La Campaña Burguesa y Oportunista para Empañar Octubre y la Política Internacional de la URSS, como Instrumento para la Destrucción del Estado Socialista


Vladimir Frolov, Primer Presidente Adjunto del PSL

“Εl nacionalismo es una enfermedad tal, que quienes la han pasado recaen, aunque sea de una forma más suave. Y su peor peculiaridad es que puede obscurecer incluso hasta las mentes más brillantes”.

Peteris Stuchka. Presidente del primer gobierno (1918) de la República Socialista de Letonia

El oportunismo, como fenómeno de la vida política, apareció en el s. XIX, durante el proceso de lucha de la clase obrera por sus derechos, comenzando inmediatamente a ser utilizado por los políticos burgueses y los partidos como un arma efectiva. El oportunismo no caracteriza de un modo diferenciador a los partidos burgueses entre sí, ya que, independientemente de los ¨programas electorales¨ y sus ¨declaraciones públicas¨, su base ideológica no difiere en cuanto a principios ideológicos del resto de fuerzas burguesas y ante un análisis final, sirve, a fin de cuentas -como el resto de partidos burgueses- a un objetivo común: los intereses del capital. Por ello son tan característicos los movimientos, el transfuguismo o los cambios de chaqueta de los políticos burgueses y parlamentarios de un partido a otro, dependiendo de la situación de cada momento.

V. I. Lenin hace una evaluación muy precisa de este fenómeno en la obra El destino histórico de las enseñanzas de Marx:

"(...)La dialéctica de la historia es tal, que el triunfo teórico del marxismo obliga a sus enemigos a disfrazarse de marxistas. El liberalismo, podrido por dentro, intentar renacer en forma de oportunismo socialista. Interpretan el período de preparación de las fuerzas para las grandes batallas como una renuncia a esas batallas. La mejora de la situación de los esclavos para luchar contra la esclavitud asalariada lo interpretan en el sentido de que los esclavos venden por unos céntimos su derecho a la libertad. Predican cobardemente la "paz social" (esto es, la paz con los esclavistas), la renuncia a la lucha de clases, etc”. [1]

Las peculiaridades de las tendencias oportunistas en el movimiento socialdemócrata εν lαs provincias occidentales de Rusia: La "lesión genética¨ del nacionalismo

En las provincias occidentales del Imperio Ruso de aquel entonces, debido a la composición nacional de las regiones en concreto, las tendencias oportunistas en el movimiento obrero tenían algunas peculiaridades, incluyendo las concernientes a aspiraciones extremadamente excesivas de independencia orgánica y autonomía, que no se debían a circunstancias objetivas. Analizadas en el año 1933, las condiciones para el surgimiento del movimiento socialdemócrata a principios de siglo, M. Rountens en el artículo El II Congreso del POSDR y la socialdemocracia de Letonia, escribía:

“El Partido Obrero Socialdemócrata de Letonia apareció como una organización revolucionaria separada, absolutamente independiente y que no tenía ninguna unión orgánica ο de otro tipo con el POSDR. Además, el movimiento revolucionario en Letonia, al principio, tendía mucho al nacionalismo. Precisamente por ello se explica el hecho de que el principio de unidad y el centralismo del movimiento obrero socialdemócrata de Rusia que había proclamado Lenin, no encontró una correspondencia sustancial en Letonia (...)” [2]

En cuanto al grado de desarrollo de la situación revolucionaria; las tendencias oportunistas en el POSDR fueron superadas y los socialdemócratas letones (en lo sucesivo bolcheviques-comunistas) jugaron un papel muy importante en la Revolución de Octubre y en la creación del estado soviético. Al mismo tiempo, la marca genética de los problemas de aquella socialdemocracia aparecía con frecuencia en las opiniones de algunos comunistas y en la acción del Partido Comunista de Letonia, tanto en alguna tendencia hacia el trotskismo, en la década de los años 20 y 30, como durante el periodo de la manifestación de los “nacional-comunistas” en la década de los 50, ya en la Letonia socialista.

Y si el envalentonamiento del oportunismo de izquierdas con el trotskismo se explica en parte, por la derrota de la revolución en Letonia a principios de los años 20 y la retirada de las fuerzas revolucionarias hacia el territorio de la URSS (la teoría de la "revolución permanente" de Trotsky estaba psicológicamente más cerca de los comunistas de Letonia, que se encontraban en realidad, fuera de su patria histórica, en lugar de la construcción del socialismo en un solo país de la URSS), la política de la dirección del partido Comunista de Letonia en el 1950 es quizás, una manifestación más del oportunismo de derecha.

N. A. Moujitdinov (secretario del Comité Central del PCUS en 1959 y miembro de la Presidencia), se dedicó, como miembro del CC, a la situación de Letonia, pues como menciona en sus memorias, había denuncias por parte de camaradas locales de que “(...) algunos en la dirección llevan el camino de Bujarin, no quieren desarrollar la industria pesada y quieren apoyarse solamente en la industria ligera y el sector agrícola” .

Es imposible que esta situación no fuese explotada por las fuerzas del imperialismo mundial en su propio beneficio.

La amenaza que se dejó pasar: Las tendencias oportunistas en el PCL/ PCUS en 1953-1991 y su utilización por parte de la diáspora nacionalista en el extranjero

Los intentos obstinados de tergiversar y empañar la Historia y el significado del Gran Octubre, así como la teoría y la práctica del estado socialista, comienzan a efectuarse desde el momento de la puesta en práctica de este acontecimiento tan importante para toda la humanidad, dando el pan de cada día al enorme ejército de los “investigadores” burgueses ya desde aquel entonces y hasta la actualidad.

De esta manera, la crítica internacional comenzó a mostrar una particular actividad desde el periodo de posguerra. A ello contribuyeron dos situaciones: la victoria del pueblo soviético en la Gran Guerra Patria y los logros de la Unión Soviética en la ciencia, la educación, la conquista del espacio y la esfera social.

Desplegada, la "Guerra Fría" dio lugar a un brusco auge anticomunista y antisoviético. La mayoría de los investigadores soviétologos, interpretaban la historia de las revoluciones rusas de 1917 desde el punto de vista del rechazo absoluto a las leyes que determinan el carácter de éstas: se sostenía que en el régimen zarista de finales del s. XIX y principios del s. XX, Rusia progresaba rápidamente, y que este proceso podría haber continuado con éxito, si no hubiera sucedido la “espontánea” revolución de febrero que tuvo lugar, según ellos, por los fracasos de la I Guerra Mundial y por las políticas ineptas de los poderes monárquicos. Su versión afirma que el Gobierno Provisional que sustituyó al zarismo, no pudo consolidar un nuevo régimen político, algo que aprovechó el pequeño “grupo extremista” de los bolcheviques, que después de un violento golpe de estado y con una coyuntura favorable, derrocaron a Gobierno Provisional “democrático” y establecieron su dictadura.

Aparte de que ignoraron casi completamente los factores socioeconómicos y el movimiento de masas de la época, impulsando esta “percepción”, los sovietólogos intentaban difamar al Gran Octubre y al Partido de los Bolcheviques, sosteniendo que el carácter de la Revolución de Octubre era sumamente “accidental”, y tratando de reducir de esta forma su papel e importancia para el destino de Rusia y del todo el mundo. A pesar de la evidente vulnerabilidad de los argumentos, esta “percepción” sobre la ausencia de razones objetivas de la revolución y de la usurpación violenta del poder por parte de los bolcheviques en condiciones de “pasividad de las masas”, se difunde hasta el día de hoy en los círculos de los historiadores burgueses.

Infundadas estas concepciones, con el paso del tiempo, la política abierta de reclutamiento se vuelve más evidente y surge una pregunta natural: si los bolcheviques llegaron al poder como resultado de los tejemanejes de las fuerzas políticas de 1917 cuyo desenlace era imposible de predecir, ¿cómo éstos pudieron conservar el poder durante décadas y cómo el país consiguió tan grandes logros en todos los sectores de la actividad humana? Sí así eran las cosas, ¿por qué otros países entraron en el camino de Octubre? Estas y otras preguntas similares hirieron gravemente la tesis sobre lo “accidental” de la victoria de Octubre y ello obligó a los “investigadores” a continuar la búsqueda de otras teorías más sofisticadas.

Elementos de la dirección de diferentes niveles del PCUS ofrecieron un enorme servicio a los sovietólogos burgueses, que con su analfabetismo y con sus teóricamente erróneas o arbitrarias resoluciones habían creado un terreno fértil para la crítica. No hay fundamento para decir que todos eran conscientemente “agentes del imperialismo”. Frecuentemente, en este comportamiento del oportunismo hay una total y sincera aspiración a “mejorar el socialismo”, una “profunda respuesta a los retos de la época”, etc. Las tristes consecuencias de esto aparecen, no sólo cuando estos miembros desarrollan un interés propio, sino cuando está ausente la formación ideológica y desde luego, cuando también lo está la posibilidad de criticar sus actos y luchar contra éstos.

Es característica, en este sentido, la situación concerniente al Partido Comunista de Letonia en la década de los años 50 del siglo pasado: aprovechando el período de desorden organizativo que tomó la dirección del PCUS después de la muerte de I. B. Stalin y fundados en la práctica de la “educación de los cuadros nacionalistas locales” de la Repúblicas de la Unión, -puesta en marcha por el primer vicepresidente del consejo de ministros de la URSS, L. Beria- los dirigentes de la RSS de Letonia y el PC de Letonia comenzaron a materializar una política que se encontraba en total antítesis con el funcionamiento natural del sistema de planificación única de la economía del pueblo y de los principios del internacionalismo proletario.

Treinta años después, en los tiempos de la Perestroika, Vilis Kroumins, escribió efusivamente sobre aquel periodo: “La República ha tenido la posibilidad de formar su economía desde una base verdaderamente real y de dirigirla con independencia. Se han creado condiciones favorables para el desarrollo de las relaciones nacionales en el espíritu del internacionalismo auténtico”. [3]

El “espíritu del internacionalismo auténtico” según esta persona -que era el Segundo Secretario del CC del PCL- consistía al parecer, en que se determinasen criterios lingüísticos y étnicos, no sólo en las tareas propagandísticas y en el trabajo con los cuadros, sino también para el empleo y la elección del lugar de residencia de los residentes en Letonia. Por ejemplo, el vicepresidente del Consejo de Ministros de la RSS de Letonia, E. Berklavs, en el pleno del Comité Central del PCL del 7 al 8 de julio de 1959, expresó su preocupación por la llegada a la capital de la República de personas de nacionalidad no letona: “En 1959, sólo se ha registrado como residentes de Riga a 28.000 personas, de los cuales sólo 10.500 son letones, los demás, 17.500, no lo son. En 5 meses del presente año se han registrado en Riga 8.500 personas, de las cuales sólo son letones 3.000.” [4]

Es preciso que hacer notar aquí que en la economía planificada soviética, y sobre todo en el modo planificado de la distribución de los recursos del trabajo, tenía cabida también la migración espontánea que se basaba en razones personales. A pesar de ello, la masa principal que llegaba eran obreros que iban a Riga a trabajar a las empresas de la ciudad. También hay que señalar que la república no estaba en condiciones de abastecer a las empresas que fueron reconstruidas tras la Guerra y que fueron sostenidas desde el principio con su propia mano de obra cualificada (en la Letonia burguesa durante los veinte años previos a la Guerra, sólo unos pocos miles de personas pudieron recibir educación superior; y además éstos, por norma general, eran representantes de la clase burguesa). Por eso una parte emigró de la República al final de la guerra, junto con los nazis que retrocedían. Una parte importante de los especialistas superiores de la Letonia burguesa, que estudió durante la época zarista (ingenieros, médicos, profesores), era de procedencia étnica alemana y hebrea: los alemanes regresaron antes de la guerra a Alemania y a los judíos los exterminaron a casi todos los propios hitlerianos y colaboracionistas locales en el periodo de ocupación nazi de Letonia. La misma guerra, agudizó la escasez de cuadros a causa de las bajas en los frentes: he ahí la necesidad de redistribución, de manera organizada, de especialistas de toda la Unión para posibilitar un funcionamiento normal de la economía y desarrollar ésta. Además Letonia, históricamente, nunca fue una zona monoétnica, más aún: Riga era multiétnica, una ciudad portuaria y de tránsito comercial.

Durante el periodo postbélico, se estableció en la República un sistema de educación y preparación de los especialistas locales y a medida que éstos ganaban experiencia práctica, era posible que, tranquilamente, y -en base a objetivos económicos en cuanto a características de calidad y especialización- se sustituyese a aquellos trabajadores que no cumplían el nivel exigido. En lugar de ello, se impulsó en un primer plano el problema del cambio de la composición nacional de la República y el número insuficiente de letones en los puestos de dirección. Los letones “nacional-comunistas”, de hecho, exigieron privilegios étnicos para cubrir los puestos.

Muestra del carácter artificial del problema de las “analogías nacionales” es el discurso de E. Moukins, Secretario del Comité del PCL de la ciudad de Daougabpils, durante el Pleno del CC del Partido en junio de 1953. Sosteniendo la campaña de la “política nacional de los cuadros” que empezó en aquel periodo, comunicó que: ”se ha creado una peculiar situación insostenible en muchas zonas de Latgalia (Este de Letonia) que se consideran equivocadamente rusas. Ahí, en muchas zonas, no hay ningún autóctono en puestos de responsabilidad, los trabajadores autóctonos se han ido a Riga”. [5]

Son los mismos hombres, cuya llegada a Riga preocupaba al “internacionalista” Berklavs...Por cierto, la ciudad de Daugavpils es ya históricamente la ciudad no letona de Letonia. En diferentes periodos, los letones constituían desde un tercio hasta la mitad de su población. Las regiones fronterizascomo la “región de Latgalia”estaban compuestas -en un número importante- hasta de un 50% de no letones, principalmente, de población rusa y bielorusa. Si consideramos a los latgalios como minoría nacional, estas regiones no son para nada letonas. Entonces, ¿quiénes eran los “autóctonos” por los que se preocupa el cuadro del Partido?

Está claro que los estímulos nacionalistas ocultos están encubiertos por tesis correctas, planteando que el trabajo propagandístico y agitativo debían realizarse en el idioma nativo de aquellos a quienes se dirigía. Esto, por supuesto, no tiene nada que ver con el intento del “comunista” Berklavs, de hacer de la capital de Letonia una “nación inaccesible”, y de dar a los letones cierto derecho a ocupar puestos internacionales.

Las opiniones de los llamados “nacional-comunistas” se pueden resumir en:

-Εl rechazo de los principios leninistas del internacionalismo en la política de cuadros en los puestos de trabajo y un acercamiento en base a criterios nacionales, incluso en actividades de organización, directivas y económicas.

-La negación de la necesidad del desarrollo de industrias prioritarias importantes en la segunda mitad del s. XX, intentando desarrollar sólo sectores tradicionales (para la Letonia burguesa) en la industria ligera, en alimentación y en el sector agrícola.

-Postura condescendiente en las expresiones nacionalistas en la educación, en la cultura y en el arte.

En general, este fenómeno demostró suficientes elementos, característicos del oportunismo y del nacionalismo burgués, incluso expresiones de antisemitismo y rusofobia . Por consiguiente, no sorprende que los puntos de vista sobre la construcción del “socialismo letonio” en la década de 1950 se fundieran en 1980 con las opiniones a favor de la restauración del estado capitalista.

Cuando los intereses de una nación diferente comienzan a prevalecer por encima de la conciencia de clase, cuando los intereses supranacionales sociales y de clase de los trabajadores se sacrifican a los estereotipos étnicos de la conciencia de los compatriotas, el final es bastante predecible: bajo circunstancias políticas externas e internas apropiadas, éste será una traición absoluta, un anticomunismo rabioso y un nacionalismo agresivo.

La trayectoria de la vida de E. Berklavs mencionada arriba, ilustra perfectamente los verdaderos motivos del malabarismo con las tesis marxistas: cuando entre 1980 y 1990 en el Partido Comunista de Letonia aparecieron tendencias abiertamente oportunistas y nacionalistas y el gobierno soviético comenzó a derrumbarse, éste se unió a las filas del partido ultrarradical nacionalista, que en sus documentos aboga por la expulsión forzada de los que fueron a Letonia en la posguerra, por el cierre de las escuelas rusas y por la discriminación de idiomas. La historia muestra que este es un final muy característico para muchos que han entrado en el camino resbaladizo del oportunismo y el revisionismo.

Esta posición constituye una increíble contradicción en relación con el problema de los comunistas letones con respecto a aquella época, en la cual el Partido se encontraba prácticamente en la ilegalidad y trabajaba en el parlamento burgués en la estructrura del grupo parlamentario obrero-campesino. El diputado F. Bergs, en la sesión del 28 de junio de 1933, haciendo una crítica sobre el sistema de educación, decía: “Y la minoría tiene el derecho de enseñar a sus hijos en su lengua materna. Esto es requerido por el principio más elemental de la democracia, y esta es la única manera que permite a las masas del pueblo dominar la cultura y la educación. En su lengua materna es más fácil y más conveniente recibir una educación". [6]

Los comunistas letones de aquella época apoyaban activamente los derechos de los latgalianos (minoría nacional que representa un pequeño grupo nacional de los pueblos bálticos cuyo idioma es cercano al de los letones) hasta el derecho a la libre autodeterminación sin restricciones.

Este es precisamente el auténtico internacionalismo leninista, que no significa en absoluto ni un rechazo de la nacionalidad, ni de cada patria étnica. V.I. Lenin lo explicó de una manera muy comprensible en una carta a I.F. Armand: "El Obrero no tiene patria, lo que significa que: a) su posición económica no es nacional sino internacional; b) su enemigo de clase es internacional; c) las condiciones para su emancipación, también; d) la unidad internacional de los Obreros es más importante que la nacional". [7]

Las explicaciones de Lenin sobre sobre el problema de la migración trabajadora, que tiene una comprensible relación con “la patria del proletariado”, son muy actuales para la Letonia moderna. Como hace cien años, los permanentes acompañantes del capitalismo son: las crisis económicas y el paro, y como resultado de ello la búsqueda de trabajo y de medios de existencia en el extranjero. Por eso Lenin escribió en el artículo El capitalismo y la inmigración de los obreros:“no cabe duda que sólo la extrema pobreza obliga a las personas a abandonar su patria” [8]

Cientos de miles de obreros letones que ahora trabajan en los países desarrollados de la UE, sienten con exactitud las palabras de Lenin.

Estas manifestaciones de nacionalismo entre los comunistas de las repúblicas bálticas no pueden, en modo alguno, considerarse un proceso accidental, espontáneo o sólo interno del Partido Comunista. Ya en los años 60 del siglo pasado, el representante de la emigración letona V. S. Vardys (que propuso, justamente, el máximo aprovechamiento de las manifestaciones del "nacional-comunismo" en interés de la emigración reaccionaria, poniendo como objetivo final la revancha burguesa y la retirada de las repúblicas bálticas de la URSS), escribió: "(...) este nacionalismo no sólo continúa existiendo, sino que encuentra partidarios”. [9]

El popular activista de la socialdemocracia, Bruno Kalnins, cree que los jóvenes, especialmente los estudiantes y los alumnos de secundaria, son nacionalistas. Pide el uso de todos los medios que dispone la diáspora para la incitarles en este sentido y difundir en ellos estos sentimientos.

Por supuesto, la emigración antisoviética no era homogénea y no la representaba una sola organización. Era una comunidad bastante distanciada entre sí en términos de estructura social y con diferentes opiniones políticas, cuyas bases fueron colocadaspor los diplomáticos de la Letonia burguesa que permanecieron en el extranjero después del establecimiento del poder soviético en el país en 1940. El grueso de los emigrantes eran aquellos que huyeron del avance del ejército soviético en 1944-45. Entre éstos, había colaboracionistas y criminales de guerra que colaboraron activamente con el régimen nazi, así como representantes de los estratos burgueses e intelectuales, acostumbrados a un alto nivel de vida y a los privilegios sociales que les brindaba la sociedad capitalista.

En consecuencia, sus puntos de vista, su actividad política y el grado de colaboración con los órganos oficiales de los países de acogida difieren entre sí. En cuanto a los antiguos empleados de la ocupación nazi y miembros de las SS, éstos por supuesto, no expresaban abiertamente sus posiciones nazis; aunque las autoridades de los países europeos y los EE.UU. eran muy conscientes de su pasado.

Por otra parte, los dirigentes de los partidos burgueses tenían un apoyo oficial considerable y hacían buenas carreras, como es el caso de Bruno Kalniņš, que se convirtió en el presidente honorario de la Internacional Socialista. A pesar de las diferencias en las posiciones ideológicas, la emigración fue unánime renegando del sistema socialista en Letonia y su incorporación a la URSS.

Después de 1991, este “cocktail” ideológico de opiniones que van desde el “nazismo blando” hasta la socialdemocracia de orientación nacional, se han convertido en la política y en la plataforma legal del estado. En consecuencia, la posición sobre la “continuación del Estado” y el “restablecimiento de la ciudadanía” (es decir privar de los derechos políticos a los que llegaron a partir de 1940) se materializaron en la devolución de las propiedades nacionalizadas a los antiguos propietarios de éstas y los desfiles de los veteranos de la SS. Los miembros de la emigración que regresaron a Letonia ocuparon puestos de responsabilidad en las estructuras del poder.

Es característico que estas opiniones y elaboraciones de los ideólogos burgueses no constituían algo secreto para los cuadros ideológicos de PCL. Así se plasmó, por ejemplo, en el libro referente a “La emigración reaccionaria del Báltico hoy” , en el cual se analizan con detalle las opiniones, las teorías y los métodos de trabajo de los centros internacionales antisoviéticos citados extensivamente en la prensa de la diáspora. Esta obra fue editada bajo la redacción del Instituto de Historia de la Academia de científicos de la RSS de Letonia y de instituciones científicas de Letonia y de Estonia análogas a ésta, y está dirigido específicamente para ser utilizado por los militantesdel Partido; no obstante, las conclusiones de estos ilustres autores pecan de superficialidad y embellecen la imagen real. Los resúmenes y conclusiones de los teóricos y activistas de la emigración internacional, especulan sobre la vida en la URSS, ya sea por confusión, por falta de información, ya sea por falsedad consciente o por distorsión de los hechos. Mientras tanto, los acontecimientos en Letonia (y en las repúblicas bálticas en su conjunto) mostraron que la emigración extranjera evaluaba la situación de manera bastante correspondiente a la realidad. Las consignas del nacional-сomunismo fueron asimiladas y aprovechadas eficazmente por el sector oportunista del Partido Comunista, concretamente en la juventud, la fuerza más activa de los partidos y del movimiento nacionalista.

En la década de los años 50, el Partido tenía bastante fuerza y firmeza ideológica para superar los intentos del grupo nacional-oportunista de apartar a los comunistas de las posiciones marxistas. En los años 80, durante la época de la llamada Perestroika, el oportunismo y el voluntarismo se convirtieron, en adelante, en la práctica-base de la actividad de la dirección del Comité Central del PCUS, cosa que condujo finalmente a la destrucción del primer Estado del victorioso del proletariado en el mundo.

Las peculiaridades del golpe contrarrevolucionario en 1988-91 en Letonia: Del lema del "Retorno al socialismo leninista" al anticomunismo agresivo, el antisovietismo y el nacionalismo

Es característico que el primer paso con que prepararon el terreno para la ruptura del Partido Comunista y la eliminación de las conquistas del Socialismo fue bajo el lema de “regreso del leninismo real” . Esto es lo que estaba escrito en 1988 en el programa del Frente Popular de Letonia (FNL), una organización que incluía en sus filas grupos de opiniones nacionalistas (y a veces abiertamente neonazis) y que después de un tiempo declararía como objetivo la restauración del estado burgués y separarse de la Unión Soviética: "El FPL representa la formación de las relaciones nacionales sobre la base de los principios leninistas de autodeterminación y equidad de las naciones en la Unión de los Estados Soviéticos".

Además de esto, los escritores del programa anunciaron que: “La actividad del FPL se basa en los principios que se establecen en las resoluciones del XIX de toda la Unión, sobre la bases de las propuestas que hicieron los comunistas y los trabajadores de la República....”. [10]

Es bastante dudoso que los “trabajadores de la República” expresaran tales exigencias: “Introducir en la legislación sobre el Soviets y sobre las elecciones a los mismos el principio según el cual es preciso garantizar en los Soviets de la República a cualquier nivel, una mayoría permanente e irreducible de mandatos que se mantengan para los representantes de nacionalidad letona en cualquier circunstancia demográfica.” [11]

Y esta diferencia demostrativa en los derechos políticos burgueses se propone en un país donde se han decretado legislativamente los principios de la equidad nacional, en una República donde regiones enteras y grandes ciudades históricamente son habitadas por personas que no pertenecen a la nación letona.

Esto es lo que propone el FNL: “el frente popular”, cuyo intento es ser un frente étnico; el deseo de ser la oposición al poder soviético era evidente desde el momento mismo de su organización. ¿Y que hizo el PCL, sus dirigentes, sus cuadros políticos e ideológicos?

Un cuadro dirigente del Partido Comunista, A. Gorbounov, en 1989, en el Congreso de los Soviets, juró desde la tribuna defender la unidad de la URSS, en cuanto a la responsabilidad de las Autoridades de Letonia frente a todos los habitantes de la República “independientemente de la nacionalidad y del tiempo de residencia en ésta”. Sin embargo, ya en 1990, después de la victoria del FPL en las elecciones, aceptó con agrado la propuesta de dirigir el Soviet Supremo de la República y proclamó la restauración legal del estado burgués, el abandono de los principios fundamentales del Socialismo en la esfera económica y social; y bajo su dirección, este órgano superior legislativo de la República aprobó la ley excepcionalmente salvaje en el s. XX sobre la nacionalidad, según la cual los diputados privaron de la nacionalidad a 700.000 de sus votantes(¡!).

Estos actos de los “comunistas” en las estructuras de dirección del Partido condujeron determinantemente a una situación de crisis, que tomó la forma de separación entre nacional-oportunistas y los que permanecieron en las posiciones del Socialismo y del Internacionalismo. En abril de 1990 los oportunistas se escindieron, creando el “Partido Comunista Independiente” que inmediatamente se pasó a llamar Partido Democrático del Trabajo de Letonia. En 1993, los recién aparecidos "demócratas laboristas" participaron en las elecciones parlamentarias, donde recibieron el 0,66% y, en consecuencia, se quedaron sin representación. Entonces, este grupo de políticos se unió al Partido Socialdemócrata de Letonia y prácticamente desapareció de la vida política como fuerza política relevante.

El Partido Comunista de Letonia, en abril de 1990, dirigido por Alfred Rubiks, defendía con firmeza los principios del socialismo y el internacionalismo. En el Programa de acción aprobado en diciembre de 1990, se declaró que se estaba desvinculando fundamentalmente, de quienes no reconocían la opción socialista. Se demostraba la necesidad de "la creación de grupos del Partido Comunista de Letonia en todos los soviets, y la organización del trabajo de estos grupos en éstos últimos, y en el caso de una negativa por parte de algún miembro del Partido a participar en el trabajo del grupo, que se analice la cuestión sobre su militancia...". [12]

El Partido Socialista de Letonia siempre luchó consecuentemente por la abolición de esta prohibición: con el fin de dar a conocer las finalidades políticas de los actos de las autoridades anticomunistas, organizaron manifestaciones durante el juicio de los miembros del PSL que fueron acusados por su actividad como comunistas en el pasado. Se libró una larga lucha por la liberación de prisión de A. Rubiks, aprovechando las posibilidades supranacionales de los cuerpos judiciales de la UE para impugnar la legalidad de las prohibiciones decretadas en el sistema judicial de Letonia. En 2005 una demanda fue presentada ante el tribunal supremo - el Tribunal Constitucional-. El veredicto es un modelo de la casuística legal: el tribunal no reconoce la inconstitucionalidad de la prohibición, sin embargo señala que tal prohibición no puede ser indefinida y debe ser abolida, aunque no se indica cómo y en qué plazo se debe hacer, por lo que esta formulación cierra de forma efectiva la posibilidad de apelar esta decisión ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Las enseñanzas de octubre, la lucha contra el oportunismo como condición necesaria para una lucha exitosa y para la victoria del Partido Comunista

La modesta experiencia actual del trabajo del PSL en las condiciones del sistema político burgués post-soviético nos permite llegar a algunas conclusiones sobre la oposición con las tendencias oportunistas y los límites de posibles compromisos tácticos tanto con los aliados políticos y con los compañeros de viaje, como con los partidos burgueses.

En cuanto a la lucha contra el oportunismo, en la relativamente corta historia del partido, tales manifestaciones se han repetido varias veces. Lo que es característico es que sus portadores, tanto los que abandonaron el PSL como los que fueron expulsados por violar los estatutos, se unieron a partidos abiertamente burgueses o cesaron toda actividad política.

Además, el PSL tuvo que unirse a varias coaliciones electorales, tanto con fuerzas políticas líderes, como en roles secundarios e incluso llevar a sus diputados al parlamento y a los gobiernos locales en las listas de otros partidos. Tales tácticas encierran objetivamente el peligro de perder el reconocimiento del Partido, limitando la actividad de los representantes elegidos, vulnerables a los errores que puedan cometer con los cuadros; errores que son utilizados por los partidos burgueses, que recurren al chantaje y al soborno. A pesar de ello, justamente esta táctica permitió la preservación del Partido en condiciones muy difíciles e incluso realizar un importante incisión psicológica con respecto a la elección del líder del PSL, Alfred Rubiks como diputado al Parlamento Europeo.

Las condiciones necesarias son la conservación de la independencia organizativa e ideológica del Partido en los acuerdos de formación de coaliciones, la subordinación de los diputados del Partido a sus Estatutos, garantizar en los acuerdos de colaboración su derecho a no votar en los grupos parlamentarios de la coalición en contra de las tesis del programa de su Partido.

En la agudización de la lucha política en 1988-1991, el Partido Comunista de Letonia fue derrotado precisamente porque no fue capaz de desenmascarary expulsar de sus filas a los reformistas, nacional-oportunistas y a los que simplemente eran arribistas sin escrúpulos. Durante este período la parte marxista e internacionalista del Partido tuvo que luchar no sólo en dos, sino en tres frentes: contra la FPL, que incluye toda la gama de las fuerzas anti-soviéticas, desde los liberales burgueses hasta neonazis; contra los dirigentes traidores de la política del PCUS (Gorbachov, Yakovlev y compañía) y contra los nacional-oportunistas en sus propias filas.

Recordando el Octubre de 1917 y la lucha posterior, V.I. Lenin escribió: "El bolchevismo no habría derrotado a la burguesía en 1917-1919, si no hubiera aprendido antes -de 1903 a 1917- a derrotar y expulsar implacablemente del Partido de la vanguardia proletaria a los mencheviques, es decir a los oportunistas, a los reformistas y a los social-chovinistas". [13]

Los acontecimientos políticos de finales del siglo XX y el tiempo actual confirman plenamente la urgencia de lo que decía el líder de la Revolución Proletaria.


[1] http:/library.ua/m/articles/view/II-С-ЕЗД-РСДРП-И-ЛАТЫШСКАЯ-СОЦИАЛ- ДЕМОКРАТИЯ.

[2] Letonia en el límite de los tiempos, pág.126, Abóts, Riga, 1990 .

[3] Vilis Kruminsh, Memorias y Reflexiones. Letonia al límite de los tiempos, Riga, Avots, 1990, p. 94.

[4] Se cita en la colección "Política de las autoridades de ocupación en Letonia en 1939-1991", Nordik, 1999. pág. 395

[5] Ídem.

[6] Escenografía de Seimas de la RPL. Cuarta sesión - Riga, 1933, pág. 955

[7] V.I. Lenin -Obras Completas, tomo 49, pág. 324

[8] V.I. Lenin, I.F. Armand – Obras completas, vol. 49, pág.324

[9] Vardys V.S.Soviet nationality policy since the XXII Party Congress. -- “The Russian Review”, 1965, vol. 2 Nr. 4, p. 340. Cita sobre "la emigración reaccionaria báltica de hoy". Riga "Zinatne", 1979 con el. 139).

[10] Programa del Frente Popular de Letonia - Riga, Avots, 1966, pág.4.

[11] Ídem, pág. 9.

[12] Historia, Sociología, Política, pág.27, Riga,1991.

[13] VI Lenin, Obras completas, tomo 40 pág. 24