Dentro de la teoría marxista figura como uno de los principales textos que condensan el materialismo histórico el “Prólogo a la contribución de la crítica de la economía política”, en este texto Marx menciona que entre un modo de producción y otra figura una época de transición a la que denomina “época de revolución social”. Para que un modo de producción pueda ser sustituido por otro debe desarrollarse la contradicción entre el nivel de desarrollo de las Fuerzas productivas y las Relaciones sociales de producción (o formas de propiedad).
Este fenómeno es una de las leyes del desarrollo histórico que descubrió Marx, y se le conoce como “ley de la tendencia a la concordancia entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción”. Sobre este fenómeno y la época de revolución social Marx anota:
“Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social.” [1]
Las fuerzas productivas engendradas por el capitalismo en su fase imperialista y las relaciones de producción burguesas, han llegado ya al punto en que éstas son una traba de las primeras, es decir nos encontramos en la época de revolución social que media entre el capitalismo y el comunismo. Que el capitalismo ha llegado a su fase última lo demostró Lenin en Imperialismo fase superior del capitalismo en que considera el imperialismo etapa parasitaria y de descomposición.
Dentro de la época de revolución social las revoluciones político sociales son necesarios catalizadores para generar las nuevas relaciones sociales de producción y acelerar la transición al nuevo modo de producción, de ahí que Lenin afirme que “El imperialismo es el preludio de la revolución social del proletariado” y agregue “Esto ha sido confirmado, en una escala mundial desde 1917” [2] Considerando que para que las relaciones de producción correspondan con el desarrollo de las fuerzas productivas se requiere abolir las relaciones burguesas de producción.
Entonces, así como la fase imperialista del capitalismo inaugura la época de revolución social, que es marco material para la sustitución del capitalismo por el socialismo, la Gran Revolución Socialista de Octubre como la primera dentro de dicha época, inaugura el tránsito del capitalismo al socialismo en el Mundo. Es la primera Revolución Proletaria triunfante, continuidad de la Comuna de París de 1871 que intentó por primera vez el “asalto al cielo”, y estableció algunos contornos del poder obrero, mostrando contundentemente la necesidad vital del ejercicio de la dictadura del proletariado para que la revolución pueda asegurar su victoria frente a la contrarrevolución.
La Gran Revolución Socialista de Octubre tiene cuestiones en común con revoluciones sociales previas, pero también muestra rasgos inéditos, generales a la ola de revoluciones proletarias, que se desarrollaran hasta el triunfo internacional del socialismo-comunismo.
La Gran Revolución Socialista de Octubre es la confirmación de las posiciones del socialismo científico, teoría desarrollada por Karl Marx, Friedrich Engels, enriquecida sustancialmente por Vladimir Ilich Lenin. Más aún, la Revolución Proletaria triunfante el 7 de Noviembre de 1917 confirma la justeza de la implacable lucha teoría y política del leninismo en contra del oportunismo dominante en la II Internacional que dogmatizando al marxismo efectuaba una práctica reformista.
La Gran Revolución Socialista de Octubre no es solo un acontecimiento histórico decisivo para el proletariado y los oprimidos, y para todo el género humano; es sobre todo un norte para el accionar contemporáneo de la clase obrera y el movimiento comunista internacional, y para las revoluciones socialistas que inevitablemente estallaran por todo el orbe.
Por ello, en ocasión de su centenario, la reflexión sobre sus lecciones es de indispensable actualidad para los partidos comunistas y obreros.