El Estado de la dictadura del proletariado: experiencia de realización soviética - Lecciones para el futuro


Vyacheslav Sychev, Miembro de la Comisión Ideológica del CC del PCOR

Introducción. Dedicado al 100º aniversario de la formación de la URSS

Hace 30 años la URSS abandonó su etapa histórica. Fue el primer estado proletario en el mundo, y no solo consiguió sobrevivir a la dura confrontación de la guerra civil de los primeros años de su formación, sino organizar también el gran proceso, la construcción del socialismo, y como consecuencia creó un nuevo modo social, uno socialista.

¿Cuál es la importancia contemporánea real de la historia del país de los sóviets, el cual no se suele tratar de manera positiva entre las clases dominantes?

Los historiadores y políticos burgueses dicen habitualmente que la URSS era un país sombrío y totalitario que apareció como consecuencia de la coincidencia, reprimía a su población y realizaba una política interior y exterior agresiva, que tenía una economía ineficiente, que perdió ante el “Occidente” capitalista en la guerra fría. En general, se trata a la URSS como un vaivén singular de la historia. Desde este punto de vista, la historia soviética no puede enseñarle nada en absoluto a las nuevas generaciones y, si pudiera, solo les podría enseñar que es un sinsentido y peligroso repetir tal “experimento”. Ésta es una posición burguesa.

Pero, al contrario de este punto de vista, hay otro que tiene fundamentación de clase y científica.

El sistema soviético se volvió una realidad en Rusia como consecuencia de una revolución, que fue una consecuencia natural de todos los procesos históricos y las contradicciones sociales.

Después de 1917, la lucha contra la explotación y opresión había alcanzado un nuevo nivel en todo el mundo: era la fase de realización práctica del proyecto, que se demostraba ahora posible. El inaudito sistema socialista, que confiaba en el pueblo trabajador, había abierto una nueva edad de la historia humana.

El declive de la lucha de clases organizada que observamos en nuestra época solo es una crisis temporal cuyo final es seguro.

La historia humana no llega a detenerse, a los periodos de declive y reacción le siguen siempre periodos de ascenso revolucionario. La experiencia soviética de la realización de la dictadura del proletariado puede ser útil en el próximo turno de construcción socialista, y deben aprenderse a la perfección estas lecciones. Deben tenerse en cuenta tanto los logros como los errores cometidos por el Partido Comunista y el pueblo soviético para evitar las dificultades que se han interpuesto en el camino de los nuevos socialistas o para superar estas dificultades con el conocimiento de cómo se hizo antes.

Así pues, extraigamos juntos algunas lecciones para el futuro.

1. La situación revolucionaria y las condiciones para el establecimiento de la dictadura del proletariado.

La dictadura del proletariado solo puede ser establecida por el proletariado, preparándose con una lucha persistente y prolongada y armado con la avanzada teoría científica. El proletariado no podrá conquistar y mantener el poder sin la experiencia de la lucha prerrevolucionaria.

Los comunistas del siglo XXI debemos darnos cuenta de que la lucha de clases prolongada y organizada de los trabajadores bajo dominio de la burguesía es crucial para el éxito de la revolución proletaria. Es precisamente en dichas batallas de clase donde los trabajadores adquieren la actividad huelguística, comienzan a unirse en sindicatos que actúan con eficacia, obtienen las capacidades de la democracia obrera, aprenden a encontrar los intereses de clase del proletariado y la burguesía en distintos sucesos y adquieren también un nivel suficiente de conciencia de clase.

El proletariado ruso aún podía organizar grandes huelgas en los años 90 del siglo XIX. En San Petersburgo, en Nizhny Novgórod, en Moscú, en Riga y en Varsovia la concentración de la producción alcanzó tal grado que miles de trabajadores pudieron encontrar contacto entre ellos y actuar conjuntamente.

La revolución de 1905-1907 se convirtió en el “simulacro final” del Gran Octubre. V.I. Lenin escribió que la victoria de la Revolución de Octubre en 1917 hubiera sido imposible sin ella. Esta revolución mostró la fuerza y solidaridad del proletariado ruso y su capacidad de dirigir al campesinado así como a las nacionalidades oprimidas; es decir, de ser un dirigente y guía en la revolución que sucedería en un país campesino y multinacional. En 1905 el proletariado ruso aprendió a aplicar huelgas políticas masivas, una habilidad que demostró su utilidad en 1917. 

La clase obrera se había enriquecido con la experiencia del alzamiento armado de Moscú (diciembre de 1905). Particularmente importante fue que en 1905 el proletariado hubiese creado unas nuevas organizaciones principales del pueblo trabajador, los sóviets, tanto órganos de insurrección como forma del poder del pueblo trabajador. La experiencia de la formación de sóviets de diputados obreros en 1905 permitió crear de forma muy rápida los sóviets de obreros, soldados y campesinos por todo el país en 1917.

En 1905, el proletariado había comenzado la lucha por el ejército, atrayendo a miles de soldados y marineros al bando revolucionario. Y esta experiencia fue también de utilidad en 1917, cuando el proletariado implementó ampliamente en el ejército tanto estas formas de trabajo con 12 años de experiencia como nuevas formas, ganándose a soldados y marineros que cruzaban hacia el bando de la revolución.

Durante la revolución de 1905-1907 los proletarios entendieron que podían luchar y ganar en las batallas de clase.

Y la experiencia de la primera revolución rusa demostró cómo de importante es tener un partido proletario revolucionario durante la crisis revolucionaria. Dicho partido debe armarse con la teoría del socialismo científico y formar los objetivos y métodos de lucha. Lenin enseñó que dicho partido era un factor subjetivo necesario para la realización de la revolución. El partido bolchevista aprendió a aplicar distintas formas de lucha y organización de masas: legales, ilegales, pacíficas, no pacíficas, parlamentarias y extraparlamentarias.

La revolución demostró la importancia de la lucha contra el oportunismo de “izquierda” y de “derecha”. Además, el partido bolchevista obtuvo la experiencia política de la táctica del “bloque de izquierdas”, esto es, acuerdos con partidos pequeñoburgueses en beneficio de un frente amplio de manifestantes contra las autoridades bajo la guía del proletariado.

Los participantes activos de las batallas de clase de 1905-1907, que conformaron la espina dorsal del proletariado consciente, fueron los portadores vivos de la experiencia en las batallas revolucionarias posteriores.

Tras la derrota de la primera revolución rusa, en 1907-1914, el proletariado consiguió recuperarse. En 1912-1914, en San Petersburgo y otros centros industriales de Rusia, el proletariado inició un nuevo auge de las luchas huelguísticas de clase, que solo interrumpió la I Guerra Mundial.

En 1917, el proletariado aplicó con amplitud su experiencia revolucionaria recogida en luchas anteriores. Desde los primeros días de la revolución de febrero comenzaron a aparecer sóviets, sindicatos, comités obreros de fábrica... todas estas formas ya eran familiares para el pueblo trabajador ruso.

En su obra Tesis de abril. Las tareas del proletariado en la presente revolución, Lenin logró combinar teóricamente todas las prácticas de la lucha de clases del proletariado ruso con la situación revolucionaria que tenían. Su programa se convirtió en una base de la nueva estrategia de los bolcheviques, que encabezaron la lucha obrera, y la Revolución de Octubre se volvió su punto álgido.

Así, podemos ver que las capacidades de combate de la clase obrera se formaron en las décadas anteriores a la revolución por la experiencia de la lucha de clases. Éstas son totalmente necesarias para aplastar el poder del capital, y es imposible sobreestimarlas. Ésta es una lección muy importante: la experiencia recogida en las batallas de clase anteriores es un factor necesario para la victoria en la Revolución.

No hay duda de que, habiendo sido privada de esta ventaja, teniendo nula experiencia en las batallas de clase, la clase obrera, que no ha aprendido siquiera a luchar por sus propios intereses económicos, que es incapaz de distinguir “lo suyo” de “lo ajeno”, que es incapaz de unirse por sus propios intereses, que no tiene conciencia del papel decisivo y de guía de la teoría revolucionaria, está condenada al fracaso.

En 2014, la clase obrera de Ucrania estaba en dicha fase de declive, gracias a la dirección oportunista del Partido Comunista de Ucrania (KPU). Los trabajadores ucranianos estaban ideológicamente desorientados y organizativamente desarmados.

2. Poder no solo para los trabajadores, sino poder de los propios trabajadores. La dictadura del proletariado es la alianza de clases del proletariado con otras clases trabajadoras, las más próximas al proletariado. El proletariado no podrá mantener su dictadura sin la ayuda de sus aliados.

El papel histórico del proletariado es el de ser un dirigente de todo el pueblo trabajador y un guía de la revolución. De acuerdo al punto clave marxista: solo el proletariado es una clase genuinamente revolucionaria. En Reformismo en la socialdemocracia rusa, V.I. Lenin escribió: “Como única clase coherentemente revolucionaria de la sociedad contemporánea, debe dirigir la lucha de todo el pueblo por una revolución plenamente democrática, en la lucha de todo el pueblo trabajador y explotado contra los opresores y explotadores. El proletariado es revolucionario solo en la medida en que sea consciente de ello y efectúe esta idea de la hegemonía del proletariado”. [1]

A comienzos de la Revolución de Octubre, el proletariado ruso comprendía apenas el 10% de la población rusa. Sin embargo, al estar bien organizado y colocarse bajo la dirección del partido marxista, consiguió para su bando a una gran mayoría del pueblo y logró dirigirlos al asalto del capitalismo. La hegemonía proletaria en la revolución de 1905-1907 y en la revolución de febrero de 1917 les permitió atraer a las mases populares a una etapa superior de la revolución —la socialista— y dirigir su movimiento hacia el socialismo.

En 1917, Rusia era un país con una mayoría campesina y con numerosos pequeños burgueses en ciudades y pueblos. En la confrontación de clase el proletariado, con su enorme experiencia revolucionaria, consiguió dirigir al campesinado trabajador, que era incapaz por sí solo de realizar una lucha revolucionaria por su emancipación. En la fase de la revolución socialista se formó la alianza del proletariado y el campesinado pobre, puesto que era necesario luchar a la burguesía no solo en la ciudad, sino también en el campo.

En alianza con los campesinos pobres y las capas pequeño-burguesas casi despojadas de las ciudades y pueblos, el proletariado ruso consiguió ganar la Guerra Civil y realizar la industrialización en la industria y la colectivización en la agricultura.

En condiciones de revolución y guerra civil, la intelectualidad rusa —una pequeña capa de intelectuales y especialistas técnicos con estudios— se había dividido en dos partes. Unos continuaron sirviendo a la burguesía y organizaron el sabotaje contra el poder soviético, pero otros tomaron partido por la clase obrera y consiguieron la oportunidad de trabajar, de desarrollar la ciencia y la técnica, las artes y la cultura para el pueblo trabajador. Una parte considerable de los oficiales del antiguo ejército zarista apoyaron la revolución de octubre y se unieron al Ejército Rojo.

Por tanto, el proletariado consiguió extender su hegemonía a una parte considerable de la intelectualidad, que se involucraba en la construcción de una nueva sociedad socialista.

Es importante comprender que el proletariado no toma el poder de forma revolucionaria ni gobierna sobre las demás clases por sí mismo.

«La dictadura del proletariado es una forma específica de alianza clasista entre el proletariado, la vanguardia del pueblo trabajador y las numerosas capas no proletarias del pueblo trabajador (pequeña burguesía, pequeños propietarios, el campesinado, la intelectualidad, etc.) o la mayoría de estas capas, una alianza contra el capital, una alianza cuyo fin es el derrocamiento total del capital, la eliminación total de la resistencia que ofrece la burguesía, así como de todos los intentos de restauración por su parte, una alianza por el establecimiento final y la consolidación del socialismo.» [2]

En este momento el proletariado está extremadamente fragmentado. Las capas urbanas típicas representan una mezcla variada de grupos poblacionales proletarios, semiproletarios, pequeño-burgueses y burgueses. Si surgiese una probable situación revolucionaria no debemos olvidar una lección importante de la Revolución de Octubre: es necesario formar una alianza de clases del pueblo trabajador; no debemos rechazar la alianza con una u otra capa del pueblo trabajador por sus señas no proletarias. Y, sin lugar a dudas, no debemos olvidar que es el proletariado el que debe dirigir dicha alianza de clases.

3. La experiencia de la democracia soviética: la dictadura del proletariado. La Revolución de Octubre y la construcción socialista en la URSS nos dieron la teoría y la experiencia práctica de la construcción del estado de la dictadura del proletariado.

Basándose en la experiencia de todas las luchas prerrevolucionarias, de la revolución de febrero y los eventos posteriores, la clase obrera rusa y el Partido Bolchevique comprendieron que no podrían mantener el poder sin la dictadura del proletariado.

Desarrollemos:

V.I. Lenin desarrolló las ideas de Marx sobre la dictadura del proletariado, justificando su necesidad e inevitabilidad en el periodo de transición del capitalismo al comunismo. El libro de V.I. Lenin El estado y la revolución es una concentración de conclusiones teóricas y consejos prácticos sobre cómo organizar la dictadura del proletariado.

La historia demuestra que aún no existe un país en el que las clases explotadoras derrocadas no resistan con fiereza la llegada al poder de la clase obrera. Una vez que existen condiciones económicas para la explotación del hombre por el hombre, arderán las inevitables esperanzas de los señores derrocados de restaurar su poder, y tales esperanzas se transformarán en un intento de dicha restauración apoyado por el capitalismo mundial desde el extranjero.

La resistencia de los explotadores a la causa del socialismo hace inevitable su eliminación violenta, para lo cual la clase obrera necesita un fuerte poder proletario. Su necesidad se refuerza puesto que la burguesía llega a las formas más extremas de lucha tras la victoria de la revolución, creando motines, complots (conspiración) y sabotajes hasta desatar una guerra civil.

Es importante entender que tras la revolución los explotadores derrocados aún tienen una fuerza y ventajas considerables (dinero, conocimiento, capacidades organizativas, comunicación con países extranjeros, experiencia bélica, etc.). La lucha con el enemigo más peligros de la revolución necesita medidas decisivas.

La dictadura del proletariado es necesaria también porque hay aún otra fuerza en la sociedad que se opone al proletariado: el elemento pequeño-burgués. Su base social la conforman numerosas capas pequeño-burguesas de la población y tiene una naturaleza doble: en ciertas circunstancias puede ser un aliado de la clase obrera, pero también puede apoyar la contrarrevolución. La clase obrera, usando su poder, debe atraer a su bando a estas capas pequeño-burguesas, transformar su naturaleza social, que es lo que genera sus vacilaciones de clase, y hacerlas partícipes de la construcción socialista.

El proletariado ruso, habiendo llegado al poder, ejerció su dictadura a través de todo un sistema de organizaciones (instituciones): sóviets, sindicatos, cooperativas, y también a través de obligadas estructuras revolucionarias especialmente establecidas: el Ejército Rojo, las Milicias Populares, la Comisión Panrusa de Emergencia y otras. 

Actuando en condiciones de guerra civil, devastación de posguerra, años difíciles de nueva política económica, colectivización e industrialización, los órganos de la dictadura del proletariado consiguieron eliminar las clases de los capitalistas y los señores, eliminaron su resistencia, eliminaron la explotación del hombre por el hombre, fortalecieron la base social del poder soviético, atrajeron a amplias masas del pueblo al estado-gobierno. La democracia soviética emancipó a todas las capas y nacionalidades de la población anteriormente oprimidas y proporcionó plenos derechos iguales.

Durante la revolución y el proceso de realización de la dictadura del proletariado en la Rusia soviética y después en la Unión Soviética aparecieron los principales principios organizativos de los órganos de poder soviéticos, los sóviets:

  • El sóviet es el órgano de poder, formado según los atributos de clase en la producción y los distritos territoriales. Los sóviets confían en la organización objetiva del pueblo en el proceso de trabajo.
  • Los diputados de los sóviets son personas presentadas por el pueblo trabajador y elegidas por él. Los diputados se conectan constantemente con sus electores y rinden cuentas a sus colectivos.
  • Un diputado de cualquier nivel puede ser revocado por sus electores en cualquier momento. 
  • El sóviet resuelve las cuestiones prácticas y no presenta un “parloteo de representantes”. Se abandona el principio burgués de la división de poderes. Quienes toman una decisión organizan su aplicación.
  • El principio de sesión ofrece a los diputados la oportunidad de trabajar de forma más inmediata.
  • Los sóviets se forman sin los votos de las clases explotadoras y con la ventaja de la representación obrera sobre la de los campesinos y otras capas de la población. Los sóviets pueden bloquear la actividad de fracciones y partidos burgueses.

La historia de la URSS ha demostrado —y ésta es una lección muy importante para nosotros— que cualquier desviación del principio de la democracia soviética, la admisión en los sóviets de elementos ajenos a la clase del proletariado, el rechazo de los sóviets como forma organizativa de la dictadura del proletariado, su conversión en un parlamento, es mortal para el socialismo.

4. El papel del partido revolucionario. El partido es un factor necesario para hacer del conjunto de señales de situación revolucionaria una oportunidad de derrocamiento político.

¿Necesita el proletariado su propio partido revolucionario? Y si lo necesita ¿qué debe ser entonces?

El mérito histórico de V.I. Lenin es la fundación y creación de un partido de nuevo tipo, el partido que consiguió volverse un dirigente del proletariado en la triunfante revolución de octubre. Este partido bolchevique consiguió organizar la victoria en la guerra civil; la restauración de la devastada economía nacional; encabezó la industrialización y colectivización de la agricultura; este partido organizó y guió la victoria del pueblo soviético en la Gran Guerra Patriótica y pudo encontrar la solución al resto de tareas de posguerra

El revolucionario Partido Comunista se distingue de los partidos burgueses básicamente tanto en lo externo como en su esencia. Los capitalistas se unen en sus partidos para imponer la dictadura de su clase en su conjunto, para resolver sus estrechas cuestiones grupales y seguir su política a través del parlamento y otros órganos representativos a través de las elecciones burguesas. La principal tarea de cualquier partido burgués contemporáneo es ganar en las elecciones, conseguir una mayoría en el parlamento, presentar a sus candidatos a los mayores puestos del estado, y para ello crea por todos los medios una popularidad para su marca y sus candidatos. Todos sabemos muy bien que todas las promesas electorales se olvidan habitualmente el día después de las urnas.

A principios del siglo XX, entre los partidos de la Segunda Internacional, se formó una tradición de confianza en la lucha política de tipo parlamentario. Los antiguos partidos proletarios se acostumbraron a la participación en las elecciones burguesas. En condiciones de legalidad, la lucha revolucionaria parecía no ser necesaria e, incluso, estar desfasada.

Cuando el capitalismo entró en una nueva etapa imperialista de su desarrollo y generó un nuevo periodo de crisis y guerras, resultó que todos los antiguos partidos socialdemócratas no estaban preparados para las nuevas condiciones. Solo el partido leninista consiguió combinar la táctica de acciones legales e ilegales, elaborar una posición revolucionaria con respecto a la guerra imperialista cuando presentó la consigna de convertir la guerra imperialista en una civil, y conseguir actuar con éxito en la crisis revolucionaria mundial.

Las características del nuevo partido no se describieron por los bolcheviques una vez. Estas características fueron enumeradas de la forma más completa por Iósif Stalin en su obra Fundamentos del leninismo. [3]

Recordemos los puntos principales:

El partido es un destacamento avanzado de la clase obrera, que embebe a todos los mejores elementos de la clase obrera, se arma con la teoría avanzada y puede aplicar estas armas en la práctica. El partido debe ser un jefe político y el personal militar del proletariado. El partido debe conectarse estrechamente con el destacamento avanzado de la clase obrera, pero también es necesario que esté en contacto con otros destacamentos del pueblo trabajador.

El partido es un destacamento organizado de la clase obrera que debe poder ponerse al cargo de la lucha en las condiciones más difíciles. Disciplina, centralismo democrático, subordinación de la minoría a la mayoría, trabajo planificado: éstas son características importantes para un partido proletario marxista.

El partido es la forma superior de organización clasista del proletariado, que dirige ideológicamente a otras organizaciones proletarias: sindicatos, cooperativas, fracciones parlamentarias, comités de fábrica, sindicatos apartidarios de mujeres, prensa y demás. El partido debe poder seguir su política entre miembros de estas organizaciones que no estén en el partido con métodos de agitación y propaganda.

El partido es un instrumento de la dictadura del proletariado. No es un propósito, sino una herramienta en manos del proletariado para conquistar su dictadura, para su mantenimiento, expansión y fortalecimiento. El partido introduce un espíritu de disciplina y organización en millones de masas.

El partido es una unidad de la voluntad, y no hay lugar en él para el fraccionalismo. La crítica y autocrítica internas son bien recibidas dentro del partido, así como el debate democrático de todas las cuestiones, pero tras concluir el debate y tomar la decisión, se efectúa la unidad de la voluntad y la de las acciones.

El partido debe recordar siempre la necesidad de purgarse de elementos oportunistas.

Por tanto, las principales características del partido son famosas, se formaron históricamente y se comprueban en la prácticas. Algunas características pueden modificarse en cierto grado según el momento, el lugar y las condiciones.

La práctica de los siglos XX y XXI demuestra que si al proletariado no lo dirige un partido de vanguardia de tipo leninista, sino una organización de otro tipo, la revolución proletaria seguro que será derrotada por la burguesía en uno de sus primeros pasos.

Una conclusión más importante es que el verdadero partido comunista debe combatir el oportunismo. Esta lucha debe tener lugar en todas las comunidades obreras y en todos los niveles de trabajo, no solo en el ideológico. Solo esto puede impedir que los oportunistas, aquellos agentes burgueses que pretenden ser revolucionarios, echen raíces entre los trabajadores como sucedió muchas veces desde la aparición del marxismo.

5. La lucha de clases en el socialismo.

Mientras el socialismo se construye cada vez más, la lucha de clases no desaparece, ni siquiera se debilita. La lucha de clases no acaba en el socialismo, sino que adquiere una nueva forma, continúa como la de la tendencia creativa proletaria (comunista) contra la tendencia pequeño-burguesa de propiedad privada. Un rasgo (característica) esencial del socialismo es el poder que ejerce la dictadura del proletariado y proporciona la victoria a la tendencia comunista positiva.

La nueva sociedad socialista que acaba de completar recientemente la fase de lucha abierta con los explotadores se enfrentaría necesariamente con otras formas, ocultas pero no menos peligrosas, de lucha de clases.

La esencia de este punto fue muy bien descrita en el discurso de Iósif Stalin Sobre la industrialización y el problema del pan (9 de julio de 1928):

«A menudo decimos que estamos fomentando formas socialistas de economía en el ámbito del comercio, pero ¿eso qué implica? Implica que estamos excluyendo del comercio a miles y miles de pequeños y medianos comerciantes. ¿Es de esperar que estos comerciantes que han sido excluidos del ámbito del comercio se queden callados y no intenten organizar la resistencia? Obviamente, no.

«A menudo decimos que estamos fomentando formas socialistas de economía en el ámbito de la industria, pero ¿eso qué implica? Implica que, con nuestro avance hacia el socialismo, estamos excluyendo y arruinando, quizás sin que nos demos cuenta, a miles y miles de pequeños y medianos manufactureros capitalistas. ¿Es de esperar que estas personas arruinadas se queden calladas y no intenten organizar la resistencia? Por supuesto que no.

«A menudo decimos que es necesario restringir las inclinaciones explotadoras de los kulaks en el campo, que deben ser gravados con dureza y limitarse el derecho a alquilar la tierra, que no debe permitírsele a los kulaks el derecho a voto en la elección de los sóviets, y un largo etcétera, pero ¿eso qué implica? Implica que estamos presionando y excluyendo gradualmente a los elementos capitalistas del campo, a veces llevándolos a la ruina. ¿Es presumible que los kulaks nos lo agradezcan y que no se esforzarán en organizar a parte de los campesinos pobres y medianos contra la política del gobierno soviético? Por supuesto que no.

«¿No es obvio que todo nuestro movimiento adelante, todo nuestro éxito de cualquier importancia en el ámbito de la construcción socialista, es una expresión y una consecuencia de la lucha de clases en nuestro país?

«Pero a partir de todo esto se sigue que, cuanto más avanzamos, mayor será la resistencia de los elementos capitalistas y más aguda será la lucha de clases, mientras el gobierno soviético, cuya fuerza aumentará progresivamente, siga una política de aislamiento de estos elementos, una política de desmoralización de los enemigos de la clase obrera, una política, en resumen, de aplastamiento de la resistencia de los explotadores, creando de ese modo la base para un mayor avance de la clase obrera y la masa principal del campesinado.

«No debe imaginarse que las formas socialistas se desarrollarán excluyendo a los enemigos de la clase obrera mientras nuestros enemigos se retiran en silencia y nos despejan el camino para nuestro avance, que luego avancemos otra vez y sigan retirándose otra vez hasta que, “de forma inesperada”, todos los grupos sociales sin excepción, tanto kulaks como campesinos pobres, tanto obreros como capitalistas, se encuentren “de repente” e “imperceptiblemente”, sin lucha ni conmoción, en en seno de una sociedad socialista. Esos cuentos no suceden ni pueden suceder en general, ni en las condiciones de la dictadura del proletariado en particular.

«Nunca ha habido y nunca habrá el caso en que una clase moribunda rinda sus posiciones de forma voluntaria sin intentar organizar la resistencia. Nunca ha habido y nunca habrá el caso de que la clase obrera pueda avanzar hacia el socialismo en una sociedad de clases sin lucha ni conmoción. Al contrario, el avance hacia el socialismo no puede más que provocar que los elementos explotadores resistan el avance, y la resistencia de los explotadores no puede llevar más que a la inevitable agudización de la lucha de clases.» [4]

Necesitamos decir que, en el periodo de la Perestroika de Gorbachov y, después, en el periodo de restauración capitalista en la URSS, hubo frecuentes ataques procedentes de los dirigentes de la contrarrevolución al agravamiento de la lucha de clases hasta el punto de acercarse al socialismo sobre la fórmula de Stalin. Algunos atacantes incluso intentaron mofarse y hablar irónicamente, como si Iósif Stalin fuese supuestamente corto de miras e ignorase la contradicción: el comunismo está cada vez más cerca y la lucha de clases continúa agudizándose sin que haya un fin.

Sin embargo, la historia ha demostrado que quien tenía razón era Stalin, y no sus críticos de los bandos derechista e “izquierdista”. La fórmula de la contradicción del agravamiento de la lucha de clases mientras se construye el socialismo tiene un carácter dialéctico. Las clases moribundas nunca sabrán descansar hasta que intenten impedir por todos los medios posibles la construcción del socialismo y acabar con este proceso histórico. Las tendencias pequeño-burguesas habitualmente aumentan su ritmo cuando aparece cierta brecha (problema) en la práctica del socialismo. Controlar este proceso es la función principal de la dictadura del proletariado.

Sabemos que después de la muerte de Iósif Stalin las tendencias burguesas en la URSS tomaron una forma nueva. La economía sombra (oscura), la corrupción, la especulación, las tendencias localistas y el nacionalismo, que no fueron aplastadas hasta el fin, comenzaron su ofensiva gradualmente. Espíritus antisoviéticos penetraron en el Partido Comunista, los órganos del estado y los servicios especiales. La situación se agravó por la circunstancia de que, desde aproximadamente la mitad de los años 1950, el pueblo soviético dejó de sentirse como un destacamento militante de la revolución, se acostumbró a las victorias y comenzó a pensar que el capitalismo fue derrotado para siempre, que todos los fenómenos perniciosos que se mantenían aún en la URSS eran temporales, que el socialismo en nuestro país ya se había construido y que era irreversible.

En vez de una movilización de clase para combatir al enemigo en su nueva forma, el pueblo soviético, incluyendo a los antiguos cuadros del partido, exhibió su placidez de masas y en silencio delegó la lucha con el enemigo a los servicios estatales de seguridad.

Esto era, ciertamente, completamente insuficiente. Además, los intereses localistas, la corrupción y las tendencias burguesas también se desarrollaron de forma imperceptible en los servicios de seguridad.

Todas las tendencias burguesas que no fueron anteriormente sometidas aprovecharon su oportunidad en el momento de debilitamiento de la dictadura del proletariado y desempeñaron el papel de destacamento avanzado de la contrarrevolución a finales de los años 1980.

Uno no debe olvidar que hasta un socialismo maduro contiene a la vez dos tendencias opuestas: una tendencia socialista y una capitalista pequeño-burguesa. Hasta que se haya construido el comunismo pleno en todo el mundo, la tendencia capitalista obstaculizará por todas las formas cualquier movimiento adelante e incluso intentará rebobinar en la historia. En condiciones de sociedad socialista es necesario luchar constantemente con la tendencia capitalista negativa; no solo olvidarla, sino no malgastar ningún esfuerzo ni recursos para erradicarla por completo. El Partido Comunista y los trabajadores en la URSS olvidaron en las últimas décadas de la URSS esta dialéctica de lucha, lo que provocó catastróficas consecuencias.

La teoría marxista no dicta ningún remedio detallado ni modelos ideales de la sociedad socialista. Marx y Engels escribieron que el comunismo no es un estado que deba fundarse ni un ideal al que deba ajustarse la realidad. Llamaron comunismo a un movimiento real que niega el estado actual de las cosas, el cual es injusto e impide el desarrollo de la sociedad.

El socialismo es tal y como surge del capitalismo dependiendo de las condiciones actuales. Puede ser enérgico, malvado, no pleno e incluso sangriento. Como concluimos, la lucha de clases no acaba en el socialismo, sino que toma una forma nueva, continúa como la lucha de una tendencia proletaria, comunista y creativa, contra la tendencia pequeño-burguesa de la propiedad privada. Una característica obligatoria del socialismo es el poder que ejerce la dictadura del proletariado y proporciona la victoria de la tendencia comunista positiva.

El socialismo se caracteriza:

En el ámbito político, según la definición de Lenin, por ser la eliminación de las clases; esto es, el movimiento para superar las diferencias de clase, las diferencias entre el trabajo manual e intelectual, etc. V.I. Lenin clarifica que “la abolición de las clases necesita una lucha de clases prolongada, difícil y testaruda que, tras el derrocamiento del dominio capitalista, tras la destrucción del estado burgués, tras el establecimiento de la dictadura del proletariado, no desaparece (como imaginan los representantes vulgares del viejo socialismo y la vieja socialdemocracia), sino que simplemente cambia sus formas y en muchos aspectos se vuelve más feroz.” [5]

En el ámbito de las relaciones económicas, por ser la superación de los elementos y el impulso de la producción de mercancías en la producción social inmediata.

En el aspecto moral, por proporcionar unas oportunidades cada vez mayores al desarrollo de todos y de cualquiera.

6. Se ha mostrado el camino. La dictadura del proletariado en la URSS es un paso en la revolución mundial. Es una conquista no solo del pueblo de Rusia, sino un logro de la clase obrera de todo el mundo.

Muchos trabajadores en otros países apoyaron la Revolución de Octubre y la ayudaron de toda forma posible.

Bastante distinta fue la reacción a la victoria de la revolución entre las clases explotadoras: malicia, miedo por su propiedad, aspiración a sofocar el poder de los obreros y campesinos por todos los medios. Los estados imperialistas más desarrollados (EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Alemania y Japón, entre otros) organizaron la intervención de la Rusia soviética y ayudaron con su armamento, alimentos y equipo a las fuerzas de la contrarrevolución en su lucha contra el poder soviético.

Pero la clase obrera de los países extranjeros consiguió organizar la resistencia a los intentos del imperialismo mundial de sofocar la revolución. El movimiento de masas “Manos fuera de la Rusia soviética” comenzó y se desarrolló no solo en los propios países capitalistas,sino también en las fuerzas intervencionistas enviadas a Rusia. Basándose en la experiencia histórica, conseguida por el movimiento obrero internacional y el papel del movimiento en la guerra civil, uno puede decir que la lucha por el socialismo en un solo país se había convertido en una causa de los trabajadores conscientes de todos los países, siendo la aplicación práctica de la consigna “Proletarios de todos los países, ¡uníos!”.

En 1919, los estibadores ingleses se negaron a cargar armamento destinado a las tropas de los intervencionistas y la guardia blanca. Los marineros y trabajadores detuvieron el trabajo que tenían que hacer para las fuerzas antibolcheviques.

En diciembre de 1919, los trabajadores portuarios de la ciudad francesa de Burdeos se negaron a cargar equipamiento militar para los intervencionistas y la guardia blanca. El entrega de armamento a las fuerzas antisoviéticas fue obstaculizada por los trabajadores ferroviarios italianos en 1921. En Alemania, Finlandia y Hungría, en Japón, China y otros países, hubo protestas masivas contra la cooperación con el movimiento blanco y los intervencionistas imperialistas.

V.I. Lenin escribió:

«La burguesía internacional solo tiene que levantar una mano contra nosotros para que se la detengan sus propios trabajadores.» [6]

Los marinos militares franceses, no queriendo luchar contra los rojos, comenzaron un alzamiento en el Mar Negro en 1919. Y en las filas del Ejército Rojo no solo lucharon representantes de todas las nacionalidades de Rusia, sino también húngaros, checos, chinos, finlandeses, polacos y personas de otros países.

El movimiento “Manos fuera de la Rusia soviética” fue una de las principales fuerzas que hicieron que Inglaterra y Francia retirasen a sus tropas de la Rusia soviética y repudiasen la intervención abierta.

El auge revolucionario mundial tras la Primera Guerra Mundial no solo surgió en Rusia. En un conjunto de países capitalistas —en Finlandia, en Hungría, en Baviera y en Eslovaquia— la clase obrera, aun por un periodo corto de tiempo, tomó sin embargo el poder en sus propias manos.

La reacción imperialista mundial —incomparablemente más fuerte en los aspectos económico y militar— logró someter las revoluciones en Europa con las bayonetas del imperialismo alemán y los ejércitos de la entente. Sin embargo, no detuvo la fuerte oleada del movimiento huelguista que surgió en Francia, Inglaterra, Italia, EE.UU. y Japón.

Solo en Rusia consiguieron los trabajadores tomar y mantener el poder, organizar la dictadura del proletariado e iniciar una construcción socialista de masas tras la guerra civil, pero esta victoria es sin duda un logro del proletariado mundial. Ésta es una lección importante de solidaridad internacional que los comunistas y los trabajadores de todos los países deben aprender para sus victorias futuras.

7. La principal tarea del poder soviético: la lucha por la igualdad y por la formación de la nueva comunidad histórica: el pueblo soviético.

Tras la Revolución de Octubre, el proletariado revolucionario y sus aliados eliminaron la explotación del hombre por el hombre, así como las fuentes que provocaban la explotación —la propiedad privada de los medios de producción—, y las convirtió en una propiedad social; ofreció la tierra a los campesinos; nacionalizó las grandes industrias, los bancos y el transporte; monopolizó el comercio exterior.

Al solucionar las tareas socialistas, la Revolución de Octubre había aliviado la posición del pueblo con la solución hasta el final de las tareas no resueltas de la revolución democrático-burguesa, deshaciéndose de la división estamental de la sociedad, eliminando los privilegios y las restricciones estamentales y de clase. El poder soviético proclamó la libertad de conciencia, separó a la iglesia del estado y a la escuela de la iglesia, y concedió derechos iguales a las mujeres.

La igualdad no solo se proclamó formalmente, en los textos legislativos, sino que se llevó a cabo en la práctica. La política social del estado soviético se ejerció en exclusiva en interés de las clases trabajadoras. El poder soviético había realizado profundas transformaciones en el campo, proporcionado la eliminación del analfabetismo, hecho accesible para todos la sanidad moderna y la educación secundaria y superior, así como el derecho al trabajo y al descanso, y abierto el acceso al desarrollo espiritual y cultural.

Antes de la revolución, más de la mitad de la población del país sufría opresión nacional. El nuevo poder obrero trajo la emancipación social y nacional a numerosas nacionalidades de Rusia, proclamando iguales derechos. Toda nación tenía derecho a la autodeterminación, ya fuese para permanecer en el país de los sóviets o para secesionarse y formar su propio estado. La política nacional del estado obrero propinó un golpe tanto al chovinismo de gran potencia como al nacionalismo burgués.

La victoria del poder soviético en las áreas nacionales alteró el destino de las naciones anteriormente oprimidas de Rusia. Todas las naciones de un gran país consiguieron unirse en una unión estatal integral, en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La URSS se formó el 30 de diciembre de 1992 por medio de la unificación de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR), las Repúblicas Socialistas Soviéticas Ucraniana y Bielorrusa y las Repúblicas Socialistas Federativas Soviéticas Transcaucásicas, con órganos integrales de poder y con Moscú como capital, y se mantuvo de iure el derecho de estas repúblicas a la libre secesión.

La fortaleza creativa de la dictadura del proletariado y el poder soviético emergieron por completo en el nacimiento de la nueva comunidad histórica, llamada pueblo soviético. Aparecieron las condiciones en las que muchas naciones anteriormente oprimidas dieron el salto de relaciones feudales y patriarcales al socialismo. El atraso económico y cultural se había superado también en regiones nacionales.

Antes el pueblo progresista solía llamar al Imperio Ruso una cárcel de naciones. Las nacionalidades, distintas en su senda histórica anterior y en su desarrollo cultural, se unieron mecánicamente a un gran estado por medio de la violencia y la presión económica o de cualquier otro tipo. Dentro de Rusia se impuso para beneficio de las clases dominantes el nacionalismo, habiendo a menudo casos de hostilidades nacionales, pogromos y discriminación nacional.

Frente a todo nacionalismo, el internacionalismo proletario reivindicó la unidad de los trabajadores de todas las nacionalidades, su unión a organizaciones obreras, en actividad creativa conjunta y en la causa de la defensa. El nuevo poder obrero consiguió no solo proclamar la igualdad para todas las naciones existentes en la URSS; en el trascurso de la actividad conjunta, en su lucha con las clases explotadoras, en la construcción de miles de ciudades y plantas, en el trascurso de la guerra más dura contra el nazismo, las antiguamente peculiares naciones, que estaban en niveles distintos de desarrollo, lograron convertirse en un pueblo integral: el soviético. El pueblo trabajador de todas las nacionalidades de la URSS hizo del poder soviético su logro histórico conjunto más importante. Los pueblos de distintass nacionalidades desplegaron milagros de dedicación y heroísmo en el trascurso de la construcción del Nuevo Mundo, en el trascurso de su defensa de las injerencias del bando de los imperialistas. Y dentro de la nueva Comunidad Histórico hubo tanto desarrollo de cada cultura nacional como florecimiento de la nueva cultura común soviética.

El derecho a la autodeterminación nacional, regalada por la dictadura del proletariado en el trascurso de la revolución, presupone derechos iguales obligatorios para todas las naciones del estado así como la protección obligatoria de todos los derechos de las minorías nacionales, imponiendo un amplio autogobierno y autodominio y la automatización de las regiones nacionales. Este principio presupone tanto la libertad de secesión de la unión como su permanencia en ella. La Unión Soviética estuvo entera y fue invencible gracias al mantenimiento de la base de su unidad: el socialismo y el poder soviético.

Fue cuando el poder perdió su carácter de clase proletario como consecuencia de los errores cometidos y se destruyó el socialismo cuando sucedió la desintegración de la URSS, cuyas partes nacionales reptaron a sus esquinas nacionales, cada una encabezada por su propia burguesía nacional.

Hoy, la propaganda burguesa y los máximos políticos burgueses, desde Vladimir Putin hasta Vladimir Zhirimovsky, intentan culpar de la desaparición de la URSS a los bolcheviques y su modelo de organización federal de la URSS con el derecho de autodeterminación nacional hasta la secesión.

La falsedad de esta afirmación es evidente si se entiende cuál era su base política, sobre qué se erigió la construcción del estado de nuevo tipo. La base del sistema nacional y político de la URSS, concebido igualmente por Lenin y Stalin, era el poder soviético; es decir, la forma organizativa en la que se llevaba a cabo la dictadura del proletariado: la forma progresista, suprema y genuina de democracia —la democracia proletaria—, la del pueblo trabajador para el pueblo trabajador, el poder soviético. Se sabe que los trabajadores no necesitan dividir escaños para sus tiendas en la plaza del mercado, ya que siempre pueden ponerse de acuerdo entre ellos. La historia demostró que, mientras que el poder fuese realmente soviético y el partido realmente comunista, ni los enemigos internos ni los externos, ni siquiera una fuerza imperialista tan impresionante como el fascismo hitleriano, pudo destruir a la Unión Soviética. Y la misma historia demostró que, después de que el partido y el estado perdiesen sus rasgos de clase, la URSS fue destruida con relativa rapidez y sin resistencia por la política económica de las reformas de mercado; esto es, por el capitalismo. Por tanto es una ocasión adecuada para destacar de nuevo la importancia crucial de la base clasista del estado.

El ejemplo histórico de la amistad de las naciones en la URSS, así como el origen de la nueva comunidad del pueblo soviético basado en la dictadura del proletariado, muestran muy bien de qué forma se hará la unificación de la humanidad cuando se acabe por fin el capitalismo.

La propaganda burguesa contemporánea intenta difamar al socialismo y la dictadura del proletariado en la URSS, creando imágenes sombrías y falsas de terror, opresión, tristeza y falta de cultura. Está claro que los capitalistas tienen miedo del poder del pueblo trabajador y pretenden convencer al pueblo trabajador de que el socialismo es algo desfasado y sin atractivo.

Pero el análisis objetivo de la historia de la Unión Soviética nos aporta otra conclusión: la dictadura del proletariado es un instrumento fuerte en las manos de los trabajadores y sus aliados de clase para establecer la igualdad social y nacional. Todos los conflictos arraigados contemporáneos, incluso los que penetran en la profundidad de los siglos, pueden resolverse de manera eficaz, sin sangre y con relativa rapidez según los intereses del pueblo trabajador por medio de los métodos demostrados con la práctica y descubiertos en el trascurso de la construcción del socialismo en la URSS. Debemos subrayar que los conflictos étnicos son siempre difíciles y complicados, que exigen mucho tiempo y que la dictadura del proletariado es un instrumento eficaz para resolverlos.

8. Lecciones del “mareo por el éxito”

En 1930, Iósif Stalin escribió un artículo, Mareados por el éxito: cuestiones del movimiento de las granjas colectivas. Este material, publicado en el órgano central del Partido Comunista de toda la Unión —el periódico Pravda— decía que, en el contexto de los evidentes éxitos conseguidos por el Poder Soviético en la causa de la construcción de las granjas colectivas, aparecieron algunos ánimos peligrosos en el partido, llevando en algunos casos al rechazo de la persuasión y a la sobrestimar de nuestras propias fuerzas.

«Pero los éxitos tienen su lado sórdido, especialmente cuando se consiguen con una “facilidad” relativa; “inesperadamente”, para entendernos. Dichos éxitos a veces inducen un ánimo de vanidad y arrogancia: “¡Podemos conseguir lo que sea!”, “¡No hay nada que no podamos hacer!” Las personas se intoxican no con poca frecuencia de tales éxitos; se marean con el éxito, pierden todo sentido de la proporción y la capacidad de comprender las realidades; muestran una tendencia a sobrestimar su propia fuerza y subestimar la fuerza del enemigo; se hacen intentos aventuristas para resolver todas las cuestiones de la construcción socialista “en un santiamén”. En tal caso, no hay hueco para la preocupación por consolidar los éxitos conseguidos y utilizarlos de manera sistemática para avanzar aún más. ¿Por qué íbamos a consolidar los éxitos conseguidos cuando, al parecer, podemos arrojarnos a la victoria total del socialismo “en un santiamén”? “¡Podemos conseguir lo que sea!”, “'no hay nada que no podamos hacer!”» [7]

Stalin criticó con vehemencia tales ánimos, que podían tener peligrosas consecuencias, por ejemplo, una creciente desconfianza de la población en la actividad de los órganos (instituciones) soviéticos y del partido. Cuando hay mareo por éxito, aparecen algunos dirigentes que son capaces de ignorar los ánimos y necesidades reales de las personas ordinarias; aparece la tentación de resolver problemas complejos, que requieren un largo debate y persuasión, de un plumazo. En dichos casos, los propios trabajadores sienten que se les aparta de la solución de sus problemas, tomando los funcionarios gobernantes de los sóviets y el partido las decisiones en su lugar, cometiendo así, deliberadamente o no, un error político.

En 1930, este fenómeno negativo surgió violando el principio de voluntariedad en la organización de las granjas colectivas. Los campesinos podían ser “presionados” de distintas formas en vez de usar la agitación y la persuasión, coaccionándolos para que se uniesen a la granja colectiva (koljós). Tales “connotaciones” solo podían traer decepción entre el pueblo y un crecimiento de las condiciones favorables a la propaganda antisoviética hostil.

Otro lado negativo de este “mareo por éxito” no es solo la sobrestimación de las propias fuerzas, sino la subestimación del enemigo de clase. Un enemigo a finales de los años 1920 era el “kulak”, la burguesía agrícola, opositora al poder soviético. Todos los casos en los que se violó el principio de voluntariedad fueron utilizados por los kulaks de inmediatos en su propaganda contra los koljoses.

Iósif Stalin criticó con determinación los ánimos de euforia que surgieron en el Partido Comunista en el contexto de los éxitos inesperadamente fáciles. El mareo por éxito es liderar una carrera a la hora de resolver problemas complicados, abandonar la realidad y las masas del pueblo trabajador que aún no han hecho suya la nueva causa.

En la URSS, especialmente tras la Gran Guerra Patriótica, en el contexto de una rápida restauración de la economía nacional destruida por la guerra; en el contexto de la construcción de nuevas industrias y de miles de plantas y fábricas; en el contexto de los éxitos en la energía nuclear, el espacio, la construcción de maquinaria y la aviación; en el contexto de derrumbe del sistema colonial y de formación de un grupo de países socialistas hermanos, apareció un sentimiento entre el Partido Comunista y el pueblo soviético de que el socialismo era irreversible. La vuelta al capitalismo parecía algo impensable.

Pero el derrumbe del socialismo se había vuelto posible entre otras razones porque no solo la mayoría del pueblo soviético, sino también los comunistas, resultaron estar moralmente desarmados ante el peligro, resultaron no estar listos para resistir al capitalismo a la ofensiva, aparecieron indefensos ante su propaganda jesuítica.

El mareo por éxito había sobrepasado a las masas de ciudadanos soviéticos y ayudó a los enemigos a ejecutar su derrocamiento contrarrevolucionario. Uno debe considerar históricamente demostrado en la causa de la construcción socialista el peligro de la euforia y la subestimación de la fuerza del adversario de clase.

9. Herencia teórica de Lenin, Stalin y el Partido Bolchevique que lleva a la construcción del estado de la dictadura del proletariado, instrucciones para la acción

Durante décadas de lucha revolucionaria los bolcheviques crearon una amplia base teórica. Artículos y notas de prensa, publicaciones, textos y registros taquigráficos de discursos, libros, cartas y otros tipos de documentos históricos conforman una extensa biblioteca científica. Hoy tenemos acceso a cientos de obras sobresalientes que cubren todos los aspectos sociales y políticos.

V.I. Lenin, el mayor teórico tras la muerte de Engels, y tras la muerte de Lenin, Stalin y otros discípulos de Lenin, lograron no solo desarrollar teóricamente el marxismo, sino enriquecer la teoría con una nueva experiencia en nuevas condiciones de la lucha de clases, en el periodo de revolución socialista y afirmación de la dictadura del proletariado.

Las obras de Lenin y Stalin son una riqueza inestimable que ayuda a todos los revolucionarios en la comprensión de las cuestiones teóricas y prácticas. Estas obras se han vueltos clásicos que son vigentes y aplicables si se abordan con cuidadosa consideración y no mecánicamente.

Los bolcheviques rusos recogieron el bastón de desarrollar la teoría de Marx y Engels de manera adecuada. Se hizo una gran contribución en la filosofía; se contribuyó a la economía política con la teoría del imperialismo; muchos libros, artículos y otros materiales escritos por V.I. Lenin e I.V. Stalin se dedican a la lucha contra el oportunismo, al movimiento obrero, a las cuestiones de la construcción partidaria, a las cuestiones de táctica revolucionaria y a la solución de tareas estatales, a la formación de la Comintern, a los problemas de colectivización de la agricultura y a otros problemas actuales que surgieron en el trascurso de la actividad revolucionaria.

Podemos enumerar durante mucho tiempo temas y directrices entendidas y elaboradas por los teóricos bolcheviques, pero lo importante es comprender que el legado teórico de los bolcheviques no es un dogma, no es un conjunto de patrones que puedan tomarse y traer a nuestra época sin una consideración adecuada, ni un credo.

El marxismo, incluyendo la contribución de Lenin, Stalin y sus socios, es una teoría en desarrollo, un proyecto para la acción. La lógica del marxismo no necesita aprender sus textos de memoria o citarlos, a veces de forma inadecuada, en cada momento. Para un análisis del momento actual en nuestra época, uno necesita leer con atención los escritos clásicos del marxismo con una comprensión obligatoria de la diferencia de las condiciones entre el siglo XX y nuestra época.

Ser marxista significa seguir el método de Marx, aprender a encontrar los principales sucesos y fenómenos de la vida social, correlacionar los consejos de los clásicos con toda la complicidad de condiciones actuales. Eso es lo que hicieron los mismos Lenin, Stalin y otros bolcheviques.

Solo de esta forma puede uno extraer conclusiones correctas y conseguir recomendaciones de trabajo de los libros escritos hace cien años.

Hoy en día existen un gran número de grupos de personas y de individuos que se llaman seguidores de los comunistas soviéticos, pero los retratos de dirigentes, las banderas rojas y las citas no bastan para demostrar que se ha comprendido adecuadamente la enseñanza marxista y se correlaciona con la realidad. Aplicar el marxismo en la práctica es mucho más difícil que simplemente leer las obras de los clásicos; es el trabajo, la introducción del marxismo en nuestra práctica presente, en el movimiento obrero que sea, lo que es un resultado real de la enseñanza. Y esta causa es lo que ahora es más importante para los marxistas.

Y es la valiosa experiencia histórica de la dictadura del proletariado en la URSS lo que demuestra que la literatura marxista no son solo palabras bonitas, sino una teoría revolucionaria combativa que puede enriquecer nuestra práctica y darnos una dirección correcta y victoriosa. Se trata por tanto de la experiencia de los errores y de la rendición política del PCUS tardío bajo Gorbachov. Uno no debe pensar que esta contrarrevolución sucedió sin batalla. Los auténticos comunistas ofrecieron su resistencia a la política de la Perestroika como alteración del sistema social y rumbo a la economía de mercado; es decir, al capitalismo. Esos fueron nuestros camaradas, los que llegaron el penúltimo día del XXVIII Congreso del PCUS en nombre del Movimiento de la Iniciativa Comunista con una declaración de minoría (1259 votos contra 2012, con 414 abstenciones y 160 delegados que no participaron en la votación). Esta declaración, que fue realizada por un constituyente (fundador) de nuestro partido, Viktor Tyulkin, el 11 de julio de 1990, decía:

«Consideramos necesario avisar a todos los comunistas del país: la inapropiadamente considerada transferencia al mercado es (…) violenta, contradice los procesos objetivos, el tratamiento del socialismo por el capitalismo no supondrá ninguna mejora en la actuación económica y las condiciones de vida, sino su inevitable empeoramiento; provocará una amplia protesta social, provocará penurias para el pueblo (…) el partido no puede proseguir con la Perestroika, que condujo al deterioro de la vida del pueblo. Hay otros conceptos de perestroika económica, y ninguno conduce a [una situación] sin capitalismo ni vuelta al sistema administrativo. Consideramos necesario arreglar en el congreso esta visión de la minoría de sus delegados para que podamos iniciar desde las bases un amplio debate de proyectos alternativos en el seno del partido y prepararnos para las confabulaciones potenciales consecuencia del fracaso total del rumbo económico.

«En resumen, me gustaría señalar que la principal idea es que el partido no debe ejercer por más tiempo la Perestroika que provocó un grave empeoramiento en las vidas del pueblo.

«En tanto que atañe al Partido Comunista, éste no sobrevivirá esta convulsión y no quedará nadie que defienda los fines últimos del movimiento.» [8]

Como sabemos, nuestras predicciones por desgracia se hicieron realidad. Ésta es también la experiencia de la lucha teórica y política para los comunistas del mundo.

10. La influencia de la URSS y la importancia de la experiencia de la dictadura del proletariado para todo el mundo

La experiencia de la Revolución de Octubre y la realización de la dictadura del proletariado demostró claramente que es posible la transición del capitalismo al socialismo no mediante reformas, como predican los oportunistas, sino solo mediante una revolución. Los destinos de las revoluciones que siguieron a Octubre en Europa del Este, en Asia y en Cuba demuestras que en la naturaleza no hay otro camino para la transición al socialismo salvo el de la revolución.

Es importante tener en cuenta las premisas objetivas y subjetivas de la revolución. Los bolcheviques y el proletariado ruso demostraron históricamente, en su propia experiencia, cómo debían tenerse en consideración todas estas premisas en la práctica.

Al haber hecho un derrocamiento progresista enorme y serio en su propio país en todos los ámbitos de la vida social, el proletariado ruso tuvo un impacto irreversible en todo el mundo. La práctica revolucionaria de la clase obrera rusa dio un golpe al reformismo mundial, demostrando la exactitud histórica de la causa leninista bolchevique. Rosa Luxemburgo escribió:

«Los bolcheviques representaron todo el honor y la capacidad revolucionaria de que carecía la socialdemocracia occidental. Su Insurrección de Octubre no solo salvó realmente la Revolución Rusa; también salvó el honor del socialismo internacional.» [9]

El ejemplo bolchevique inspiró a los socialistas de otros países. En algunos de ellos, donde lo necesitaba la lucha de clases, se formaron Partidos Comunistas, lo que era el resultado apropiado del desarrollo del movimiento obrero.

La dictadura del proletariado establecida en Rusia creó las condiciones para la formación de la Internacional Comunista, la organización proletaria internacional, que desempeñó un papel sobresaliente en el fortalecimiento ideológico y organizativo del Movimiento Comunista Mundial, en la superación de los oportunismos tanto de derecha como de “izquierda”. El Movimiento Comunista se había convertido en una fuerza internacional influyente que el imperialismo mundial tenía que considerar.

La victoria del socialismo en Rusia y el origen de la URSS demostró a todas las naciones el camino de la transformación socialista de forma revolucionaria, armó a los movimientos revolucionarios y de liberación nacional con una rica experiencia y un ejemplo de lucha por el socialismo.

El estado proletario consiguió derrotar el fascismo, inspirando a millones de progresistas a lo largo y ancho del mundo para la lucha con este fenómeno imperialista.

La URSS prestó ayuda a muchas naciones en sus luchas de liberación nacional y revolucionarias. El derrumbe del sistema colonial mundial también es una consecuencia directa de la Revolución de Octubre.

La Unión Soviética aceptó a estudiantes de muchos países, asistió altruistamente en la construcción de importantes objetos industriales en los países de Asia y África, así como en Cuba.

Gracias a la existencia del estado soviético, los imperialistas no pudieron dominar más el mundo. Tenían que respetar el poder económico y militar de la URSS, que apoyaba a las víctimas de la expansión imperialista.

Durante varias décadas los pueblos de algunos países lograron con la ayuda de la URSS romper con el capitalismo. Tras la II Guerra Mundial existió un grupo de estados socialistas que formaron la comunidad socialista, se prestaron asistencia económica y militar entre ellos y compartieron su experiencia y sus logros científicos.

La realización práctica de la dictadura del proletariado demostró cómo de poderoso es este instrumento en manos de la clase social avanzada, teniendo una importancia revolucionaria para todo el planeta.

Hoy, que ya no existe la Unión Soviética en el mapamundi, el Movimiento Obrero Mundial vive una crisis. Pero los imperialistas no pueden simplemente arrebatar todos los logros sociales conquistados por el pueblo trabajador en el siglo XX bajo la influencia del primer estado de la dictadura del proletariado.

Muchos trabajadores de hoy, susceptibles al cliché de la propaganda burguesa dominante, y ahora sin ningún punto de vista socialista, reconocen sin embargo la necesidad de lucha por la jornada de 8 horas, por las pensiones y el bienestar social, por una atención médica de calidad y accesible, por una educación de alta calidad y accesible, por centros de trabajo protegidos, por acabar con el desempleo. El pueblo soviético pudo disfrutar de Todos estos bienes gracias a la Revolución de Octubre y al trabajo efectivo de la dictadura del proletariado. En muchos países burgueses industrializados, algunos de estos logros progresistas se volvieron también realidad por la influencia de la experiencia soviética. Los capitalistas se volvieron más dóciles cuando vieron lo que pueden hacer los proletarios que luchan por sus derechos.

Ahora la burguesía ha ido a la ofensiva contra los logros sociales anteriormente conquistados del pueblo trabajador en todo el mundo. Hace 30 años que la URSS no existe. Los capitalistas casi han olvidado los antiguos miedos y aprensiones.

Es por ello por lo que los trabajadores de todo el mundo necesitan la experiencia soviética y la dictadura del proletariado de nuevo. La urgencia de las lecciones del socialismo del siglo XX siempre será cada vez mayor. Pero esta vez, no solo para conseguir unos bienes mínimos, sino para la derrota final del capitalismo y la construcción de la nueva sociedad socialista en todo el mundo.

11. Lecciones de errores y derrotas

La historia de la URSS mostró que la construcción del socialismo es un proceso complicado en el que a menudo aparecen ramificaciones de distintas variantes de desarrollo ulterior. La dictadura del proletariado crea las condiciones para el sometimiento de fuerzas y tendencias burguesas evidentes que intentan a cada oportunidad apagar el desarrollo revolucionario hacia el comunismo y devolver a la sociedad al capitalismo; es decir, a la formación que se había desfasado y se había superado a costa de grandes esfuerzos. Pero dentro del socialismo persisten y quedan latentes algunas tendencias no socialistas que no son fáciles de identificar y detener. Dichas tendencias pueden afectar a la elección del camino, y este peligro no debe subestimarse. La catástrofe que le sucedió a la Unión Soviética nos hace a los comunistas de hoy estudiar con cuidado no solo los logros, sino también las derrotas y errores de la URSS.

El INFORME DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO RUSO (PCOR-PCUS) “100 años desde la Gran Revolución Socialista de Octubre y lecciones para los comunistas de hoy”, preparado en 2017, [10] contiene un análisis detallado de todo el conjunto de errores históricos y sus conclusiones correspondientes, las cuales estamos obligados a mencionar brevemente aquí.

El informe dice: “Desde nuestro punto de vista materialista, la causa principal de la derrota temporal del socialismo en la URSS fueron nuestros propios errores internos, el revisionismo y la apostasía de los máximos dirigentes del partido.”

  • El principal error teórico de los comunistas soviéticos es el rechazo de la cuestión principal en el marxismo: la dictadura del proletariado.

Lenin creía que el reconocimiento de la dictadura del proletariado era la cuestión principal del marxismo: “Solo es marxista quien extiende el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado.” [11] Hasta 1951, se ejerció en la práctica y de forma coherente la dictadura del proletariado en la URSS. Fue un impulso necesario del desarrollo de la Revolución de Octubre.

Tras la muerte de Stalin, con N.S. Jrúschov en el poder en la dirección del PCUS, se formó un grupo revisionista que puso en duda aquellos logros que se habían conseguido bajo la dirección de Iósif Stalin, y comenzaron a reconsiderar las cuestiones marxistas clave de la lucha de clases y la dictadura del proletariado.

En el XXII Congreso del PCUS se aprobó un programa revisionista, esencialmente antileninista y antimarxista, a iniciativa de Jrúschov y sus asociados, que afirmaba que supuestamente “la clase obrera de la Unión Soviética, por su propia iniciativa y basándose en la meta de la construcción del comunismo, ha transformado el estado de su dictadura a un estado nacional (…) es la primera vez que tenemos un estado que no representa la dictadura de ninguna clase concreta (…). La dictadura del proletariado ha dejado de ser necesaria.”

Así se cometió el mayor error, uno crucial: el rechazo de la dictadura del proletariado y de las metas socialistas sirvió para la alteración de la esencia clasista del estado soviético, que se volvió incapaz de llevar a cabo los intereses de la clase obrera, que son los intereses sociales en la época de la dictadura del proletariado.

El rechazo del PCUS a las cuestiones principales del marxismo en su XXII Congreso —la dictadura del proletariado; el objetivo de la producción socialista y el del propio socialismo— provocó un aumento del espíritu de la propiedad privada y, al final, y a pesar de la resistencia activa de la minoría comunista, a la destrucción del partido, el estado y el país. Este rechazo no fue solo consecuencia del revisionismo y la apostasía abierta de la dirección del PCUS; sino también de la falta de aquellos militantes del partido que, en lugar de estudiar y comprender el marxismo-leninismo, aprendieron citas y consignas, confiando en la autoridad de la dirección revisionista del partido, y por ese motivo fracasaron las fuerzas comunistas coherentes en derrotar a los oportunistas, revisionistas y traidores renegados del socialismo. Ésta es una lección no solo para los comunistas de la URSS y de la Rusia de hoy; es una lección para todo el movimiento comunista y obrero.

  • Errores económicos: Elementos mercantiles en la producción social e inclinación hacia el capitalismo.

El movimiento hacia el carácter social directo o inmediatamente no mercantil de la producción no es solo un atributo o rasgo, sino una condición de la existencia y desarrollo del socialismo.

El capitalismo, en primer lugar, en una producción generalizada de mercancías. V.I. Lenin clarificó que el propio capitalismo es consecuencia del desarrollo de la producción de mercancías y reiteró en muchas de sus obras que la producción de mercancías origina en su desarrollo el capitalismo de manera constante e inevitable. Con todo ello, Lenin nunca propuso que se debiese abolir de inmediato la mercantilización de la producción. Siempre subrayó que hablamos de superar la mercantilización, de alejarse de las mercancías, de la negación de las mercancías en la producción socializada socialista.

En consecuencia, Stalin siguió en la práctica la tendencia de Lenin que aspiraba a superar la mercantilización en la producción del periodo transitorio al socialismo y convertir la producción en una directamente social.

En la economía socialista la mercantilización solo existe como negación de su naturaleza directamente social y pertenece a esas improntas del capitalismo que se han de superar en el proceso de desarrollo del socialismo como comunismo incompleto en un comunismo pleno. Así, tenemos motivos para estipular que el desarrollo de la economía socialista supone la intensificación de su carácter directamente social y la superación de la mercantilización y de la creciente orientación de la producción a la satisfacción de las necesidades de la sociedad. Independientemente del estado de desarrollo prerrevolucionario, o de las retiradas y compromisos que tengan que realizar los comunistas, el objetivo ha de ser siempre el mismo; es decir, la transición a la producción socialista, directamente social. El avance de la economía socialista fue asegurado en la medida en que el estado aplicó la organización de la producción como una directamente social. La planificación y las centralizaciones son logros de la civilización tan grandes como el cálculo diferencial o la teoría de la evolución de C. Darwin. No obstante, estos logros solo pueden servir a los intereses del pueblo trabajador en condiciones de dictadura del proletariado, en condiciones de producción directamente social.

La decisión de abandonar la base política del socialismo —es decir, la dictadura del proletariado— que se tomó en 1961 por parte de las autoridades jruschovistas y las reformas económicas de 1965 originaron el proceso de acumulación gradual de elementos negativos en la economía socialista y las relaciones sociales. El fortalecimiento de la tendencia que favorecía la propiedad privada tuvo efectos devastadores en la economía nacional. La reforma presumía que las empresas debían estimar su producción en rublos y beneficios, y eso ocasionó consecuencias negativas tales como el creciente egoísmo de grupo, el déficit y la inflación. Los manufactureros se interesaron en sacar menos productos a precios mayores, aumentó la desigualdad de intercambio entre ciudades y áreas rurales, aumentó de manera abrupta la proporción de artículos de lujo y productos socialmente dañinos en el ámbito de los productos producidos para consumo personal. En condiciones de florecimiento de la economía sombra, tuvo lugar la transformación burguesa de la dirección del partido y el gobierno cubierta con frases hipócritas sobre la fidelidad al comunismo.

Esto fue el inicio de la Perestroika de Gorbachov como proceso de cambio del orden social existente y el rechazo total del socialismo. En el XXVIII Congreso del PCUS se aprobó la transición al mercado; esto es, al capitalismo.

  • Errores políticos en la construcción socialista. Alejamiento de los principios leninistas de desarrollo del poder soviético.

El PCOR cree que se cometieron algunos errores políticos bastante extraños incluso en el auge del movimiento de la URSS hacia el socialismo. En 1936, cuando había una escalada en la situación internacional y crecía la amenaza de guerra, y en contra de lo previsto en el programa de acción del PCR (b), la aprobación de una nueva constitución supuso un enorme alejamiento forzado de las elecciones de los órganos de gobierno a través de los colectivos de trabajo. Aunque se preservaron muchas características de los sóviets (nominación de candidatos a diputados por los colectivos de trabajo; alta proporción de obreros y campesinos en el cuerpo de diputados; informes periódicos de los diputados a los votantes y combinación de funciones legislativas y ejecutivas en los sóviets), se revocaron sin embargo algunas normas que daban a la clase obrera algunas ventajas como clase más organizada en el proceso de trabajo. Aparecieron algunas premisas que se inclinaban hacia un sistema parlamentario, separado de los colectivos de trabajo, y que permitían a los diputados, en su mayoría los de alto nivel, elegidos en distritos territoriales, ignorar la voluntad del pueblo trabajador sin riesgo alguno de ser revocados. La falta de control del poder estatal por parte de los colectivos de trabajo y su relativa independencia de éstos contribuyeron al papel disminuido de los trabajadores en la gestión social y a la burocratización de todo el sistema de poder estatal. Se preservó el carácter socialista del poder soviético, y el poder siguió actuando en interés de la clase obrera, en el grado en que la dirección del Partido Comunista permaneció fiel al marxismo-leninismo.

El rechazo del principio soviético básico de elegir diputados de los colectivos de trabajo en las fábricas y plantas industriales y la transición a elecciones por los territorios se sustanciaron formalmente en la expansión general de la democracia, aunque de hecho era un paso en la transición del sóviet, la democracia del proletariado, al parlamento, la democracia burguesa, lo que implicó una igualdad formal e ignorar la desigualdad real. Dicha extensión formal única del igual derecho a voto de todos los ciudadanos sin excepción, incluyendo a los representantes de las antiguas clases explotadoras, no pudo llevar a ninguna expansión real de la democracia. Este paso condujo objetivamente al debilitamiento de la dictadura de la clase obrera; es decir, al recorte de la democracia obrera.

Pueden entenderse y explicarse las acciones de la dirección soviética: ante el agravamiento de la situación internacional —el fortalecimiento del fascismo y la amenaza creciente de guerra—, era esencial, por un lado, formular argumentos políticos para que los comunistas internacionales expusiesen la difamación del poder supuestamente dictatorial y antidemocrático en la URSS y, por otro lado, fortalecer la centralización de la administración estatal para este periodo de preparación y desarrollo de la guerra.

Sin embargo, el error fue que, después de que terminase la guerra y se eliminase la raíz que lo provocó, no se decidiese volver a estos principios soviéticos. Muchos años después, cuando las acciones de la dirección revisionista del PCUS encabezado por Gorbachov crearon las condiciones adecuadas, el rechazo de la dictadura del proletariado, las elecciones en los territorios y la metamorfosis de los cuadros dirigentes facilitaron la toma contrarrevolucionaria del poder.

Así, es obvio que el alejamiento de los principios leninistas del poder soviéticos es fatídico para el socialismo.

Conclusión

Hemos estudiado por tanto las principales lecciones que extrajimos de la experiencia de realización del estado de la dictadura del proletariado en la URSS. Solo los apologistas fanáticos del sistema burgués o los filisteos indiferentes que no suelen analizar la historia pueden dudar de la urgencia de estas lecciones.

Pero para aquellos que se conectan ahora con el movimiento obrero y trabajan para la revolución futura, que debe resolver de una vez por todas la sobremadurada cuestión del cambio del capitalismo por el socialismo a escala mundial, esta experiencia histórica soviética seguro que es de gran importancia.

La actividad de las masas populares es la mayor fuerza. Siempre fue subestimada por los historiadores oficiales que servían a los regímenes de los explotadores gobernantes.

En general, siguen considerando aún a las revoluciones como algo que sucede de manera accidental y sin ninguna razón legal y objetiva.

Esta experiencia de las batallas de clase pasadas es tratada por los comunistas de forma muy diferente. Aprender lecciones de las revoluciones pasadas es una larga tradición marxista.

Los revolucionarios del siglo XX confiaron en la experiencia de la gran Revolución Francesa burguesa, siguieron el ejemplo de los jacobinos, estudiaron sus fallos, sus errores de cálculo y sus logros.

Las revoluciones de 1848-1850 y la Comuna de París fueron analizadas cuidadosamente por Karl Marx. Sus investigaciones se convirtieron en una muestra de análisis dialéctico y materialista de los sucesos revolucionarios.

Las acciones de los bolcheviques y la clase obrera se influenciaron enormemente de las conclusiones de V.I. Lenin realizadas en sus obras Enseñanzas de la Comuna, En memoria de la Comuna, Enseñanzas de la revolución, Enseñanzas de la insurrección de Moscú.

Estamos seguros de que la Revolución de Octubre y la experiencia de la construcción socialista en la URSS no son solo los sucesos más importantes del siglo XX, sino también el principio de una nueva edad en el desarrollo de la humanidad entera.

El estudio de esta experiencia precisa un abordaje científico serio y una correlación constante de la experiencia con la práctica contemporánea.

Solo el enfoque de los auténticos marxistas hará que las revoluciones socialistas del futuro próximo tengan éxito.


[1] Lenin, V.I..Obras escogidas. Vol. 17, pp. 231-232

[2] Lenin, V.I. Obras escogidas. Vol. 29, p. 381.

[3] Véase Stalin, I.V. Obras. Tomo 6, pp. 169-186. La traducción en castellano se encuentra aquí: https://www.marxists.org/espanol/stalin/1920s/fundam/index.htm

[4] Stalin, I.V. Obras, tomo 11, pp. 170-172.

[5] Lenin V.I. Obras escogidas, vol. 29, p. 386

[6] Lenin, V.I. Obras escogidas, vol. 31, p. 309

[7] Stalin, I.V. Obras, tomo 12, p. 192

[8] Transcripción del XXVIII Congreso del PCUS. Boletín nº 12.

[9] Luxemburgo, R. La Revolución Rusa. Disponible en https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf

[10] INFORME DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO RUSO (PCOR-PCUS) – Partido Comunista Obrero Ruso (rkrp.ru) disponible en https://inter.rkrp.ru/articles/report-of-the-central-committee-of-the-russian-communist-workers-party-rcwp-cpsu/#more-683

[11] Lenin, V.I. Obras escogidas, vol. 25, p. 417