Mientras el socialismo se construye cada vez más, la lucha de clases no desaparece, ni siquiera se debilita. La lucha de clases no acaba en el socialismo, sino que adquiere una nueva forma, continúa como la de la tendencia creativa proletaria (comunista) contra la tendencia pequeño-burguesa de propiedad privada. Un rasgo (característica) esencial del socialismo es el poder que ejerce la dictadura del proletariado y proporciona la victoria a la tendencia comunista positiva.
La nueva sociedad socialista que acaba de completar recientemente la fase de lucha abierta con los explotadores se enfrentaría necesariamente con otras formas, ocultas pero no menos peligrosas, de lucha de clases.
La esencia de este punto fue muy bien descrita en el discurso de Iósif Stalin Sobre la industrialización y el problema del pan (9 de julio de 1928):
«A menudo decimos que estamos fomentando formas socialistas de economía en el ámbito del comercio, pero ¿eso qué implica? Implica que estamos excluyendo del comercio a miles y miles de pequeños y medianos comerciantes. ¿Es de esperar que estos comerciantes que han sido excluidos del ámbito del comercio se queden callados y no intenten organizar la resistencia? Obviamente, no.
«A menudo decimos que estamos fomentando formas socialistas de economía en el ámbito de la industria, pero ¿eso qué implica? Implica que, con nuestro avance hacia el socialismo, estamos excluyendo y arruinando, quizás sin que nos demos cuenta, a miles y miles de pequeños y medianos manufactureros capitalistas. ¿Es de esperar que estas personas arruinadas se queden calladas y no intenten organizar la resistencia? Por supuesto que no.
«A menudo decimos que es necesario restringir las inclinaciones explotadoras de los kulaks en el campo, que deben ser gravados con dureza y limitarse el derecho a alquilar la tierra, que no debe permitírsele a los kulaks el derecho a voto en la elección de los sóviets, y un largo etcétera, pero ¿eso qué implica? Implica que estamos presionando y excluyendo gradualmente a los elementos capitalistas del campo, a veces llevándolos a la ruina. ¿Es presumible que los kulaks nos lo agradezcan y que no se esforzarán en organizar a parte de los campesinos pobres y medianos contra la política del gobierno soviético? Por supuesto que no.
«¿No es obvio que todo nuestro movimiento adelante, todo nuestro éxito de cualquier importancia en el ámbito de la construcción socialista, es una expresión y una consecuencia de la lucha de clases en nuestro país?
«Pero a partir de todo esto se sigue que, cuanto más avanzamos, mayor será la resistencia de los elementos capitalistas y más aguda será la lucha de clases, mientras el gobierno soviético, cuya fuerza aumentará progresivamente, siga una política de aislamiento de estos elementos, una política de desmoralización de los enemigos de la clase obrera, una política, en resumen, de aplastamiento de la resistencia de los explotadores, creando de ese modo la base para un mayor avance de la clase obrera y la masa principal del campesinado.
«No debe imaginarse que las formas socialistas se desarrollarán excluyendo a los enemigos de la clase obrera mientras nuestros enemigos se retiran en silencia y nos despejan el camino para nuestro avance, que luego avancemos otra vez y sigan retirándose otra vez hasta que, “de forma inesperada”, todos los grupos sociales sin excepción, tanto kulaks como campesinos pobres, tanto obreros como capitalistas, se encuentren “de repente” e “imperceptiblemente”, sin lucha ni conmoción, en en seno de una sociedad socialista. Esos cuentos no suceden ni pueden suceder en general, ni en las condiciones de la dictadura del proletariado en particular.
«Nunca ha habido y nunca habrá el caso en que una clase moribunda rinda sus posiciones de forma voluntaria sin intentar organizar la resistencia. Nunca ha habido y nunca habrá el caso de que la clase obrera pueda avanzar hacia el socialismo en una sociedad de clases sin lucha ni conmoción. Al contrario, el avance hacia el socialismo no puede más que provocar que los elementos explotadores resistan el avance, y la resistencia de los explotadores no puede llevar más que a la inevitable agudización de la lucha de clases.» [4]
Necesitamos decir que, en el periodo de la Perestroika de Gorbachov y, después, en el periodo de restauración capitalista en la URSS, hubo frecuentes ataques procedentes de los dirigentes de la contrarrevolución al agravamiento de la lucha de clases hasta el punto de acercarse al socialismo sobre la fórmula de Stalin. Algunos atacantes incluso intentaron mofarse y hablar irónicamente, como si Iósif Stalin fuese supuestamente corto de miras e ignorase la contradicción: el comunismo está cada vez más cerca y la lucha de clases continúa agudizándose sin que haya un fin.
Sin embargo, la historia ha demostrado que quien tenía razón era Stalin, y no sus críticos de los bandos derechista e “izquierdista”. La fórmula de la contradicción del agravamiento de la lucha de clases mientras se construye el socialismo tiene un carácter dialéctico. Las clases moribundas nunca sabrán descansar hasta que intenten impedir por todos los medios posibles la construcción del socialismo y acabar con este proceso histórico. Las tendencias pequeño-burguesas habitualmente aumentan su ritmo cuando aparece cierta brecha (problema) en la práctica del socialismo. Controlar este proceso es la función principal de la dictadura del proletariado.
Sabemos que después de la muerte de Iósif Stalin las tendencias burguesas en la URSS tomaron una forma nueva. La economía sombra (oscura), la corrupción, la especulación, las tendencias localistas y el nacionalismo, que no fueron aplastadas hasta el fin, comenzaron su ofensiva gradualmente. Espíritus antisoviéticos penetraron en el Partido Comunista, los órganos del estado y los servicios especiales. La situación se agravó por la circunstancia de que, desde aproximadamente la mitad de los años 1950, el pueblo soviético dejó de sentirse como un destacamento militante de la revolución, se acostumbró a las victorias y comenzó a pensar que el capitalismo fue derrotado para siempre, que todos los fenómenos perniciosos que se mantenían aún en la URSS eran temporales, que el socialismo en nuestro país ya se había construido y que era irreversible.
En vez de una movilización de clase para combatir al enemigo en su nueva forma, el pueblo soviético, incluyendo a los antiguos cuadros del partido, exhibió su placidez de masas y en silencio delegó la lucha con el enemigo a los servicios estatales de seguridad.
Esto era, ciertamente, completamente insuficiente. Además, los intereses localistas, la corrupción y las tendencias burguesas también se desarrollaron de forma imperceptible en los servicios de seguridad.
Todas las tendencias burguesas que no fueron anteriormente sometidas aprovecharon su oportunidad en el momento de debilitamiento de la dictadura del proletariado y desempeñaron el papel de destacamento avanzado de la contrarrevolución a finales de los años 1980.
Uno no debe olvidar que hasta un socialismo maduro contiene a la vez dos tendencias opuestas: una tendencia socialista y una capitalista pequeño-burguesa. Hasta que se haya construido el comunismo pleno en todo el mundo, la tendencia capitalista obstaculizará por todas las formas cualquier movimiento adelante e incluso intentará rebobinar en la historia. En condiciones de sociedad socialista es necesario luchar constantemente con la tendencia capitalista negativa; no solo olvidarla, sino no malgastar ningún esfuerzo ni recursos para erradicarla por completo. El Partido Comunista y los trabajadores en la URSS olvidaron en las últimas décadas de la URSS esta dialéctica de lucha, lo que provocó catastróficas consecuencias.
La teoría marxista no dicta ningún remedio detallado ni modelos ideales de la sociedad socialista. Marx y Engels escribieron que el comunismo no es un estado que deba fundarse ni un ideal al que deba ajustarse la realidad. Llamaron comunismo a un movimiento real que niega el estado actual de las cosas, el cual es injusto e impide el desarrollo de la sociedad.
El socialismo es tal y como surge del capitalismo dependiendo de las condiciones actuales. Puede ser enérgico, malvado, no pleno e incluso sangriento. Como concluimos, la lucha de clases no acaba en el socialismo, sino que toma una forma nueva, continúa como la lucha de una tendencia proletaria, comunista y creativa, contra la tendencia pequeño-burguesa de la propiedad privada. Una característica obligatoria del socialismo es el poder que ejerce la dictadura del proletariado y proporciona la victoria de la tendencia comunista positiva.
El socialismo se caracteriza:
En el ámbito político, según la definición de Lenin, por ser la eliminación de las clases; esto es, el movimiento para superar las diferencias de clase, las diferencias entre el trabajo manual e intelectual, etc. V.I. Lenin clarifica que “la abolición de las clases necesita una lucha de clases prolongada, difícil y testaruda que, tras el derrocamiento del dominio capitalista, tras la destrucción del estado burgués, tras el establecimiento de la dictadura del proletariado, no desaparece (como imaginan los representantes vulgares del viejo socialismo y la vieja socialdemocracia), sino que simplemente cambia sus formas y en muchos aspectos se vuelve más feroz.” [5]
En el ámbito de las relaciones económicas, por ser la superación de los elementos y el impulso de la producción de mercancías en la producción social inmediata.
En el aspecto moral, por proporcionar unas oportunidades cada vez mayores al desarrollo de todos y de cualquiera.