. Especialmente en las regiones donde remanentes políticos e ideológicos progresistas han sido dejados desde el siglo XX, la lucha en contra de la restauración del imperialismo no puede ser separada de la lucha en contra de la restauración del capitalismo. La historia de la OTAN muestra que la contrarrevolución puede ser legitimizada en una variedad de formas sí una real alternativa revolucionaria socialista no es creada.

En pocas palabras, la OTAN tiene que ser destruida con todas sus extensiones y sus aparentes rivales. Como modelo de coordinación de la contrarrevolución, sus misiones en la restauración capitalista e imperialista son complementarias. La lucha en contra de la OTAN necesita evadir desviaciones liberales, tercermundistas y reformistas. En lugar de eso, es imprescindible un esfuerzo permanente para construir un movimiento político de la clase obrera en contra de todas las ideologías reaccionarias dentro de cada área de crisis.


[1] https://imperialismandthethirdworld.wordpress.com/2014/10/24/the-norwegian-nobel-peace-prize-committees-lockstep-march-with-the-nato-imperialism-awarding-of-the-2014-nobel-peace-prize-to-malala-by-fazal-rahman-ph-d/

[2] http://www.lse.ac.uk/europeaninstitute/research/hellenicobservatory/pdf/1st_symposium/sitaranew.pdf

[3] http://monthlyreview.org/press/news/global-nato-and-the-catastrophic-failure-in-libya-reviewed-on-between-the-lines/

[4] https://monthlyreview.org/

[5] http://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/08854300.2013.795082