El Partido Comunista ante la crisis capitalista


Partido Comunista de los Pueblos de España

Caracterización de la crisis y cambios en el modelo de dominación mundial.

La tendencia decreciente de la tasa general de ganancia, tal y como expuso Marx, es el punto débil del capitalismo, ya que el beneficio es el objeto, motivo y fin del capital. Su descenso efectivo, condicionado por la elevación de la composición orgánica del capital, es en última instancia la causa de la paralización del proceso de acumulación del capital, agudizando la contradicción fundamental del capitalismo entre el carácter social del proceso de producción y la forma capitalista privada de apropiación de sus resultados.

La crisis es consecuencia del aumento colosal de la productividad de la fuerza de trabajo, del trabajo humano explotado en fábricas y campos, que produce a su vez un incremento del capital, de plusvalía y de mercancías. Capital que no puede ser reacumulado a una tasa de beneficio conveniente.

El problema no es abundancia de mercancías sin venta, el problema es abundancia de mercancías sin venta a una determinada tasa de beneficio. La causa de la crisis no es de ninguna manera una crisis de subconsumo. La clase obrera existe para el capitalismo como productora de valor no como consumidora.

Persiguiendo la obtención de un mayor beneficio o el mantenimiento de la tasa promedio de beneficio se produce contradictoriamente una caída tendencial de la tasa de ganancia; por lo que el verdadero límite de la producción capitalista es el propio capital. Para superar esos límites inmanentes al modo de producción capitalista, se han seguido durante las últimas décadas las siguientes líneas de actuación:

  • Intervención política para organizar a escala mundial el ciclo de valorización:

A) Producir y realizar plusvalía a escala mundial mediante un aumento desmesurado de la productividad del trabajo. Extensión mundial de las relaciones de producción capitalista. B) Se anexionan territorios, mercados; se abarata la fuerza de trabajo, los productos agrícolas, las materias primas, etc.

  • Se ha provocado el aumento de productividad acompañado de una disminución del salario –devaluando el precio de la fuerza de trabajo como mercancía-, intentando compensar esto mediante el aumento exagerado del capital ficticio y del crédito. La economía financiera y especulativa se dispara para hacer frente al estancamiento de la tasa de beneficio, incrementándose el parasitismo como resultado del desarrollo capitalista en su fase imperialista.
  • Tanto las crisis de sobreproducción de capital como las de mercancías, exclusivas del capitalismo, explicitan violentamente la irracionalidad del sistema. Esta crisis le sobreviene al capital con una virulencia difícil de medir y dominar, poniendo al descubierto los límites históricos y la caducidad del capitalismo.

En este sentido, en el Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros celebrado en Atenas del 18 al 20 de noviembre de 2.005, bajo el lema “Tendencias actuales del capitalismo y su impacto económico, social y político. La alternativa de los comunistas”, nuestro Partido advertía de lo siguiente en su contribución:

“El riesgo de colapso económico mundial es mayor cada día. La economía globalizada demuestra que, a pesar de la alta concentración del capital, las ganancias representan cada vez un porcentaje menor de las cantidades millonarias que mueven las grandes multinacionales. Las operaciones de ingeniería financiera, con el objetivo de “maquillar” las cuentas de resultados de las grandes empresas, son práctica habitual para tratar de ocultar la situación, pero no pueden, en ningún caso, frenarla. El capital se encuentra con dificultades crecientes para completar se ciclo de reproducción ampliada. Altísimos niveles de especulación y el recurso a la financiarización no sólo no resuelven sino que complican aún más el panorama.”

A la crisis de sobreproducción se le unen hoy otros problemas, crisis si se quiere, que interactuando dialécticamente chocan a su vez con los límites del capitalismo en la producción de plusvalía y capital. Hay que señalar:

  • El pico de la producción de petróleo y sus consecuencias para los modelos de producción, de transporte, de urbanismo, de vida etc. La Agencia Internacional de la Energía asegura que los países en desarrollo pueden aumentar su demanda en un 47% hasta los 121 millones de barriles diarios en 2030 y que las petroleras y los países productores deben gastar unos 100.000 millones de dólares anuales (76.500 millones de euros) para desarrollar nuevos suministros para mantener ese ritmo.
  • El cambio climático, quizá ya fuera de control para el sistema productor de plusvalía, y que afecta negativamente a los ecosistemas y a las condiciones de vida y trabajo de los pueblos. El planeta ha perdido en poco más de un cuarto de siglo casi la tercera parte de su riqueza biológica y recursos, y al ritmo actual la Humanidad necesitará dos planetas en 2030 para mantener su estilo de vida, tal y como ha advertido el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF).
  • La catástrofe alimentaria, que condena a millones de seres humanos a morir por inanición. La cantidad de personas subalimentadas pasó de 850 millones a 925 millones, a consecuencia de la escalada del precio de los alimentos en el periodo 2007 – 2008, según la FAO. Los precios de los alimentos se incrementaron entre 2005 y 2006 un 12 %, un 24% en 2007 y cerca del 50 % entre enero y julio de 2008.

La crisis capitalista no será superada a través de medidas reformistas o de recetas keynesianas. Tan sólo por medio del aumento de la explotación, del saqueo y de la restricción drástica de cualquier derecho democrático puede el sistema capitalista remontar la crisis. Marx y Engels, en el Manifiesto del Partido Comunista ya se preguntaban “¿Cómo se sobrepone la burguesía a las crisis económicas?” y respondían que “destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistando nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente, los mercados antiguos. Es decir, que remedia una crisis, preparando otras más profundas e importantes, y destruyendo los medios de que dispone para prevenirlas.”

O la burguesía implanta su salida a la crisis, radicalizando la dictadura capitalista e introduciendo niveles crecientes de violencia para garantizar el proceso acumulación de capital, o las grandes mayorías trabajadoras apuestan por una salida en términos de contraofensiva popular que beneficie a la mayoría social y no a la plutocracia.

La sociedad moderna se estructura en torno a la contradicción capital/trabajo por lo que todas las contradicciones que operan en esta sociedad chocan con la valorización del capital. La crisis alimentaria, energética, medioambiental, hidrológica; la discriminación de género a través de la jerarquía patriarcal, destrucción del territorio, especulación urbanística, discriminación racial y étnica, las hambrunas y pandemias, etc. Todas las luchas generadas en esos ámbitos deben dirigirse contra el poder de los monopolios, en la perspectiva de la superación revolucionaria del capitalismo.

Las consecuencias de la crisis capitalista se agravan por días para la clase obrera y los sectores populares. El aumento constante del paro, los despidos planificados por la patronal para eliminar a los sectores de la clase con más derechos, el robo sistemático de indemnizaciones y finiquitos, el impago de horas extraordinarias, la rebaja de salarios, etc. están a la orden del día.

En términos interanuales la economía española ha experimentado una contracción del 4,2% del Producto Interior Bruto en el último año, con una tasa del -1,1% en el segundo semestre de 2.009, según datos del Ministerio de Economía y Hacienda. Todos los sectores productivos registraron tasas negativas de crecimiento respecto al mismo periodo del año precedente. El Objetivo de Estabilidad fijado para el periodo 2.010 – 2.012, prevé un crecimiento negativo para el 2.009 del 3,6%, datos con los que coincide en Gobierno Español.

La clase obrera española está siendo golpeada con dureza. El empleo a tiempo completo se redujo un 7,1% en tasa interanual. Según un reciente informe elaborado por los Técnicos del Ministerio de Hacienda, el 63% de los trabajadores españoles perciben unos ingresos brutos mensuales inferiores a los 1.100 euros brutos (16,7 millones de asalariados). Entre 1.999 y 2.006, las empresas españolas han visto aumentar sus beneficios netos en un 73%, más del doble que la media de la UE-15 (33,2%) o de la zona euro (36,6%), mientras que los costes laborales en España han aumentado durante este mismo periodo tan sólo el 3,7%, cinco veces menos que en la UE-15 (18,2%). El desempleo, según previsiones del Instituto Nacional de Empleo, se situará a finales de 2.009 en torno al 25%.

Los datos económicos confirman que existe una relación directa entre el paro, la temporalidad y los niveles salariales. Geográficamente los datos lo dejan claro: las comunidades con una tasa de desempleo superior a la media nacional también concentran unos índices de contratos temporales y de asalariados “mileuristas” mayores.

Mapa de la precariedad laboral

La juventud trabajadora sufre especialmente esta situación, con jornadas incontroladas y salarios de miseria. Más del 60% de los contratos laborales impuestos a los jóvenes son temporales, siendo sus salarios un 30% inferiores, lo que hizo que durante 2.008 sólo un 21% de la juventud pudiese tener una vida económica independiente. La mujer trabajadora, en muchos casos, acude en socorro de de la deteriorada economía familiar aceptando trabajos en la economía sumergida pagados con salarios ínfimos y sin ningún tipo de derecho laboral. 

La oligarquía financiera expropia a las familias obreras que no pueden pagar sus hipotecas –lo que afecta especialmente al sector inmigrante de la clase- y hace un negocio multimillonario reapropiándose de las viviendas con morosidad. Durante el año 2.008 se registraron 58.686 embargos hipotecarios, más del doble que en el ejercicio anterior y el triple de las computadas en el año 2.006. Este número es superior al conjunto de los años 2004 – 2007 y la tendencia se agrava durante el primer semestre de 2.009. Muchos trabajadores son incapaces de hacer frente a unas cuotas hipotecarias que, a menudo, representan más del 50% de sus ingresos salariales. Esas cerca de 60.000 viviendas que han pasado de manos del pueblo trabajador a manos del capital en un año son el equivalente a la propiedad de una ciudad de unos 250.000 habitantes. Será en el segundo semestre de 2.009 cuando el desastre inmobiliario golpee con mayor dureza a los sectores populares, en un país con más viviendas sin vender que los Estados Unidos.

La dictadura del capital se expresa en su verdadera dimensión. El estado policial se configura por días con modificaciones legislativas y con el acoso y la represión al pueblo en cada lucha. La “libertad” burguesa se convierte en una pieza de museo y deja paso a la represión, el fascismo y el anticomunismo.

Las condiciones descritas configuran un escenario donde es perentorio levantar la alternativa socialista frente al capitalismo agonizante, extendiendo la conciencia y la lucha organizada de la clase obrera y de sectores crecientes del pueblo trabajador.

El Partido necesario para la construcción del socialismo: Su papel dirigente.

La crisis es una oportunidad única que afecta a la gobernabilidad del capitalismo y de su Estado; el poder político se hace más vulnerable. Se debilita la facultad para decidir qué producir, cómo y para quién. Se abren conflictos entre las diversas fracciones de la burguesía, que serán más o menos decisivos dependiendo de la capacidad de la clase obrera y sus aliados para intervenir en la lucha de clases buscando transformar la crisis económica en una crisis política que abra las puertas de la superación revolucionaria del capitalismo.

Comienza un periodo en el que se debe intentar romper el aparentemente invencible totalitarismo en que la clase dominante sume a la mayoría trabajadora, cuestionando frontalmente el capitalismo. Un momento en el que la tarea principal del Partido Comunista consiste en organizar y atisbar fracturas para que la clase obrera dé nuevos pasos en términos de contraofensiva.

La clase obrera debe jugar un papel decisivo en el conflicto social, aglutinando entorno a sus intereses a amplias capas populares que, movilizadas por contradicciones secundarias o por reivindicaciones parciales, deben inclinar la correlación de fuerzas a favor del socialismo.

En el actual escenario de agudización de la lucha de clases, se hace urgente la reconstrucción del movimiento obrero y sindical en un sentido clasista y el impulso de las luchas populares; lo que requiere un Partido Comunista que, asumiendo el papel de vanguardia, impulse y oriente la lucha organizada de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador ante el incremento de la explotación y la infinidad de problemas que el capitalismo impone a las grandes mayorías.

La elección entre socialismo y barbarie es el reto que enfrenta hoy la humanidad. Los Partidos Comunistas y Obreros debemos trazar las líneas estratégicas que permitan a la clase obrera debilitar el poder de los monopolios, abrir espacios de contrapoder y debilitar a los bloques imperialistas a favor de la clase obrera, a favor de la soberanía y de los pueblos oprimidos.

El papel dirigente del Partido Comunista debe aportar una perspectiva estratégica a la lucha obrera y popular, debe construir la unidad de la clase obrera e impulsar su lucha organizada ofreciendo una alternativa de poder popular y socialista frente al poder de los monopolios y la dictadura del capital.

La clase obrera requiere de la alianza con los amplios sectores populares que son afectados por las imposiciones del capitalismo monopolista. Para que se construya una alternativa de las mayorías frente a la oligarquía. Para lo que la lucha por la hegemonía, en un sentido leninista, es un requisito fundamental, cobrando renovada importancia la lucha ideológica.

La conquista del socialismo, como todo proceso revolucionario, no surge de un día para otro, ni seguirá una línea recta. Tampoco será el resultado de un proceso espontáneo de lucha. El ascenso de la lucha política de la clase obrera requiere, junto a ciertas condiciones socioeconómicas objetivas que configuren un escenario revolucionario, de unas condiciones subjetivas que requieren de la intervención y de la orientación político – ideológica del Partido Comunista.

En las condiciones en que se manifiesta la lucha de clases en España, y atendiendo a la correlación de fuerzas actual, es preciso levantar un frente social y político que se corresponda y exprese los anhelos de cambio de las masas, haciendo confluir las luchas obreras y populares contra el capitalismo en crisis en la perspectiva del socialismo.

La clase obrera necesita un Partido de tipo Leninista.

La salida a la actual crisis capitalista se expresa en términos de socialismo o barbarie. Lo sucedido desde el triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética, y en el resto de países socialistas europeos, con el incremento de la violencia imperialista en todos los órdenes (guerras, armamentismo, espionaje, represión…), el incremento de la explotación de la clase obrera, la constante pérdida de derechos laborales y sociales, y la absoluta incapacidad del capitalismo para dar respuesta a los grandes problemas de la humanidad; confirman plenamente la tesis de que esta es la época de la Revolución Socialista. 

Han bastado dos décadas para comprobar que quienes se apartaron del marxismo – leninismo habían abrazo en realidad la línea de la integración en el sistema, del reformismo pleno y, en alguno casos, del más rancio anticomunismo.

El abandono del marxismo – leninismo no fue sólo una cuestión formal. Conllevó la destrucción plena de algunos Partidos Comunistas que eliminaron el centralismo democrático para tratar de convertirse en maquinarias electorales de tipo socialdemócrata, desmantelando la estructura leninista, destruyendo el carácter revolucionario de la militancia comunista y renunciando a la dictadura del proletariado y, por tanto, a la toma del poder político, compartiendo en lo esencial la crítica imperialista a los países socialistas. 

Los hechos han confirmado que clase obrera necesita de una estructura capaz de organizar y de dirigir la lucha por el socialismo. Una estructura partidista que, basada en los principios del centralismo democrático, sea capaz de combinar acertadamente las diferentes formas de lucha en función de las condiciones cambiantes de la lucha de clases. Una estructura capaz de dotar al movimiento obrero y popular de una estrategia de poder que parta de un análisis riguroso, científico, de la realidad. Una estructura clasista, organizada en Partido, consciente de que la lucha de la clase obrera en cada país es parte de la lucha de la clase obrera mundial y que, en consecuencia, levante la bandera del internacionalismo proletario. 

El periodo en que en nuestro país predominó la corriente de derechas “eurocomunista” se saldó con una derrota histórica para la clase obrera. Hoy deben superarse definitivamente los vicios y desviaciones generados durante ese periodo, lo que implica recuperar las enseñanzas y el espíritu revolucionario del Partido Bolchevique y analizar detalladamente y defender las experiencias de construcción socialista durante el siglo XX.

La Revolución no es el resultado de un proceso gradual de reformas, es la lucha victoriosa por el poder y la salida histórica al capitalismo en crisis.

El Partido Comunista, a través del centralismo democrático, ha de impulsar una intervención política que unifique y dirija a la clase obrera que, a su vez, ha de cohesionar todo un frente de alianza de clases con diversas capas populares enfrentadas al capitalismo monopolista. La amplia participación de las masas en la lucha de clases conlleva una experiencia extraordinaria. El papel de los comunistas es hacer que el proceso de lucha obrera y popular fracture y debilite el poder de las clases dominantes en la perspectiva de la revolución socialista.

En España la superestructura capitalista fue coronada con la Monarquía Borbónica, impuesta al pueblo por el fascismo como máximo exponente del poder de la oligarquía y de los terratenientes. La tesis revisionista defendida en España por el reformismo según la cual, en las condiciones de la monarquía parlamentaria, el socialismo se reduce a la mera lucha por la profundización de la democracia mediante un proceso de reformas, supedita la lucha de la clase obrera al marco democrático – burgués, obviando que tanto la dictadura franquista como la actual monarquía parlamentaria son dos formas históricas concretas de la dictadura del capital, abandona la teoría marxista acerca del Estado y aleja a la clase obrera del objetivo revolucionario.

Sin embargo, en las actuales condiciones de crisis capitalista, a la vez que tiende a incrementarse la lucha obrera, avanzan las aspiraciones republicanas en amplios sectores populares. Como en otros momentos de la historia de nuestro país, la reivindicación republicana se convierte progresivamente en la alternativa de poder de las clases populares. En los últimos años se han dado importantes avances en este sentido, pasando de conmemorar y defender la experiencia histórica de la II República a luchar abiertamente por la III República.

La necesaria contraofensiva obrera y popular, para el PCPE, debe implicar un proceso de intensificación de la lucha de masas que conquiste un proceso constituyente orientado a la proclamación de esa III República y a la derogación de la Constitución de 1.978; una alternativa cuyo objetivo central, para los comunistas, es constituir a la clase obrera de los pueblos de España en clase nacional en el poder. Por tanto, ese proceso debe darse sobre la base de los intereses del proletariado y sus aliados que, en las actuales condiciones, para el PCPE debe tener unos contenidos abiertamente socialistas.

La estrategia hacia el poder obrero, hacia el socialismo, necesita romper todo compromiso con el imperialismo, bien en su expresión militar, con la salida de la OTAN, como con la integración de España en ese polo imperialista que es la Unión Europea.

La Revolución Socialista no es una quimera, no es el resultado de un proceso gradual de reformas. El debate histórico entre reforma o revolución vuelve a cobrar plena vigencia. La reconstrucción en claves marxistas – leninistas del movimiento comunista internacional, como en otros momentos a lo largo de la historia de lucha de la clase obrera, será un elemento determinante en el impulso del proceso revolucionario y del triunfo del socialismo en el siglo XXI, que será el siglo de la revolución proletaria triunfante o de la barbarie.