En las obras del comunismo científico, la investigación histórica sobre la posición socio-económica, legislativa y en general cultural de la mujer en cada formación socio-económica está relacionada con el análisis de la estructura de clases de la sociedad y el descubrimiento de las leyes científicas que rigen las relaciones sociales predominantes, en primer lugar, las relaciones de propiedad y de producción/distribución. Una obra cumbre de Fr. Engels es "La procedencia de la familia, la propiedad privada y el Estado". El análisis materialista dialéctico de la posición de la mujer en la sociedad se encuentra en varias obras de los fundadores de la ideología comunista con referencias especiales no sólo a nivel analítico-teórico, sino además a nivel político. Estas referencias conciernen no sólo las condiciones de la lucha de clases en el capitalismo, sino además las condiciones de la construcción socialista, después de la victoria de la revolución socialista y el establecimiento del poder obrero revolucionario.
La victoria de la Revolución Socialista de Octubre en Rusia, el 25 de octubre (o, según el nuevo calendario, 7 de noviembre de 1917), nos hace recordar que Lenin como dirigente del Partido Comunista de los bolcheviques contribuyó para que entre las primeras medidas legislativas de carácter revolucionario se incluyeran algunas relativas a la abolición de las discriminaciones contra la mujer obrera, campesina, y en general las trabajadoras. Se trataba de medidas que otorgaban a las mujeres iguales derechos con los hombres dentro y fuera de la familia, establecieron el derecho a elegir y ser elegida, a decidir sobre la maternidad sin otras condiciones previas, y además establecieron plenos derechos para los hijos nacidos fuera de matrimonio. Al mismo tiempo, reconocieron y apoyaron prácticamente el derecho de las mujeres al trabajo social, lo cual es una condición previa fundamental para su emancipación económica.
Esto significó la creación de las condiciones económicas, sociales y políticas para que las mujeres pudieran participar en la construcción de la nueva sociedad socialista, para participar en las actividades sociales y económicas en igualdad con los hombres.
La importancia así como el carácter cualitativo-revolucionario de tales medidas se pueden destacar sólo si se sitúan en sus dimensiones históricas, en las condiciones de transición a la construcción socialista en Rusia que, a pesar de que fue capitalista, se caracterizaba por una desigualdad profunda y por un atraso pre-capitalista con la existencia de vestigios feudales significativos en varios sectores de la vida social.
Sin embargo, incluso en comparación con los Estados capitalistas avanzados de entonces en Europa, las medidas legislativas y prácticas del nuevo poder soviético eran sin precedentes, tuvieron un impacto en las conquistas incluso en sociedades capitalistas, señalaron un nuevo capítulo en el desarrollo de la humanidad, en "su transición de la barbarie a la civilización".
La posición política de Lenin sobre medidas que librarían a las mujeres de la esclavitud de las labores duras y mezquinas del hogar, como por ejemplo la creación de lavanderías públicas, de comedores en los centros de trabajo, una amplia red de guarderías de niños, medidas para la preservación de la salud de las mujeres, sobre todo de las embarazadas, de las mujeres en lactancia, el no traslado de madres y de niños hasta los 12-14 años lejos de su lugar de residencia por motivos de trabajo; todo ello debe ser evaluado en su contexto histórico.
Por ejemplo, es una cosa que las mujeres entren en la producción social con un nivel de educación general y de especialización, y es otra cosa si tienen que confrontar al mismo tiempo su analfabetismo. Es diferente si la especialización de las mujeres se logra en esencia a través de las "tareas domésticas" (por ejemplo coser,tejer etc) y si pasa por un nivel unificado de especialización para ambos sexos. Más aún, es una cosa que la construcción socialista comience con una tasa muy baja de mano de obra asalariada en la población activa como en Rusia (aproximadamente el 20% de hombres-mujeres, con la participación femenina en el 31% de la mano de obra) y otra cosa que comience con una tasa de mano de obra asalariada muy alta (más de 60% con la participación de mujeres aproximadamente al 50%).
Cabe recordar que la construcción socialista empezó en un país que entonces no estaba electrificada, ni había lavadoras eléctricas, cocinas u otros electrodomésticos. En el imperio zarista predominaba el analfabetismo, mientras que la participación de la mujer en la producción social, en los transportes, en los servicios sociales, sólo en los departamentos avanzados era comparable con países como Alemania, Francia, Gran Bretaña, a los que la Primera Guerra Mundial había dado un impulso.
Los resultados rápidos e impresionantes en cuanto a los derechos laborales, sociales y políticos, la posición general de las mujeres en la sociedad de la construcción socialista y su impacto en el mundo capitalista, destacan el enorme potencial de las relaciones comunistas. La única manera de abordarlas es tomando en cuenta su contexto, ajustándolas al nivel actual de desarrollo de las fuerzas productivas, así como resaltar que las relaciones capitalistas son un obstáculo para la satisfacción de las necesidades contemporáneas.
El libro de Alexandra Kollontai "La mujer en el desarrollo social" (1925) es muy revelador respecto al contenido de la intervención política e ideológica del poder obrero revolucionario bajo la dirección del Partido Comunista de Rusia (bolchevique).1
Kollontai, al igual que Lenin, utilizó la consigna de "liberación de las mujeres de sus ollas y sartenes". Hoy día, debido al desarrollo de las fuerzas productivas, la "esclavitud del hogar" implica condiciones técnicas y sociales diferentes de las que existían hace un siglo. En una gran parte del capitalismo mundial, las mujeres ni se lavan la ropa a mano, ni usan cocina de leña. Cabe decir que estos fenómenos todavía existen incluso en el capitalismo contemporáneo, particularmente en amplias zonas de Asia, África y América Latina. Incluso en las sociedades capitalistas más desarrolladas existen amplias zonas de mujeres, y hombres, sin hogar, debido al desempleo a largo plazo y a la miseria. Al mismo tiempo las mujeres refugiadas y sus hijos, incluso en países de Europa como Grecia, viven en condiciones miserables.
El fenómeno de los refugiados nos ha hecho conocer de cerca no solamente las discriminaciones extremas a expensas de las mujeres, sino además la brutalidad de fenómenos como la mutilación genital femenina, el matrimonio forzado de menores de edad, la bigamia de los hombres, tradiciones anacrónicas -que están envueltas del estatus de las doctrinas religiosas predominantes- que obligan a las mujeres cubrirse la cara y el cuerpo.
Se trata de residuos pre-capitalistas que han sobrevivido en las sociedades capitalistas donde el Islam todavía desempeña un papel especial. Cabe recordar que el cristianismo, especialmente el catolicismo, había impuesto también sus propios puntos de vista y prácticas reaccionarias (p.ej. el no reconocimiento de las relaciones sexuales fuera del matrimonio, el no reconocimiento del divorcio, de la interrupción del embarazo etc.), incluso la Inquisición y la quema de "brujas".
El comunismo científico reveló que los factores económicos-sociales formados históricamente convirtieron el trabajo social de la mujer en trabajo individual-familiar y en el transcurso de miles de años nuevos factores económicos-sociales lo convirtieron de nuevo en social.
La causa de la discriminación adicional de la mujer -es decir en relación con el hombre- tiene raíces muy profundas en la historia del desarrollo social. No fue así en todas las sociedades. Esto ocurrió cuando la sociedad quedó dividida en clases, hace miles de años, cuando la productividad de trabajo estaba en niveles muy bajos, y empezó a expandirse en los sectores donde trabajaban los hombres, mientras que estaba más limitada en los sectores donde trabajaban las mujeres. Sobre la base de aquel nivel de desarrollo de la sociedad para la protección de la reproducción de la especie, las mujeres no podían superar sus diferencias biológicas con los hombres, que las hacían más vulnerables a la naturaleza.
En aquellos años antiguos, cuando surgió por primera vez la oportunidad de que algunos vivieran a expensas de otros, que algunos explotaran el resultado del trabajo de los demás, concentrando en sus manos los medios de producción, fue cuando el trabajo de las mujeres perdió su carácter social y las mujeres fueron subordinadas a los hombres. Ni siquiera las mujeres de la clase que estaba en el poder tenían los mismos derechos que los hombres.
Pero esta situación tenía sus excepciones. Había mujeres con privilegios, había reinas tanto en la sociedad esclavista como en la sociedad feudal, y además había mujeres con un papel destacado en las artes, en las ciencias, en las luchas sociales, mujeres tejedoras, trabajadoras en las antiguas ciudades griegas, en la sociedad esclavista de la antigua Roma etc.
La industria capitalista ya a partir del siglo XVIII y sobre todo en el siglo XIX creó las condiciones para que el trabajo de las mujeres adquiriera un carácter social extenso a través de las máquinas. Todo el trabajo que realizaban las mujeres en los años anteriores en el hogar (en sentido amplio o más estrecho) adquirió un carácter social:tejer, coser, hilar la lana, procesar la seda, hacer varias artesanías.
Los empleadores capitalistas crearon ejércitos de obreras a las que no reconocían los derechos de los obreros. A ellas les pagaban menos, les obligaban a trabajar más horas, les utilizaban como amenaza contra las conquistas de los hombres. Por esta razón, los trabajadores a menudo se ponían en contra no de los capitalistas-empleadores, sino contra las obreras.
Hubo un período cuando ni siquiera podían unirse a los sindicatos. Así que se formaron separadamente sindicatos de mujeres, se llevaron a cabo huelgas separadas, manifestaciones de obreras, como el día 8 de marzo de 1857 en Nueva York.
En las revoluciones burguesas, como en Francia en 1789 y más tarde, en el siglo XIX, así como en la Comuna de París (1871) había una clara participación de mujeres, no sólo pequeñoburguesas y campesinas sino además obreras (lavanderas, floristas, costureras).
La participación de las mujeres durante el período revolucionario en Rusia, de febrero de 1917 hasta la Revolución Socialista de Octubre, fue impresionante.
Hoy todo esto, hasta cierto punto, es parte de la historia. Pero si no lo conocemos, no podemos combatir eficazmente las causas de la desigualdad contemporánea de las mujeres de la clase obrera, de las capas populares, no podemos entender el carácter clasista de la cuestión de las mujeres en nuestra época.