Apoyo de los Partidos Comunistas de la URSS y el movimiento obrero internacional


Articulo del Movimiento Socialista de Kazajistán

La base de la Comintern era el victorioso partido – el PCR(b)[1] – y, en consecuencia, la Rusia Soviética y luego la Unión Soviética, como el primer estado de la clase obrera. De ahí el papel dirigente de la URSS en el apoyo a los Partidos Comunistas y a la Comintern en su conjunto.

Los partidos nacidos como resultado de la Revolución Socialista de Octubre y unidos por la sede de la revolución mundial, que en aquellos años parecía ser una cuestión del futuro próximo, de hecho, repitieron la posterior evolución política del país de los soviets y de su partido dirigente.

Naturalmente, los comunistas de la Rusia soviética, y después de la URSS, ayudaron a la formación de partidos extranjeros y los reforzaron ideológicamente, entrenando a personal, proporcionando recursos técnicos, imprentas, documentos, armas. El PCR(b), a principios de los años veinte, apoyó con fuerza, y a veces directamente, todos los discursos y revueltas de la clase obrera y de los partidos comunistas emergentes en Alemania, Bulgaria y Estonia, y ayudó a los movimientos en las colonias de los países imperialistas.

Por consiguiente, muchos de los que pasaron por esta escuela acabaron al mando de los nuevos estados de “democracia popular” en Europa del Este, China, Vietnam y otros países tras la victoria de la URSS en la Segunda Guerra Mundial.

El Congreso de los Pueblos de Oriente en Bakú en agosto de 1920, cuyos delegados sentaron las bases para el surgimiento de muchos Partidos Comunistas y sindicatos en los países coloniales de Oriente Medio y China, jugó un papel crucial en la promoción de la Comintern en Asia.

Sin el apoyo de la Rusia soviética, esto nunca hubiera sido posible, por lo que podemos decir que la Internacional Comunista era parte del nuevo estado, que era considerado como la cuna del mundo de la República Mundial de los Soviets. Es imposible separar la Comintern de la Rusia Soviética y de la URSS, y esta sede internacional fue un instrumento de la política revolucionaria de Moscú, que existía para poner fin al capitalismo, al imperialismo y a la división de los pueblos.

Estructuras internacionales y especiales de la Comintern

En esto no sólo eran herramientas los partidos de la sección, sino también varias estructuras ramificadas diseñadas para fortalecer la influencia de la Comintern en el movimiento obrero y juvenil. En particular, de acuerdo con la línea táctica de los siguientes años, se formó una red de organizaciones de masas adyacente a la Comintern: la Internacional Juvenil Comunista, el Socorro Rojo Internacional de los Combatientes de la Revolución (SRI), la Profintern y otras. La Internacional Juvenil Comunista (IJC) se fundó a finales de noviembre de 1919 en Berlín. Desde principios de los años 20, su actividad estuvo estrechamente asociada con la Comintern. La influencia de la IJC se extendió no sólo a las organizaciones juveniles de los Partidos Comunistas, sino también a los sindicatos de estudiantes e incluso a las organizaciones juveniles socialdemócratas.

La necesidad de la organización del SRI se debía a la represión de revolucionarios, muchos de los cuales murieron en la lucha o estaban en prisión, además de ayudar a los miembros de sus familias. Por iniciativa de un grupo de viejos bolcheviques, el IV Congreso de la Comintern adoptó una decisión especial sobre el establecimiento del Socorro Rojo Internacional de los Combatientes de la Revolución (SRI). La resolución del V Congreso de la Comintern declaró que los Partidos Comunistas debían prestar toda la ayuda posible al SRI, promoviendo la organización de sus secciones y sucursales en sus países, involucrando a sus miembros a tomar parte activamente en ellas. La prensa partidaria tuvo que prestar la debida atención a la SRI en sus páginas en la cuestión de la agitación y propaganda de la ayuda a los luchadores de la revolución.

A principios de los años veinte se sentaron las bases de las estructuras ramificadas de la Comintern, en las que desempeñó un papel importante el viejo bolchevique Osip Piatnitsky, que dirigía el departamento de Relaciones Internacionales (OMS). Era su departamento secreto, que existió hasta 1937 y que se convirtió en la médula de toda la Comintern, ya que de hecho gestionaba y coordinaba a nivel de organización las actividades de la dirección del Partido Comunista. Osip Piatnitsky fue nombrado por recomendación del mismo Vladimir Ilich Lenin, al valorarlo por su sobresaliente trabajo en la época zarista y su reconocido trabajo en el envío a Rusia desde Europa de literatura bolchevique ilegal.

En realidad, el OMS era el servicio especial de la Comintern, controlaba los flujos financieros de los suministros de los partidos extranjeros y los contenidos de las organizaciones militares clandestinas de los Partidos Comunistas, para que estuviesen listas para realizar intervenciones activas en caso de una posible intervención contra la Unión Soviética. Esto es, como en el caso de las huelgas de masas en países europeos y en los Estados Unidos en 1919-20 contra la guerra contra la Rusia soviética y la presencia de organizaciones paramilitares de partidos comunistas asociadas a sindicatos, que se volvieron una disuasión para que Gran Bretaña, Polonia y Francia desencadenasen una nueva intervención.

No deberíamos de olvidar que los primeros hilos y redes de la inteligencia militar soviética y de la inteligencia del OGPU[2] y del NKVD[3] se construyeron sobre la base de una extensa red de inteligencia de la Comintern, ya que los partidos comunistas y movimientos adyacentes a la Comintern a veces aparecían en los países antes que los servicios secretos soviéticos. Esto muestra una vez más el nexo inextricable entre las estructuras estatales y las estructuras de la Comintern.

En veinte años se crearon cuatro Universidades Comunistas. La primera de ellas, la Escuela Internacional Lenin, estaba orientada a camaradas que ya habían acumulado mucha experiencia práctica, pero a los que se les había privado de la oportunidad de aprender de verdad. Dirigentes futuros de los Partidos Comunistas pasaron por esta universidad. La segunda se llamó Universidad Comunista de Minorías Nacionales de Occidente. La tercera se llamó Universidad Comunista de los Trabajadores de Oriente, con el nombre de I.V. Stalin. La cuarta se diferenció de la tercera y se volvió conocida como Universidad Sun Yat-Sen, creada específicamente para los chinos.

Estas instituciones jugaron un papel enorme en el entrenamiento del Instituto de los Pueblos de Oriente de la Comintern, que existió hasta 1938. Los graduados de estas universidades participaron posteriormente en la formación, y después dirigieron, los Partidos Comunistas, así como los mayores sindicatos en los países coloniales de Asia, África y Latinoamérica. La formación de las redes del SRI, la IJC y la Profintern no puede recalcarse lo suficiente en el caso del movimiento comunista y obrero internacional. Todos ellos tenían sus oficinas centrales en Moscú.

Cambios en la táctica con el fin de proteger a la URSS y como resultado de un cambio en las prioridades de la política exterior.

Desde finales de los años 20, hubo algún desplazamiento en el sentido y los objetivos de la Comintern, especialmente tras la derrota de los levantamientos y revoluciones en Europa y China, así como la supresión de la huelga general en Gran Bretaña. Tras el V Congreso en 1928, en mayor medida, su tarea más importante fue proteger a la URSS de amenazas externas de cara a una intervención.

Esto no supuso el abandono de la revolución mundial, sino más bien el establecimiento de la tarea de una preparación más exhaustiva de los levantamientos, llevando a cabo un importante trabajo de entrenamiento de personal militar, la formación de grupos armados y destacamentos encubiertos listos para desplegar el trabajo de guerrilla y sabotaje dentro de los países agresores. Esto es, desde el primer ataque de caballería contra el capitalismo, hubo una transición hacia una guerra de posiciones, cuando fue necesario recuperar los sindicatos y las organizaciones de masas, participando en un trabajo minucioso.

Entonces, tras el ultimátum de Lord Curzon, y hasta los años 1939-40, la amenaza de una nueva intervención por parte de Gran Bretaña y Francia siguió siendo bastante relevante. Ahora sabemos por los datos de los archivos que tramaron varios planes de ataque sobre la URSS; incluso durante y después de la guerra con Finlandia. Por lo tanto, la tarea de proteger el primer estado obrero en todo el mundo se volvió una exigencia urgente del momento, y París y Londres, junto con Varsovia, fueron considerados los principales oponentes en Europa y agresores potenciales.

La Unión Soviética se enfrentó en su política exterior en los países – como está de moda decir ahora – del tercer mundo con estos imperios coloniales a través de la Comintern. Por tanto, el apoyo total del movimiento de liberación nacional en esos países, con la participación de los Partidos Comunistas emergentes, fue un medio importante para socavar los imperios y sus colonias, y los pobres y las masas campesinas se convirtieron en una reserva para la próxima revolución mundial.

La Comintern estuvo activa en las colonias, luchando contra el imperialismo británico, dicen los historiadores. Según ellos, en este tiempo un número significativo de aquellos que destruyeron el sistema colonial mundial tras la guerra fueron entrenados en la URSS.

Los cambios en el trabajo a finales de los años 20 no significaron la unificación con los socialdemócratas, sino al contrario. En la propia Alemania, las fuerzas del Partido Comunista se dirigieron a luchar contra el SPD[4] en el poder, como columna vertebral de la República de Weimar burguesa. Los socialdemócratas parecían incluso más malvados que la masa del movimiento fascista pequeño-burgués, al recordar al terror blanco usando a las fuerzas de los implacables organizados por Ebert y Noske en 1919 y 1920.

Así, la tesis errónea del “social fascismo” encontró tal apoyo no solamente en la dirección y en la administración intermedia de los partidos, sino también entre muchos comunistas de a pie.

Por la perspectiva de la situación merece la pena considerar los esfuerzos del PCR(b) y del CEIC[5]. La cambiante situación internacional y la crisis global del capitalismo de 1929, que influyó en el así llamado “giro a la izquierda” de la Comintern y en algunas de las ideas y posiciones ultraizquierdistas de su dirección, incluyendo a su líder Béla Kun, tuvieron un impacto importante en el cambio de táctica y estrategia de la Comintern.

Sin embargo, acabó siendo la posición de la mayoría incluyendo a la dirección de la URSS. Además de cambios políticos, hubo cambios organizativos importantes que ataron aún más a los partidos comunistas a un único centro, esto es, a Moscú. El VI Congreso adoptó el programa y la carta de la Internacional Comunista, que declaraba que esta organización es un “Partido Comunista Mundial Unificado”.

El programa consagraba la estricta centralización de la dirección de los Partidos Comunistas y la exigencia de la “disciplina comunista internacional”, que debía “expresarse en la aplicación incondicional por parte de todos los comunistas de las decisiones de los órganos de gobierno de la Internacional Comunista”. El apoyo del Congreso a la línea de Stalin fortaleció su línea en la lucha contra las tendencias “derechistas”, en particular contra Bujarin. Hablando en el informe político del Comité Central en el XIV Congreso del PCR(b), Stalin dijo: “...Nuestra lucha por la construcción es internacional, es internacional en su significación, pues nuestro país es la base de la revolución internacional, pues nuestro país es la principal palanca para el desarrollo del movimiento revolucionario internacional, y si la construcción que tenemos aquí va a un tempo adecuado, significa que el trabajo en el movimiento revolucionario internacional en todos los demás canales lo están haciendo como requiere el partido.” [6]

Stalin, en su discurso en el VII Pleno ampliado del CEIC, dijo: “...la victoria de la revolución proletaria en un solo país no es un fin en sí mismo, sino un medio y una ayuda para el desarrollo y la victoria de la revolución en todos países. Por lo tanto, construir el socialismo en la URSS significa hacer el trabajo corriente de los proletarios de todos los países, significa forjar una victoria sobre el capital no sólo en la URSS, sino también en los países capitalistas, pues la revolución en la URSS es parte de la revolución mundial, es el comienzo y la base de ella.”[7]

La inminente guerra mundial y el cambio en la línea de la Comintern

El rearme del Ejército Rojo, la industrialización y la colectivización en la Unión Soviética supusieron una centralización aún mayor del estado obrero para oponerse activamente a las fuerzas del imperialismo en la futura guerra mundial. Estos procesos de mediados y segunda mitad de los años 30 tuvieron un impacto directo en la Comintern. Esto, por supuesto, fue influido por los procesos globales y los acontecimientos en Europa, el principal de los cuales era el fortalecimiento del fascismo y del militarismo.

El ascenso al poder de Hitler y de los nacionalsocialistas en Alemania llevó a la prohibición del Partido Comunista, a la destrucción del movimiento obrero organizado y al resurgimiento del militarismo alemán, ansioso de venganza tras la derrota en la Primera Guerra Mundial. Uno de los principales pilares de la ideología del nazi NSDAP[8] era un anticomunismo militante y la destrucción de la Unión Soviética como “criadero del bolchevismo mundial”. Por lo tanto, sobre el Moscú rojo colgaba un peligro aún mayor, ya que era obvio para los dirigentes soviéticos que se acercaba una nueva guerra mundial.

La victoria de los nazis en el país capitalista más importante de Europa Central fue una derrota realmente tangible de la Comintern, de la que se dieron cuenta en su totalidad en 1934. Lenin y los bolcheviques contemplaban a Alemania desde el principio como el país industrial más desarrollado del continente, en el cual la revolución obrera debía ser la principal garantía del éxito de la revolución mundial. A pesar de los fracasos de 1919-20 y 1923, la fuerte clase obrera alemana, con una larga y profunda tradición en la lucha de clases, era la columna vertebral de la estrategia de la Comintern para desarrollar el proceso revolucionario en Europa.

La derrota del Partido Comunista Alemán, el más grande de Europa, seguido del SPD y de los sindicatos, y la represión de los mejores representantes de la clase obrera alemana hicieron imposible seguir la antigua línea y de hecho acabaron con la vieja construcción de ideas sobre la aplicación práctica del “Octubre Alemán”. La táctica denominada de “clase contra clase”, desarrollada en el VI Congreso de la Comintern, y la tesis del “socialfascismo”, ante el contexto del despliegue del movimiento fascista de masas, comenzaron a ser criticadas dentro de los partidos, y en ese momento el rumbo izquierdista del CEIC se encontró en ese momento en crisis.

Fue necesario encontrar una nueva línea que pudiese soportar la amenaza fascista. Además, hubo otro acontecimiento importante que cambió la posición del país soviético en Europa. El 18 de septiembre de 1934, la Asamblea General de la Sociedad de las Naciones adoptó una resolución sobre la admisión de la URSS en la Sociedad y la inclusión de su representante en su Consejo como miembro permanente. A mediados de los años 30, debido a la creciente amenaza de la Alemania y la Italia fascistas y el Japón militarista, los gobiernos de algunos estados comenzaron a buscar cooperación con la URSS tanto dentro como fuera de la Sociedad de las Naciones.

El 15 de septiembre, 1934, treinta delegados de la Sociedad de las Naciones se dirigieron al gobierno soviético con un telegrama invitando a la URSS a unirse a la Sociedad y a “aportar su valiosa cooperación”. Los círculos burgueses de Francia e Inglaterra, además de Checoslovaquia, empezaron a considerar seriamente la posibilidad de llegar a un acuerdo militar con la URSS para hacer frente a la ascendente Alemania nazi.

Todas estas condiciones crearon la base para la adopción en 1935, en el VII Congreso de la Comintern, de la táctica de los Partidos Comunistas de los frentes amplios, llamados “populares”, con el fin de formar alianzas temporales con la socialdemocracia e incluso con algunas fuerzas republicanas y burguesas liberales para contrarrestar a los grupos reaccionarios y el fascismo. Esta vía duraría de una forma u otra hasta los 70, y los sistemas políticos de Europa del Este y China serían denominados durante algún tiempo “democracias populares”.

Se puede asumir que la táctica de los “frentes populares”, justificada teóricamente, llevada a la perfección por la teoría de las etapas y proclamada en 1935 por el nuevo dirigente del CEIC Georgi Dimitrov, realmente sirvió a los intereses de la URSS. En este punto, la Comintern comenzó a convertirse en una herramienta de la política exterior de la URSS y en un medio para combatir al fascismo. Los Partidos Comunistas en dichas uniones y bloques, incluso en los momentos de éxito en las elecciones de Francia y España, estaban en minoría y sacrificaron su programa.

En China, esta política a mediados y finales de los años 30 se manifestó en forma de sucesivos intentos por parte de la dirección de la Comintern de unificar el Kuomintang y el Partido Comunista, dirigido por Mao Zedong, en un frente único para combatir la agresión de Japón. Debo decir que esta táctica no tuvo tanto éxito como en 1927. Por aquel entonces llegaba un gran flujo de armas desde la URSS para armar tanto al ejército de Chiang Kai-shek como a partes del Ejército Rojo de China, que entró formalmente en el Ejército Unificado. Los comunistas chinos y los soldados del Ejército Rojo siguieron siendo sometidos a ataques armados periódicos por parte del Kuomintang y la Unión provisional sólo extinguió la guerra civil temporalmente.

Pero la prueba más seria a esta nueva línea de la Comintern tendría lugar durante la Guerra Civil Española.

España

En este país, incluso antes de que el gobierno del “Frente Popular” llegase al poder, la situación era revolucionaria, y las batallas y levantamientos de clase estallaron en 1931 y 1934. El Partido Comunista, actuando bajo instrucciones del CEIC, adoptó finalmente la “teoría de la etapas” y consideró los acontecimientos en el país como una etapa democrático-burguesa, cuando sólo se le exigía limitarse a la protección de la República frente a Franco.

Esto, en nuestra opinión, fue un grave error del Partido Comunista de España y la Comintern, que favorecieron la preservación del frente con los liberales y republicanos estrechando de facto la base social de apoyo del régimen y el alzamiento revolucionarios de las masas obreras y campesinas en 1936, ansiosas por un cambio social, fue sustituido en 1938-39 por la decadencia, la apatía y la desmoralización.

Sin embargo, la lucha en España contra las fuerzas reaccionarias fascistas y los invasores alemanes e italianos supuso un enorme impulso progresista a lo largo de Europa, como se demostró con la capacidad de cambiar el rumbo y parar al fascismo. La heroica defensa de Madrid y la formación de las Brigadas Internacionales tras la llamada de la Comintern condujeron a la movilización de los Partidos Comunistas, incluyendo a los comunistas italianos y alemanes.

Al socorro de la República Española acudieron 42.000 extranjeros desde 54 países, de los cuales participaron en las hostilidades hasta 35.000 como parte de 7 brigadas internacionales y 3 batallones internacionales diferentes, algunos sirvieron en las fuerzas armadas españolas y otros como personal médico, en hospitales y otras instituciones médicas.

A su vez, el gobierno del “Frente Popular” en Francia, bajo la presión de Reino Unido, anunció de repente la “no intervención en asuntos españoles” y rompió el acuerdo de suministro de armas a la República. Simpatizando con los republicanos españoles, el primer ministro francés Léon Blum y el de aviación Pierre Cote les enviaron un pequeño lote de aviones obsoletos y sin armas. Francia declaró posteriormente un embargo total de armas a España.

Entonces, el imperfecto acuerdo de “no intervención”, firmado por todos los Estados europeos, inició el 9 de septiembre en la Liga de las Naciones el trabajo de un “Comité Especial de No Intervención en Asuntos Españoles”. Luego, en mitad de la guerra, las figuras de la Segunda Internacional en Bruselas también se unieron a esta línea de no intervención. Esto es, casi todos aquellos con los que Dimitrov contaba para el cierre de los acuerdos para la creación de los “frentes populares” rechazaron apoyar a la España republicana, que luchaba contra los franquistas y ayudarlos contra los fascistas de Italia y Alemania.

Todo el peso del apoyo a la República Española recayó sobre los hombros de la URSS. Así, en la Guerra Civil Española lucharon más de 5.000 voluntarios de la Unión Soviética, incluyendo 763 aviadores. Muchos de ellos recibieron premios del gobierno, y a 36 aviadores se les concedió el título de Héroe de la Unión Soviética, algunos de ellos póstumamente. Además, en la lucha del lado del gobierno de la República Española participaron 2.065 ciudadanos de la URSS (772 pilotos militares, 351 tanquistas, 100 artilleros, 77 marineros, 222 asesores militares, 339 técnicos y otros asesores y 204 traductores).[9]

Desafortunadamente, hasta mediados de los 70, se estableció una rígida dictadura militar de ultraderecha en el país.

Segunda Guerra Mundial

Con el estallido de la II Guerra Mundial en una serie de países, los Partidos Comunistas, especialmente en Francia, abogaron por el reconocimiento de la guerra como imperialista y el rechazo a apoyar a ninguno de los beligerantes. Como resultado, el gobierno inició una campaña de persecución de los comunistas, algunos de los cuales fueron arrestados y luego transferidos a manos de los Nazis tras la ocupación de Francia.

La situación cambió radicalmente tras el ataque de la Alemania de Hitler a la URSS. El estallido de la guerra contra la Unión Soviética llevó a la movilización de los Partidos Comunistas y el fortalecimiento del trabajo del Comité Ejecutivo de la Comintern para desplegar la actividad guerrillera en los países ocupados por los nazis o bajo la bota de los regímenes colaboracionistas. La defensa de la URSS fue una de las principales tareas de los Partidos Comunistas, y contribuyeron a la derrota del nazismo, actuando en los países ocupados o consiguiendo ayuda para el Ejército Rojo.

Antes incluso de la guerra con la URSS, en la V Conferencia clandestina del Partido Comunista de Yugoslavia en Zagreb, celebrada en octubre de 1940, Tito se convirtió en el Secretario General del Partido. Tras el ataque nazi a Yugoslavia en 1941, el movimiento comunista partisano liderado por Tito lanzó una guerra a gran escala contra los ocupantes y los colaboracionistas.

A pesar de la disolución del Partido Comunista de Polonia por decisión del Comité Ejecutivo de la Comintern en 1938, que fue declarado “en ruinas”, el 5 de enero de 1942, en la Varsovia ocupada, tuvo lugar la conferencia fundacional del Partido Obrero Polaco[10], al que asistieron miembros de grupos comunistas que operaban en Polonia desde 1938. Los dirigentes del PPR eran antiguos empleados del aparato intermedio del Partido Comunista entre los años 1920-1930 – Marceli Nowotko, Paweł Finder, Małgorzata Fornalska y Bolesław Mołojec, abandonado en el territorio ocupado.

El 1 de marzo de 1941, Bulgaria se unió al Pacto Tripartito. Seguidamente, el 6 de marzo de 1941, G. Dimitrov publicó una declaración sobre la necesidad de empezar una lucha de liberación nacional contra el fascismo. El 22 de junio de 1941, la dirección del Partido Obrero Búlgaro[11] (el ala legal del BKP[12]) emitió un llamamiento apelando al pueblo búlgaro a “luchar contra el fascismo alemán y apoyar la justa lucha de la URSS”.

El 26 de junio de 1941, se formó el primer destacamento partisano en el área de Razlog, al mando de Nikola Parapunov (“Vlado”), Secretario del Comité de distrito en Gorna Jumaya del BRP.

En el futuro, los grupos de combate del BKP destruyeron la producción militar y las comunicaciones del país usadas por el gobierno búlgaro pro-alemán contra la URSS y por conocidos colaboracionistas búlgaros. En el verano de 1942 el BRP (k) creó el Frente de la Patria. En marzo de 1943, se estableció el Ejército Rebelde de Liberación Nacional sobre la base de grupos guerrilleros.

El mismo trabajo de despliegue del movimiento guerrillero se llevó a cabo exitosamente en Grecia, Albania, Francia, y más tarde en 1943 en Italia, donde se formaron los ejércitos rebeldes más efectivos y masivos bajo la influencia o el control de los comunistas. En 1944, los griegos del EAM-ELAS[13] habían despejado de invasores el territorio del país con sus propias fuerzas, y el Ejército Popular de Liberación de Yugoslavia (NOV) se convirtió también en la fuerza principal de la resistencia ante el fascismo y los nacionalistas colaboracionistas.

Al principio, la Unión Soviética y el Ejército Rojo no pudieron proporcionar ayuda material efectiva al trabajo partisano y clandestino de los Partidos Comunistas en Europa, pero las victorias de las armas soviéticas sobre el ejército del país capitalista más desarrollado y de sus satélites en Stalingrado, Kursk, Ucrania y Bielorrusia dieron un impulso increíble a toda la resistencia, reuniendo alrededor de los comunistas a las fuerzas avanzadas de los obreros y campesinos de los países ocupados.

Posteriormente, la liberación de Europa Central y del Este de las tropas de Hitler y sus aliados contribuyó directamente a la llegada de los comunistas al poder como parte de los gobiernos de coalición, y la lucha del movimiento comunista partisano contra los colaboracionistas tenía de hecho debajo de sí elementos de lucha revolucionaria y de guerra civil contra fuerzas burguesas y fascistas.

Disolución de la Comintern

En 1943, se decidió disolver la Comintern. Realmente, en el momento de la liquidación, varios partidos tenían posiciones diferentes y la dirección del CEIC se encontraba en crisis política. No obstante, consideramos la disolución de la Comintern como un error político. A pesar de algunos desacuerdos y deficiencias, la sede del Movimiento Comunista Internacional coordinaba el trabajo de las organizaciones, y no se había agotado la posibilidad de superar las deficiencias y corregir errores en el futuro. Especialmente, ya que la disolución ocurrió durante la guerra después de Stalingrado, había un viraje a favor de la URSS.

Esta disolución en el momento de la victoriosa campaña del Ejército Rojo creó las condiciones para la pérdida de la unidad política y la solidez ideológica del Movimiento Comunista en el futuro.

Georgi Dimitrov en sus memorias hizo referencia a las palabras de Stalin durante una reunión del Politburó del Comité Central del PCR(b) en mayo de 1943, donde se decidió la cuestión de la disolución de la Comintern. El líder de la URSS justificó esta decisión por el cambio en las condiciones políticas como resultado del desarrollo de la guerra mundial.

“La experiencia nos ha enseñado que bajo Marx y Lenin, es ahora imposible dirigir el movimiento obrero de todos los países del mundo desde un único centro internacional. Especialmente ahora, en condiciones de guerra, cuando los Partidos Comunistas de Alemania, Italia y otros países tienen la tarea de derrocar a sus gobiernos y llevar a cabo las tácticas del derrotismo, y los partidos comunistas de la URSS, Inglaterra, América, etc., al contrario, tienen la tarea de apoyar sin reservas a sus gobiernos para la rápida derrota del enemigo. Sobreestimamos su fuerza cuando él creó la I.C.[14] y pensó que yo sería capaz de dirigir el movimiento en todos los países. Ese fue nuestro error. La existencia continuada de la I.C. desacreditará la idea de la Internacional, cosa que no queremos.” - escribe G. Dimitrov.[15]

El jefe de la Comintern dio más argumentos relacionados con el hecho de que los Partidos Comunistas eran acusados de mantener lazos con Moscú, cuando había una sola Internacional. Además, este paso era necesario para encubrir la llegada al poder de los comunistas dentro de los gobiernos de las “democracias populares”. Como si la disolución de la organización se hubiese hecho por el futuro.

“Hay otro motivo para la disolución de la I.C., que no se menciona en la resolución. Y es el hecho de que los Partidos Comunistas que forman parte de la I.C. son falsamente acusados de ser supuestos agentes de un estado extranjero, y esto interfiere en su trabajo entre las masas. Con la disolución de la I.C., quitamos de las manos de nuestros enemigos esta baza. Este paso sin duda fortalecerá a los Partidos Comunistas como partidos obreros nacionales y al mismo tiempo va a fortalecer el internacionalismo de las masas, en cuya base está la Unión Soviética.” - continúa G. Dimitrov.[16]

Pero la práctica ha demostrado lo falaz de este enfoque, ya que los Partidos Comunistas tradicionales se asociaron con la URSS hasta su destrucción, y con la disolución de las estructuras de la Comintern los dirigentes de los Partidos Comunistas fueron capaces de “desarrollar” creativamente el marxismo, basándose en sus condiciones nacionales, lo que se volvió una tendencia desastrosa. Es de esta valoración de la que surgieron corrientes tales como el titoísmo, el hoxhaísmo, el maoísmo, el juche, el eurocomunismo y otros -ismos que llevaron al alejamiento de las disposiciones teóricas revolucionarias del bolchevismo ortodoxo y cimentaron el terreno para el revisionismo y el reformismo.

De hecho, esto era en gran medida el deseo de los dirigentes locales, ajustar la ideología a tareas locales oportunistas concretas basadas en su propia fuerza, y fue la justificación para el voluntarismo y el fortalecimiento de su propio poder.

El establecimiento el 22 de septiembre de 1947, en una conferencia en la ciudad polaca de Szklarska Poręba, de la Oficina de Información de los Partidos Comunistas[17] entre los partidos de la URSS, la RPB[18], Hungría, Polonia, Rumanía, República Checa, Yugoslavia, Francia e Italia no fue capaz de llenar el vacío de la ausencia de la Comintern y de reemplazarla en la arena internacional. La debilidad de la Cominform se manifestó en la salida del bloque soviético y del Pacto de Varsovia de la RFSY[19] liderada por el jefe del Partido Comunista de Yugoslavia, Josip Broz Tito, lo cual fue la primera señal seria para el movimiento comunista mundial y resultado directo de la disolución de la Comintern.

Ya en abril de 1956, por decisión del Comité Central del PCUS y de los partidos incluidos dentro de la Oficia de Información, las actividades y la publicación del periódico ¡Por una paz duradera, por una democracia popular!, publicado en lenguas extranjeras, cesaron. Esto se debió en gran medida al hecho de que Nikita Jruschov, tras los eventos en Hungría, decidió hacer la paz con Josip Broz Tito, mientras que esta estructura lo etiquetaba de “fascista” y “traidor”. Como consecuencia, los cuadros de la Comintern y de la Cominform migraron al Departamento Internacional del Comité Central del PCUS, pero ya estaban subordinados a las tareas de un partido, sin ninguna reclamación sobre el resurgimiento de las estructuras centralizadas del movimiento comunista.

El resultado de este proceso fue el surgimiento en Europa, a finales de los 60, de tendencias tales como el “eurocomunismo”, que influyeron en la mentalidad de muchos comunistas de todo el mundo e incluso del campo socialista. Los postulados de esta tendencia oportunista eran ya completamente opuestos a las ideas de la Internacional Comunista y llevó a una serie de partidos al abismo y al deterioro.

La ayuda soviética en el establecimiento del poder del Partido Comunista en los gobiernos de las “democracias populares” en Europa del Este y China

Sin embargo, a pesar de la disolución de la Comintern, el papel de la URSS y del PCR(b) en la llegada al poder de los comunistas en una serie de países de Europa Central y del Este, así como en China e Indochina, fue decisivo. En general, el surgimiento de los nuevos países socialistas fue consecuencia de la victoria de la Unión Soviética en la II Guerra Mundial, aunque el período de la guerrilla revolucionaria en el este y el sur de Europa estuvo acompañada por elementos de guerra civil. Y el gran mérito del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos yace en el hecho de que muchos regímenes reaccionarios, colaboracionistas y monárquicos fueron barridos.

Al paso del Ejército Rojo, que presionaba a las tropas de la Alemania nazi y a sus satélites, se crearon gobiernos y comités leales a la URSS, que incluían a representantes de los Partidos Comunistas y del ala izquierda de partidos socialdemócratas, asociaciones campesinas y otras fuerzas de izquierda. Esta política de fundación de gobiernos de coalición de izquierdas se llamó “democracia popular”, y era en gran medida una continuación de la política del “frente popular”, pero en nuevas condiciones con la dominación de las fuerzas armadas del Ejército Rojo.

Tras la entrada de las tropas soviéticas en Polonia en julio de 1944, se formó el Comité de Liberación Nacional Polaco en Lublin, que se convirtió en un verdadero gobierno, una alternativa a Londres. En Rumanía, en agosto del mismo año, con la participación de los militantes del Partido Comunista y el papel efectivo del rey Miguel I, el dictador Antonescu fue arrestado en el Palacio Real en Bucarest, y después se estableció un nuevo gobierno que declaró la guerra a Alemania.

El derrocamiento del régimen monárquico en Bulgaria, la liberación final de Yugoslavia de los alemanes y los fascistas locales de diferente signo, la revolución socialista de 1947 en Checoslovaquia, en todas partes llevó a la formación de nuevas autoridades lideradas por los comunistas y las fuerzas cercanas a ellos. La principal característica en la proclamación de este proceso de establecimiento de las repúblicas de las “democracias populares” es que fue una tapadera ante las acusaciones de sovietización de los países liberados por la Unión Soviética.

En efecto, una rápida sovietización y socialización quedaban fuera de la cuestión, pero el camino era claro y obvio: aspiraba al desplazamiento gradual del capitalismo, la nacionalización de la industria y la reforma agraria en favor de los campesinos. Sin la Unión Soviética y el Ejército Rojo, este giro de los “frentes populares” hacia el socialismo habría sido imposible. En estos casos, varios socialistas, sindicalistas, dirigentes campesinos y figuras pequeñoburguesas eran compañeros menores de los partidos comunistas, y no viceversa.

Hubo una parte negativa en ello. En Italia y Francia, así como en Grecia, tales tácticas de los “frentes populares” y el seguimiento de la teoría de las etapas condujo a numerosos errores. En particular, en el desarme de muchos grupos y ejércitos rebeldes que hacían la guerra contra nazis y colaboracionistas y que participaron en la liberación de sus países. De hecho, estaban en el poder o controlaban grandes áreas, pero abandonaron sus posiciones y grupos armados en favor de “elecciones” en las cuales perdieron o se convirtieron en víctimas del terror y la represión.

La llegada al poder del Partido Comunista de China[20] en realidad contradecía la idea misma de “frente popular”, ya que el escenario más grande de la guerra civil entre 1946-49 fue una lucha feroz entre el PCCh y el Kuomintang. Como resultado de la formación de la República Popular de China, el equilibrio de poder en Asia cambió radicalmente; mientras China aumentaba la influencia de la Unión Soviética, las tropas de Inglaterra y Estados Unidos se retiraron permanentemente, se desmilitarizó el río Yangtsé. Pero lo más importante fue que China se había movido completamente al camino de la construcción socialista, y Mao Zedong comenzó a interferir en los asuntos internos de otros países del Sudeste Asiático, por ejemplo, Corea y Vietnam.

Sin el apoyo de la Unión Soviética, esto no habría sido posible. Por ejemplo, en mayo de 1946 el Ejército Rojo comenzó a retirar sus unidades de Manchuria. A la vez, el Ejército Rojo evacuaba fábricas, empresas y arsenales, para que así el Kuomintang no recibiese una ventaja militar o técnica en la guerra. Parte de la munición y el equipamiento soviéticos fueron al Ejército Popular de Liberación de China (EPL). Entre ellos, los trofeos japoneses en forma de 3.700 fusiles y morteros, 600 tanques, 860 aviones, 12.000 ametralladoras y 680 depósitos militares diversos.

En los días de la fundación de la República Popular de China, Mao Zedong dijo: “Si no hubiese estado la Unión Soviética, si el imperialismo japonés no hubiese sido derrotado… ¿podríamos ganar en tales circunstancias? ¡Por supuesto que no!”[21]

La Comintern era necesaria en los 40 y 50 para coordinar la llegada de los comunistas al poder, para desarrollar un plan general para el desarrollo comunista, para preservar la unidad ideológica y un programa de lucha. Un único centro del movimiento comunista hubiese sido importante durante la victoriosa ofensiva del Ejército Rojo y el despliegue de la revolución anticolonial tras el fin de la guerra mundial.

Epílogo

Por lo tanto, si consideramos la tesis de Stalin de que la URSS era el bastión de la revolución mundial y de la propagación del socialismo en el mundo, esta era cierta. La victoria del primer estado obrero en la II Guerra Mundial condujo a una revolución anticolonial y a la caída de los imperios.

Después de 1945, muchas naciones se embarcaron en la senda del movimiento de liberación nacional, en el cual los comunistas jugaron un papel importante, y a la independencia le seguía la senda socialista. El apoyo económico a los pueblos que luchan contra el imperialismo, incluyendo armas, se ha convertido en un importante factor en el cambio del equilibrio de poder entre el capitalismo y el socialismo en el mundo.

La práctica histórica ha mostrado que el proceso de la revolución mundial y la propagación del socialismo no se debe a un impulso momentáneo, que la clave de su éxito yace no en levantamiento victorioso de los trabajadores alemanes en Alemania, sino en el hecho de que el estado obrero, confiando en la economía planificada y en el Ejército Rojo, apoye el despliegue de fuerzas comunistas en los diferentes continentes.

Muchos sindicatos existen gracias a los comunistas, al igual que lo hace la Federación Sindical Mundial. Estos procesos de recuperación de las estructuras del movimiento obrero estaban directamente influenciados por la URSS. Por lo tanto, la influencia en estos procesos de la Unión Soviética y de la sede de la revolución mundial tuvo una influencia decisiva en el cambio en la faz del mundo. Los Partidos Comunistas, como herederos de Octubre y de la Comintern, deben llegar a la unidad ideológica y encontrar caminos para crear una nueva Internacional en el momento del siguiente asalto de la crisis capitalista internacional y del peligro de una nueva guerra mundial.

Ya las siguientes generaciones de la clase obrera y de la juventud deben completar el heroico trabajo de los pioneros y derribar el poder capitalista por en el mundo en un nuevo giro histórico.


[1] (N. del T.) Partido Comunista de Rusia (bolchevique)

[2] (N. del T.) Directorio Político Unificado del Estado. Organización de seguridad interna de la URSS desde 1923 hasta 1934.

[3] (N. del T.) Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos. Organización de seguridad interna de la URSS desde 1934 hasta 1954, cuando es sustituido por el KGB.

[4] (N. del T.) Partido Socialdemócrata Alemán.

[5] (N. del T.) Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista.

[6] I.V. Stalin: Informe político del Comité Central, vol. 7., p.3

[7] I.V Stalin: VII Pleno ampliado del CEIC, vol. 9., p. 15

[8] (N. del T.) Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.

[9] Ayuda soviética en la Guerra Civil Española: http://www.museum.ru/N44791

[10] (N. del T.) Más adelante se emplean las siglas polacas, PPR.

[11] (N. del T.) Más adelante se emplean las siglas búlgaras, BRP, y posteriorente BRP(k).

[12] (N. del T.) Partido Comunista Búlgaro.

[13] (N. del T.) Siglas del Frente de Liberación Nacional (EAM) y del Ejército de Liberación Popular de Grecia (ELAS).

[14] (N. del T.) Internacional Comunista.

[15] Diario de Georgi Dimitrov 1933-1949. Yale University Press; 2012. - 271 p.

[16] Diario de Georgi Dimitrov 1933-1949. Yale University Press; 2012. - 271 p..

[17] (N. del T.) En adelante, Cominform.

[18] (N. del T.) República Popular de Bulgaria.

[19] (N. del T.) República Federal Socialista de Yugoslavia.

[20] (N. del T.) en adelante, PCCh

[21] Mao Zedong. Sobre la dictadura de la democracia popular. Obras escogidas, vol. 4 – Beijing, Editorial de Literatura en idiomas extranjeros, 1976. – págs. 501-518.