La Gran Revolución de Octubre y su influencia en América Latina


Carolus Wimmer, Director de la Revista “Debate Abierto”

I) Introducción

El Centenario aniversario de la Gran Revolución de Octubre se produce en un entorno de contraofensiva del imperialismo y la reacción a los avances sociales y políticos de la clase obrera. En estas condiciones, es especialmente importante transmitir la verdad objetiva de la primera revolución proletaria victoriosa, su importancia histórica mundial para el movimiento obrero mundial, para la lucha de liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo, en última instancia, para toda la humanidad.

En 1917 la revolución proletaria y campesina, no sólo triunfó en la inmensa Rusia; sus campanas libertarias comenzaron a sonar a escala mundial. Se iniciaba la era en que, mediante la construcción de la sociedad socialista y la posterior edificación del comunismo, la humanidad saltaría “del reino de la necesidad al reino de la libertad” [1], según la conocida definición de Federico Engels.

Con la victoria de la Revolución de Octubre se echaba a andar un nuevo sistema social. Las leyes de la revolución socialista, que en sus rasgos principales habían sido enunciadas por Marx y Engels, tuvieron un inmenso desarrollo teórico y práctico en el crisol de la revolución rusa.

El hecho de que el escenario fuera un gran Estado multinacional, con zonas de capitalismo desarrollado y otras con marcada supervivencia del feudalismo y del régimen de servidumbre, no quitan o reducen los rasgos generales de dicha revolución. Sin embargo, sus propias características de revolución socialista bajo la hegemonía de la clase obrera, que aglutinó a todas las masas oprimidas, y la situación de buena parte del Imperio Ruso, que constituía una imagen de la real situación del mundo bajo el dominio del imperialismo, contribuyeron a afirmar en la hazaña de Octubre, las generalidades de la inmensa y multifacética revolución de nuestro tiempo.

Para las naciones latinoamericanas explotadas por el imperialismo, la revolución rusa tuvo un triple carácter:

1. El severo golpe al plexo del imperialismo fue un potente estímulo a todas las luchas contra los opresores de los pueblos y sobre todo para el naciente proletariado del mundo colonial y dependiente.

2. Significó para las amplias masas oprimidas la mano fraternal de la clase más avanzada, que había sido capaz de destruir el yugo del capital. Su política pacífica y anticolonial que estableció relaciones internacionales totalmente nuevas y lazos económicos cualitativamente distintos, les abrió horizontes flamantes de liberación nacional y, según su voluntad, para comenzar a transitar la vía socialista. Aún más: a medida que el poder soviético fue afianzándose y se creó una nueva correlación de fuerzas en el mundo, él se transformó en un baluarte para trabar, impedir o derrotar las intervenciones imperialistas.

3. En el ex imperio zarista, la obra de la revolución fue un ejemplo por sí mismo, de la solución proletaria de los problemas de la autodeterminación nacional y de los problemas del pasaje de regiones sumamente atrasadas a una economía y una cultura adelantadas.

En América Latina, también la Revolución de Octubre dio a nuestros pueblos una nueva perspectiva. En muchos países se crearon los partidos comunistas, las vanguardias obreras, y los más esclarecidos intelectuales abrazaron la causa de Lenin. Y aún su influencia fue mucho más allá. No hay movimiento popular importante en América Latina en que no se reconozca la poderosa impronta de Octubre. [2]

En este año de 1917 también en Venezuela, con una estructura económica rural y precapitalista y en medio de una férrea dictadura militar, controlada por los Estados Unidos de América, hay algo nuevo: está comenzando en el occidente del país la actividad económica petrolera con la aparición de la clase obrera en este sector. Grandes masas de artesanos, campesinos y pescadores se transforman en obreros petroleros, que, inspirados en las hazañas de los revolucionarios rusos, serán la columna vertebral en la formación del Partido Comunista de Venezuela en 1931, en el movimiento solidario con la revolución rusa, en las polémicas y definiciones ardientes en el movimiento sindical. Y años después en el vasto movimiento de solidaridad con la Unión Soviética, agredida durante la II Guerra Mundial.

II) La Internacional Comunista y América Latina

A raíz de la Revolución de Octubre fue fundada en marzo de 1919, en Moscú, la Internacional Comunista, conocida también como III Internacional o Komintern. Se correspondía con una tradición del movimiento obrero: el principio y la práctica del internacionalismo. Si la burguesía y el capital tienen un carácter internacional, la clase obrera también lo tiene, y necesariamente ha de organizarse por encima de las fronteras nacionales en su lucha. Frente al nacionalismo burgués reaccionario en Europa, el movimiento obrero organizado proclamó el principio del internacionalismo.

En la segunda mitad del siglo XIX habían existido la Primera Internacional y la Segunda Internacional. La Primera Internacional había tenido una breve existencia, debido a la fuerte represión que sufrió. La Segunda Internacional tuvo una duración mayor, pero la prevalencia de las tendencias oportunistas y reformistas en su interior, que llevaron a que los partidos socialdemócratas europeos, en su mayoría, se aliaran a las burguesías de sus países y apoyaran las políticas belicistas que condujeron a la Primera Guerra Mundial, provocaron lo que Lenin, con razón, calificó como bancarrota.

Un primer desafío lo constituyó la urgencia de tener que pensar la relación entre lo nacional y lo internacional, entre el Estado y la revolución, entre el poder y el proyecto, sobre todo porque ahora, por primera vez, el movimiento comunista no era sólo oposición, sino que en un país, la antigua Rusia zarista, era también poder y Estado. ¿Cómo vincular estos elementos, no necesariamente concordantes? La respuesta a este desafío marcó toda la historia de la Internacional Comunista.

La labor de la IC estuvo dirigida inicialmente hacia Europa Central, pero con su visión internacionalista y para que funcionara mejor la dirección global del movimiento comunista se creó estructuras regionales.

La concepción de que el Partido Comunista de Rusia (bolchevique) tenía un gran prestigio, fue algo que se aceptó en el movimiento comunista, tanto por el hecho de que "tenía más experiencia y autoridad" y en particular, al hecho de que llevó al País de los Soviets a representar la retaguardia estratégica del movimiento comunista mundial. Sin embargo, en el aspecto organizativo el PCR (b) fue una de las secciones de la IC, junto con otras secciones, que obedecieron las decisiones colectivas.

En el caso de América Latina, los partidos comunistas de México, Argentina y EE UU desempeñaron inicialmente una función de coordinación con respecto a los demás partidos del área. Desde comienzos de los años 20 del siglo pasado existían en Moscú departamentos especiales para el subcontinente latinoamericano. En 1926 se crearon secretariados regionales, y América Latina fue colocada bajo el control del secretariado regional “latino” (a partir de 1928, “latinoamericano”), y el número de funcionarios residentes en Moscú que se ocupaban de América Latina (tanto latinoamericanos como europeos) creció. El secretariado regional estaba subordinado al Comité Ejecutivo y se ocupaba de todas las cuestiones relevantes vinculadas con América Latina.

Ya en 1919 se abrió la primera dependencia latinoamericana de la IC en México, aunque sólo funcionó algunos pocos meses. En el proceso de la “bolchevización”, por resolución del Presídium del Comité Ejecutivo de la IC, se creó en 1925, en Buenos Aires, el Secretariado Sudamericano. Debía contribuir a la “intensificación y unificación del trabajo de formación comunista con el objetivo de una más estrecha relación entre los partidos sudamericanos y la Internacional Comunista“. El Secretariado Sudamericano, con sus campañas políticas y la labor de su órgano de prensa, la Correspondencia Sudamericana, realizó una decisiva contribución a la difusión de la política de la IC en América Latina. Fue reorganizado en el verano de 1928, y con la ocupación de su dirección por el ítalo-argentino Victorio Codovilla se garantizó el cumplimiento de las directivas.

En México actuaban junto con la Liga Antiimperialista de las Américas, fundada en 1924, y diversas sub-secretarías que habían sido instituidas en 1928 para la preparación de la primera conferencia sindical latinoamericana (celebrada en Montevideo en junio de 1929), varias instituciones regionales de dirección controladas por los comunistas. En New York se había creado en 1931 el Buró del Caribe, encargado con las mismas tareas que su similar sudamericano.

La Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) fue fundada a fines de 1924 por los partidos comunistas de México y los Estados Unidos a propuesta de la IC. La idea se basaba en la concepción desarrollada por Lenin sobre el frente unido antiimperialista: obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales del continente americano eran convocados, en consecuencia, a unirse contra el “enemigo principal”, la burguesía de cada país, además del imperialismo norteamericano.

III) Impacto de la Revolución de Octubre en América Latina

Los trabajadores de los países latinoamericanos, lo mismo que los de otras partes del mundo, aplaudieron calurosamente la Revolución de Octubre, a su gran dirigente Lenin y la política leninista de paz y se pronunciaron en defensa del primer Estado socialista del mundo contra los imperialistas y la contrarrevolución.

Los pueblos algunas veces tardaron en tener una información veraz y completa de los acontecimientos de octubre en Rusia. La prensa burguesa intentaba silenciar o tergiversar intencionalmente el grandioso cuadro de la primera revolución socialista del mundo. Mas, como dijera Pablo Neruda, eran vanos todos los esfuerzos del capitalismo por organizar una confabulación de silencio en torno a la Rusia Soviética, deformar la verdad y apagar la luz que les llegaba desde el otro lado del océano. [3]

Los pueblos de América Latina comprendieron desde los primeros días la inmensa importancia de lo que había sucedido en la lejana Rusia. “Voto sin titubear por los bolcheviques rusos que nos señalan el camino a la paz y a la liquidación del bárbaro régimen capitalista burgués. Quien no apoye su causa, defiende el capitalismo y todos sus horrores” [4]. Estas palabras del fundador del Partido Comunista de Chile, Luis Emilio Recabarren, fueron escritas en los primeros días que siguieron a la Revolución de Octubre.

El escritor progresista brasileño Lima Barreto escribió el 14 de junio de 1918, que “la revolución rusa hizo estremecer no sólo los tronos, sino las bases sociales de nuestra rapaz sociedad burguesa y que no se puede negar la honda simpatía que despertó en nuestros corazones y es imposible ahogar el deseo de ver algo parecido”[5].

La opinión de vanguardia de Latinoamérica comprendió y encomió el histórico papel del jefe de la revolución proletaria V.I. Lenin. El científico argentino José Ingenieros caracterizó en su obra “Enseñanzas económicas de la revolución Rusa, escrita en 1920, a Lenin como un hombre de “gran inteligencia” e “ilustre estadista” [6] y escribió que no hubo obstáculos de las clases burguesas dominantes y gobiernos que pudieran haber “detenido la admirable corriente de simpatías que la revolución Rusa ha despertado en el mundo entero”[7].

En Argentina, donde la pugna entre las clases se exacerbó considerablemente aún en vísperas de la primera guerra mundial, el 7 de noviembre de 1918 más de 10.000 hombres desfilaron por las calles de Buenos Aires bajo las consignas de apoyo a la Rusia soviética. El X Congreso del la FORO-V, la mayor agrupación sindical argentina tomó el acuerdo de “expresar su más amplia solidaridad y adhesión a los trabajadores de Rusia… y formular fervientes votos por la consolidación de la República Socialista federal de los Soviets de Rusia, para que se consagre y materialice esa suprema aspiración del proletariado”[8].

Victorio Codovilla, veterano del movimiento obrero de Latinoamérica y presidente del Partido Comunista de la Argentina, recordaba que “la parte más consciente de la clase obrera y del pueblo argentinos sintieron entonces que, con esta victoria, se abrió una nueva era en la historia de la humanidad, la era del hundimiento del capitalismo y del triunfo del socialismo y del comunismo”[9].

La victoria de la Revolución de Octubre fue acogida con entusiasmo en el Brasil. Los obreros comprendían que la Revolución de Octubre fue una revolución proletaria, muy próxima al corazón del obrero [10], recordó Astrogildo Pereira, uno de los fundadores del Partido Comunista Brasileiro. En un mitin, celebrado el 1° de mayo de 1919 en Río de Janeiro, con la participación de 60 mil trabajadores de la capital brasileña, se aprobó un mensaje de solidaridad a la clase obrera de Rusia.

Brillante modelo de apoyo proletario fue la huelga de 24 horas del 11 de julio de 1919, del sindicato de los metalúrgicos de la comarca federal de Río de Janeiro en señal de protesta contra la intervención de los estados imperialistas en la Rusia soviética.

La victoria de los obreros y los campesinos de Rusia fue aplaudido por los trabajadores de Cuba. En noviembre de 1919 se celebró en la Habana una reunión de obreros dedicada al segundo aniversario de la Revolución de Octubre. Los delegados al Segundo Congreso Obrero de Cuba, celebrado en abril de 1920, enviaron un saludo a los obreros soviéticos.

En octubre de 1923, el Primer Congreso Estudiantil de Cuba adoptó la resolución de protestar contra el aislamiento injusto a que fue sometida la nueva Rusia por las potencias mundiales y pedir al gobierno cubano que reconociera a la República Socialista de Rusia. [11]

Los hondos sentimientos de cariños y respeto del pueblo cubano a Lenin se manifestaron particularmente en los días de enero de 1924. El 21 de este mes, Antonio Bosch, alcalde de Regla (suburbio de La Habana), calificaba a Lenin de “gran ciudadano del mundo” y rogaba a los habitantes de la ciudad que honrasen su memoria con dos minutos de silencio y se reuniesen el 27 de enero, día de los funerales del jefe de la revolución proletaria, en el cerro El Fortín, donde se plantaría un olivo, símbolo de la paz, “en recuerdo a esta fecha y al hecho que nos preocupa”. Más de 1000 obreros, marineros, jornaleros y estudiantes de la Habana, pese a la torrencial lluvia tropical, se reunieron a la hora fijada en El Fortín, donde Antonio Bosch y la joven cubana Mercedes Barreroplantaron un olivo. Luego, todos los reunidos se encaminaron al palacio municipal, en el que se celebró un mitin en memoria de Lenin, Los reunidos recibieron telegramas de solidaridad de los trabajadores de Santiago de Cuba, Morón y otras ciudades de la isla. El cerro El Fortín se llama desde entonces cerro de Lenin. [12]

A comienzos de los años veinte, la Rusia soviética fue visitada por numerosas e insignes personalidades del movimiento revolucionario latinoamericano. Al retornar a sus países, explicaban emocionados a los trabajadores las conquistas del primer estado proletario del mundo y publicaban artículos y libros.

Más de 40 días pasó en el país soviético en 1922, el líder de los obreros chilenos y fundador del Partido Comunista de Chile, Luis Emilio Recabarren. En el libro que publicó después de su viaje titulado Rusia obrera y campesina, escribió: “Fui a ver si la clase obrera tenía efectivamente el poder político, con lo cual garantice la conservación en sus manos del poder económico… Fui a ver si la clase trabajadora había abolido ya definitivamente todo estado de explotación capitalista y de tiranía. Y pude ver con alegría que los trabajadores de Rusia tenían efectivamente en sus manos toda la fuerza del poder político y económico, y que parece imposible que haya en el mundo fuerza capaz de despojar al proletariado de Rusia de aquel poder ya conquistado… Pude constatar, además, que la expropiación de los explotadores es completa de tal manera que jamás volverán a Rusia un régimen de explotación y tiranía como el que todavía soportamos en Chile. [13]

Los discursos de Recabarren sobre el país de los soviets en Chile producían inmensa impresión en el auditorio. Pablo Neruda recordaba por aquellos años que regresó un magnífico chileno del estado soviético que acababa de nacer. Su nombre era Luis Emilio Recabarren, y el retorno de esta titánica personalidad cambió la marcha de las corrientes ideológicas de la generación de Neruda. Al dirigirse a él y escuchar sus discursos, se comprendía el sentido del gran acontecimiento…Recabarren daba a entender con sencillez que había quedado en el pasado toda una época, que la utopía había dado paso a la creación práctica del nuevo estado y de la nueva sociedad. [14]

En el mismo año de 1922 pasó varios meses en el país Soviético uno de los fundadores del Partido Comunista del Uruguay, Francisco Pintos.

El fortalecimiento económico, político y militar de la URSS y el aumento de su prestigio internacional, así como el pujante apoyo del proletariado mundial y la aspiración de los medios comerciales extranjeros a entablar relaciones económico-mercantiles con la URSS, son importantísimos factores que obligaron a los gobiernos de la mayoría de los estados capitalistas a renunciar a la política de no reconocimiento de la Unión Soviética y proceder al establecimiento de relaciones diplomáticas normales con ella.

Se cumplió totalmente la previsión de Lenin, expresada en el discurso que pronunció ante el Pleno del Soviet de Moscú el 20 de noviembre de 1922 acerca de que “las relaciones económicas – y tras ellas las diplomáticas - se normalizan, deben normalizarse y se normalizarán sin falta”. [15]

IV) La Revolución de Octubre y su influencia en la formación de partidos comunistas: una aproximación

La Revolución de Octubre era la respuesta de los obreros, campesinos y soldados de Rusia al despotismo feudal y a la explotación capitalista. Así lo entendió también la clase obrera y los trabajadores de la ciudad y del campo en América Latina. No sólo creció la simpatía, sino la conciencia de la necesidad de seguir el ejemplo de la revolución rusa para construir el socialismo-comunismo.

En 1918 en Argentina Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi fundan el Partido Socialista Internacional; él que al año siguiente resuelve afiliarse a la Internacional Comunista que apenas cuenta con noventa días de fundada. Codovilla había comenzado su actividad política en su país natal, en las filas del Partido Socialista Italiano y, ya residente en Buenos Aires, había estado entre los fundadores del “Centro de Estudios Carlos Marx” en 1912.

En 1919, en Guatemala se organiza la Liga del Obrero Patriota que meses después será el motor principal de la insurrección de los trabajadores contra la dictadura. En 1921 se celebrará en este país por primera vez, el 1 de Mayo.

También en 1919 e reúne el primer Congreso Socialista Mexicano. Por mayoría de votos toma la decisión de incorporarse a la IC. Dos meses después opta por un nuevo nombre, acorde con la organización internacional a la que ha de ingresar: ahora será el Partido Comunista Mexicano.

En Colombia se reúnen el Sindicato Central Obrero, la Confederación de Acción Social y la Sociedad de Auxilio Mutuo y constituyen con la representación de 20 asociaciones y gremios un partido socialista en cuya plataforma se plantea la independencia de la clase obrera con respecto a los otros partidos y sectas religiosas para luchar por reivindicaciones clasistas; proclama como tema propio la libertad, la igualdad y la fraternidad.

A pesar que nos concentramos más a América Latina y el Caribe, es de importancia mencionar la fundación también en los EE.UU. de partidos proletarios, el Partido Comunista y el Partido Comunista Obrero. Los dos Partidos funcionan dentro de la clandestinidad e ingresan a la Internacional Comunista. En 1921 se unifican. El Partido Comunista de Estados Unidos obtiene la legalidad en 1929.

El pueblo de Guatemala, en 1920, se subleva contra la dictadura y logra derribar al dictador. Esta victoria infunde nuevos bríos a la naciente clase obrera y se acrecienta la organización sindical clasista con la creación de la central nacional “Unión Obrera”.

El 17 de julio de 1920 se reúne el Segundo Congreso de la Internacional Comunista en Petrogrado. Establece las condiciones que deben cumplir los partidos obreros para ser aceptados como seccionales suyas. Se acoge el informe de Lenin “Sobre el papel del Partido Comunista en la revolución proletaria”, que censura la tesis oportunista de algunos sindicalistas que sostienen la inutilidad del partido político de la clase obrera y la prioridad de los sindicatos. Asegura que estos sindicalistas revolucionarios “quieren luchar contra la dictadura de la burguesía y no saben cómo hacerlo. Se les escapa que la clase obrera sin partido autónomo es un tronco falto de cabeza. El sindicalista y el industrialista revolucionarios representan sólo un paso adelante en comparación con la vieja ideología, rancia y contrarrevolucionaria de la II Internacional. Pero en comparación con el marxismo revolucionario, es decir, con el comunismo, el sindicalismo y el industrialismo significan un paso atrás”. [16]

Bajo esta línea leninista el VIII Congreso del Partido Socialista Uruguayo decide por mayoría aplastante incorporarse a la Internacional Comunista. Al siguiente año 1921, en abril, resuelve cambiar su nombre por el de Partido Comunista del Uruguay.

En diciembre de 1920, en Chile el Partido Obrero Socialista que había sido fundado en 1912 por Luis Emilio Recabarren y que en 1919 había manifestado un caluroso apoyo a la Revolución de Octubre, ahora decide adherir a la IC. En 1922 opta por el nombre de Partido Comunista de Chile.

En junio de 1921 se reúne en Moscú el Congreso Constituyente de la Internacional Sindical Roja (ISR), integrada por 41 países y también para América Latina una referencia clasista importante.

En 1921 se reúne el III Congreso de la IC con la asistencia de 50 partidos afiliados, también latinoamericanos. Se fija como un objetivo central la creación de un frente único que haga posible la unión de todos los obreros en la lucha contra el capitalismo. Se desarrolla una amplia discusión sobre la cuestión táctica, y guiada por la intervención de Lenin, la IC recomienda “criticar en forma amistosa, pero enérgica y clara, las tendencias anarco-sindicalistas que rechazan la dictadura del proletariado y niegan la necesidad de que su vanguardia revolucionaria adhiere a una organización dirigente, única y centralizada, es decir, al partido comunista” [17]. La IC juzga posible “la fusión de las organizaciones revolucionarias sindicalistas y comunistas en un todo único” [18].

Con esta línea se reúnen en marzo de 1922 en Rio de Janeiro numerosos grupos marxistas, inconexos por invitación de A.Pereira, director de la revista “O Movimento Comunista” y resuelven constituir el Partido Comunista Brasileiro.

Para fines de 1922 hay en América Latina, actuando como secciones latinoamericanas de la Internacional Comunista, los siguientes partidos comunistas: Argentina (enero 1918), México (noviembre 1919), Uruguay (septiembre 1920), Chile (enero 1922), de Brasil (marzo 1922) y Guatemala (1922).

Como es una lógica de la lucha de clases en América Latina, frente al plan de la IC, el imperialismo estadounidense contraataca y, frente a los avances revolucionarios de la clase obrera, reúne en 1923 la Quinta Conferencia Panamericana en Santiago de Chile.

En 1924, año del fallecimiento en enero de Vladimir Ilich Lenin en Gorki a los 54 años, una gran pena oprime a todas las fuerzas progresistas en el mundo, incluidos los comunistas latinoamericanos.

Pero la obra de Lenin continua expandiéndose en la región latinoamericana. Este mismo año se funda el Partido Comunista de Honduras, que de inmediato enfrenta a la United Fruit Company imperialista, realizando acciones heroicas. Desde el mismo día de su fundación se declara sección de la IC.

En 1925 en agosto se organiza el Partido Comunista de Cuba en condiciones de ilegalidad. En febrero de 1917 se había producido una insurrección contra el gobierno en coordinación con numerosas huelgas. El imperialismo estadounidense aprovechó la oportunidad para enviar los marines e invadir la Isla, amparándose en la Enmienda Platt. La ocupación perdura hasta 1922. Durante estos años se emprenden los primeros pasos para la creación de un movimiento comunista: socialistas de izquierda conferencian y aprueban una declaración de principios en que se reconoce la necesidad de constituir un nuevo partido unitario, de acuerdo a la plataforma señalada por la IC. Se organizan grupos marxistas en numerosas ciudades y aldeas hasta que en agosto de 1925, realizan un congreso clandestino, del cual surge el Partido Comunista de Cuba, cuyos dirigentes solicitan de inmediato la incorporación a la IC.

En Argentina, en 1925, se estructura un fuerte movimiento antiimperialista latinoamericano de gran resonancia en el mundo de los intelectuales. Con sus objetivos señalen estos: “Desenvolver en los pueblos latinoamericanos una conciencia solidaria sobre los intereses nacionales y continentales, auspiciando toda renovación ideológica que conduzca al ejercicio de la soberanía popular y combatiendo toda dictadura que se oponga a las reformas sociales”. [19]

En 1926 en Ecuador había surgido desde 1920 algunos círculos marxistas-leninistas. Más tarde en 1924, Ricardo Paredes funda el periódico “La Antorcha” y en 1925 organiza lo que llama “Sección Comunista Ecuatoriana para la Divulgación de las Ideas de Lenin”, a la que se afilian trabajadores e intelectuales. En mayo de 1926 se constituye el Partido Socialista Ecuatoriano, él que en 1928 solicita su incorporación a la IC.

Comienzan los comunistas de Brasil sus contactos con el movimiento de los militares demócratas revolucionarios (tenientismo) que preside Luis Carlos Prestes. De estos contactos surge un Bloque Obrero Campesino.

En la mayoría de los países latinoamericanos aparecen Ligas Antiimperialistas, como las de México y Cuba, que unen la lucha revolucionaria clasista con la lucha y solidaridad internacionalista. En estas organizaciones participan comúnmente revolucionarios intelectuales. Editan numerosas hojas periodísticas en las que combaten al imperialismo norteamericano con gran valor.

En diciembre de 1926, el Partido Comunista de Argentina, a iniciativa de Ghioldi y Codovilla, manifiesta su solidaridad con el Partido Comunista de la Unión Soviética; ratifica así una enérgica oposición al trotskismo y a sus concepciones, las que tilda de erróneas, aventureras y antileninistas”. [20]

Impulsado por la ola revolucionaria y antiimperialista, en julio de 1927 en Nicaragua, el “General de hombres libres”, César Augusto Sandino inicia la patriótica guerra de guerrillas contra las tropas norteamericanas invasoras de su patria. Junto a Sandino está el comunista salvadoreño Farabundo Martí. Este movimiento de liberación nacional recibe el apoyo de todos los sectores antiimperialistas de América Latina. Ahí estarán también los comunistas venezolanos Carlos Aponte y Gustavo Machado. Para el pueblo era el comienzo de una lucha histórica que culminó victoriosamente con la Revolución Sandinista décadas después.

En Bruselas en 1927 se celebra un Congreso Antiimperialista, presidido por el escritor francés Henry Barbusse. Entre los latinoamericanos se hallan Gustavo Machado (Venezuela), José Vasconcelos (México) y Víctor Codovilla (Argentina).

Con ocasión del décimo aniversario de la Revolución de Octubre (noviembre 1927) se concentran en Moscú los más destacados dirigentes revolucionarios de todo el mundo. Los latinoamericanos presentes aprovechan el encuentro para conversar sobre la estrategia y tácticas en la lucha de América Latina.

En 1928 se celebra en Moscú el VI Congreso de la Internacional Comunista. Entre los temas discutidos está la América Latina. En conocimiento de que existen organizaciones de masas, considera la necesidad de transformar “la expresión de la voluntad de estos partidos políticos de masas en verdaderos partidos bolcheviques. Con estos objetivos se crea el Buró del Caribe y da su aceptación al Partido Socialista de Ecuador y al Partido Socialista Revolucionario de Colombia, como secciones de la IC.

En septiembre de 1928 se funda el Partido Comunista Peruano, con José Carlos Mariátegui como su dirigente máximo.

En Colombia un extraordinario auge de masas, tanto en las organizaciones sindicales como en los grupos políticos, impulsa al gobierno conservador a idear una ley para restringir las garantías constitucionales e ilegalizar en la práctica al Partido Socialista Revolucionario. El General venezolano Emilio Arévalo Cedeño, luchador antidictatorial, se asila en Colombia y sus planes de invasión a Venezuela por los llanos se combinan con los trazados por el PSR. Al ex telegrafista venezolano se le califica de “Nuevo Sandino”. [21]

En junio de 1929 se desarrolla en Buenos Aires la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana. Toman parte 38 delegados de 15 países (Argentina, Cuba, Brasil, Perú, El Salvador, Costa Rica, Guatemala, Uruguay, Colombia, Bolivia, Ecuador, Panamá, México, Paraguay, Guatemala) de la región y además delegados de la Internacional Comunista, de la Internacional Juvenil Comunista y de los partidos comunistas de Estados Unidos y Francia.

En el mismo año el Buró del Caribe establece en Barranquilla un Comité de Apoyo al incipiente movimiento comunista que ya trabaja clandestinamente en Venezuela. Al frente de esta misión estará Gustavo Machado, posteriormente Presidente del Partido Comunista de Venezuela, pero con residencia en Bogotá.

En Venezuela desde 1914 varias compañías extranjeras, encabezadas por la Royal Dutch Shell, están extrayendo petróleo del subsuelo, alcanzando un volumen de 332.000 barriles. Durante este año comienza sus operaciones la primera refinería comercial. Grandes masas de artesanos, campesinos y pescadores se transforman en obreros petroleros. Inspirados en las noticias de las luchas de clases del viejo continente y la victoria de los bolcheviques, se expanden las luchas sindicales y políticas. Los Estados Unidos y la dictadura venezolana reconocen el peligro del ejemplo de la Revolución de Octubre, cuando expresan en 1918: “Las doctrinas de los radicales de Europa se propagarán con mayor fuerza en los países donde el pueblo ignorante y pobre esté privado de derechos políticos. Una propaganda pública busca la formación de una liga obrera en todos los países de América, por iniciativa de los partidos sociales de México y Puerto Rico. Esta clase de agitación es peligrosa entre nosotros, porque los enemigos tratarán de explotarla y algunos de ellos se irán a predicar las doctrinas de los extremistas rusos, es decir, la repartición de las tierras y la riqueza entre obreros y soldados…”. [22]

El 5 de marzo de 1931, se constituyó en plena clandestinidad la primera célula comunista. El 1 de mayo circuló el primer manifiesto del Partido Comunista de Venezuela “al pueblo trabajador”, que finalizaba con una frase de Lenin: “El fusil en el hombro de un obrero es la única garantía de democracia”, y entre sus consignas enarbolaba la de ¡Viva la Rusia Soviética!

Por primera vez en Venezuela, igualmente, se mencionaba a la revolución bolchevique en un documento partidista. Allí se decía: “En Rusia, el país más grande del mundo, y con una población cincuenta veces mayor que la de Venezuela y que estuvo sometida durante siglos a una tan tiranía sangrienta como la de Gómez, el régimen de los Zares, los obreros y campesinos hace ya trece años derrocaron este gobierno e implantaron el gobierno de su propia clase, el gobierno obrero y campesino llamado soviético. Se han repartido las tierras de los grandes hacendados entre aquellos que las trabajaban directamente, y las fábricas, minas y empresas pasaron a ser propiedad colectiva de los trabajadores soviéticos… Los salarios aumentan, y los precios disminuyen y no hay trabajadores desocupados… En las escuelas, colegios y universidades se da preferencia a los trabajadores y a sus hijos y el gobierno sostiene de todo a todos los estudiantes. La mujer goza exactamente de los mismos derechos y de las mismas ventajas que los hombres y se le concede un descanso absoluto con salario completo durante dos meses antes y dos meses después del alumbramiento. Bajo el gobierno obrero y campesino se construyen en la Rusia soviética casas cómodas e higiénicas para los obreros, magníficos edificios para sanatorios, hospitales, clubes, bibliotecas y escuelas para los trabajadores, los cuales gozan de una libertad y bienestar nunca conocidos en el mundo por la clase que todo ha producido... Los trabajadores del mundo entero están luchando y organizándose para hacer lo mismo que sus hermanos de clase en Rusia”. [23]

V) Conclusiones

“En la misma medida en que sea abolida la explotación de un individuo por otro, será abolida la explotación de una nación por otra” [24] , escribieron en el Manifiesto del Partido Comunista Carlos Marx y Federico Engels. Cien años más tarde estas palabras se hicieron realidad en América Latina y el Caribe gracias a la Revolución de Octubre de 1917 y a la presencia de los partidos comunistas.

Aunque Lenin no pudiera ocuparse en extenso de América Latina, ella no estuvo ausente en sus preocupaciones. En su obra sobre el imperialismo hay frecuentes referencias a Latinoamérica. Alude a Argentina, Brasil, Chile y Uruguay para ilustrar su teoría y señala el recrudecimiento de las contradicciones interimperialistas por el reparto de la región. En el Primer Congreso de los Soviets denuncia a los imperialistas norteamericanos “que ansían devorar a México”. [25]

Con la Gran Revolución de Octubre se expande hacia América Latina la teoría de la revolución contemporánea con sus características específicas antiimperialistas, anticapitalistas y antioligárquicas y de su tránsito ininterrumpido a la revolución socialista-comunista.

Existía, por un lado, la estructura económico-social objetiva para el arraigo del marxismo-leninismo: penetración imperialista, capitalismo, ascenso de la lucha de clases y un problema agrario hasta hoy no resuelto. Por el otro, el aumento en toda la región del movimiento de liberación como parte global de una “situación revolucionaria de tipo general” cuyo ápice fue la Gran Revolución de Octubre

Los partidos comunistas hallaban en los antecedentes de la acción popular y del pensamiento socio-político los factores subjetivos que vivificarían aún hoy en el siglo XXI los procesos revolucionarios en la región.

Conmemoramos con optimismo revolucionario este Centenario de la Revolución de Octubre expresando con Lenin (1905): “El derrocamiento del zarismo en Rusia, heroicamente iniciado por nuestra clase obrera, hará cambiar el rumbo de la historia de todos los países, facilitará la tarea de los obreros de todas las naciones, de todos los estados en todos los confines de la Tierra”. [26]

La historia de los últimos cien años confirma plenamente esta previsión leninista.


[1] Eduardo Viera. Revista Internacional, Caracas, 1977, pág. 32

[2] Ibidem, pág. 33

[3] Pravda, 8.XI, 1964

[4] Pravda, 5.XI, 1967. Cita tomada del discurso pronunciado en Moscú por Luis Corvalán, Secretario General del CC del PC de Chile, en la reunión solemne dedicada al Cincuentenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre

[5] L.Barreto. Obras completas, Sao Paulo, 1956, t. IX, pág.72

[6] J. Ingenieros. Enseñanzas económicas de la revolución rusa. Los tiempos nuevos, Buenos Aires, 1950, pág. 211

[7] Ibidem, pág. 229

[8] Nuestra Palabra, Buenos Aires, 21.XXX, 1967

[9] Pravda, 7.XI, 1964

[10] A. Pereira. Ensayos de Historia del Brasil, Moscú, 1962, pág. 260. Véase asimismo Problemas, 1958, N° 39

[11] Revista Cuba, noviembre 1967, pág.4

[12] Revista Cuba, noviembre 1967, pág. 5-6

[13] Revista Internacional, 1967, N°11, pág. 80

[14] Pravda, 8.XI, 1964

[15] V. I. Lenin. Obras escogidas en tres tomos, ed. en español, t.3, Moscú, 1966, pág. 754

[16] Ibidem, pág.182-183

[17] Ibidem, pág. 184

[18] Ibidem, pág. 184

[19] Ibidem, pág. 188-189

[20] Ibidem, pág. 189

[21] Ibidem, pág. 193

[22] Ibidem, pp. 4-5

[23] J. Sanoja Hernández. 60 años de la URSS y su impacto en el proceso político venezolano, Caracas, Ediciones cantaclaro, 1983, pp.27-28

[24] Ibidem, pág. 8

[25] V. I. Lenin. Obras completas, 2° ed., Buenos Aires, Cartago, t. X, pág. 94

[26] Ibidem, pág. 95