Desde inicios de los años 1920 hasta su último congreso en 1936, la Comintern nunca desistió de su insistencia sobre la Bolchevización y la Organización basada en células dentro del centro de trabajo como un elemento mayoritario de la misma. Se produjeron muchos trabajos prácticos y escritos sobre dicho tema.
El Congreso en el que el tema se convirtió en central aprobó la “Moción para la Resolución sobre la Organización en Células dentro de las Fábricas” redactado por el Comité Executivo de la Internacional Comunista (CEIC) hace algunos meses. [4]
“La organización del Partido debe estar adaptada a las condiciones y fines de su actividad. (…) La meta final de nuestro Partido es el derrocamiento del gobierno burgués, la conquista del poder por el proletariado, y lograr el comunismo. Su tarea inmediata es la de ganar a la mayoría de la clase trabajadora mediante la participación en la lucha consuetudinaria de las masas trabajadoras y encabezar dicha lucha. Esto sólo puede llevarse a cabo mediante la más estrecha asociación entre la organización de nuestro Partido con las masas trabajadoras en las fábricas.” [5]
La meta era bastante directa: asegurar que el Partido estableciera los más cercanos nexos posibles con la clase obrera y penetrar dentro y aumentar su influencia dentro de la clase trabajadora. La Comintern no diseñó un modelo, sino que propuso a los Partidos reorganizarse a sí mismos en aras del cumplimiento de dicha meta.
De hecho, la misma moción para resolución también declaraba que, aunque la decisión de considerar fundamental las células dentro de los centros de trabajo para la estructura de los Partidos Comunistas se había hecho en el Tercer Congreso, la decisión no podía ponerse en efecto en la mayoría de las secciones. Además, la razón por la cual la Revolución Alemana sufriría, una vez más, un golpe en 1923 tras la derrota en 1918 se asociaría principalmente a este hecho:
“La experiencia de la Revolución Alemana (finales de 1923) ha, sin embargo, mostrado con mayor claridad que, en ausencia de células basadas en centros de trabajo y de conexiones cercanas con las masas trabajadoras, las últimas no pueden ser llevadas a la lucha y lideradas, sus modos no pueden ser correctamente valorados, el momento más favorable para nosotros no puede ser explotado, ni se podrá triunfar por sobre la burguesía.” [6]
Ya mencioné que los Bolcheviques habían estado ahí, dentro de la clase social que liderarían. La Comintern aconsejó a los Partidos Comunistas hacer lo que los comunistas en Rusia habían hecho, penetrar dentro de la clase:
“13. La organización básica, fundamental, del Partido, es la célula de la fábrica (en fábrica, mina, taller, oficina, etc.), a la cual todos los miembros trabajando para el Partido deben pertenecer… Debe contar con al menos tres miembros.
14. En fábricas en las cuales sólo haya uno o dos miembros del Partido, deberán estar adjuntos a la célula de la fábrica más cercana… Nota: Miembros del Partido que no trabajen en una fábrica, etc. tendrán, como regla, que adjuntarse a células de las fábricas de su vecindario; de lo contrario forman células callejeras.
15. La célula es la organización que conecta al partido con los trabajadores y pequeños campesinos. Las funciones de la célula son las de llevar el trabajo partidario entre masas trabajadoras no partidarias por medio de agitación sistemática comunista y propaganda: para reclutar nuevos miembros, distribuir literatura partidaria, distribuir un periódico de fábrica, conducir trabajo cultural y educacional entre los trabajadores del Partido y trabajadores de la fábrica, para trabajar persistentemente e ininterrumpidamente para ganar todas las posiciones oficiales dentro de la fábrica, para intervenir en todos los conflictos industriales y demandas de los empleados, para explicarles desde la postura revolucionaria de la lucha de clases, para ganar el liderazgo en todas las luchas de los empleados por trabajo persistente e incansable.
16. Para conducir su trabajo actual la célula elige a un comité, formado de tres a cinco miembros… El comité es responsable del trabajo de la célula.” [7]
Las decisiones citadas arriba fueron redactadas por el Departamento de Organización del CEIC en enero de 1925, inmediatamente después del Quinto Congreso que reiteró la llamada para la Bolchevización. Fueron aprobados en abril y publicados un mes después. En el reporte traído a colación para ser presentado al Sexto Congreso, leemos en la nota siguiente acerca de la implementación de dichas decisiones:
“El reporte del CEIC al Sexto Congreso de la Comintern declaró que desde mediados de 1925 las secciones habían comenzado a revisar sus estatutos bajo la guía del Departamento de Organización. Un grado amplio de resistencia se encontró, pero para la mayoría de los países europeos el trabajo había sido completado. En países coloniales y Latinoamericanos, el trabajo iba comenzando.” [8]
Aparentemente, no fue sencillo. Han mantenido sus esfuerzos con persistencia y paciencia.
Tras el Quinto Congreso, la Comintern hizo valoraciones sobre la organización de Partidos Comunistas con base en células dentro del centro de trabajo múltiples veces. Trataron de identificar los logros, deficiencias y requerimientos. Una valoración realizada en la décima reunión del CEIC que se sostuvo en 1929 aportó hallazgos sorprendentes sobre el punto en el que los Partidos Comunistas habían alcanzado en términos de la formación de células dentro de centros de trabajo en un tiempo en el que el capitalismo atravesaba una profunda crisis económica y política. A lo largo de propuestas con remedios para ser alcanzados, estos hallazgos proveyeron la base de una circular que fue publicada en diciembre de 1930. La circular listaba las deficiencias más importantes en el trabajo célula/centro de trabajo como continúa:
“1. Hay muy pocas células de fábrica…
2. La mayoría de las células de fábrica existentes están concentradas en plantas de pequeña escala. Hay muy pocas en plantas grandes, y estás son, por regla general, débiles numéricamente y con poca influencia política.
3. Las células existentes no tienen suficiente actividad y no tienen contacto con la vida diaria de las fábricas.
4. Entre los trabajadores que son miembros del Partido existe una fuerte tendencia a la evasión del trabajo dentro de las células de fábrica y, consecuentemente, no todos pertenecen a una célula de fábrica. El PC de Checoslovaquia, por ejemplo, declaró que el primero de julio de 1930, 57 por ciento de sus miembros eran trabajadores industriales, pero sólo 14 por ciento estaban organizados dentro de células. (…)
6. El trabajo de las células de fábrica es muy deficiente, y frecuentemente está completamente desconectado del trabajo del Partido como consecuencia de la atención inadecuada brindada al trabajo de las células por los organismos que encabezan el Partido.” [9]
La circular también establecía que las células dentro de centros de trabajo no estaban suficientemente asociadas con la agenda política central del Partido y resaltaba los problemas potenciales que esto podía crear:
“En las grandes campañas políticas conducidas por el Partido, las células de la fábrica, como regla general, son una parte minoritaria, a veces no participan en lo absoluto. Usualmente las campañas políticas se llevan a cabo de la forma antigua, hecho condenado repetidas veces por la Internacional Comunista, heredado de los Partidos Socialdemócratas -agitación general, reuniones populares, participación por miembros dentro de sus áreas de vivienda, pero no donde trabajan; las fuerzas conductoras en la campaña siguen siendo la prensa central del Partido y los agitadores enviados por el centro del Partido. (…) Se ha dicho que la debilidad de las células de fábrica hace imposible organizar campañas alrededor de ellas. (…) Esto significa que en la práctica nada se ha hecho para reorganizar al Partido bajo la lógica fábrica-célula, y que el Partido no está en posición alguna de llevar nuestras consignas a las masas de trabajadores y exponer la traicionera y contrarrevolucionaria forma de trabajar de los socialdemócratas, los reformistas, y los fascistas…” [10]
La Comintern subrayó que no sólo el establecimiento de células dentro de centros de trabajo, sino que también su habilidad para formar parte del trabajo político del Partido era esencial. Además, las fuerzas hostiles no estaban sentándose a descansar y hacer nada; el fascismo se estaba propagando dentro de la clase obrera como un tumor. De hecho, la Comintern estaba resonando una simple regla: “si no estás organizado, el Partido de oposición lo está.” Era evidente que el tiempo se estaba agotando y que la Comintern urgía a los Comités Centrales de los distintos Partidos a tomar medidas:
“Los Comités Centrales de los Partidos Comunistas deben tomar todas las medidas para ver que la entereza del sistema de liderazgo partidario vire hacia las fábricas. Sobre todo, la prensa entera del Partido debe ser reorientada a dicho fin. (…) Los artículos deben escribirse en lenguaje simple, para que el obrero promedio, incluido el no politizado, aún sin estar acostumbrado a expresiones y fórmulas políticas específicas, pueda entenderlos. (…) En adición a los artículos de carácter general, los periódicos del Partido deben llevar una gran cantidad de cartas de distintos distritos y fábricas.” [11]
Fue subrayado que las células deben ser apoyadas para poder lograr la efectividad deseada en sus respectivos centros de trabajo. En este aspecto, la Comintern convocó a los Comités de Partido a tomar el liderazgo dentro de la organización:
“Las células de fábrica pueden crecer con fuerza y convertirse en unidades decisivas para el Partido sólo si los Comités de Partido que guían su trabajo les dan apoyo diario y constante. (…) En lugar del actual contacto burocrático, mantenido por circulares, los Comités de Partido deben establecer el contacto directo con las fábricas y sus respectivas células.” [12]
La Comintern también puntualizó las dificultades encontradas en células en formación. Declaraba que, en la práctica, las dificultades más graves eran encontradas en los centros de trabajo donde no existían estas células, o bien, sólo había uno o dos miembros del Partido, y trajo a colación varias propuestas para superar estos problemas.
“El apoyo en la formación de células de fábrica debe ser brindado por las células urbanas en el vecindario de la fábrica en cuestión. Los miembros de la célula urbana deben establecer contacto con los trabajadores de la fábrica, esperarlos cuando salgan de la fábrica, o interceptarlos en su camino hacia el trabajo, hacerse sus compañeros en los sitios públicos locales, o hablar con ellos dentro de sus hogares. (…)
Ya que el contacto se ha establecido, por este u otros medios, con tres a cinco trabajadores dentro de la fábrica, deben organizarse inmediatamente en una célula de fábrica. Sin importar lo numéricamente débil que pueda ser la célula, debe, sin duda alguna, esforzarse enérgicamente en establecer más contactos y reclutar nuevos miembros dentro de las filas del Partido Comunista, y hacer su mejor esfuerzo en establecer conexiones con los departamentos de la fábrica en los que no haya miembros del Partido todavía. El Comité del Partido debe prestar especial y meticulosa atención a este trabajo y debe aportar apoyo incesante para ayudar a los camaradas a corregir sus errores y, si es necesario, enviar oficiales para apoyar con su trabajo…” [13]
También fueron orientados múltiples métodos para crecer dentro del centro de trabajo. Las propuestas de la Comintern en lo que a esto respecta no son nada menos que un curso en materia organizativa:
“Un miembro del Partido no puede estar activo en una fábrica completa, sino sólo en un turno y en una estación. (…) Debe enterarse acerca de todo sobre los trabajadores en su turno, si hay o no miembros o simpatizantes del Partido en él. (…) y con ellos crear el núcleo de la célula partidista del taller. Con esta base establecida, deben estudiar el tinte político de sus colegas, quiénes de ellos son miembros de sindicatos reformistas, del partido socialdemócrata, de organizaciones fascistas, etc. Este conocimiento es absolutamente esencial para cada miembro del Partido. Cuando estén haciendo su trabajo partidario en la estación, los miembros del Partido deben, primero que nada y naturalmente, establecer contacto con trabajadores de pensar revolucionario sin ser militantes del Partido, y también intentar aproximarse a miembros de sindicatos reformistas y del Partido Socialdemócrata que mantengan un pensamiento revolucionario, como a su vez a trabajadores fascistas individuales…” [14]
Los riesgos que pueden aparecer mientras se lleva a cabo trabajo organizativo también fueron objetos de atención. Recomendaciones pertinentes respecto a la persistencia y seguridad de la organización fueron realizadas:
“En todos los países capitalistas la célula de fábrica sólo puede operar como una organización conspirativa. Consecuentemente, su trabajo y el trabajo de cada miembro debe ser conducido de tal forma que los varios agentes policiacos dentro de la fábrica sepan con la menor exactitud posible quiénes de los trabajadores son comunistas, y que de ninguna manera aprendan acerca del trabajo práctico realizado por el Partido Comunista, su propaganda política y agitación dentro de los trabajadores, por lo tanto, la célula de la fábrica debe observar estrictamente las reglas conspirativas primarias. Esto aplica tanto a los Partidos Comunistas legales como a los ilegales.” [15]
Sin embargo, se recalcó que las preocupaciones en materia de seguridad jamás debían ser motivo de quiebre de la organización y los trabajadores dentro del centro de trabajo:
“Cuando se instruya a las células en métodos conspirativos, los Comités de Partido deben al mismo tiempo explicar que estas reglas no deben, bajo ninguna circunstancia, ser aplicadas en una manera que aísle a la célula de las masas dentro de la fábrica; que, mientras se adoptan métodos conspirativos frente a la policía y sus agentes, siempre deben hacerle saber a los trabajadores sobre su existencia, empleando métodos como panfletos y noticias dentro de la fábrica, organizando reuniones, etc. La tarea más importante de la célula de la fábrica es la de reaccionar inmediatamente a cualquier evento que pueda suceder dentro de la fábrica y en el país, de establecer consignas apropiadas en el nombre del Partido para organizar y conducir la lucha por los intereses de la clase obrera…” [16]
Después de que esta circular fue publicada en 1930, las células dentro de los centros de trabajo volvieron a la agenda principal de la onceava reunión del CEIC que se sostuvo en 1931. No sólo recomendaciones, sino que también métodos para sobrepasar estas dificultades fueron discutidos y las prácticas resultantes evaluadas.
La Comintern no se desinteresó de dicho tema en los años subsecuentes; siempre mantuvo la determinación de que los Partidos Comunistas debían organizarse con base en las células dentro de los distintos centros de trabajo. Para finales de los años 20s, múltiples Partidos Comunistas habían realizado logros significativos en organización dentro del proletariado debido a la persistencia de la Comintern. A lo largo de Europa, decenas de miles de trabajadores en miles de centros de trabajo se han convertido en aliados del Partido Comunista.